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Aquella noche de Jazz

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Pedro y Macarena son amigos del trabajo se ven desbordados por una tensión sexual insoportable y nunca satisfecha dado el estado civil de estos. Pero una noche decidieron poner fin a esto.

Llego aquella noche que ellos habían planificado, la excusa fue una noche de jazz, compartir un momento musical y olvidarse de sus respectivas parejas. El contacto carnal no estaba garantizado, pero si distenderse y pasar una amena velada. Macarena es rubia, de ojos claros, pechos grandes y lindas piernas. Pedro es flaco, de facciones angulosas y altura intermedia.

Pedro decidió esperar a Macarena en un club de Jazz nocturno, el local estaba escondido y era secreto, las paredes eran de madera y la iluminación muy limitada. Pedro lucía una camisa blanca y un pantalón vino tinto, se ubicó en una mesa del fondo y dada su ansiedad llego temprano. Mientras esperaba a su amiga, el observaba como los músicos preparaban sus instrumentos. Instantes más tarde llego ella, luciendo un tapado con transparencias, una musculosa ajustada y escotada que hacían lucir sus voluminosos pechos, abajo un jean y zapatos con tacos.

Ambos dos sabían que se trataba de una cita única y muy deseada. Los momentos iniciales fueron con cierto nerviosismo, ellos recordaron viejas anécdotas mientras degustaban una sangría y escuchaban el seductor sonido del jazz. Al cabo de unos minutos el jazz progresaba en intensidad y la confianza entre ellos producto de la sangría también lo hacía. Cada tanto el contacto se iniciaba con leves mimos en las manos y abrazos entre risas. La tensión crecía, y x momentos las miradas se congelaban entre ellos, sabiendo que en algún instante algo iba a pasar.

El show de jazz culmino y ellos ya un tanto borrachos y algo cachondos decidieron continuar la noche en el apartamento de Pedro. Al llegar al lugar, Pedro le pidió a su amiga que se ponga cómoda, mientras que el traía cervezas y ponía a sonar un disco de Jazz de Miles Davis. Macarena se ubicó en el gran sillón de 3 cuerpos y se quitó el tapado, llevo un cigarrillo a su boca y le pidió fuego amablemente a Pedro. Él se ubicó al lado de ella y le arrimo un fosforo encendido. La tensión crecía y crecí. A él le costaba mucho no desviar la mirada hacia los espectaculares pechos de su amiga. Macarena fumaba sensualmente y sonreía notando las miradas de su amigo.

Instantes más tarde la música se frenó, ella amablemente se ofreció a cambiar el disco. Segundos después Pedro decidió ayudarle y sin querer rozo su pelvis con la cola de Macarena, quedando así los cuerpos muy cerca. Ella sonrió y el jazz volvió a sonar. Pero Pedro ya desbordado se apoya nuevamente contra la cola de su amiga, pero en esta oportunidad lo hace mayor intensidad, haciendo sentir su miembro y acariciando suavemente los pechos de la dama. Macarena suspira y desprende un leve gemido. El ambiente era totalmente insoportable. Pedro comienza a besar la nuca de su amiga y ella rápidamente se da vuelta para luego fundirse en apasionado beso de muchos segundos de duración. Las lenguas se tocaban con intensidad y las manos se circulaban por todo el cuerpo.

Besándose logran trasladarse al sillón, donde ella desprende la camisa de Pedro y la quita la sensual musculosa de su amiga. Al instante caen en el sillón y comienzan a besarse y a realizar movimientos frotándose mutuamente. Pedro acaricia por fuera del jean las piernas y la vagina de ella, mientras que al mismo tiempo le besa sus pechos dándole leves mordidas en los pezones. Ella emite gemidos e acaricia el miembro de Pedro notando así la fuerte erección.

Luego ella le pide a Pedro que se siente y se relaje. Acto seguido Macarena se quita el pantalón y se arrodilla frente a él, toma el miembro de su amigo y empieza a masturbarlo mientras mantenía la mirada en sus ojos. Luego ubica el miembro apretándolo con sus pechos y haciendo movimientos suaves e intensos. Macarena sentía placer con la intensidad de la erección de su amigo. Pedro desbordado se muerde el labio inferior, por fin sus fantásticas se estaban cumpliendo. Minutos después, ella ubica el miembro despacio en su boca, congela la mirada en los ojos de su amigo y empieza a mamársela suavemente, por momentos sin usar manos, por momentos trazando cirulos con su lengua en la parte superior del pene.

Pedro a punto de explotar, le pide a su amiga que se acueste en el piso. Para luego empezar a hacer circular su lengua por sus piernas mientras que con la mano erotizaba el clítoris de Macarena con leves movimientos circulares. Segundos después su lengua se instaló suavemente en la vagina haciéndola explotar de placer ella. Su lengua recorrió todo el perímetro del clítoris mientras que sus manos acariciaban los pechos de la joven.

Minutos más tarde él se ubicó por encima de ella y comenzó suavemente a penetrarla. En los siguientes instantes ellos lo hicieron con intensidad progresiva en el piso. Por fin se estaba dando ese momento de placer absolutos que los cuerpos tanto necesitaban.

Luego deciden pasar al cuarto en busca de comodidad. En el camino se dejaron vencer por la calentura y empezaron a hacerlo parados contra la pared del corredor. Pedro penetraba a Macarena con mayor intensidad y apretaba fuertemente sus pechos. Los gemidos progresaban al igual que el saxo del jazz de fondo. Una vez que llegaron al cuarto, ella se puso en posición de 4 patas sobre la cama y enfrente al gran espejo que disponía la habitación de Pedro. El continuo penetrándola con intensidad mientras tocaba fuertemente la cola y los pechos de su amiga, ambos dos espiaban el espejo. No podían creer que estaban visualizando ese momento que tanto se hizo desear. Los gemidos ya eran insoportables y ambos llegaron al clímax y al orgasmo al mismo tiempo.

Finalmente los 2 cuerpos cayeron fundidos en la cama. La satisfacción se hacía presente dibujada en sus rostros. Ella durmió con la camisa de Pedro y el solamente acompañado de su calzón. A la mañana siguiente lo volvieron a hacer con intensidad. Fue la noche que siempre soñaron y que ambos van a recordar en momentos de autosatisfacción.

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