Nuevos relatos publicados: 6

Biblioteca del deseo

  • 2
  • 19.557
  • 9,71 (14 Val.)
  • 0

Hoy te vi por primera vez, eres tan alto, tan imponente, pero posees aún la cara de un niño, con ojos grandes y expresivos resguardos tras esos gruesos lentes que te hacen ver tan inteligente. No puedo dejar verte, mi mirada se cruza con la tuya un par de veces y ambos sonreímos pero ni tú ni yo nos atrevemos a dirigirnos la palabra.

Estamos en la biblioteca de la escuela, solos tú y yo, el tiempo es mi peor verdugo, cada segundo que pasa desearía estar sobre ti, desnuda, sintiendo tu piel, sintiendo tu verga erecta muy adentro de mí... Pensar en eso humedece velozmente mis bragas, te miro nuevamente y tus ojos chocan intempestivos con los míos, me sonrojo, la sangre fluye por mi cuerpo acuchillándome de deseo.

Sin pensarlo más me levanto, camino hacia a ti y sin decir palabra alguna me siento a tu lado, tu perfume me embriaga al instante, te sobresaltas al verme a tu lado, descubro tus ojos deleitándose en mi pronunciado escote, ahora sé que también me deseas igual que yo a ti. Pongo mi mano en tu rodilla y con traviesas caricias llego a tu entrepierna, das un respingo y con mi otra mano te hago una seña para que guardes silencio.

Rápidamente bajo tu bragueta, tras unos torpes movimientos por fin tengo en mis manos tu maravilloso miembro, no me has decepcionado, tu verga es tan dura, tan grande y suculenta, mis manos se deleitan sintiéndola, su palpitar estremece mi cuerpo por completo, estoy tan extasiada, por fin me siento viva! Repentinamente mi boca suplica tenerte dentro de ella, chupar cada centímetro de tu exuberante pija me enloquece, mi boca juega en movimientos rápidos contigo.

Tus manos en mi cabeza, jalándome el pelo, guiando tu pene hasta el fondo de mi garganta. Suelto unas lágrimas pero éstas no son de tristeza, son de invaluable y genuino placer. Embistes duramente mi boca y te corres abundantemente en ella, tu dulce leche invade mi garganta, me acerca peligrosamente al cielo... Levanto mu cabeza y te miro a los ojos de nuevo, estas rojo, sudado, tan sexi!

Acaricio tu cabeza, te doy un beso apasionado y decido marcharme, tú no dices ni una palabra, solo me regalas una mirada absorta con tus encantadores ojos de niño. Seguramente te veré de nuevo en la biblioteca, seguro terminaremos lo que el destino decidió que iniciáramos.

(9,71)