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Placeres de Varón: Placeres de Oficina

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Felipe sonrió divertido. Se veían muy tiernos los tortolitos. Paco la besaba con tanta delicadeza…de puro piquito. Estúpido que era el pedazo de mensajero. Se les acercó despacio, sin que ellos se percataran de su presencia.

¡A mi oficina! – ordenó el chico –. Y tú también María. Mira que tengo la verga al palo.

Paco tembló. Ojalá tuviera arrestos para plantarle cara al joven Felipe. Pero no. Seguro que era más fácil secar el atlántico. El pobre mensajero no se atrevía con el hijo de la jefe. Y menos después de lo del robo. El chico lo tenía en sus manos.

Ambos caminaron un paso atrás de Felipe. Y entraron en el acogedor habitáculo que le hacía de oficina al chico. María también estaba temblando. Y casi babeaba…un poco…

Felipe hizo una seña y María se arrodilló a sus pies. A Paco se le enturbió la mirada. Hubiera querido gritar de indignación. Pero se limitó a inclinar su cabeza. Es que no quería enfrentar la sonrisa burlona del chico.

¡Dale! – le ordenó el chico a María dándole una suave palmada en la cabeza.

La chica gimió. Y bajó el cierre del pantalón escolar del chico. Con increíble destreza metió sus dedos y liberó la verga semi erecta del joven Felipe. No esperó una nueva orden. Enseguida empezó a lamérsela.

A Paco se le desencajó el rostro. Siempre había creído que eso debía ser una cruel afrenta para su virginal María. Aunque a ella se le humedecían los ojos. Y no paraba de lamer con diligencia. El joven Felipe ya tenía su verga muy dura. Y enorme.

María intentó meterse en la boca la potente verga del joven Felipe. Pero él se lo impidió tironeándola de los pelos. Es que la chica no sabía muy bien como mamar. Siempre andaba rayándolo con los dientes. Aunque tal vez la culpa no fuera toda de ella. Es que la verga del chico era de verdad muy grande.

Pero qué va…en otras bocas sí cabía la verga del chico. Y se la mamaban muy bien…lo complacían de verdad. Es que en realidad la chica era algo torpe. No como Paco…Felipe casi no aguanta la risa.

En esas, María empezó lamerle el glande. Ya que no la dejaba mamar, la chica se conformaba acariciándosela de esa forma. Y claro que al joven Felipe le gustaba. Y por supuesto que Paco se estaba muriendo. ¡Cómo se veía de cómico el pobre mensajero!

Pásale un condón a tu novia. Es que ya quiero follármela – le dijo el chico a Paco como haciéndole una confidencia.

El mensajero no pudo evitar gemir. Como si le hubieran dado un golpe. ¡Pobrecita su María! ¡Cómo debía estar sufriendo la pobrecita! Y él sin poder hacer nada para librarla de semejante suplicio. Pobrecita chica violada…

Si el joven Felipe lo hubiera permitido, se habría sacrificado él mismo para salvar a su virginal María. Es que era tan pura…y debía estar sufriendo tanto…aunque a ella tal vez no le hiciera gracia que su novio la salvara…a esas alturas ya tenía el coño encharcado…y a reventar…pero eso ni se lo imaginaba Paco…

Estiró la mano para recibirle el condón y ni así dejó de lamerle la verga al joven Felipe. Y tampoco dejó de lamérsela mientras rompía el empaque del preservativo. Y si hubiese podido habría seguido lamiéndosela mientras se la enfundaba en la goma.

El chico le dedicó una mirada burlona al mensajero. El infeliz tragó saliva y acabó de encogerse como un animalito aterrado. Y gimió como si fuera a él al que se iban a follar enseguida.

El joven Felipe agarró a María por los pelos y casi la arrastró hacia el escritorio. Ella no oponía ninguna resistencia. Y por sí misma se inclinó sobre el mueble. Con el culo en pompa.

Y no esperó a que el chico se lo ordenara para bajarse las bragas. Hasta las rodillas. Empinó un poco más el culo. Para que el coño le quedara bien expuesto. Y no la avergonzó ni un poquito sentir sus jugos corriéndole por los muslos.

Felipe no esperó ni un segundo. Se le acercó blandiendo su potente verga. La apuntó y se la ensartó de golpe. Hasta el fondo. Haciéndola empinarse un poco más por la fuerza de la embestida. María gimió y se estremeció convulsa…con un primer orgasmo…

Aunque el infeliz de Paco hubiera podido jurar que el gemido era de dolor. Habría querido romperle la crisma al violador. Pero él no tenía tanto valor. O más bien…no tenía ningún valor. Pobrecita de María…tener que soportar semejante tortura…

A esas alturas Felipe ya estaba serruchándola sin miramientos. Agarrándola por los pelos para hacerla sentir más sometida. Arremetiéndola con fuerza. Empalándola con la enorme verga. Haciéndola empinarse más con cada embestida…

Y ella no paraba de gemir y estremecerse. Como si con cada ensartada le viniera un orgasmo. ¡Qué potencia la del joven Felipe! El joven Felipe era un verdadero varón…VARÓN…así…con mayúsculas… ¡Qué fuerza la del joven Felipe!...

Paco tampoco terminaba de estremecerse. Por él fuera que el suplicio de María terminara ya. ¡Cómo era de injusta la vida! Pobre María…tener que prestarse al juego de ese chiquillo…

Si es que el joven Felipe no tenía sino dieciséis años…y él ya tenía veintidós…y nunca se le había ocurrido hacerle eso a María. Es que ella era tan pura…tan virginal…y Paco la amaba tanto…

Y claro que la amaba más viéndola sacrificarse de esa forma. Sólo para que el joven Felipe no lo delatara por lo del robo. Pobre María…aunque viéndola cómo sufría habría preferido haber terminado con sus huesos en la cárcel…y sin deber ningún delito…

¿Pero entonces mamá? Ella se hubiera muerto…y seguro que María también se hubiera muerto…es que ella también lo amaba mucho…y mamá…habría quedado solita…pobrecita mamá…y pobrecita María…por eso lo mejor era aguantar las guarradas del joven Felipe… ¡Qué injusta era la vida!

María se estremeció con un enésimo orgasmo. Las nalgadas que ahora le propinaba el chico siempre tenían ese efecto. Y seguía follándosela con fuerza. Parecía no agotarse nunca. ¡Si él quisiera serruchársela así todos los días! ¡Ahhh…qué delicia!

Aunque el joven Felipe sí se agotaba. O bueno…no era que se agotara…era que se corría…y ya sentía cerca el momento. ¡No ven que ya llevaba casi media hora serruchando a María!

Pero a él nunca le apetecía dejar su leche en una goma. Lo divertía mucho más derramarla en otra parte. Y esta vez se le antojaba en la cara de María. Eso siempre le daba mucho morbo…

Paró de serrucharla. Y la halaba por los pelos para hacerla arrodillarse de nuevo. María chilló un poco. Pero más por que el chico dejara de follársela que por la fuerza con que la tironeaba.

Y la chica sabía muy bien qué hacer. Con mucho cuidado apretó entre sus dientes el condón. No se arriesgaría a lastimar la verga del joven Felipe. Y tiró suavemente, hasta retirar la goma.

De inmediato se dedicó a lamérsela. Casi envolviéndole el glande con la lengua. Y lamía y lamía…lástima que el joven Felipe no la dejara mamársela…y lamía y lamía…como si dejando de lamer dejara también de respirar…

Felipe le dedicó una mirada a Paco. ¡El idiota mensajero tenía una expresión tan cómica! Como si estuviera a punto de llorar. Seguro que el infeliz estaría con deseos de matarlo. No quiso evitar sonreírle con sorna.

Y la calentura se le hizo incontenible. La verga le vibró con demasiada fuerza sobre la lengua de María. Y le soltó un primer chorro…potente chorro…y otro…y un tercer chorro…todos muy potentes…y también muy abundantes…

El chico lo disfrutó de verdad. Pero aún quiso divertirse un poco más. Sobre todo viéndole la cara a María. La tenía empapada. El semen le escurría desde la frente hasta la barbilla. Y los labios también los tenía calados.

Por eso fue que no la dejó que siguiera lamiéndole la verga. No ven que en vez de limpiársela se la pringaba más…La tironeó de los pelos para apartarla. Y se volvió hacia Paco…

¡Tú, ven a limpiarme la verga! – le ordenó el joven Felipe, y lo tomó tan desprevenido que el pobre Paco dio un salto.

El infeliz gimió. El joven Felipe era un hijo de puta. Aunque él no se atrevería a decírselo en voz alta. Pero es que obligarlo a semejante guarrada… ¡¿Hasta dónde iba a humillarlos ese chiquillo?! Pero ¿qué remedio? Si en sus manos estuviera ya lo hubiera apaleado…

Aunque en vez de ello, se arrodilló también a los pies del chico. Sacó el pañuelo del bolsillo de su camisa y tomó la verga del joven Felipe entre sus manos. Claro que lo hizo como con temor…o con aversión…pero de todas formas se la limpió…no le dejó restos del orgasmo…ni de la baba de María…

Se sentía tan abatido…y también tan triste… !Qué vida perra la suya! Las ganas de llorar le ganaron. Y las lágrimas se le escurrieron mientras seguía con la verga del joven Felipe entre sus manos. ¡Mejor sería no haber nacido! ¡Miserable vida la suya!

El chico se quedó viéndolo con detenimiento. Y lo conmovió un poco verlo lagrimoso. Sí…lo conmovió un poco…casi hasta hacerlo soltar la carcajada… ¡Qué imbécil era este idiota! Pero de todas formas merecía algo que le aliviara la pena.

¿Por qué no le das un besito a tu novia? Mira que después de follar ella necesitará algo de ternura… – le dijo Felipe aguantando la risa.

El infeliz se volvió a ver a María. Seguía de rodillas a los pies del chico. Con su cara empapada del semen del joven Felipe. La tristeza lo acometió con nueva fuerza. Y otra vez las lágrimas se le escurrieron…

Aunque no pudo evitar acercársele un poco. Y la besó en los labios…con tanta ternura… ¡Es que la amaba tanto! Pero algún resto del semen del joven Felipe se le quedó en los labios al pobre Paco. Y María lo vio…y el morbo le ganó y volvió a estremecerse con el último orgasmo de la tarde. ¡Qué VARÓN era el joven Felipe!

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