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Chanquete el mecánico

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Tenía una boda de una amiga, Juan mi marido estaba un poco pachucho y se quedó en casa, pero yo quería acompañar a una vieja amiga a su fiesta de celebración de su décimo aniversario de bodas ya que se volvió a casar, con un hombre viudo como ella muy buen puesto, después de la ceremonia, yo también me fui para la fiesta, afuera de la ciudad, el coche lo había dejado en un sitio que estaba semioscuro, arranque el coche, y decidí irme también al banquete pero esta vez me lo di yo sola, no había recorrido algunos kilómetros cuando el coche, casi nuevo, se paró, trate de encender el motor varias veces, pero no tuve resultado. Hable por el móvil a la aseguradora, pero no obtuve respuesta, así que llame al mecánico muy conocido de mi esposo, de apodo Chanquete, un hombre de unos sesenta años, regordete, de 1.68 de estatura, calvo, muy moreno, un hombre que para nada coincidía con mis gustos, altos, delgados, educados y que varios de ese tipo me pretendían y que en la fiesta me habían invitado a bailar, lo que pasa es que no me apetecía nada follar nada más que con mi marido. “cosa rara pero bueno”.

Mientras esperaba don Chanquete, el mecánico, que no es su nombre real, el miedo me invadía, así que me mantuve dentro del coche, además estaba un poco bebida, y como siempre ya caliente, vestía una falda con colores llamativos, con vuelo, que me llegaba a la mitad de mis muslos, una blusa semitransparente y un suéter corto, que permitía ver mis grandes tetas, mi sujetador de encajes, con media copa B, talla 40. Era peligroso estar sobre la carretera, cerca de una pendiente, con pocas casas alrededor y árboles.

Pero no paso más de media hora cuando, Chanquete apareció, con una pequeña grúa, saludándome, buenas noches como estas Amalia preguntándome, por lo que veo tan buena y guapa como siempre, ¿y Juan? está en casa un poco pachucho, mire como son las cosas, ahora que no viene, el coche que se paró, le conteste. Yo me baje, ¡pero para que!, los automovilistas que pasaban, pitaban, y uno que otro atrevido, gritaba, que buena estas, tienes unas piernas, que bizcochito para mi cena. Yo le dije al mecánico que se diera prisa al ser posible, trato de encender el coche, y me dijo: ¡es la bomba de la gasolina! lo tendré que llevar al taller.

Mientras lo enganchaba, yo trate de comunicarme con mi marido, pero su móvil al parecer estaba apagado. Trate de parar un taxi, y por esa zona, era imposible. No había otra debía viajar con el mecánico hasta su taller. El mecánico muy atento me dijo, Amalia súbete a la grúa, allí en el taller encontrarás taxi y si no, yo te llevo a tu casa. Con dificultad me subí y pude oler a alcohol, el mecánico estaba también algo borracho, pero no quedaba otra, además, cuando me abrió la puerta, pude sentir su lujuriosa mirada sobre mis piernas y dentro de la grúa, no perdía detalle de mis tetas.

Se me hizo eterno el viaje, aunque su taller estaba a escasos 15 minutos, no hablamos hasta que llegamos. Abrió la persiana del taller, metió la grúa y el coche, pero no sé qué paso, que cuando me di cuenta, con toda atención me estaba ayudando a bajar de la grúa, claro, sin dejar de mirarme las piernas y los pechos. Con cuidado Amalia no te vayas caer, me dijo y creo que se había notado que estaba un poco borracha, y caliente, porque me dijo es normal que Juan este pachucho con este pedazo de hembra que tiene.

Mire mi reloj, eran las 12 de la noche, y yo estaba ahí sola, con un hombre ya mayor pero que note que se había empalmado y parecía tener una buena herramienta pero entre las piernas, jaja, aunque el taller estaba en su casa, al parecer la esposa dormía a profundidad, además que había cierta distancia entre el taller y las habitaciones. Por cierto, la esposa era una mujer gorda, desaliñada, con cabello largo, de una estatura de 1.50 aproximadamente, de unos 58 años, contrastando con mi silueta delgada, mi cabello corto bien estilizado, mis torneadas piernas, que esa noche estaban cubiertas por medias color natural, sostenidas por un atractivo ligero de encajes finos y unas zapatillas de tacón que me permitían alcanzar una estatura de 1 72.cm.

Seguramente si no es con alguna prostituta el mecánico nunca había tenido cerca de una mujer de 51 años bien conservada, con olor a fragancia, extrañamente comencé a fantasear. ¿Por qué no darle ese gusto?, Chanquete, que estaba más caliente que una sartén, porque ya sin ninguna pena me miró de bajo hacia arriba con su vista, tanto que pude notar como su polla estaba tiesa, parecía una carpa de circo, que sin ningún rubor mostraba. Sin embargo, aun así me dijo, Amalia, si quieres llamó por teléfono a un amigo taxista, aunque también ya sabe que con gusto, yo te llevo, y saludo a Juan.

Le dije, al mecánico, mejor hable a su amigo, bueno, me respondió, mientras me invitaba a pasar a una pequeña oficina donde estaba el teléfono y donde había varios carteles con fotos de mujeres desnudas. Habló con su amigo, y me dijo que tardaría una media hora, mientras tanto, abrió un escritorio y saco un poster, pero cuál fue mi sorpresa al ver que la mujer que estaba fotografiada era yo, a un lado de mi coche, claro que con ropa, una blusa negra tipo suéter, una minifalda de piel color negro, medias, y zapatillas de color rojo encendido. Esa foto, me dijo, me la había tomado en una ocasión que acompañe a mi esposo al taller, y que si no me molestaba lo había hecho como un tributo a mi belleza y que no me enfadar yo con él, le gustaba un montón.

Yo estaba sorprendida, pero no sé qué paso, que en breves segundos mi cuerpo se estremeció, y una extraña sensación de calor me invadió, estaba sumamente caliente, el mecánico a unos treinta centímetros, diciéndome eso, se acercó más a mí, yo estaba frente a su escritorio, él se pasó para atrás, diciéndome, perdóname, pero me gustas mucho, tienes unas piernas increíbles, un cuerpo de sueño, estas riquísima, tanto que hasta me he hecho un montón de pajas viendo tu foto y mira como tengo la polla Amalia de mi alma..

Chanquete, se puso detrás de mí, sentí su respiración agitada, yo sentí un escalofrió en mi espalda, y le dije, no Chanquete, ya me voy, mi marido me espera, se va a enfadar si no llego, es muy tarde, mejor llévame a mi casa, además tu mujer va a despertar y que va a pensar. Esa vieja duerme toda la noche, nunca se despierta me dijo.

Yo me quise mover, pero él me había puesto sus gruesos brazos sobre mi cintura, no te vayas Amalia, no te voy hacer nada que no te guste, mientras suspiraba oliendo mi fino perfume. Pude sentir su aliento alcohólico que resollaba sobre mi cuello. Volví a repetir, no Chanquete, déjame irme, que me quiere hacer, pregunte. Pero él, de repente me apretó con su grueso y gordo cuerpo sobre el escritorio y pude sentir un bulto, en mi culo, que empujaba fuerte, yo me estremecí, la temperatura subió y lo único que se me ocurrió fue gozar ese momento, entonces aparenta querer salir de esa situación, por lo que movía el culo, mis nalgas, las subía y las bajaba, hacia un movimiento circular, mientras mis manos estaban reposando en el escritorio y los brazos y manos de él, me había cogido de la cintura, hasta que una de sus manos, se metió bajo mi falda, agarrando uno de mis cachetes. Mmmmm, que redondo y abultado tienes el culo Amalia, es divino, no aguantaba más, y le dije, no por favor respétame, soy casada y tú, una tontería porque ya sabéis como soy, además no tarda en llegar el taxi. Que espere, quiero disfrutar este momento, y continuaba acariciándome mis nalgas, jugaba con el liguero, su boca, besaba mi cuello y parte de mi espalda.

Mientras yo aparentaba tratar de liberarme, haciéndome la dura él seguía, apretando mi cintura y con la otra mano, acariciaba los muslos de mis piernas, creo que no lo podía detener y le dije, suéltame por favor, o voy gritar en estos momentos, respondiendo, grite, porque el taxi no va a venir, ni mi esposa y mis hijos están aquí, se fueron a casa de mi suegra.

Al decirme eso mi excitación creció, al saber que si no hacía otra cosa, terminaría follada por la polla de un viejo que me llevaba unos años. Pero aun así no podía entregarme así de fácil, porque podría pensar lo peor el mecánico amigo de mi marido, así que aparente poner resistencia, diciéndole, déjame irme, por favor, no me apriete tanto, lo que me dio oportunidad quedar frente a él, pero que aprovecho para con dificultad besarme en la boca. Mmm que rico Amalia, que boquita tan rica, que cara de ángel, que hoyitos bonitos se le hacen en sus cachetes, mientras su lengua se metía en mi boca y mis manos aparentaban empujarlo.

Yo la verdad, estaba súper cachonda, mi cuerpo más alto que él, sobre todo por las zapatillas de tacón alto, estaba pegado y podía sentir su trozo de polla como estaba crecido, que parecía reventar su pantalón que afortunadamente no estaba sucio de grasa. Con temor, baje una de mis manos, pero me sorprendí, porque, en ese momento sentí, el bulto, escondido bajo su pantalón, estaba duro, muy duro, sin más se lo apreté, pero eso hizo que creciera el deseo de que me follara.

El mecánico me besaba en la boca, pero poco a poco me abrió mí diminuto jersey, bajo a mis pechos, queriendo comérselos, me los voy a cenar con el permiso de tu marido. Ya Chanquete déjame irme, si, por favor, te lo suplico, dije con voz suave.

Yo estaba dejada caer en el escritorio y mejor decidí sentarme, de tal modo que Chanquete, ya me pudo besar fácilmente, pero también, tomarme de la cintura, pasar sus manos sobre mis muslos, seguir besando mis pechos y bajar a mi coño, levantando mi falda, haciendo a un lado mi tanga de encaje, y meterme la lengua en mi coño, esta fue mi perdición cuando empezó a darme con su lengua en la pipa.

Yo me hice que estaba más borracha, y lo que estaba es más caliente que una perra decía, no, déjame irme, va a venir mi marido como si a mi marido le importara que me follara otro jaja, Chanquete había dejado de meter su lengua en mi coño, se había levantado y estaba besándome en la boca; sin embargo un fuerte impulso dirigió mis manos hacia su polla, que ya estaba afuera, los pantalones se habían caído al suelo, mire hacia abajo, y pude ver un tremenda polla, grande de unos 22 cm, gorda muy gorda superior al de mi marido, 5 cm más grande, que me hizo olvidarme de todo, y sin más, le dije, fóllame, métemela, Quiero su polla quiero toda tu polla.

Sí maestra, como no, la voy a complacer, me la voy a coger, te la voy a meter, y abrió mis piernas, yo estaba sentada en su escritorio, me acaricio mis muslos, sus dedos recorrían mis piernas, desde mis pantorrillas, mis rodillas. Mis manos, jugaban con su polla, le estaba ayudando a encontrar el agujero, le dije, ahí está su chochito, métemela bien adentro Si, Amalia, ábrete bien, que ahí te va mi cipote, al fin acerco su polla, y comenzó a metérmela, poco a poco, yo cerré mis piernas, atrape un poco su gordo cuerpo, su barriga la sentía sobre mis piernas y mi vientre.

Mas, métemela más, así, que rico, aahhh, que bueno como entra. ¿Te gusta, Amalia? mucho, a que bien como me gustas, dijo el mecánico, nunca pensé que te follaria eres una diosa, Amalia, estas súper caliente mira como entra mi polla, MMMM, ¿quiere por el culo?

Me la saco del coño y de un solo empujón me la metió por el culo, menos mal que este estaba ya acostumbrado a las pollas grandes y entro sin dificultad y sin dolor, sabía que te gustaría, eres una zorra.

Chanquete estaba fascinado, sus ojos se le desorbitaron, me saco su polla, y con cuidado me dio la vuelta, me puso sobre el escritorio, alzo la falda, me bajo mi tanga que quedó enredado en mi liguero, y me dio unas palmadas en los cachetes del culo.

¡Qué buena estas Amalia! Separo los glúteos, los abrió, mientras yo súper caliente apoyaba mi cara en su escritorio y con una de mis manos alcanzaba la polla del mecánico, que estaba bien dura, y la trataba de mi agujero del culo.

Empezó con una maestría a follarme el culo, al segundo empaque, yo me empecé a correr como una loca saliéndome líquidos de mi coño que parecía que me estaba orinando, él decía ”Amalia eres una tía súper caliente yo no sé cómo Juan tu marido te deja sola, tú necesitas pollas que te están follando a todas hora”, claro él no sabía que yo era ninfómana y que follaba con todos más que con Juan jaja”

Después Chanquete, que parecía tener la energía de un joven, y después de haberse corrido en mi culo, por un rato estuvo acariciando mis piernas las besaba por encima de mis medias, hasta que, me quito la minifalda, mi suéter y mi sujetador, dejándome semidesnuda, sólo con mis zapatillas, mis medias, mi liguero, me quito mi tanga, que desde luego rompió, guardándose, junto con mi sujetador como trofeo. Se sentó en una silla, me llevó hacia él, y me dijo, despacio tía buena, siéntate aquí, en este pollón, yo obedecí, cojo la polla y puse mis nalgas y me fui acercando, pero todavía le dije, por donde, él respondió, por el coño Amalia, quiero tu chocho que no la ha probado mi polla bien, me senté y mi su polla fue entrando en mi coño. Qué bueno Chanquete así, así: Si Amalia, estas para dejarla dentro todo el día, como la estoy gozando. Me estuvo follado así mucho tiempo tuve dos corridas más y el mecánico me lleno todo el coño de leche. Sacó la polla, y me arrodille para limpiarla, tragándome los resto de leche que le salía por el capullo, yo echaba leche por el coño y todavía alguna por el culo había quedado bien follada, vaya con Chanquete como follaba el cabrón, cuando necesites polla si no te deja Juan satisfecha me llamas y te doy yo la que quieras,

Terminamos me vestí, aunque sin tanga ni sujetador, él, me llevó a casa en su coche, lledó por el camino se la volví a sacar del pantalón y se la iba chupando por el camino, el mecánico tenía a su edad un poder de recuperación incomprensible, el me decía que no se imaginaba que fuera tan caliente, yo le dije mi secreto que era ninfómana, que mi marido lo sabía y que por favor me guardara él el secreto si quería volver a follarme a lo que me contestó, ”no te preocupes Amalia que soy una tumba yo por seguir follandote doy la vida jaja

Cuando llegamos a mi casa el me acompaño hasta ella, quería saludar a mi marido y contarle lo del coche, él se guardó la polla, toda tiesa otra vez, entramos en el portal para coger el ascensor, él cuando vio que por las horas que eran las 2, 30 de la mañana, ya no había nadie por el edificio se volvió a sacar su polla y me cogió el coño metiendo un dedo, diciéndome que mojadito esta este quiere más polla, ya habíamos llegado a mi planta no compusimos la ropa y entramos a casa, mi marido estaba durmiendo en nuestro dormitorio y por el olor se notaba que estaba bebido y roncaba como un cerdo, así que al lado de él me puse a cuatro y el mecánico me la volvió a meter, echándome otro polvo, se fue diciéndome que pasado mañana vuelve por el coche a ser posible tú y no te preocupes por la factura con un par de polvos lo arreglamos jaja.

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