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Quien con niños se acuesta...

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No sé cómo empezar, me está pasando como el día que escribí el primer relato. Se me altera hasta el pulso, lo primero que voy a hacer es dar las gracias a todos los que me han animado a escribir otro. Aunque tampoco podría haberlo hecho antes, porque nuestra vida ha sido muy normal y sin nada especial que contar hasta lo que sucedió hace pocos días, que no diré cuando paso con exactitud. Para alguien que me lea por primera vez, sería bueno que viera mis anteriores 3 relatos. De todas maneras, hare un pequeño resumen. Para los que no lo sepan, mi marido Juan durante un largo tiempo, estuvo metiéndome en la cabeza el mantener relaciones con un tercer hombre, después de mucho insistir cedi, al principio fue un fracaso continuo y el, por medio de esta web de relatos contacto con un autor y con él fue nuestra primera experiencia. No mentiré diciendo que lo pase mal, etc. Al principio tal vez un poco de corte, pero enseguida se me paso y lo disfrute al máximo. Hombre guapo, fuerte y muy viril, que más se podía pedir. Aunque estoy muy bien, yo me veo muy bien, eso me subió mi ego. Durante un tiempo largo de vez en cuando hemos seguido manteniendo relaciones con nuestro amigo Carlos. No incluyendo a nadie más hasta este fin de año, que fue el acabose. No incluimos a nadie más porque a mí no me apetecía estar con unos y con otros, tenía que ser alguien que me llenara. Los primeros acercamientos con chicos, fue en Madrid, porque en Cuenca donde nosotros vivimos no nos atrevíamos a hacer nada. Esos primeros acercamientos no me gustaron nada. Con Carlos que antes de conocernos estuvimos un largo tiempo conversando, mas Juan que yo y aunque al principio no me convencía mucho, no por nada en particular, que me caía muy bien, pero después de leer sus relatos, me daba apuro, sabía mucho más que nosotros y en cierta medida me daba algo pensar en no estar a la altura, bueno algo difícil de explicar y que no me entenderéis, por eso no lo explicare más. El que me convenció del todo fue Juan, que tuvo conversaciones con Carlos más claras, quedamos con él nos conocimos y después de estar con nuestro amigo, lo único que me decía era porque no había pasado antes, que pérdida de tiempo y que tonta que fui.

El último encuentro con Carlos fue el fin de año, paso más de lo que yo había pensado, pero más hasta situaciones increíbles, que yo antes nunca lo había pensado y quedamos muy satisfechos Juan y yo. Nos gustó tanto, que aumentamos nuestras relaciones sexuales, la intensidad de ellas y lo morbosas que eran, recordando lo que había sucedido y con las fantasías de Juan contándome “historias” de situaciones que se podían dar, lo que hacía que nos excitásemos mucho más en nuestras relaciones. Lo malo es que yo no me quedaba satisfecha de todo y no porque no tuviera varios orgasmos, sino porque sentía que necesitaba más y quería más. Juan me animaba a conocer a alguien nuevo, pero era muy complicado, porque no queríamos a nadie próximo ni de Cuenca. Nos fuimos como otras veces un fin de semana a Madrid, pero ni el viernes noche, ni el sábado noche, encontramos a alguien que a mí me atrajese, aunque Juan si vio adecuados a varios candidatos, pero al final a mí no me gustaron. Andaba normalmente híper excitada. Ahora era distinto, me encontraba mucho mejor y sentía como me miraban los hombres, lo disfrutaba.

En mi trabajo había un chico joven que acababa de terminar la carrera de informática y estaba en prácticas. Moreno, alto, bien plantado, hijo de una compañera de trabajo. Yo me había dado cuenta de que no paraba de observarme, sabía que le gustaba. Buscaba disculpas para acercarse a mí, sobre todo cuando llevaba faldas o escote, era muy descarado y lo veía venir siempre, me hacía mucha gracia, era un niño muy lindo. Siempre muy atento. Se cuidaba se le notaba en su cuerpo. Cuando llevaba pantalones vaqueros, como los llevaba ajustados lo que se le marcaba no estaba mal. Le conté a Juan lo atento que era y la gracia que me hacía. Eso fue suficiente para meterlos en sus fantasías en nuestros momentos más íntimos, lo que hacía que fueran al final también mis fantasías. Juan me animaba a vestirme de formas más atrevidas ara excitar al muchacho que llamaremos Diego. Al principio me hacía mucha gracia ver como se ponía mirándome, lo único que sucedió pasados algunos días, era que yo acaba excitada y nada más llegar a casa, sin preámbulos pillaba a Juan y hasta que no me quedaba un poco satisfecha no paraba. Algunos días, diría bastantes días, acababa masturbándome pensando en lo que decía mi marido en sus fantasías, lo que me decía mientras me follaba, que lo hacía con todo lujo de detalles.

A finales de enero un virus en el ordenador de casa que nos lo dejo machacado. No pudimos solucionarlo y como no nos atrevíamos a llevarlo a arreglar, porque Juan a pesar de tenerle dicho que no tuviera ninguna foto de nosotros en el ordenador, que las tuviera en un pen, no me había hecho caso. Por miedo a que alguien pudiera verlas, no lo llevamos a arreglar y Juan un día se plantó en casa con un ordenador nuevo. Esto lo cuento porque un día de febrero de este año, Diego estuvo revisando todos los ordenadores no sé porque historia. El caso que cuando llego al mío, mientras hacia lo que tenía que hacer, en nuestra conversación salió la avería de mi ordenador. Inmediatamente se ofreció a mirarlo y si podía arreglarlo. Yo rechace la oferta. Luego en casa se lo conté a Juan y me animo a que lo invitara, pero no para hacer nada, solo para ponerle lo más cachondo que pudiera y luego cuando se fuera follar como nunca, para facilitarlo más, él se escondería para hacerle creer que estábamos solos.

Mi marido los días siguientes no paraba de fantasear con ello, teniendo buenas sesiones de sexo. Aunque yo le decía que el chico tenia novia, lo sabía porque su madre me lo había contado. Juan que siempre tenía argumentos para rebatirme lo que pudiera decir, me decía que era solo calentarle, que no era hacer nada más. Yo le replicaba que era peligroso, haciéndole ver qué pasaría si se ponía tan cachondo, que se animaba a hacer algo, que sería muy peligroso. Su respuesta una y otra vez era la misma, que en caso extremo le hiciera una pajilla y ya estaba. Me decía que lo convenciera que si lo hacía le avisara, para poner el ordenador viejo. Sentencie todo diciéndole, luego no te vayas a enfadar. Juan me dio un beso y esa noche nuestra sesión nocturna fue más extensa de lo habitual. Por la mañana me hizo vestir provocativa, sin llegar al escándalo. Nada más verme Diego note su mirada clavada en mí. Mi plan era ir preparando el terreno y en unos días decirle que si me podía arreglar el ordenador. Al final una se propone las cosas de una manera, pero la realidad marca otra muy diferente. Diego se acercó a mi mesa y me pregunto si me iba mejor el ordenador y si tenía alguna duda con lo que había instalado, no había ningún problema, pero le hice varias preguntas para que pudiera contestarme y estar junto a mí. Miraba más mi escote que la pantalla del ordenador.

Me hice u poco la tonta con los ordenadores y así se lo expresé. Sin esperármelo él se volvió a ofrecer para ver el problema del ordenador de casa y no me explico cómo, le dije que me vendría muy bien. Si me descuido un poco me dice de ir ya a verlo. Se ofreció para ir esa misma tarde, dije que entre semana me venía muy mal y el mismo se ofreció para ir ese sábado. Dude un poco, dije que mi marido ese fin de semana saldría, seguí dudando y el algo nervioso me decía que lo dejáramos para otro sábado, tuve que hacerme de nuevo con las riendas de la situación, diciéndole que estaría bien ese sábado, que a las 12 sería buena hora. El que se le notaba nerviosos me dijo que muy bien que a las 12 estaría en mi casa y cuando se iba le dije que mal podría venir sin tener mi dirección y nos reímos, se la apunte en un posit y le pedí que no lo contara a nadie, porque no quería que hubiera comentarios y él me dijo que tranquila. Juan me mando varios wasaps preguntándome que como iba el jovencito y yo le contestaba que estaba trabajando que no podía hablar. Una vez en casa Juan con cara de ilusión me pregunto y yo le dije que nada, que no me había atrevido a decir nada, su desilusión fue palpable.

Nos fuimos a dormir y una vez apagamos la luz, le dije que el sábado vendría. Milésimas de segundo tardo en ponerse cachondo y empezar los dos a fantasear. El viernes por la tarde fue terrible, Juan quería tener todos los detalles atados, cambio el ordenador y luego quería que me probara ropa para ver cuál era la que me quedaba más provocativa para recibirlo. Reconozco que la ropa que me probaba no parecía muy excitante para lo que pretendíamos, hasta que recordé una camiseta larga, que usaba en verano para andar por casa. Rebusqué y encontré la dichosa camiseta, a Juan solamente con verla, sin tan siquiera ponérmela, se le saltaron los ojos. Insistió en que me la pusiera y cuando lo hice y me mire al espejo, vi que era excesivo, a cualquier movimiento se me veía todo, no era normal recibir así a nadie, no se dejaba nada a la imaginación y encima Juan quería que fuera sin ropa interior, sin sujetador todavía tenía un pase, pero sin nada debajo, no, me negaba, si me puse de medio lado y se me veía el inicio de mi culo. Me negué, aunque vi cómo le cambio la cara a Juan.

Cenamos y después nos pusimos a ver la televisión, sentados juntos le expresé mi temor a que Diego se sobrepasara, porque no sabía qué hacer en ese caso y Juan me animaba y me consolaba diciéndome que si se diera el caso actuara como buenamente supiera. Juan se fue temprano a dormir y yo me quede viendo el programa que había. Ahí en el salón, me notaba nerviosa, alterada y excitada. Me estire a lo largo del sillón y lleve una de mis manos a mi chocho que lo toque y lo toque hasta que me vino un fuerte orgasmo, lo hice pensando en Diego, en diferentes situaciones, no me dejo saciada y me seguí tocando hasta tener dos orgasmos mas, donde también me venían recuerdos del fin de año. Decidí dejarlo porque al final no pararía y me fui a dormir. No dormí nada bien y me levanté temprano y excitada por el olor a café y tostadas. Juan me había preparado un buen desayuno. Seguí pensando que ponerme y volví a rebuscar entre la ropa de primavera y verano, que era la que más se prestaba a ese momento. Encontré una prenda que era parecida a la camiseta, era un vestido un poco más largo, de rayas rojas y blancas, que, si se dejaban los botones adecuados sin abrochar, se veía un bien escote y las piernas se veían bien sobre todo los muslos sin ser algo exagerado. Me lo probé y Juan me hizo sentarme donde se supone que estaríamos, él se puso enfrente y me indicaba en las posiciones que se me veía más, etc. Tanta planificación me ponía nerviosa. Quiso que me quitara las bragas y me decía que así estaba mejor, que todo dependería si yo quería que el viera, abriendo un poco las piernas o no. Le dije que no, que llevaría ropa interior abajo. Después de una pequeña discusión acepte y le avise de que luego no se quejara.

Yo ya estaba vestida como recibiría a Diego y Juan ultimaba su ubicación para poder ver y oír sin que Diego lo supiera. El tiempo se había ralentizado y mis nervios habían aumentado. Por la ventana lo vi llegar y se lo avisé a Juan, quien se fue a su escondite, que era otra habitación, que había dejado completamente a oscuras. Respire hondo, resople y trate de tranquilizarme que no se notara mi estado de nerviosismo. Aunque le dije a Juan que no me iba a desabrochar ningún botón, cuando oí el timbre y fui a abrir, me desabroche varios, dejando a la vista un buen escote. Sin más, abrí la puerta. Como le suele pasar a todos los hombres, no lo pudo evitar, me saludo mirándome a las tetas. Era difícil que se diera cuenta de mi nerviosismo porque él lo estaba más.

Antes de empezar le invite a un café que ya lo tenía preparado y mientras lo tomábamos, me pregunto qué era lo que le pasaba exactamente al ordenador, le explicaba la verdad de lo que sucedió, pero el ya no sabía dónde mirar si a mis tetas o a mis piernas que yo las abría de forma que pareciera accidental. En cuestión de segundos estaba muy pero que muy excitada. Cambio la conversación, hablamos del trabajo, él me decía que yo era la más simpática y provocándole le dije que si solo simpática, me respondió y que la más guapa y la que mejor estaba. Nos reímos sobre el comentario. Hablamos un poco de nuestras vidas y el seguía mirándome. Le dejaría descansar un poco, que se relajara y nos fuimos a donde el ordenador. Él se sentó en el sillón del ordenador y se puso a trastear en él. Yo me apoye en la mesa, sabiendo que en esa posición el vería perfectamente mis tetas. Me hacia la tonta preguntándole lo que iba haciendo y el unas veces miraba de reojo y otras descaradamente. Cambié de posición y me di cuenta de que tenía un buen bulto, había pasado de paquete a paquetón, eso me excito más. Me disculpé y fui a la habitación en la que estaba mi marido. Una vez dentro le conté como se le había puesto el rabo, que parecía que tenía buen tamaño, sabía que eso le excitaría. No tardo nada en decirme que le hiera una paja, solo eso. Le dije que no, que una vez que viera el ordenador me lo despacharía y Juan se puso muy pesado diciéndome que una paja, solo eso. Le dije Juan sabes que si empezamos con eso al final será más, salvo que quieras ver cómo te pongo otra vez los cuernos. Me dijo muy excitado, si ya lo sabes, para que preguntas, haz lo que quieras, pero quiero verte. Me reí y le dije me encanta cuando te pones así.

Regresé a donde estaba Diego y me pregunto qué porque no lo había llevado a arreglar, que lo que tenía era una tontería y en cualquier sitio me lo hubieran arreglado. Fue el momento, me vino a la cabeza. Le dije que porque tenía fotos indiscretas y no me apetecía que me las pudieran copiar. Diego que se debió de crear muy listo, me dijo que seguro que no serían tan indiscretas. Una vez subsanado el problema, muy decidida y chula le dije que picara sobre el archivo, esperando que se me viera desnuda. Cuando lo hizo me lleve una desilusión, porque eran fotos mías, pero había pixelado la cara completamente y podía ser yo o podía ser otra. Me miro y no dijo nada, pero vi en su cara que se quedó igual de perplejo que yo. Me pregunto y le dije que a Juan le gustaba mucho la fotografía, hasta que en una de las fotos ponía, la putita de mi mujer cachonda, ya me solté y le explique que a Juan le gustaba intercambiar fotos con otras personas, etc. Su cara era de asombro.

Solo se le ocurrió decir, si a mi novia le digo yo eso me mata. Es muy clásica. No me espere y le dije que Juan era muy liberal, que con tal de verme disfrutar le daba igual todo, que además a él le excitaba verme. Con asombro y como dudando, me dijo, entonces a tu marido le da igual que tu… y como no terminaba la frase lo hice yo, que me acueste con otro, que le ponga los cuernos, pues si le da igual, o mejor dicho le gusta verme, que le cuente. Cada vez ponía cara de más sorpresa. Termino de arreglarlo y me dijo que ya estaba. Se despedía cuando le dije que se quedara un rato, que así no me aburría. No tuve que hacer ningún esfuerzo, se quedó sin necesidad de decir nada más. Volvimos a sentarnos en dos sillones enfrentados. Me hacía gracia como trataba de esconder o disimular la erección que tenía. Para hacerle rabiar más, me senté en el mismo sillón que él, me senté de lado y coloqué las piernas de tal modo, que tenía que tener una visión perfecta de mi chocho. Diego volvió al asunto de las fotos y eso nos llevó a hablar de la pareja, del sexo. Estaba un poco verde, saque la conversación, sobre los tríos y casi se atraganta. Me pregunto con timidez si nosotros hacíamos tríos y yo le dije que de momento no, pero que si encontrábamos al hombre ideal sería interesante. Se quedó sin palabras solo miraba atentamente y sin saber que decir.

Estaba además de excitada envalentonada y le pregunte si él se atrevería, siempre que no me viera mayor, lo dije esperando la respuesta de que no me veía mayor y casi acierto. Enseguida me dijo que yo no estaba mayor, que estaba muy bien y varias lindezas más. Pero no me contesto a lo que le pregunte. Decidí no insistir y el no dejaba de mirarme por todos los sitios y se tocaba disimuladamente su paquete. Sorprendiéndome con una pregunta, me pregunto si le estaba provocando, si lo había planeado. Me recupere de la pregunta y le dije que encantada le contestaría, pero antes me tenía que contestar lo que yo le había preguntado. Ahora si le vi más firme, me dijo que no sabía si sería capaz estando mi marido delante, pero que lo mismo se podía intentar. Entonces yo le dije que sí, que lo estaba provocando. Fue decirle eso y transformarse, se lanzó a besarme, no me lo esperaba, pero menuda lengua tenía el chaval. Besaba bien, muy bien y no tardo nada en meter una mano entre mis piernas, tocándome todo el chocho. Además de excitada, me hacía gracia cierta brusquedad en lo que hacía. Trataba de tranquilizarlo, pero estaba muy salido. Atropelladamente trataba de quitarme el vestido, le pedí tranquilidad y le dije que se desnudara mientras lo hacía yo.

Me quede desnuda rápido, ya que solo fue quitarme el vestido, sus ojos se clavaron en mí y los míos se clavaron en su rabo. No era muy grande, pero sí muy grueso. Me senté y estiré las piernas, tocándome para él, eso me hizo sentirme muy guarra pero totalmente excitada. Diego se acercó y le indiqué que me comiera el chocho y lo tuve rápido entre mis piernas. Tuve una agradable sorpresa, porque tenía buena lengua y lo comía muy bien, sabía lo que se hacía. Me deje llevar y gemía sabiendo que Juan me estaría oyendo, porque donde estaba él no me podía ver. Aunque sabía que estaría cachondísimo y eso me ponía más a mí. Me hizo tener un orgasmo muy rico. No paraba seguía comiéndome toda y le hice parar llevándolo a mi habitación, así Juan podría verme bien. Estando en la cama quise hacerle una mamada, pero no me dejaba, me decía que si lo hacía se correría al instante. No le hice caso y se la hice, pero era verdad lo que decía y no exageraba, al poquito de empezar note como se tensaba y me avisaba de que se corría, no me quite y me lleno bien la boca con su corrida. Quise compartirlo con Juan, lo deje tumbado y le hice una seña de que ahora volvía, me fui a la habitación y me bese con Juan, teniendo parte de la corrida en mi boca, la manera como se puso Juan me excito más y ya iba por todas. Como lo teníamos planeado, salí con una caja de preservativos y Diego al verlos se quedó más tranquilo, no sabía lo que pasaba.

Se disculpaba por haberse corrido tan pronto, le anime y le dije que no se preocupara. Me coloque de tal forma que iniciamos un 69, como se nota la potencia juvenil, se puso rápido otra vez en disposición. Una vez que lo logre, le coloque un preservativo y me di la vuelta, me quede mirando hacia la puerta y le pedí que me metiera el rabo, se colocó detrás de mí y empezó a meterla con cierta timidez, tardo en metérmela del todo y se notaba como entraba perfectamente, era muy gruesa. Me follaba muy lento, no sabía si porque no quería correrse otra vez rápido o porque lo hacía así. Mientras yo miraba en dirección a donde estaba mi marido, haciéndole todo tipo de gestos, sabiendo que me estaría viendo y que estaría masturbándose viéndome. Como había cambiado todo, a él le gustaba ser un cornudo consentido y a mí que lo fuera. Saber que estaba ahí observándome me hacía estar más cachonda, hasta el punto que de mi boca increíblemente salieron frases y palabras, como la de fóllame más fuerte, como si mi marido nos viera, no te pares que quiero más. Así estuvimos hasta que yo tuve dos orgasmos y él se corrió después, quedándonos por lo menos yo muy bien.

Yo quería seguir, pero él me dijo que se tenía que ir, que llegaba tarde a recoger a su madre para llevarla a un sitio. Lo entendí y según se vestía le invite a volver por la noche y le dije que estaría mi marido, que si quería podíamos intentarlo, pero sin decirle nada a él. Se quedó dudoso y no me respondió y antes de irse me dijo que lo pensaría y lo intentaría pero que no sabía lo que decidiría. Lo entendí perfectamente, era asumir mucho en poco tiempo. Lo único que le dije que, si a las 8 o 9 de la tarde estaba bien y que, si no, mi marido y yo nos iríamos a cenar por ahí. Se marchó dudando y me dio un pico muy corto. Cuando Juan oyó cerrarse la puerta salió de su escondite. Estaba todo empalmado y le ocurrió como a Diego, fue metérmela en la boca y venirse de golpe, diciéndome que le hubiera puesto muy cachondo oírme llamarle cornudo, algo que no me salía, así como así. Estuvimos hablando y me preguntaba si creía que volvería esa noche. Le conteste lo que pensaba, que no tenía ni idea, que todo podía ser. Dieron las 8 y las 9 y no apareció.

Yo me quede entre decepcionada y triste, pero Juan se quedó muy enfadado. Lo ponía a parir, porque decía que por lo menos tenía que haber llamado, trate de disculparlo entre otras cosas porque mi teléfono no lo tenía. Eso le daba igual a Juan, su capazo era grandísimo. Muy serio me dijo, venga que este no nos va a amargar la noche, prepárate que nos vamos a Madrid. A mí como que no me hacía mucha gracia y a regañadientes, le dije que sí. Sonó de pronto el timbre, mire la hora, eran las 9 y 18. Era Diego, Juan abrió la puerta y su cambio fue radical. Lo recibió como si ya se conocieran y era todo amabilidad. Diego sin embargo se le veía más parado. El don de Juan es que empatiza rápidamente con las personas y no iba a ser menos con Diego, en un santiamén le preparo una copa y hablaban los dos tan ricamente. Les pregunte si tenían hambre para preparar algo de cenar o pedir algo. Los dos a la vez me dijeron que de momento no.

Había deseado que estuviera y ahora no sabía cómo abordar la situación. Cuando Diego no veía a Juan, este me hacía señas para que fuera yo la que tomara la iniciativa, estaba claro que Diego no era nuestro amigo Carlos. Juan dijo que iba por mas hielo y nos dejó solos, entonces me senté junto a él y le dije que no estuviera con tanta tensión y él me decía que no podía evitarlo. Juan nos hablaba desde la cocina y nosotros le respondíamos, pero yo empecé a acariciar la entrepierna de Diego, que empezó a responder como yo esperaba y deseaba. No quería ser brusca, lo hacía con suavidad y cuando Juan trajo el hielo, hizo como si todo fuera de lo más natural. Diego al verlo se puso un poco tieso, pero como hablábamos como si no pasara nada anormal, se relajó. Fui desabrochando su pantalón y logré sacar su rabo, que estaba muy duro. Diego trataba de contenerse, pero su respiración fue en aumento. La cara de Juan iba cambiando, se le veía más a gusto. Me agaché y empecé a lamer el rabo de Diego. Que ya se relajó del todo, pasaba de hablar con mi marido y estaba a lo que estaba, me acariciaba la cabeza. Aguantaba mucho más que por la mañana, se corrió en mi boca y nada más hacerlo se levantó diciéndonos que no podía, que le perdonásemos y se fue hacia la puerta y se marchó. Juan y yo continuamos y lo pasamos muy bien. El primer día de trabajo después de esto, Diego me rehuía durante toda la jornada de trabajo, cuando salimos me esperaba para pedirme disculpas y tratar de quedar otro día, que trataría que no volviera a pasar. No quise ser dura y le dije que ya veríamos. Sé que las comparaciones son odiosas, pero como echamos de menos esa noche a Carlos y su experiencia.

P.D.: Este relato ya lo publiqué el 15-Mar-17 junto a otros 4 más en otra página, pero ahora he recalado aquí como otros amigos y empezare a publicar aquí. Lo digo porque yo escribo en tiempo real, aunque no escribo muy a menudo.

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