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Con uno de mis amigos de la adolescencia - Segunda parte

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- “Ahora vos quedate quieto. Dejame a mí.”, me dijo

Se levantó, fue al equipo de audio, lo prendió, colocó un pendrive con música y puso un tema lento de los 70’s que me encanta de Lobo: “No esperes que sea tu amigo” (Don’t expect me to be your friend”).

- “Vení Carlitos… bailemos un poco. ¿Querés?”

- “Sí. Me encantaría!” le respondí y rápidamente me dirigí hacia él, que me esperaba con toda su desnudez.

Lo tomé de la cintura con mis manos y él de la mía. Dimos los primeros pasos de baile, muy cortitos, que era como si no estuviéramos bailando. De a poco, fuimos acercando nuestros cuerpos hasta quedar pegados. Yo, vestido, él desnudo. Nos besamos suavemente al comienzo, para paulatinamente, hacerlo en forma cada vez más apasionada. Nuestras manos recorrían nuestros cuerpos. En eso, él me hizo girar y empezamos a bailar pegados mi espalda contra su pecho. Por supuesto que de inmediato sentí su pedazo desnudo contra mi cola “vestida”, mientras sus manos me acariciaban, por sobre mis ropas, el pecho y los genitales. Me besaba la nuca, ponía su dura lengua en mis orejas. Yo explotaba, moviendo y apretando mi cola contra su pene, ardiendo de deseos.

- “¡¡Cuántas veces pensé en esto en aquellos días, y con esta canción!!”, me comentó.

Dicho esto empezó a desabrocharme la camisa primero, luego me la quitó, hasta que mi espalda desnuda quedó contra su pecho desnudo. Yo giraba mi cabeza para que nuestras lenguas entraran a jugar dentro de nuestras bocas. Sin dejar de besarnos comenzó a aflojar el cinturón del pantalón, para luego bajarme el cierre de la bragueta. Como me seguía moviendo como gata en celo contra su pedazo, el pantalón cayó solo al piso, quedándome con mi bóxer apretando su duro tronco. Con mis propios pies me fui sacando los mocasines. Cuando me los saqué, agaché mi torso sin desprenderme de su pedazo contra mi cola, me quité el pantalón y empecé a bajarme lentamente el bóxer, sin dejar de refregar mi cola contra su pene, hasta que sentí la punta del tibio pedazo de Eduardo justo donde estaba mi ansioso ano. Ahí dejé caer mi bóxer, levanté un pie y luego el otro hasta dejarlo en el suelo, giré sobre mí mismo y quedamos con nuestros cuerpos pegados. Pecho contra pecho, pene contra pene. Alcé mis brazos, le tomé sus mejillas con ambas manos, le acerqué su boca a la mía, metí su lengua dentro de la suya y comenzó a “chuparme” la lengua, como si fuera mi pene.

Sus manos agarraron mi tieso pedazo, y comenzó a masajearlo muy lentamente, sin dejar de mirarme a los ojos.

Me besó ambos lados del pescuezo, mi garganta, mis tetillas con su lengua y mordiéndomelas un poquito, y se fue agachando, sin dejar de besarme el abdomen, el ombligo con su lengua, mis pendejos hasta llegar a su meta: mi dura, y ya, hirviente pija. Se arrodilló, dejó de masajeármela, me miró nuevamente, y sin dejar de hacerlo, se la fue metiendo muy lentamente dentro de su boca.

- “¡Aayy, Carli, que deliciosa tu pija!”, y me pasó su lengua por todo el tronco, el glande, y se la fue tragando hasta que sentí, que ya le estaba tocando su garganta. Delicia total, para mí, pero mucho más para él. “Aagghhhh, Carli, ¡¡¡qué goce!!! ¡¡¡Yo sabía que no me equivocaba contigo…!!!

Sin dejar de saborear lo que tenía en la boca, y tomando con su mano el tronco de esa exquisitez empezó a pajearme con sus labios una y otra vez, iba y volvía, hasta que en un momento, lo empiezo a cojer por la boca, con lo que él simplemente se quedó quieto, y dejó de pasarme la lengua por mi pija. Estar dentro de su boca, y no sentir absolutamente nada que me tocara la pija, a excepción de sus labios, fue un verdadero y exquisito placer. Entonces le agarré la cabeza y lo empecé a cojer cada vez con más fruición. Iba y venía una y otra vez mientras yo le decía: “Ah… ah... así… quedate quietito. Dejame cojerte así… ah… ah… ah… ahí voy… ahí vooyyy… ahíiiiiii”, y empecé con la primer contracción típica del orgasmo con su correspondiente eyaculación, las cuales se repitieron unas tres veces más. Fueron 4 chorros de tibio y exquisito placer, reitero, tanto para él como para mí. Pero lo que más placer me dio fue que una vez que le acabé dentro de su boca y se había tragado mi leche, se levantó, me tomó de mis mejillas y me acercó a su boca y nos dimos un hermoso, fabuloso, exquisito beso, ¡con parte de mi leche aún dentro de su boca! ¡No se había tragado toda mi leche! Me enloqueció el sentir mi propia leche lubricando nuestras lenguas. Sin palabras. Creo que no hay otro adjetivo mayor a éste: exquisito. Y si lo hay, sustitúyanlo por el que puse.

- “Mmmmhh, mi amor, ¡qué locura hermosa tuviste!”, le comenté luego de saborear mi propia leche que me había “alcanzado” Edu, al besarme de esa forma.

“¿Te gustó? ¡Cuánto me alegro, mi vida”, - respondió, y dirigiéndose al equipo de audio, puso nuevamente “Don’t expect me to be your friend”, y esta vez sí, la bailamos. A la luz de una “vela”, desnudos y besándonos tiernamente. Y asintiendo cuando le letra dice en determinados momentos: “… te amo mucho incluso antes que me quisieras… así que no esperes que sea tu amigo… porque pensar en ti revuelve mi mente…”

- “Te adoro, Carli… Siempre te adoré. Siempre te deseé con toda mi alma y mi cuerpo. Qué lástima que no me animé a decirte todo lo que sentía por vos, y ahora me entero, que vos también te podrías haber animado a decirme lo que sentías por mí. Pero, bueno, las cosas se dieron así, y por alguna razón lo fueron. Tal vez para que estos momentos que estamos pasando ahora, los gocemos muchísimo más intensamente y con todos nuestros sentidos al máximo.”

- “Es como decís. Por algo se dio así nuestra relación. Aprovechar estos momentos y a vivirlos intensamente y sin tapujos. Te adoro, Edu. Sos divino.”, y le dí otro beso con muchísimo amor, que fue correspondido de la misma manera.

CONTINUARÁ...

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