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El almuerzo

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Era viernes por la tarde estábamos en un bar con otros amigos Un joven desconocido se acercó a Leylia intentando seducirla e invitarla a almorzar al día siguiente, a un restaurante a escasos metros de mi casa. No pude enterarme si ella le dijo "si o no". Ella no tenia novio desde un año y medio atrás y yo sabía fehaciente que no había tenido ninguna aventura con nadie excepto conmigo en esos dos muy especiales días.

No tengo derechos sobre ella pero no me agradaba "ver" que la sedujeran. Me acerqué a participar de en la conversación. Propuse el tema de las fiestas de disfraces e intenté con la frase  "sucesos en los locales" notando que Leylia evadía mi conversación pero me miraba batiendo suavemente sus ojos humedecidos y con brillo, agregando luego cara de indiferencia.

Dije de lo divertido de "recibir sorpresas en puerta o una sorpresa leonina" y volvió a contestar con evasivas pero con mayor brillo en su mirada y prestando más atención a la conversación del joven. Mi intención era estimular a Leylia y darle creatividad a su imaginación.

Sin saber si había logrado mi objetivo o no, agregue que al día siguiente estaría en casa al mediodía sin hacer nada por un rato y por la tarde dormir unas horas y así estar descansado para la noche y volví con mis amigos. Minutos después ellos dos se saludaron de forma amigable, él joven se arrimó sonriente a sus amigos y Leylia se retiró presurosa despidiéndose de nosotros.

Al mediodía siguiente, Leylia se apareció en la puerta de casa vistiendo un sobrio abrigo y unas altas y sexy botas negras de tacones. Entró en el recibidor cerrando la puerta y mirándome de frente. Se quitó el abrigo, mostrándome que su única vestimenta eran sus botas y su exquisita piel. Pasó por mi lado, con su tan excitante desnudez y obvia calentura, ladeándose y rozándome suave y lento con sus pezones erectos; y caminado muy despacio, acarició mi polla, que ya había comenzado a crecer. Continuó su lenta caminata marcando sus pasos como una potranca de equitación. Enderezó su cuerpo dándome la espalda y ¡Uooppp!  ¡en su cintura y culo! Se había escrito en ingles (yo odio el ingles) ¿Would you illtreat my entrances & outlet?... ¡jajaja! (¿Tú querías maltratar mis entradas y salidas? -jajaja)

Dijo que tenía que vestirse muy rápido y sexy porque había aceptado la invitación para al-mor-ZAR  -SE a un niño  (Agregó irónicamente luego)  Sin dejar "ese caminar" especial y bolsa de ropa en mano, se metió en la sala y cerró por dentro dejándome en shok. Al rato salió de la sala. Se había calzado "el traje de felino" sin la máscara, al cual había modificado de forma notoria No pude ver su espalda, pero al frente, manteniendo intacto el tejido del cuello a modo de collar le había quitado todo la sujeción pectoral mostrando enteramente sus deliciosas tetas, que aún sin los soportes se mantenían igual de erectas y punzantes. Había quitado también el cobertor de su coño, agrandando el orificio original dejando a descubierto su bella raja y toda su entrepierna hasta su ombligo Me sentí confuso. Leylia estaba "mortal", yo era quien le había despertado sus muy bajos instintos y también consideraba que ese traje era "solo para mi" y ¡Ella lo iba a usar TODO con este niño! no lo podía creer y tampoco evitarlo.

Avanzo muy excitante, se calzó y cerró el abrigo, me beso sonriente y suave en la mejilla y cerró la puerta, sin darse vuelta o mirarme. No se imaginan como quedé  duro como piedra no podía decirle absolutamente nada.

Tardé en reaccionar, atiné a abrir la puerta y verla a ella caminado de espalda ya girando el la esquina. Cerré, cogí una cerveza y me tiré en el sillón, quedando unos 10 o 15 minutos alelado. Sentí un pequeño ruido en la cocina, pero no presté atención; yo vivía solo, la puerta trasera estaba cerrada y su llave estaba junto con las de la puerta delantera, colgadas al lado de ésta. Unos 10 minutos después, nuevamente desde la cocina provenían ésta vez, algo así como gemidos o el ronroneo de algún gato que podría haber entrado. Enorme sorpresa me llevé al asomarme  Leylia sin dejar de jugar conmigo y confundir un poco mi cerebro, había interpretado al pie de la letra mis dos frases ( sorpresa en puerta y sorpresa felina  ) del día anterior. Sabiendo además, por habernos espiado a mí y a Jahna en su local, cuanto me excitaba una mujer vestida solo con sus altas botas.

Había cubierto la mesa con su abrigo sentándose encima de ella con las piernas recogidas y al momento de mi irrupción se encontraba masturbándose con los trozos de tela que le había quitado al traje y mis llaves colgadas de su cuello (las había cogido al llegar sin que yo me enterara)

Giró muy sexy su cuerpo, para mostrarme que también había cortado el traje por detrás, de modo que se veía casi toda su espalda, excepto por una franja de tejido que cubría su baja cintura continuándose por los laterales de sus piernas, manteniendo así el traje armado y ajustadísimo pero mostrando absolutamente su grandes glúteos y el mensaje irónico que se había escrito para mi. (Por mi mente pasó una fantasía  Ella diciendo solo "un miau" . y yo parado allí, teniendo un orgasmo instantáneamente sin que siquiera nos tocáramos).

Se recostó hacia atrás quedando apoyada sobre sus brazos y moviendo hacia un lado y otro sus piernas, manteniéndolas bien abiertas. Su coño ya mostraba el brillo de su humedad. Me sentía excitado pero muy agradecido y se lo hice saber, con lo que sus ojos se humedecieron intensamente. Inicié mi faena por detrás de ella besando y lamiendo suave y tiernamente sus hombros y su cuello, sin dejar de jugar con mi lengua detrás y dentro de sus orejas, mordisqueando cada tanto su cuello por detrás y debajo de su cabello, lo que yo ya sabia, le producía abundantes vibraciones a su cuerpo. Esto me permitía la posibilidad de ver y disfrutar con claridad y detenimiento como crecían y se endurecían lentamente sus tetas y sus pezones. Me quité toda mi ropa.

Eché un poco de coñac en su boca y nuestras lenguas entrecruzadas siguieron el cálido juego. Rocié esta vez abundante coñac sobre su pecho y mientras bebía el licor acaricié y chupé intentando tragarme sus grandes tetas sin dejar de ocuparme de estirar con mis dedos y morder suave sus duros pezones. Mis manos bajaron acariciando alternativamente sus rodillas y clítoris. Mientras lamía la cara interna de sus piernas y comía su coño introduje cada tanto abundante saliva en su culo, al que penetraría primero apenas estuviera lo suficientemente ablandado: Una vez que así lo estuvo, ella calzó sus tobillos sobre mis hombros, mis manos atraparon las suyas manteniéndoselas inmóviles en la mesa y así mi polla fue entrando lentamente en su ano, penetrándola y sacándosela con ritmo lento pero continuó, su cuerpo se movía con continuidad de un lado a otra en dirección opuesta a como lo hacia su cabeza.

Por sus gemidos suaves, cada vez más continuos y entrecortados, era indudable que mis delicados movimientos la estaban saturando de placer y produciendo un intenso primer y casi silencioso orgasmo. Con su último suspiro volqué mi cuerpo sobre el de ella abrazándola. Deje pasar unos dos minutos sin actividad y volviendo a colocarme sus piernas en mis hombros. Penetré también lentamente el mojado coño. Continué así unos minutos luego volví a recostarme sobre ella acelerando mis penetraciones, al tiempo que presionaba y estiraba sus tetas. Sus acelerados jadeos y gemidos anunciaron otra intensa y corta corrida, la que llegó solo con dos o tres penetradas más y mi mordisqueo en su cuello.

Vi que se asomó a su jardín Den Jaar, nuestro amigo y vecino mío. Por lo que decidí para que no nos viera escondernos detrás de la heladera allí penetre nuevamente su coño. Leylia se colgó de mi cuello rodeándome con sus piernas mi cintura y así con ella encima caminando y fallándola a la vez me dirigí al a sala principal recostándonos sobre la moqueta cerca del hogar encendido, Allí durante unos veinte minutos, en una apasionada y también silenciosa 69, nos entregamos intensamente nuestros respectivos jugos haciéndonos correr al mismo tiempo el uno al otro. Me detuve a observar lo bello que veía a Leylia relamiéndose con mi leche. Ahí mismo descansamos un poco durante una hora.

Hablamos sobre lo mucho que la había excitado mi actitud con el chico y las fantasías eróticas que le provocaron mis frases Sobre mi perplejidad con su engaño y de la facilidad que ella tenía para tener orgasmos seguidos y en corto tiempo Y también de su sorpresa ante mi dulce tratamiento de hoy, luego de su agresiva provocación. A lo que respondí que lo dejara todo por mi cuenta ella sonrió cómplice y satisfecha. (Luego vendría la verdadera acción)

El hogar mantenía su fuego y la temperatura ambiente era ideal, por lo que no necesitamos cubrirnos con nada. Me desperté primero y ella aún dormía boca abajo sobre una pila de almohadones y con las piernas separadas. Aunque algo borrosa, se podía leer la leyenda que se había escrito, Me invadió la idea de lo fácil que seria castigar su culo o su coño en esa posición lo que endureció rápido mi nabo y no lo dudé. Me lo lubriqué bastante, me acomodé en la postura exacta y la desperté clavándole mi duro nabo bruscamente en su coño, su enorme grito de sorpresa y placer nos excitó más a ambos. Inmediatamente su agujero reproductor estaba totalmente mojado.

Continué tratándola con dureza en su coño, viendo como su vulva y sus labios se inflamaban y amorataban. Leylia gemía alocada. Un sonido profundo desde su garganta dio vestigios de su rápido y violento orgasmo. Su cuerpo continuaba tembloroso. Giró su cuerpo sin salirse de su posición sobre los almohadones para hacerme correr comiendo y chupando mi polla con furia. Me pedía desesperada bañara su boca con mi leche. Le dije que no, que por hoy NO TENDRIA MAS ALIMENTO, lo que la encrespó más aún. Desafiante y con toda la intención de autoabastecerse de su predilecta comida, chupó y masajeó mi garrote mientras yo se lo clavaba con toda mi furia en su boca. Rato después, dijo que sus mandíbulas comenzaban a trabarse mostrando signos de total saturación. Suplicó por mi leche pero no le di el gusto. Le repetí nuevamente que no le daría su comida y que solo iba a satisfacer la escritura de su espalda.

Su boca y su coño ya habían sido duramente castigados y aún se mostraban inflamados y amoratados, así que solo faltaba su salida trasera. Y allí iba a aplicar toda mi furia y vigor.

Su cuerpo y su pelo estaban totalmente bañados de sudor y el mío también. Le quité los largos guantes de su traje y até sus manos a dos sillones y con los trozos sobrantes de tela del traje até sus tobillos a sus brazos, doblando sus piernas hacia delante. De manera que quedara totalmente vulnerable y a mi merced. Acomodé sus alargadas y duras tetas a los costados de su cuerpo para poder también herirlas fuertemente de placer con mis manos. Metí mi dura polla en su culo lentamente. Seguí mi faena aumentando la presión y la velocidad sobre su agujero. Al tiempo que aprisionaba sus tetas con mis manos y mis dedos jalaban y estiraban firmemente hacia los costados sus explosivos pezones Leylia no paraba de jadear, su vaho hormonal se convertía en un fuerte afrodisíaco para ambos, el olor a sexo inundaba nuestros olfatos.

Observé como su esfínter entraba y salía de su agujero acompañando las arremetidas de mi nabo y le hice saber lo placentero que eso se veía Jadeante me contesto que le apetecía todo lo que le dijera e hiciera. Le grite a modo de amenaza que le iba a romper su culo de tal forma que después de hoy, jamás iba a poder volver a usar ese agujero. Leylia se contorsiono de placer. Me preguntó en forma mórbida y sumisa si la va a lastimar .le respondí con un rotundo SI y eso casi le produjo un nuevo orgasmo.

Me coloque en la polla uno de esos anillos con protuberancias y separando al máximo sus glúteos clavé su culo con fuerza. Cogi en dos partes su cabello a modo de riendas y comencé a cabalgar en su culo con ferocidad durante unos veinte minutos. La mezcla de excitación y dolor catapultaba su indescriptible placer. Le hice saber que el calor de su dilatado y maltratado esfínter estaba quemando mi polla y de lo mucho que me excitaba follarme brutalmente a "mi perversa y putísima felina amiga"  Ambos delirábamos de placer  Al tiempo que acaricié su clítoris, volví a clavar con toda mi fuerza su amoratado e hinchado ano y ahogándonos en nuestros fuertes gritos y jadeos nos corrimos juntos entregando toda mi leche dentro de su destrozado agujero. Desaté sus manos y piernas y saboreé gustoso algo de su flujo que bañó mi nabo. Leylia hizo lo propio cogiendo con sus largos dedos y lamiendo gustosa los restos de mi leche que chorreaban de su agujero. La ayudé a girar sin dejar que se saliera mi garrote de su culo, para disfrutar ambos, los violentos latidos del su dilatado y maltratado orificio y su sensación de mil agujas clavándose el.

Entrecruzados de piernas y unidos por mi garrote aún en su culo, nos deleitamos mirándonos fijamente y captando todo nuestro placer y satisfacción. Temblando aceleradamente, me abrazó con la fuerza de un oso, rompiendo en un llanto largo, intenso y entrecortado. La temperatura de su cuerpo era elevadísima. Sin declinar su lloriqueo, me beso indefinidamente  sus labios quemaban mi boca. Cogí de su bolso un espejo facial, colocándolo enfocado hacia su cara y por debajo de mi polla, quitándola súbitamente para que ambos pudiéramos observar como su destruido culo, agrandado ahora al mismo ancho de mi polla tardaba unos dos o tres minutos en volver a cerrarse. Leylia, que sonreía de placer, al ver la enorme dilatación de su antes apretado agujero, rompió en un nuevo y corto llanto de extrema felicidad y volvimos a abrazarnos, quedándonos así un buen rato.

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