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(9) Reflexiones sin bragas

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El calor veraniego de junio llegó por la tarde como un vendaval abrasador. De ahí que Ana y su amiga Ainhoa Montes se pasaran por la heladería Kalua a tomarse algo fresco. En el caso de Ana un te helado y Ainhoa un mojito con mucha nata por encima.

Se sentaron en la terraza bajo una sombrilla y disfrutando del momento.

-Aquí se está de puta madre –garantizó Ainhoa-. Mejor que en la cama follando –carcajeó-. Hey, ¿no te has dado cuenta?

-¿De qué?

-Aquellos tres maromos de esa mesa nos follan con la mirada.

-No sé, a mi me apetece esta tarde un chocho. Ya me comí unas cuantas pollas esta mañana.

-¿Otra vez Darío y sus amigos?

-Los mismos.

-¿A cuántos amigos se trajo esta vez?

-Cuatro.

-¿Cómo dices? ¿Te follaste a Darío y a sus cuatro amigos?

-Como una campeona. Luego tuve que pasar la fregona. Iban chorreando por todos lados los muy guarros.

-¡Joder! Qué envidia me das, perra.

-Dos de ellos quisieron repetir y cumplí como una puta.

-¡Choca!

-¡Yeah! –se dieron una chocada-. ¿Te has fijado en la camarera? Está rica de cojones.

-¿Cuál?

-Esa que se pavonea como una zorra.

-Wow, debe ser nueva. No la conozco.

-Ahora mismo vamos a salir de dudas. ¡Camarera, por favor!

La camarera no tardó ni un segundo en acercarse.

-Vaya, encima sumisa. Me gusta –susurró Ana aguantando la carcajada.

-Hola, ¿os falta algo?

-Sí, tú –endulzó Ana la voz.

-Yo no estoy en el menú –rió la camarera.

-Ohhh, qué pena. ¿Y no puedes hacer una excepción con nosotras?

-Os lo agradezco, pero estoy trabajando. Si ve mi jefe que me distraigo o me entretengo me ficha.

-¿Eres nueva aquí?

-Sí, solo llevo dos días.

-¿Cómo te llamas? Yo soy Ana.

-Yo Ingrid.

-Ah, qué nombre tan bonito. ¿Y tu edad?

-23 años recién cumplidos.

-Yo 22 y ella 21. Somos las más folloneras de la facultad de medicina.

-Sí, ya se nota.

-¿Se nota tanto?

-Sois las más guapas de la heladería ahora mismo. Todos os devoran con los ojos.

-Yo también te devoro con los ojos.

-Gracias, Ana.

-Eres una monería de niña. ¿Te puedo hacer una pregunta íntima?

-Prueba.

-¿Tienes novio o novia?

-No, que va, estoy soltera.

-¿Cuándo fue tu última relación sexual?

-Buff, ya ni me acuerdo.

-O sea, que usas la mano.

-La verdad es que sí.

-¿Y te gustaría echar un polvazo?

-A ser posible sí.

-Te hago mejor la pregunta. ¿Y te gustaría echar un polvazo conmigo?

-Me encantaría. Eres súper guapa.

-Y súper puta –añadió Ainhoa.

-Cállate, so zorra, no podía callarse.

-No me importa, Ana, de verdad.

-¿Te gusta que yo sea una súper puta?

-Me gusta mucho. Bufff qué calores me han entrado de repente…

-Y a mí bufff eso debe ser las feromonas en ebullición.

-Ana, acabo en dos horas. ¿Quedamos aquí y nos vamos a mi casa?

-No sé, es mucho tiempo y yo necesito follarte ahora mismo.

-¿Y dónde lo hacemos?

-Ainhoa, espérame aquí.

-Vale.

-Ana, te lo he dicho, estoy trabajando.

-No seas nenaza –la cogió Ana de la mano y tiró de ella con ternura.

-¿A dónde vamos?

-Confía en tu putita.

-No debo, Ana. Me juego el puesto de trabajo.

-Y yo me juego el polvo de la semana.

Ana llevó a Ingrid hasta el baño. Justo en ese momento venía una chica para lo mismo, pero Ana la empujó.

-Quita, puta. Nosotras vamos antes.

Y ambas se encerraron en el baño.

-Ana, por favor, que sea rápido.

Pero Ana atacó con besos y caricias. Ingrid ponía los ojos en blanco del gusto. Hasta que Ana le arrancó la blusa y saltando varios botones.

-Joder, ¿qué haces? Es la blusa del uniforme. No tengo otro.

Pero Ana se limitó a quitarla el sujetador y luego a saborear sus tetas.

-Mmmmm, qué ricas –mordía Ana sus pezones.

-¡Ay! No muerdas, que me duele.

Ahora Ana la desabrochó los pantalones y bajándoselos hasta los tobillos.

-Ana, para.

Ni caso. Ana le arrancó las bragas en el tercer tironazo y dejándola del todo desnuda.

-De cara contra la pared, Ingrid.

Obediente, Ingrid accedió.

-Separa los muslos.

-¿Así está bien?

-Saca el culo… eso es… Apóyate en la pared… Perfecto… Inclínate un poco hacia delante… genial. No te muevas.

En tiempo récord, Ana se desnudó.

-Ingrid, tienes un culo de escándalo. Te vas a enterar, guarrona.

Antes, Ana cogió su móvil e hizo las pertinentes fotos para su muro de facebook.

-Ingrid, ¿tienes ganas de cagar o mear?

-Ahora que lo dices sí. Me meo.

-Pues venga, suelta el chorro.

-¿Cómo?

-Que eches la meada ahora mismo. Yo te aviso cuándo.

-Esto es una locura.

Ana se puso a grabar en vídeo…

-Ya. Sácalo.

… y se arrodilló para enfocar mejor la zona genital.

Ingrid hizo fuerzas y el pipí salió con vehemencia. Ana lo grabó todo. Incluso el charco que iba dejando Ingrid entre sus pies.

-Tienes un pipí muy bonito. Se te ve sana y fértil.

Ingrid expulsó los últimos restos de orina con alivio.

Ana aprovechó para mojarse los dedos y probarlo.

-Mmmmm, de muy buena calidad.

-Bufff… qué gustito –se limpió Ingrid con la mano.

-Meada de Ingrid. 6:33 de la tarde. Heladería Kalua. 22 de junio. –Y Ana cortó la grabación-. Has meado como una vaca asturiana. Eso parecía el Nilo entero.

Ingrid rió como si estuviese orgullosa.

-Ahora toca sexo –se colocó Ana tras el culo de Ingrid-. ¿Preparada?

-¿Qué me vas a hacer?

-Has meado como una puta poligonera y te voy a demostrar que lo eres.

-Yo no soy una puta, Ana.

Y Ana la azotó con la mano en la nalga derecha.

-¡Au! ¿Qué haces?

Sin contestar, Ana soltó el brazo y la propinó un bofetón más violento.

-¡Auuuuu! ¡Ana, para ya!

El tercero fue el más duro de todos, pero Ingrid sustituyó el dolor por el placer. En vez de gritar gimió en alto. Esto la indicó a Ana que ya estaba en situación. Ella colocó los dedos en su clítoris y procedió al frotamiento. Ingrid entonó un alarido de placer en su estado más puro.

-Venga, preciosa, córrete para mí…

-Jodeeeeeer… -Ingrid nunca experimentó todo aquello. Abrió más aún los muslos para facilitar la labor a Ana. Ella pegó tres tortazos clitoridianos y Ingrid se corrió con un grito después. Un chorrazo de flujo se mezcló con el charco de pipí en el suelo.

Ingrid se convulsionó a medida que el orgasmo iba desapareciendo.

-¿Qué te ha parecido?

-Puta… coño… qué bien… hostia puta…

Ana rió con satisfacción.

-Ha sido alucinante… te lo juro…

En ese momento, el móvil de Ana recibió un WhastApp de Ainhoa desde la terraza de la heladería.

 

Oye, zorrón, se ha enterado toda la heladería. Todos están esperando a que salgáis para fotos. Y el jefe está que trina jajajaja

 

Ana también rió.

-¿Qué te hace tanta gracia? –se extrañó Ingrid.

-Has gritado demasiado alto.

-¿Tú crees?

-Parecías una trompeta amplificada.

-¡No! ¡No me jodas!

-Sí, sí quiero joderte. Y bien jodida. Fuera te espera el jefe con los cojones hinchados de cabreo.

-Te lo dije, Ana. Eres una hija de puta –recogió Ingrid su ropa.

-Hey, tus bragas son mías –las cogió Ana antes de que se las pusiera.

-Joder… mierda… -se fue vistiendo con apuro.

-No te preocupes. Hay heladerías mejores.

-Necesito el sueldo, joder.

-¿Eres universitaria?

-Sí, joder…

-¿En qué facultad cursas?

-Psicología. ¿Y a qué viene eso ahora? Me follas. Me metes en un lío. Y encima me interrogas. ¡Vete a la mierda!

-Solo necesito tu apellido. Dímelo.

-Ha sido la paja de mi vida, en serio, pero debes entender que debo pagar la matrícula del próximo curso y necesito este trabajo.

-¿No tienes el apoyo económico de tu familia?

-Mi padre es un pederasta fichado por la policía y mi madre una puta de calle. Yo soy lo más decente de la familia Jiménez.

-Vale. Te llamas Ingrid Jiménez. Ya te buscaré en el campus.

-Vuelve a tocarme y te mato, cabrona –se acabó de vestir lo mejor que pudo en tan poco tiempo-. Me has hundido la vida, que lo sepas.

Al salir de baño hubo incluso aplausos. Unos indignados y otros asombrados. Y el jefe, por supuesto, con cara avinagrada.

Varias chicas pillaron a Ana desnuda dentro del baño y los flashes de los móviles surgieron en el aire.

Ana posó con obscenidad…

-A mamarla, putas.

… y luego cerró la puerta con un fuerte portazo.

Mientras se vestía dentro, Ana iba pensando y trazando un plan.

... continuará.

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