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f) Óliver me confunde

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Continuación de: Pensé que no volvería a verle

 

Noa me estaba poniendo nervioso dando vueltas por la cocina y haciendo que me equivocara en lo que estaba escribiendo.

-Noa, por favor, párate quieta, si no me concentro tardaré más y me estás haciendo repetir tres veces lo mismo. -la dirigí una mirada de súplica.

-Podía haber pasado de largo y esperarte en casa de J.C., así me agradeces que venga a buscarte. -no iba a dejarme tranquilo si no dejaba mi trabajo e intenté que se marchara.

-Ve y espérame allí, no voy a tardar mucho. -terminaba de hablar y en ese momento entró mi hermano Óliver de vuelta del colegio.

-Vaya, mira quien ha venido, igual tú me haces más caso que tu hermano. -Óliver vino hacia mí para darme un beso y luego se encaminaba a la escalera.

-¿Y a mi qué? ¿Soy un poste? No me vas a dar un beso.

-Pues claro que sí Noa. -dejó la mochila al pie de la escalera y se le acercó. Noa le abrazo y no contenta con eso, enroscó las piernas en la cintura de Óliver y lo besó pero en la boca.

-Te estás poniendo buenísimo chico, cuando tú quieras te estreno, no busques otra chica. - lo descabalgó pero seguía la broma y le puso la mano en la entrepierna.

-¡Madre mía! ¿quién pillará esta herramienta? -Óliver se apartó y volvió a coger la mochila, estaba rojo de vergüenza y enfadado.

-¡Joder! Ya está bien, no te aguanto. -entonces tuve que intervenir para que la paz volviera.

-Óliver, tranquilízate es una broma, no tienes que ponerte así. Y tú Noa, deja en paz a Óliver. -mi hermano subió las escaleras corriendo mientras Noa estallaba en carcajadas.

-Vete Noa, espérame en casa de J.C., en unos minutos estoy allí. -salió sin contener la risa y yo me dispuse a terminar las cuatro líneas que faltaban y que me estaban haciendo sudar más que las otras diez páginas.

Antes de irme subí al piso superior, Óliver estaba tumbado sobre la cama jugando con una pelota de tenis, lanzándola contra el techo y recogiéndola con habilidad sin que se le escapara.

Miraba la trayectoria de la pelota sin hacerme caso y me senté en la cama a su lado y la bola se le escapó, me miraba como si quisiera matarme.

-Mira lo que me has hecho hacer…, ¡joder!, tu amiga es una zorra, si anda caliente que se busque quien la folle y que no se meta conmigo.

Le pasé la mano por el cabello revolviéndoselo y me incliné para besarle en la frente.

-¡Venga!, Óliver, sabes como es ella, solo te gastaba una broma, tengo que ir a trabajar, dile a papá que volveré pronto, ¿de acuerdo? -entonces se calmó y me rodeo el cuello.

-Tú eres mejor que Noa y Juancar mil veces. -no me quería soltar revolviéndome el pelo y apretándome la cabeza contra su cuello. Óliver era más alto que yo, tenía el cuerpo mejor formado y desde luego mucha más fuerza, en eso se parecía a J.C. o a mi padre.

-Suéltame Óliver ahora tengo que peinarme antes de marchar.

Tuve suerte y J.C. y Noa estaban solos, no tenía que enfrentarme a la cara traviesa y maliciosa de su madre. Dejamos a Noa en el centro y nos dirigimos al estudio.

-Decía que cambiaría algunas cosas y lo ha dejado diferente. -me quejé con amargura viendo como pasaban los edificios.

-Es lo que hay…, haz tu trabajo y despreocúpate, por lo menos podrás estar contento de que no lo haya tirado todo a la basura.

-No se, me siento engañado en parte. ¿Y tú que hacías el otro día para no estar en el rodaje del grupo? -le miré y sonreía misterioso, incitándome a que siguiera indagando.

-Ya me lo dirás cuando quieras. -no iba a caer en sus redes y si no lo quería decir tendría sus razones.

-No te enfades, al final es público y en el estudio lo sabe todo el mundo. Guillermo quiere que le ayude en la selección de nuevos actores y escoger a los que intervengan en los rodajes. -parecía satisfecho y era una buena noticia.

-¡Felicidades! Me alegro que te de esta oportunidad, ¿y eso quiere decir?… -me interrumpió poniendo la mano sobre la mía que apretaba con cariño su pierna.

-Seguiré follando culos de momento, pero dedicándome preferentemente al trabajo “técnico”. -lo decía bromeando y dejando salir la risa.

Tuvimos que esperar a Guillermo, estaban en pleno rodaje, con un chico nuevo que no conocía, joven y delicado haciendo el papel de pasivo, estaba en el suelo arrodillado sobre una alfombra y le estaba bombeando el culo Roberto desde arriba, en una curiosa postura para favorecer la entrada de su verga curva.

Se notaba que era uno de los primeros trabajos que hacía y habían escogido muy bien al chico activo, de polla pequeña pero siempre dura para que no lo rompiera.

Roberto se lo hacía bien, aparentando ser duro cuando en realidad no lo era, le sujeto el cuello con una mano obligándole a que colocara el rostro en el suelo en un acto de dominio total del cuerpo del muchacho, éste jadeaba de gusto siendo doblegado por el macho que lo follaba sin descanso clavándosele en el cuerpo.

No lo hacía mal, prácticamente lo bordaba, inventaba gestos de placer a la vez que gemía chupando los dedos de su macho, sentía que el cámara gozaba recogiendo ese buen trabajo y a Guillermo que no apartaba la vista de su rostro.

Continuábamos mirando, conteniendo la respiración a veces, yo metido en el papel que desarrollaba el chico nuevo y aprendiendo de él, sería carne de plató y se haría un lugar privilegiado en este mundo, o podría traspasar la barrera y entrar en nirvanas superiores, eso estaba por ver y ahora solo era el comienzo.

Cuando Guillermo dio por finalizada la acción sin darme cuenta mis manos aplaudían y entonces se dio cuenta de que J.C. y yo estábamos presentes.

Roberto se acercó a saludarnos y el nuevo me alargó la mano a la vez que me agradecía el gesto de aplaudir.

-¡Gracias! Me llamo Alfonso.

-No ha sido nada, eres bueno y habéis estado genial. -se marcharon para ducharse y vestirse y seguimos al jefe para la planta superior.

No le protesté por los cambios que había hecho y que desfiguraban el primitivo proyecto, nos centramos en la elección de los actores con los que trabajaría, a Roberto lo descartaron por el tamaño de la polla, quería que tuvieran un buen miembro, pedí que estuviera Zacarías y J.C.

Al final admitió a Zacarías y al otro lo escogieron del catálogo, un chico bastante mayor, que estaba muy bien de cuerpo y una verga impresionante de larga y no muy gruesa, para esos números de dobles lo mejor era que los penes fueran largos, para que pudieran jugar metidas en un culo a la vez y no se salieran con facilidad.

J.C. quedaba encargado de citarnos a los actores cuando todo estuviera dispuesto, asumía así su nueva función. Nos habíamos entretenido entre una cosa y otra pero Guillermo mataba de esa forma dos pájaros de un tiro. Hacer como si mi proyecto fuera adelante y el suyo, consistente en que, al fin, me metieran dos vergas por el culo.

Al despedirnos me pidió que no olvidara mi cita del viernes. Eso no iba a suceder, primero por saciar la curiosidad sentía hacia Davy, segundo por el dinero que me reportaría y tercero porque me había comprometido con él y yo no faltaba a mi palabra.

Tenía algo de prisa, para hacer el mayor trabajo posible en casa y ver si algún día conseguía irme pronto a la cama, cruzamos la calle para llegar donde J.C. tenía aparcado su coche y en el momento de abrir la puerta le vi, intentaba ocultarse en la esquina de una casa cercana y fue una rápida visión.

Inmediatamente avancé rápido los metros que me separaban de la casa, al verse descubierto comenzó a correr a su vez para alejarse ocultando la cara en su sudadera de capucha.

-¡Óliver! ¡Óliver! -grité antes de detenerme, respirando angustiado por la carrera y la sorpresa de ver allí a mi hermano, delante de la productora vigilando.

Volví a andar la mitad del trayecto, hasta toparme con Juan Carlos que había venido detrás de mi, miré para atrás, Óliver había desaparecido, corría veloz como un gamo, jamás podría alcanzarlo.

-Era Óliver, ¿qué podía estar haciendo aquí?

-Ya me había parecido verle en otras ocasiones, sin seguridad de que fuera él, pero ahora se confirma. -llegamos al coche cabizbajos.

-Nos espía, seguro, pero no tenemos que preocuparnos, no sabe nada fijo aunque sospeche lo que quiera, tranquilo que hablaremos con él. -no, no iba a esperar a que habláramos los tres, esta noche tendría que darme explicaciones, necesitaba averiguar lo que realmente conocía sobre mis actividades.

Estuve estudiando hasta las nueve de la noche y recogí mis apuntes para dejar libre la mesa, ayudé a mi padre escuchando las risas de los gemelos que llegaban de la sala.

-Es raro que tu hermano no haya llegado aún, nunca se retrasa tanto.

-Papá hoy tiene entrenamiento, habrán hecho algo especial, seguro que está en camino. -los mellizos llegaron para ayudar, aunque que lo hacían era jugar pasándose una vieja pelota de fútbol.

-¿Óliver? -preguntó Rafael mientras colocaba los platos. Y el que faltaba entró en ese momento, con la cara sería y rehuyendo encontrar mi mirada. antes de que mi padre le preguntara tenía su respuesta preparada.

-Me quedé con Mateó estudiando después del fútbol. -papá renuncio a indagar más, dio un beso a los tres y pasó olímpicamente de mi para subir a dejar su mochila. Los demás no se dieron cuenta y para mi fue la muestra de su enfado.

Cenamos y pudimos hablar, los que no paraban eran José y Rafael, relatando lo que había pasado en el colegio y de un nuevo profesor que había comenzado a darles clases de matemáticas. Nuestra madre les había prometido llevarlos de viaje en el verano, para practicar surf en algún lugar de las Landas francesas, debía ser la actividad favorita de su pareja.

Me alegré por ellos, que pudieran estar al aire libre de acampada, y todo el día en la playa, papá les pidió que ahora se dedicaran a terminar bien el curso y que después hablarían. Podía sentir que tenía celos de que aquel hombre que le había robado la mujer, lo hiciera también con sus hijos pequeños.

Nuestra madre y su pareja no habían tenido hijos, posiblemente no lo quisieran pero sus necesidades afectivas, en ese aspecto, las cubrían con mis hermanos.

A pesar de la revolución que organizaban hablando, papá no cesaba de mirar a Óliver callado, y escueto en responder cuando se referían a él, quise agarrarle la pierna por debajo de la mesa para llamarle la atención y me la retiró sin volverse.

Fue el primero que se despidió para irse a la cama y unos minutos más tarde lo hicieron los mellizos, ayudé a terminar de recoger la cocina a mi padre.

-A Óliver le ha pasado algo.

-No será importante papá, lo hubiera hablado de ser así. Serán problemas con sus amigos, mañana estará olvidado y no tendrá importancia. -dejó el trapo que tenía en las manos y me reclamo para darme un abrazo.

-Intenta que te cuente lo que le sucede, siempre has sido su confidente y cómplice.

-No te preocupes, lo haré. -me entretuve para no subir y dejé que papá usara el baño, lo intentaba superar pero estaba preocupado sobre lo que mi hermano podría haber averiguado sobre mis actividades.

Temía que lo que supiera le hiciera daño y, así de pronto, eso era lo que apreciaba. Entré en el baño para lavarme la boca antes de ir a la habitación. Óliver permanecía tumbado sobre la cama, tenía el brazo izquierdo elevado, con la mano debajo de la nuca dejando ver los duros pelos del sobaco, la pierna del mismo lado doblada, estaba vestido con un calzoncillo de algodón blanco y flojo, la mano derecha sobre el bulto de la entrepierna ocultándolo ayudado por la pierna doblada.

Aún no habían llegado los fuertes bochornos del verano pero el aire estaba caliente y tenía la ventana abierta, le miré un instante, para estar de acuerdo con Noa de que resultaba un chiquillo increíblemente llamativo y deseable para las mujeres. Me tumbé a su lado izquierdo justamente en el borde sin tocarle, miraba continuamente al techo y apagué la luz.

Estuvimos unos minutos escuchándonos la respiración, nuestra habitación daba a la huerta y al río, se podía oír lejano el pasar del agua y el croar de alguna rana llamando a un macho que la fertilizara.

-¿Estas molesto por algo Óliver? -le hablaba con suavidad y se apartó un poco más de mi sin abandonar la postura.

-No quiero que lo hagas más. -la voz le sonaba muy ronca y sabía ya a lo que se refería, pero continué con mi indagación.

-¿A qué te refieres? -me di la vuelta para mirarle, le veía el perfil de la cara contra la claridad de la ventana y olía el tenue perfume del sudor en su sobaco.

-Lo que hacéis en ese lugar, ¿no creerás que soy tonto?

-Vamos a trabajar, es nuestro lugar de trabajo Óliver.

En lugar de responderme cogió el teléfono de la mesita y lo encendió. Al instante tenía ante mí la escena de una película donde un actor me sodomizaba desde atrás, y podía escuchar mis gritos pidiendo que me la diera fuerte, resultaba una escena brutal mirada fuera de contexto.

-¿Llamas trabajo a esto? -tardé en reaccionar y Óliver seguía mirando la escena.

-Se trata de una actuación, nada más…, está bien lo admito, soy actor porno, pero es un trabajo como otro cualquiera.

Se puso a trabajar como loco en el teléfono.

-¡Ah!, sí. El trabajo de papá en la fábrica es como esto. -había puesto la escena de otra película y luego otra mientras le temblaban las manos.

-Para ya Óliver, si querías avergonzarme lo has conseguido, ¿que es lo que quieres? ¿Qué te pida perdón? Pues de acuerdo, lo hago.

-¿Por qué lo haces? ¿Por qué? -estaba tremendamente dolido, como si me acusara de haber cometido el mayor delito.

-Apaga el móvil y hablemos, ¡por favor! -me hizo caso y dejó el teléfono donde lo había cogido y volvió a colocar la mano bajo la nuca.

Le acaricié delicadamente los pelos del sobaco y luego llevé la mano a su cara. Si supiera lo que me dolía el causarle este dolor… No había pensado que algo de esto pudiera suceder, que tarde o temprano alguno sabría lo que hacía.

-¿Por qué me has empezado a espiar? ¿Sabe papá algo de esto? -Óliver se volvió para mirarnos de frente.

-Por él comencé a investigar, me preguntaba si sabía lo que hacías, si me contabas algo sobre tu trabajo y me di cuenta de que ninguno sabíamos nada salvo que traías dinero a casa.

-Tengo que hacerlo Óliver y tú tienes que ayudarme para que ellos no se enteren. -pasé mi brazo por su pecho para traerlo hacia mí y le besé la mejilla.

-¡Por favor Óliver! Hermanito, prométeme que no les dirás lo que sabes, sufrirían como ahora te pasa a ti y ya es suficiente. Tengo que trabajar y en otra cosa no puedo. -le escuché un gemido desgarrador y le abracé más estrecho.

-Pero yo te quiero Alonso, te amo, no quiero que cualquiera te folle y use tu cuerpo. -creía haber oído mal, que mis oídos me traicionaban, y antes de encontrar algo lógico que decirle, lo tenía encima de mí buscando mi boca con la suya besándome desesperado.

-Te amo Alonso, te quiero y tengo celos. -se abría camino entre mis piernas abriéndome con las rodillas y a la vez que me besaba frotaba el bulto de su pene contra el mío. Además del peso que soportaba, eran sus roces fuertes y enérgicos causándome daño en mi pene y testículos, tampoco podía hablar al tener la boca ocupada con la suya, mordiéndome con fiereza los labios. Apenas me podía mover y al intentar apartarle me sujeto las muñecas por encima de la cabeza.

-Me haces daño Óliver. -logré al fin musitar en un momento que se detuvo para respirar, aflojó la presión de la mano y se elevó para tirar de mi slip blanco bajándomelo, mi hermano sin duda pretendía violarme.

Sabía que era muy fuerte pero no tanto, ahora me daba cuenta de la diferencia que manteníamos, aunque yo fuera dos años mayor él era más grande y fuerte, y tenía miedo de hacer ruido que alertara a mi padre o a los mellizos.

Después de bajarme el slip lo hizo con el suyo volviendo a poner en contacto nuestros miembros, ahora sin el impedimento de la tela. Se dejaba llevar por los nervios sacando ahogados ruidos por la boca en su desesperación por conseguir lo que deseaba.

-Óliver, tranquilo, ¡por favor! haremos lo que quieres, colaboraré, pero cálmate. -sin pensarlo más lo abracé contra mi pecho y a mi vez comencé a besarle la cara y acariciarle la cabeza.

-¡Tranquilo mi vida, tranquilo! -lentamente notaba como iba cediendo y respondiendo a mis besos más calmado.

-Quítate el calzoncillo. -sin dejar de abrazarme y ayudado por los pies se quedo desnudo y yo hice los mismo abriendo las piernas para acogerle entre ellas.

-¿Has estado alguna vez con chicas o chicos? -levantó un poco la cabeza para negar.

Comencé a sentirme nervioso, estaba dispuesto a que la primera vez de mi hermano fuera conmigo, a evitar que me lo hiciera a la fuerza e intentar que resultara una buena experiencia para él. Resultaría un poco complicado porque no me dejaba de apretarse contra mí temiendo perderme y que escapara.

Tenía ojos en la cara para darme cuenta de lo realmente guapos y apetecible que eran todos los miembros de mi familia, desde los mellizos a nuestro padre y que los quería demasiado, pero nunca los había deseado sexualmente, ni pensado siquiera en la posibilidad de tener algo semejante con cualquiera de ellos.

Y ahora estaba admitiéndolo, sin negarme y colaborando con sus deseos. Abrí las piernas recogiéndolas y con mis manos busque su pene, lo había visto muchas veces y nunca como ahora que lo sentía en mis manos, duro y vibrante, dejando salir el pre semen que me mojaba las manos.

Respiraba entrecortado hundiendo la cabeza entre mi hombro y el cuello.

-¿Estás seguro Óliver?

-Sí, quiero estar dentro de ti, meterla en tu cuerpo.

-Espero que después no me odies. -coloqué la punta de la verga en mi ano.

-Vete empujando hermanito, despacio por favor. -tuve que irlo conteniendo, impidiéndole que me penetrara de repente, mi libido estaba por los suelos, inexistente, tenía el culo seco, sin dilatar y a falta de juego previo.

Tuve que morderme los labios para no gritar, era peor que la primera vez cuando J.C. me desvirgó, y apreté con fuerza el pene cuando el glande me invadió.

-Ve lento y suave cariño. -se me saltaban las lágrimas y giré la cabeza para que él no las viera mientras me hacía sangrar los labios con mis dientes y no gritar.

Resultaron segundos de tiempo dolorosos, a pesar de que mi profesión era utilizar el culo, pero no era lo mismo. Cuando la tuvo dentro le abracé las cintura con las piernas para que no se moviera y pasé las manos por su espalda para dejarle sellado a mi pecho.

Lentamente el dolor se volvía soportable y constaté que realmente la verga de mi hermanito resultaba considerable, cuando comencé a moverme me sentía lleno y abrazando su cuerpo, fuerte y delicado comencé a sentirme muy a gusto y pleno.

Resultaba como algo natural y plácido sentirle en mi interior y mis sentimientos eran de puro amor, apreté más mis piernas alrededor de su cintura y a pasar las manos por la espalda en caricias tímidas al principio y luego sintiendo la necesidad de más contacto, de más sensaciones entre nuestras pieles, de quererle de tal forma que necesitaba tenerle como una prolongación de mi ser.

Esto no lo había sentido nunca, ni con J.C., ni con los hombres maravillosos que me habían tomado en mi trabajo, no me lo podía explicar a mi mismo pero no quería que aquellas sensaciones maravillosas terminaran y se fueran.

Solamente cuando unió sus labios a los míos, diciendo entre susurros:

-Te amo Alonso, siempre te he amado. -y un beso, y otro beso y no sabría llevar la cuenta de los besos que nos cambiábamos, le ofrecí mi lengua, sabía besar muy mal, me ofreció la suya y se la chupé como si fuera un caramelo y me sabía mucho mejor.

-Empieza a moverte Óliver, ahora estoy bien. -sus embestidas eran muy fuertes desde el principio, se dejaba arrastrar por el deseo, tenía que haber durado más porque me hacía el ser más feliz del mundo en ese momento.

Él estaba lleno de energía, de ganas de mí, muy caliente, y cuando nos besábamos sentía latir agitado su pene en mi vientre. En una estocada fulminante empezó a correrse en borbotones abundantes y calientes dentro de su hermanito mayor. Lo acompañé acariciando con fervor su cabeza y llevándola a mi cuello escuchándolo gemir. Óliver, mi hermanito, había tenido su primer sexo conmigo y aunque no me había llegado a correr, me sentía alegre y feliz.

Se fue recuperando y destrabé las piernas de su cintura cansado, salió un poco de su pene y sentía el semen que salía con él. Me moví para coger otra postura pero se apretó contra mí volviendo a inmovilizarme.

-No quiero salir de ti. -me sujeto la cara y empezó a besarla con lentitud.

-¿Estas bien?

-No quiero sacarla Alonso, quiero seguir. - su miembro continuaba duro y pulsando en mi culo.

-De acuerdo cambiemos de postura, tengo dormidas las piernas. -me coloqué en posición fetal y Óliver me abrazó como todas las noches para dormir, pero ahora desnudos, con su verga brillante recién sacada de mi ano y elevé la pierna invitándole a me entrara de nuevo.

No hicieron falta las palabras y el instinto natural guiaba a mi hermano para saber lo que tenía que hacer. Ahora con suavidad y lentamente me iba follando el culo, o se detenía y era yo el que me follaba con su polla dura y jugosa, su mano izquierda me agarro el pene y comenzó a masturbarme hasta que logró que eyaculara gimiendo y girando la cabeza para que me besara a la vez que volvía a dejarme lleno de semen el culo.

Me había limpiado con uno de los slips, el primero que encontré, no podíamos salir al baño y que alguno nos descubriera, aunque si hubieran estado despiertos, estaba seguro de que sabrían lo que pasaba en la habitación del al lado.

-No quiero que vuelvas a follar con otros, desde ahora eres mío. Te amo, te quiero para mí solo y no te voy a compartir. -estábamos en la cama, yo con la cabeza sobre su pecho y él me la acariciaba, como si fuéramos dos enamorados que terminaran de hacerse el amor.

-No me lo pongas difícil, tengo que trabajar y será solo el tiempo que necesite para terminar los estudios, después lo dejaré, esa era mi idea y no ha cambiado. -pasaba la palma de la mano por su pierna en dulces caricias, debía mantenerme in mis ideas, no había otra manera de hacerlo o yo no la encontraba.

-Confía en mi Óliver, déjame que trabaje mientras buscamos otras soluciones. -el sueño nos venció, no sin antes pensar que creía tener problemas antes de que surgiera lo que había pasado con Óliver y ahora se agravaban.

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