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(15) Reflexiones sin bragas

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1

-Son las nueve de la mañana. Noticias Cadena SER. Hoy hemos amanecido con una ola de calor subsahariana, así que las temperaturas pueden alcanzar los 35 grados en la sombra. Desde aquí aconsejamos evitar exponerse al sol para evitar lipotimias e hidratarse con mucho agua.

2

Nada más levantarse de la cama, Ana se fue flechada al ventilador. Desnuda y acalorada, así se quedó un rato. Del bochorno ni siquiera tuvo ganas de desayunar, solo de beber agua fría a litros.

No sabía a ciencia cierta si era el calor húmedo que había, pero Ana sentía las hormonas en ebullición. Necesitaba un macho que la montara, y lo necesitaba ya. Estaba tan cachonda que al primero que pillara se lo tiraba. Puto calor. Se le enrojecía el potorro de modo alarmante.

En ese momento sonó la puerta del piso.

Desnuda y sin taparse, abrió la puerta.

Era el vecino de arriba, un baboso gordinflón de 42 años. Al ver la estampa de Ana se le fue el habla.

-Hola, ¿quieres algo?

-Sí… me he quedado sin sal y pensé que quizás… tú…

-Te voy a dar sal y de la buena –le obligó a entrar dándole un tironazo del brazo.

-Oye, Ana, ten cuidado, ¿qué haces?

-Hoy estás de suerte. Sigue el meneo de mi culo.

Y más que lo siguió hasta el salón.

-Siéntate en ese sofá.

-Yo solo quiero…

-¡Que te sientes, coño!

-Voy, voy.

Una vez sentado, Ana le desabrochó los vaqueros.

-Ana, ¿qué haces?

-No te hagas el santito conmigo. Sé que eres un depravado de niñas.

-¿Yo? No.

-¿No? ¿Y todas esas fotos pedófilas de tu ordenador?

-¿Có… có… cómo sabes eso?

-Yo lo sé todo. La información es poder. Y sé que robas bragas de los tendederos, incluso las mías. ¿Miento?

-Es que tengo un problema con el sexo.

-¡Madre mía, ya lo veo! –le sacó polla tan tiesa y larga como el palo de una fregona-. ¿Te gusta ver fotos de quinceañeras desnuditas?

-Yo no…

-Te suelo ver en el parque con tu cámara oculta y babeando con las minifaldas que pasan. Eres todo un guarrete.

-¿Qué coño te pasa?

-No sé, debe ser este calor que me pone perraca.

-Pues venga, zorra, sube a la noria –la agarró de cada nalga.

-Vaya, eres más guarrón de lo que pareces.

-Quiero tu chochito, Ani. Es el sueño de años.

-Haré hoy una excepción porque estoy muy salida, pero de esto ni mu. No quiero perder mi gran reputación en el barrio.

-¿Qué reputación? ¿La de puta?

-Eres muy malote –colocó Ana sus caderas encima de aquella masa venosa de carne-… ¡ale hop! –y de una bajada se atravesó ella misma-. ¡Coooooño!

-Buffff… estás pringosa. ¿Qué es? ¿Sudor o flujo?

-Las dos cosas.

-Apestas que no veas. ¿Desde cuándo no te duchas?

-Ya ni me acuerdo –procedió Ana a los primeros saltos. El vecino lamía sus tetas como si fuesen dos peras maduras y sabrosas-. Joder… coño… qué rabo… -insistía ella en más saltos.

El vecino soltó un eructo apestoso de tanto gusto.

-Joder… -sintió Ana cierta repulsa-. ¿Has comido ajo?

-Sí, con cuatro huevos. Pero para huevos los dos que me cuelgan –rió el vecino como un bobalicón.

-Me corro ya y acabamos, ¿eh?

Pero el vecino la abofeteó el culo con agresividad.

-¡Au, cabrón! ¡Me ha picado!

-Es lo que os merecéis. Hay que domaros como las yeguas, a base de palos.

-No sé por qué… ahhhhh… pero me pones putón que no veas… uhhhhh… Te imagino ahí cascándotela con fotos de niñas… ahhhh… y me pongo co… co… como un fogón… auuuuu…

-Tengo una colección de películas pornos inigualable. El sueño de cualquier pornógrafo.

-Ahhhh…. Ahhhh, coño… dame más fuerte en el culo…

Pero el vecino esta vez la abofeteó en la cara.

-¡Ay! ¡Cabrón!

-¿A que te gusta?

-Mu… mu… muchoooooo…

-Coge el ritmo… Un dos… un dos... un dos… eso es… buena puta…

Borracha de sexo, Ana ya no pudo seguir hablando ni pensando. Los saltos se volvieron en golpes muy medidos. En un momento dado, Ana propinó un salto violento…

-¡YA, COÑO!

… y se quedó quieta y abraza al vecino mientras el orgasmo recorría todos sus músculos y sistema nervioso.

-Mierda… hostia puta… bufff… -jadeaba Ana impresionada.

-Si es niña la llamaré María.

-Vete a la mierda, gordo seboso –sentía Ana sofoco.

-Hazte un predictor mañana y ya verás. Donde pongo la polla pongo el semen.

-Antes prefiero abortar con un pincho de barbacoa.

-Has estado fabulosa. Vamos, ni las putas del New Scandalo pueden compararse a ti.

-A mi no me compares con esas zorras con sífilis. Yo tengo más categoría que todo eso.

-Todas tenéis coño y con eso basta, si luego una folla mejor que otra es problema vuestro.

-¡Eres un cerdo grasiento!

-Seré lo que tu quieras, pero mi material genético está almacenado en tu potorro. En una semana te falla la regla y en nueve meses nace María.

-Me das asco, cabrón –se bajó Ana de encima suya con repugnancia.

-María será tan puta como la madre y yo con la esposa de mis sueños.

-¡Fuera de aquí! ¡Ya!

-Joder Ana, cómo estás de buena, madre –la agarró del coño.

-Suéltame, bola de queso.

-Por esta rajita tan fina saldrá el resultado de este polvazo.

-Que me sueltes te digo.

Y el vecino le soltó un pellizco en el clítoris.

-¡Ay, coño! Que aún lo tengo sensible.

-Parece un guisante. Lo tienes muy chiquito. Tanta puta para un clítoris tan pequeño.

-¡Que desaparezcas de mi vista, mamonazo! –lo levantó Ana del sofá y lo echó a patadas.

-Ni se te ocurra tomarte el antibaby, Ani.

-¡Que te follen, maricón! –abrió Ana la puerta, lo empujó y lo sacó del piso con la polla aún lanceando al aire. En el pasillo se desternilló de la risa aunque seguía sin sal jajajajajaja…

3

Al mediodía pegaba tanta calor que Alba Torrijos se puso su bikini, su mejor pareo, un sombrero de paja y una toalla para tomarse un baño en la piscina privada de la urbanización. Tampoco había mucha gente. Fundamentalmente críos y un chico de 22 años fibroso que Alba no quitaba ojo. Madre mía qué bíceps y qué tableta de chocolate.

Alba ya venía cachonda desde las diez de la mañana y la causa podría ser el calor bochornoso que hacía hoy. Incluso tuvo que cambiarse tres veces de bragas. Mojaba una y se las tenía que cambiar. Y aquél guapetón de 22 años era su salvación porque era una agonía física de necesitar una polla ya y en este preciso momento.

De repente, el chaval salió de la piscina mojado y tostado por el sol, y se dirigió a los baños públicos.

“Esta es la mía”, pensó Alba. Se levantó y se dirigió al mismo sitio que el chaval. Abrió la puerta y entró. Le pilló meando en un wc.

-Hey, este es el de chicos.

-Lo sé –sonrió Alba mientras se quitaba la parte de arriba del bikini y mostrando sus tetas puntiagudas y sonrosadas.

-¿Puedo terminar de mear?

-Tú mea y yo me desnudo.

Así fue. Alba se quedó del todo despelotada y se apoyó en una pared con el culo sacado.

-Cuando tú quieras ataca.

El chaval expulsó todo el pis y luego se acercó hasta colocarse tras el culo de Alba.

-¿Eres puta?

-Para ti seré lo que tú quieras.

El chaval se escupió en la mano y palpó los bajos.

-Mmmmm… -sintió Alba gustó al contacto.

-Vaya, pues sí, eres puta.

Sin querer, Alba soltó un pedo largo y oloroso.

-Ups, lo siento –rió ella con orgullo.

La reacción del chaval fue primero de sorpresa y luego de pensativo.

-¿Qué piensas hacer ahora? ¿Seguir mirando o follar?

El chaval usó dos dedos para hacer una exploración rectal.

-Ahhhh, coño, ¿qué haces?

-Tú calla y no muevas el culo.

El chico hendió los dedos hasta los nudillos.

-Ahhhh, joder… ¿Qué coño eres? ¿Ginecólogo?

-Estudio en la universidad para serlo, y ahora calla, joder.

El chico estuvo así un rato hasta que sacó los dedos con un chorro de mierda oscura que se derramó por el suelo.

-¿Qué coño haces? –sintió Alba cagarse con heces líquidas.

-Ordeñarte el esfínter interno. Veo que funciona.

-Vete a la mierda, cabrón.

-Espera que te limpie –cogió papel higiénico y la limpió con dedicación.

-¿Ya?

-Sí, culo limpito y cagado. Ahora no te muevas –buscó la vulva desde atrás y volvió a usar los mismos dedos para introducirlos.

-¡Ah, coño!

El chico parecía buscar algo vaginal.

-¿Qué haces ahora?

-Buscar tu punto G.

-El punto G está fuera, en el clítoris.

-Vamos a comprobarlo. Tengo un examen de esto dentro de una semana. Me serás de gran ayuda.

-Joder, yo solo quiero follar.

-Tranquila, tendrás tu corrida, pero antes lo haremos a mi manera.

De repente, Alba sintió un calambrazo vaginal.

-¡Cooooño!

-Ya lo encontré.

El chico volvió a tocar el punto G.

-¡Jooooder!

Alba pegaba saltos de auténtico placer.

-Para, joder, para…

Otra vez.

-¡¡Hostia pua!!

-Venga, a correrse.

Dejó la yema de un dedo apretando el punto G y Alba se corrió como una vaca lechera.

-Jo… jo… ¡¡¡joder!!!

Un orgasmo.

Luego un segundo.

-¡Puta mierda! –daba Alba golpes en la pared de gusto puro.

Un tercer orgasmo.

-¡Para, cabrón! ¡Auuuuu! ¡Me muero, te lo juro!

-Gracias por tu colaboración –la pegó un bofetón en el culo como agradecimiento y sacó los dedos embadurnados de un flujo pegajoso.

Asfixiada, Alba buscó aire y fuerzas de reserva para recuperarse.

-Joder… qué cabronazo eres… me ibas a matar a orgasmos… bufff…

Pero el chico se fue hacía un minuto.

Aún tardó Alba cinco minutos más para recuperarse y otros dos para vestirse. Al salir buscó al chaval pero al parecer se marchó de la piscina.

Fue la experiencia más rara y al mismo tiempo más increíble de su vida.

-¡Wow!

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