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Follando a la Dermatóloga (Parte 2)

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Después de lo ocurrido en la primera parte, haberme follado a la Dermatóloga y sabiendo que la recepcionista nos había visto, llegue a la segunda cita, me senté a esperar, tenía mis huevos a reventar sabiendo, pude ver cómo la recepcionista tendría unos 25 o 26 años me miraba, cada vez que la voltea a ver bajaba su mirada, salió la paciente y la dermatóloga nada más verme dio una sonrisa y me dijo que pasará.

—Te estaba esperando. Sin más que decir se abrió la camisa y no comenzamos a besar como locos mientras le tocaba las tetas.

—Que puta eres.

—¿Quién es el pervertido que el encanta mirar? Eh cabron, ¡Dame esa verga!

Abrí mi pantalón y ella como toda una zorra empezó a comérselo, mi pene brillaba ante la saliva que iba dejando, me lamia los huevos, la agarre y la subí al escritorio y comencé a metérsela.

—Sigue, sigue por favor, dale más duro.

—Gime, no importa que te escuchen afuera.

Le daba lo más fuerte que podía, ella tenía los ojos llorosos, podía ver cómo estás tetas saltaban, la acosté con la cabeza afuera de la mesa y le introduje mi verga, solo se podían escuchar las arcadas que daba.

—¡Maldito cabron! Con esa verga me vas ahogar.

—¡Pero si lo disfrutas puta!

Me acosté sobre la mesa y se subió encima mío, era increíble el sonido se sus nalgas chocando con mis huevos, le acariciaba los pechos.

—¡Ahhh! ¡Me corro!

Un chorro de jugos salió de su vagina inundando mi estómago y mi cara, los comencé a saborear, sus piernas temblaban, le metí algunos jugos a su boca para que los probará, una auténtica zorra.

No pasaron ni 5 minutos y la recepcionista ya estaba en la ventana observando, yo seguía bombeándole el coño y le dije:

—Mira a la puerta.

La recepcionista se dio cuenta y se alejó.

—Jaja, debió escucharme gemir.

—No es la primera vez que nos mira, el otro día fue igual.

—Será zorra, ¿Quiere verme follar? pues que venga.

Se levantó y salió desnuda a recepción.

—Carla, cierra la puerta y ven.

Carla la recepcionista quedó asombrada al verla parada totalmente desnuda y sudorosa, se quedó muda y se fue a cerrar la puerta del consultorio.

—¿Te gusta verme follar? Con voz fuerte dijo.

—Disculpa Susana, oí ruido y fui a mirar que pasaba.

—Ya es la segunda vez, ¿Te gusta mirar cabroncita?, ¿Te puso caliente?, ¿Te gusta ver como esa verga entra en mi coño?

—No, no...

Susana se acercó a ella y le dio un tirón hacia atrás a su cabello, —¿Quieres que él te meta esa verga?, ven, jalándola del cabello la metió a su oficina.

—Mira a quien traigo aquí, salió voyerista la recepcionista.

Yo con mi verga en la mano masturbándome, le dijo:

—¿Quieres probarla? esta jugosa.

—No, yo solo quería...

—Cállate, se nota que quieres que esa verga entre en tu coño.

—No, discu...

—¡Que te calles zorra!

Susana de un jalón le rompió los botones de la camisa a Carla quedando con su sostén blanco cosa que la dermatóloga también se lo quito quedando unas tetas un poco más pequeñas de las de Susana.

—Estás tetas merecen ser chupadas. Susana comenzó a lamerlas, sus pezones comenzaron a poner duros, le comenzó a meter la mano en su coño:

—¡TIENES LAS BRAGAS MOJADAS! Carla soltó una risa nerviosa.

Susana tomo unas tijeras y comenzó a cortar la falda de la recepcionista, para después romperlas con sus manos, le bajo sus bragas y su coño estaba peludo y brillaba, yo estaba en la gloria masturbándome viendo esa escena de dominación.

—Cerda ¿no te rasuras?, Tu coño debe apestar a sudor y jugos.

Susana metió los dedos dentro de la vagina de Carla y los probó para después metérselos en la boca, se escuchaba el sonido particular de un coño mojado siendo masturbado.

—¿Te gusta el sabor de tu coño? Mira qué mojado está, mis dedos entran fácilmente.

—Tráemela para que chupe mi verga.

—A partir de ahora nos vas a obedecer. Tomándola del cabello la aventó hacia mi pene.

—¡Traga esa verga cerda!

Ella entre forzada y queriendo comenzó a chuparla, Susana le guiaba la cabeza con la mano, haciéndola atragantar y observaba atentamente.

—Mira como la chupa está putita, ¿Te gusta? Carla no respondía.

—¡Responde putita!

Se escuchó un gemido de aprobación por parte de ella.

—Bésame guarra. Seguía agarrándola del pelo y se besaron pero parecía que quieran comerse, le aventó un escupitajo a su boca y seguían besándose.

—Ahora deja que el niño te coma el coño, yo quiero volver a sentir esa verga dentro de mi.

Carla un poco más sumisa pero aun así forzada por Susana la subió al escritorio y puso su vagina en mi boca mientras tanto ella se metió mi verga en su vagina.

Lamia y lamia aquel coño con ese olor rico, Carla comenzaba a colaborar haciendo movimientos de balanceo, se oían sus gemidos.

—¡Ahhh! Así, así.

—Mira como lo disfruta la zorrita. Le dio una cachetada.

—¿Te gusta verdad perra? Y otra cachetada le daba Susana a la recepcionista.

—Si, si, déjame todo mojado mi coño, soy una zorra, me excitada verlos follar, quería probar esa verga.

—Pero que putas han salido. Dije yo.

—Calla y sigue reventándome el coño.

—Que rico se siente. Se acariciaba las tetas y seguía gimiendo de la chupada de coño que le daba.

—Ahora zorra tírate en el escritorio y chúpame a mi el coño y que él te meta esa verga.

Nos acomodamos, la habitación era una sinfonía de gemidos y golpes de coño-verga.

—¡Sigue putita, continua que me corro!

—Tíramelos en mi boca.

—¡Aquí los tienes cabrona! ¡Ahhh!

De nuevo un chorro salía de aquella vagina, Carla los comía con gusto.

—Me hubieras dicho que eras así de putita cuando te contraté. Comenzaron a comerse la boca.

Sudorosos, ellas con el maquillaje corrido, un olor a sexo penetrante.

—Quiero volver a probar la verga del pervertido.

—Te dije que te gustaría zorra.

Se bajaron de la mesa y se pusieron de rodillas.

—Mira ese trozo de carne.

Entre las dos comenzaron a chuparlo, me masturbaban, se daban besos entre ellas.

—Perras ¿Quién quiere mi leche?

—¡Yo! Empujando a Susana para que se alejara.

—¡Mírala y se las daba de inocente!

—¡TOMA CERDA! ¡Ahhh!

Una enorme cantidad de semen choco contra su cara.

—¡Compártela! La lengua recorrió toda la cara de Carla.

—Uff, me han dejado seco. Se tiraron en el suelo y seguían tocándose.

—Me tengo que ir.

—Vuelve cuando quieras, aquí estaremos tus zorritas esperándote. Al irme se seguían comiendo los labios.

Fin.

Espero les haya gustado, favor de valorar el relato en verdad se agradece mucho.

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