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Mi vecino del primero

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Hola!!

Hoy voy a contaros cómo seduje a un vecino que tenía cuando estudiaba en la universidad.

Yo tendría unos 20 años. Aquellos alocados tiempos de fiestas universitarias, polvos rápidos y locuras.

Compartía piso con 2 compañeras de la uni, una habitación para cada una y compartido el salón, los dos baños y la cocina. Si ese piso hablara...

Era un tercer piso bastante céntrico en una ciudad española. Estaba bastante bien para 3 universitarias y sobre todo porque teníamos un vecino que estaba muy bueno.

Era un hombre de unos 30 años, no muy alto pero bastante fornido y fuerte. Era muy tímido, tanto que cuando nos cruzábamos se ponía hasta rojo, y eso a mi me ponía muy cachonda.

Cruzábamos miraditas en el portal... Yo le sonreía siempre que me lo encontraba y la verdad es que estaba deseando tirármelo.

Nuestro piso era un bajo con un patio bastante majo, teníamos una mesa para comer y un par de tumbonas para tomar el sol, y el suyo era justo el de arriba, así que vi la oportunidad de tirarle el lazo aprovechando esta ventaja.

Empecé a controlar sus horarios, él colgaba la ropa en su pequeño balcón, y aprovechaba para mirar a sus vecinas universitarias. Yo entre tanto tomaba el sol y me lucía en su presencia. Hasta que por fin un día él se lanzó (tuvo que notar mi interés en él) y me saludó desde el balcón.

Estuvimos hablando un rato y ahí quedó la cosa.

Planeé como iba a hacerlo. Mis compañeras probablemente se iban a ir el fin de semana a casa y yo les dije que me iba a quedar tranquila en el piso, descansando, viendo alguna película y que no me apetecía tan siquiera salir de fiesta.

Cuando llegó el viernes, me quedé sola y se me ocurrió una locura. Sabía que él llegaba a eso de las 6:30 de la tarde, así que me di una ducha, me maquille y me puse un conjunto de ropa interior, de esos que quitan el hipo, con sus bragas brasileñas marcando mi culo. Y por encima tan solo una bata muy cortita que dejaba poco a la imaginación, ya que casi casi podían verse mis muslos en todo su esplendor.

Cuando oí que el vecino salía al balcón, serían las 8:30. Me hice la encontradiza y salí a la terraza. Él se quedó paralizado al verme y yo le saludé.

— Hola vecino!

— Hola. ¿No te vas el fin de semana? Pensé que no habría nadie en tu casa.

— La verdad es que no, estoy muy perezosa y me apetecía quedarme en casa, pediré algo de comida y veré alguna peli. ¿Y tú vas a salir?

— No tenía intención. Mi plan es similar al tuyo.

— ¿Y por qué no bajas y lo hacemos juntos? Te dejo elegir la cena si me dejas elegir la película.

–Vale! Me ducho y bajo.

Yo ya estaba cachondísima, solo de pensar que el buenorro del vecino iba a bajar a mi casa estando sola. Era consciente de que no iba a terminar de ver la película.

Tardó como una media hora que se me hizo eterna y sonó el timbre.

Nos saludamos, él se puso un poco rojo y le enseñé la casa. Decidió pedir comida japonesa, que a mi me encanta y comenzamos una conversación que podía ser la de dos amigos cualquiera. Pero yo notaba que se le iban los ojos a mis piernas... No le ataqué durante la cena, pero ya en el café, comencé a hacerle preguntas más comprometedoras, como si tenía novia, qué le gustaba de una chica... Cuando una chica te hace preguntas así estando solos... Le gustas!!!

Él se iba desinhibiendo más y más. Y nos olvidamos de la película por completo. Aproveché un fuera de juego suyo para lanzarme. Tenía bastante claro que iba a caer en la trampa.

— Lo que me pone mucho es la ropa interior — Me dijo — a lo que yo contesté: — ¿Cómo está? – mientras abría mi bata.

Él se quedó un poco parado, pero yo se lo puse fácil y me abracé a él mientras le besaba en la boca.

— No me esperaba esto – me dijo.

— ¿Y qué esperabas de una universitaria que está sola en casa y te invita a ver una película? ¿Quieres ver lo que hay debajo de la ropa interior?

Como sabía su respuesta, le cogí de la mano y le llevé a mi habitación. Le senté en la cama y me quité la bata. Le desnude por completo y pude comprobar que tenía una erección increíble.

Su polla era de un tamaño normalito, pero bastante gruesa. Me puse de rodillas y comencé a chupársela suavemente. Pude intuir que iba a correrse enseguida y tan solo 3 minutos después se la agarró y se corrió sobre mis tetas y mi vientre, manchando mi sujetador de semen.

Nos tumbamos en la cama y me dijo que lo sentía, que no había aguantado nada y que siempre le costaba hacerlo más de una vez. Le dije que no se preocupara. Que conmigo iba a acabar más de una y de dos.

Su pene quedó flácido. Entonces le dije que se sentara y que disfrutara de lo que le iba a ofrecer.

Aún tumbada en la cama y con el cuerpo lleno de su abundante leche, abrí un cajón, saqué un vibrador que tenía y comencé a chuparlo. Unté la puntita en su semen y lo lamí sensualmente. Su polla no tardó ni un minuto en levantarse de nuevo.

Acto seguido, aparté mis braguitas y unté aún más ese vibrador en el semen aún caliente, para después introducirlo poco a poco en mi coño. Su polla a estas alturas parecía que iba a estallar, pero él no perdía detalle.

Usando su semen como lubricante natural, seguí masturbándome, mientras con los dedos de mi mano izquierda, lubricados también en su semen, me frotaba el clítoris.

No tardé mucho en correrme, limpié bien el vibrador con mi lengua y con los dedos llevé a mi boca el poco semen que quedaba en mis tetas para chuparlo con mucha sensualidad.

Me quité la ropa interior y le invité a tumbarse en la cama. Abrió mis piernas y me penetró con mucha fuerza, como a mi me gusta. Me folló en varias posturas y después de 20 minutos de intenso bombeo no era capaz de terminar. Le tumbé en la cama, me senté sobre su polla y comencé a cabalgarle, hasta que 3 minutos después era mío.

Se corrió como una bestia dentro de mi coño, y para ayudarle a otra erección, me frote el clítoris hasta correrme aún con su polla y su semen dentro.

Después me dijo que estaba extasiado, pero yo aún quería más. Me volví a follar con el vibrador y la imagen de su semen caliente y el consolador entrando y saliendo hizo que volviese a tener otra erección.

Cuando me corrí de nuevo, me tumbé sobre él comencé a mamársela de nuevo, durante casi 15 minutos. Tuve que emplearme a fondo, la boca me dolía por el tiempo de la felación y el grosor de su polla. Pero al final, después de mucho insistir, conseguí que volviese a correrse en mi boca. Me lo tragué, seguí chupando otro ratito hasta dejar su polla impoluta y le dejé descansar.

Le pedí que se quedara a dormir conmigo. Aceptó, y a la mañana siguiente le desperté haciéndole otra mamada. Esta vez no me duró ni 5 minutos.

Después de desayunar, me follo desde atrás en la ducha y se acabó por ese fin de semana. Pero tuve un folla-vecino para quitarme el calentón durante mucho tiempo de una larga y estudiosa carrera universitaria.

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