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Apartamento de chicas universitarias

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Todas mis compañeras de piso querían tener una experiencia lésbica y, al saber que yo era bisexual, quisieron tenerla conmigo. Yo les propuse tenerla todas juntas.

Cuando alquilé mi habitación en un apartamento compartido, el único requisito era que fuera universitaria como ellas. Yo estudiaba segundo curso de carrera, ellas primer curso.

La primera tarde, tomando café con mis nuevas compañeras, me sentí muy afortunada; eran todas preciosas y más jóvenes que yo. Ya sé que muchas personas pensaran que nuestra diferencia de edad es mínima, pero para mí, con mis veintitrés años, tener al alcance de mi mano pipiolos de entre dieciocho y diecinueve años era todo un sueño. Mi habitación era pequeña pero muy bonita y acogedora. Lorena y Julia tenían dieciocho años las dos y Estrella tenía diecinueve años; las tres parecían muy inocentes.

Tomando café, nuestra segunda tarde juntas, Julia se mostró muy desenvuelta y muy abierta con todas; pero sobre todo conmigo, conociéndome de hacía solo tres días. Julia dijo a todas:

Chicas, ¿nunca habéis tenido deseos de tener una experiencia lésbica?, yo sí; que decís, alguna vez lo habéis pensado _ Lorena le respondió la primera:

—Julia, yo creo que a casi todas las chicas se les pasa por la cabeza alguna vez, pero la mayoría realmente no lo desea. Yo si lo he deseado alguna vez Julia; pero como algo irreal, que no me he planteado en serio — después de Lorena, habló Estrella:

— Yo besé a una chica el año pasado, por probarlo solamente, pero no me gustó demasiado, porque esperaba que fuera algo más dulce; claro que, la otra chica era muy sosa. Margarita, tu que eres la nueva en el piso; ¿alguna vez has soñado con chupar un chochito como este? — Después de decirme eso Estrella, se alzó la falda y se apartó las braguitas a un lado, dejando a nuestra vista su sexo depilado con láser; como haciendo una gracia entre chicas, algo muy común.

Todas se rieron de su ocurrencia y de su desvergüenza, yo también me reí. Ellas son unas pijas muy divertidas y el chochito de Estrella era precioso y muy generoso; pero sobre todo, al verlo de pronto y sin esperarlo me excité bastante; y les dije a mis compis:

— Sí, lo he soñado más de una vez y, aunque he chupado más de un chochito, como el tuyo de bonito no he visto ninguno Estrella.

— Gracias Margarita, no sé qué decir —me dijo Estrella sonrojada y algo confundida, a la vez que se tapaba su bella "ostra" y, haciendo una pausa me preguntó:

—Margarita, ¿tú eres lesbiana?

—No Estrella, yo soy bisexual desde siempre y, si queréis probar con otra chica, solo decírmelo, ¡será un placer "estrenaros"!

Las tres se quedaron en silencio unos segundos, después me dijeron que habían sido tan abiertas al no saber que yo era bisexual, pero así y todo, que gracias por mi oferta. Habían quedado expuestas íntimamente y por eso estaban sonrojadas y claramente excitadas; yo lo noté, las tres tenían ganas de probar "mi piel rajada".

Mi cacería de chicas estaba en marcha, ya nadie me podía parar; y más sabiendo que las tres deseaban probar.

Los siguientes días "desfilé" ante ellas luciendo mis modelitos de minifalda (es mi prenda favorita y cuanto más corta mejor). Mis paseos hasta la ducha los hacía vestida, pero de vuelta a mi habitación me paseaba delante de las tres como mi madre me trajo al mundo; enseñándoles mi chocho pelirrojo y enseñándoles también mi culazo blanquito y pecoso. ¡Se me olvidaba decir como son mis tres compañeras! :

Lorena tiene el cabello muy cortito, de color castaño; es muy bajita y de silueta atractiva y redondeada. Julia es rubia natural, incluso las cejas; su melena es larga y lisa; su figura es como la de una modelo escultural y, tengo que decir que su culo es más bonito que el mío y sin pecas. Estrella es una morena espectacular, de cabellos rizados por los hombros, pero no en exceso; tiene la piel bronceada y su cuerpo es voluptuoso.

Una tarde salí temprano de la facultad y al llegar al apartamento vi que no había nadie, o eso me pareció a mí. Me duché despacio, disfrutando el agua caliente; al creer que estaba sola decidí recortar el vello de mi pubis y afeitar mis ingles en el aseo, sin cerrar la puerta. Siempre me recorto y me afeito el chocho después de la ducha, para que mi piel esté suave; y al terminar "la poda" me enjuago en el bidé.

Yo estaba de pie, con mis piernas separadas frente al espejo del mueble vertical; las tijeras iban dejando caer mis rizos rojos sobre las blancas baldosas cerámicas. El leve sonido de una respiración acelerada hizo que yo girara mi cabeza hacia la puerta. Encontré a Lorena junto a la puerta, observando en silencio como me recortaba los pelos del chocho, dijo:

—Margarita, como brillan tus rizos en el suelo, parecen bronce, ¿puedo tocarlos? — le respondí:

—Si te hace ilusión tócalos, aunque me da algo de vergüenza.

Lorena se puso en cuclillas delante de mí, mientras yo seguía de pie con las piernas abiertas. Con su mano derecha amontonó los rizos de mi sexo esparcidos por el suelo, como jugando con ellos. Al ver yo su melenita castaña y suave moviéndose debajo de mí, a la altura de mi chocho; los labios internos de mi sexo se inflamaron de deseo y, rosados como pétalos afloraron al exterior. Lorena miró hacia arriba viendo el brillo de mi sexo excitado a la altura de sus ojos; me dijo con un hilo de voz:

—Margarita, ¿puedo rozar tu sexo con mi lengua?, solo un poquito.

— Por favor Lorena, por favor. — dije con el corazón galopando tras mis pechos.

Lorena pasó de estar en cuclillas a ponerse de rodillas delante de mí. Sacó una lengüecita muy pequeña y algo oscura. Paseó su lengua por mi raja con suavidad. Notaba yo como mis labios internos querían atrapar esa lengua atrevida y cálida, después la subió un poco pasándola por mi pubis, escupiendo pelos de mi coño, pelos que no habían caído al suelo tras "la poda" y que se habían pegado a su lengua. Sonó un portazo y, el sonido de unos tacones muy veloces acercarse desde la entrada al apartamento; al momento Julia estaba junto a nosotras. Movió su melena rubia en señal de sorpresa y nos dijo a las dos:

—¡Pero chicas!, venía "orinándome desde la calle" y al llegar me encuentro una comida de coño "en directo", que morboso chicas, pero seguir, seguir, mientras yo orino.

Sin darnos ocasión de decir nada se bajó los vaqueros y las bragas y se puso a orinar en el váter, delante de nosotras, con un sonoro chorro mientras nos observaba. Lorena, con sus mejillas rojas como un tomate, soltó mi coño y se puso de pie, dejando caer de su mano los rizos recortados de mi coño, que aún estaban apretados en su puño. Lorena, como excusándose, le dijo a Julia antes de salir del baño:

—Solo ha sido un capricho Julia, no es nada serio, no pienses que yo… — y se marchó.

Al salir Lorena del baño, Julia siguió orinando y mirando mi sexo, yo me giré, le di la espalda y me lo lavé en el bidé.

Ese día el café de la tarde fue distinto, se notaba la tensión en el ambiente. Yo estaba segura de que Julia había puesto al día a Estrella sobre la "comida" que me hizo Lorena, por la forma pausada y excitada de hablar de las dos; al poco salí de dudas al decir Julia:

— Lorena, chica, he hablado con Estrella sobre lo tuyo con Margarita y nos alegramos por ti, ¡ya no son solo son fantasías!, verdad Lorena… ¿te ha gustado?

— Mucho Julia, de verdad, pero no quiero hablar, me da vergüenza; solo te diré que Margarita tiene un sabor muy agradable.

Lorena estaba algo seria, yo, que estaba a su lado; me acerqué y la besé en la mejilla tiernamente y le dije:

— Gracias Lorena, ha sido algo muy bonito y muy tierno también para mí.

—De nada Margarita, gracias a ti — dijo otra vez sonrojada y sonriendo feliz.

Pensé que tenía que ser más valiente de lo que lo había sido en ocasiones similares con otras amigas y, armándome de valor, pero con temor al rechazo, dije a todas:

— Chicas, dijisteis que deseabais probar y, la más tímida ya ha probado. Quiero proponeros un juego inocente y sensual a la vez: Es algo muy erótico, un juego para liberar los deseos ocultos sin exponerse demasiado. Veréis chicas, el juego consiste en que las aprendizas del amor, en este caso vosotras tres, os tapéis los ojos con un pañuelo y os desnudéis después. Estando desnudas y sin ver el entorno, yo, que sí veré, os acariciaré a las tres de un modo muy placentero, ¿os atrevéis?, por supuesto todo será un secreto entre las cuatro.

Un silencio se apoderó de la estancia durante unos segundos, tras el cual Julia, la más dispuesta, me preguntó:

—Margarita, ¿nos dolerá?

— Son caricias Julia, caricias de verdad.

— Vale, yo me apunto Margarita — dijo Julia segura de sí misma y tras ella habló Lorena:

—Margarita, yo también me apunto, qué ilusión; yo ya te he tocado, ahora serás tú quien me toque a mí.

Estrella, la que me enseñó su coño depilado con láser como haciendo una gracia se hacía de rogar; le dije:

—Si no te atreves lo disfrutaremos solo las tres Estrella, no te preocupes

— me contestó:

—No me preocupa Margarita, solo es que lo veo algo muy infantil, ¡pero que no se diga!, yo también jugaré.

La verdad, lo verdaderamente infantil fue que ellas pensaran que yo me conformaría con solo caricias, no me conocían bien.

Fueron a buscar pañuelos y, al no encontrarlos, traje yo de mi habitación un vestido blanco de algodón, que no utilizo. Lo rompí haciendo tiras largas con las que les vendé los ojos a las tres en la habitación principal del apartamento. Ya no veían y comenzaron a desnudarse las tres: Lorena se quitó el vestido que llevaba y la ropa interior, mostrando un cuerpo con curvas muy bonito, con un chocho sin depilar y de vello largo y castaño como se cabellera. Julia se bajó los vaqueros y se sacó la camiseta, luego se desprendió de su ropa interior, ¡joder que buena estaba!, su cuerpo era de un diez, su cintura era de avispa y, su clarito culazo se veía macizo como un peñón. Su vello púbico estaba totalmente rasurado, a excepción de una cinta de pelitos en el centro, de vello clarito como sus cejas. A Estrella ya le había visto "el conejito", pero ahora, al ver su cuerpo entero y su piel canela vi lo apetitosa que era para mí. Me desnudé también, quitándome la minifalda, las braguitas y lo demás. Mi sexo es poco poblado abajo y el pubis lo tenía recortado entonces. Les hablé:

— Por favor, quedaros de pie como estáis y dejarme hacer — dije, viéndome a mí misma como una mandona dominante.

Pegué mis pechos tiernos y generosos contra la espalda de Julia, le besé el cogote y sentí como mis rizos recortados arañaban la delicada piel de su culazo, bastante alzado por detrás; le mordí una oreja y fui a por Lorena. Me puse de rodillas delante de Lorena, besando su vientre y haciendo círculos en su barriguita con mi lengua caliente, manchándola de carmín rojo. Luego y, mientras ella suspiraba, le besé el chochito restregando mi cara contra su pubis. Con mi cabeza de medio lado mordí sus labios externos después… ¡mi coño manaba!, y la parte interna de mis muslos se comenzó a humedecer, que placer. Me acerqué a Estrella de frente, cara a cara, respirando contra su boca, la besé intensamente metiéndole mi lengua y, con mis dientes, tiré del labio superior de su boca. Luego; mientras "le comía el morro", con mi mano derecha agarré y apreté su depilado coño, con más fuerza mientras la besaba otra vez… me dijo Estrella entre sollozos:

— ¿Esto son caricias Margarita?

— ¿Te gusta Estrella?

—Si, mucho.

— Pues entonces lo son Estrella.

Las llevé de la mano al dormitorio de Julia, el más grande, sin destapar sus ojos, acercándolas al borde de la cama, para que palparan por donde andaban, les dije a mis tres conquistas:

— Quiero que os subáis a la cama y os pongáis en pompa, con el culo bien levantado guapas; Julia en el centro, Lorena a la izquierda y Estrella a la derecha, no temáis, seré vuestra gatita.

No hablaban mis tres pipiolos, solo jadeaban; sus tres culos en pompa, chocándose entre sí, eran una visión que casi hizo que me corriera, y más, viendo sus chochitos salidos por detrás, como asomándose al balcón de sus bellas posaderas.

Comencé desde el centro, chupando primero el coño de Julia; con tanto deseo y tan intensamente como si me lo fuera a comer. Lo absorbía haciendo ruidos, luego le lamí los cachetes y le paseé mi lengua por el "ojito" de su culo, el cual se apretó y relajó varias veces como si palpitara, (se hacerlo muy bien).

Me fui hacia la izquierda, mordiendo el generoso y peludo coño de Lorena; ella gritó, le mordisquee los cachetes y metiendo mi cabeza por el lateral derecho de la cama, le chupé su pecho izquierdo jugando con su pezón entre mis dientes.

Después pasé al otro extremo de la cama y, le pasé mi lengua a estrella por la raja de su culo: desde la curcusilla hasta la parte central de su coño depilado, deteniéndome en cada pasada en el "ojo oscuro" de su ano, un gran ojete. Jadeaba Estrella.

Les quité la tela de sus ojos a las tres y las coloqué tumbadas sobre la cama, boca arriba, con las piernas muy abiertas. Les fui comiendo el chocho a las tres alternativamente, más tiempo a Julia, la que más me gusta y de la que seguro, si ella me deja, me podría enamorar. Mientras hacía ventosa con mi boca en el chochito de Julia, ella se agarraba a los cabellos pelirrojos y revueltos de mi melena, dándome tirones como si luchara conmigo… su coño se corrió como un disparo, de un chorro intenso que parcialmente entró en mi boca hasta tocar mi campanilla; me dio una arcada y, al apartarme a un lado, otro chorro llegó desde la grieta de Julia hasta los pies de la cama; caliente y húmedo. Pasé mi lengua por la cama y por su sexo, comiéndome su calidez húmeda.

Con tres dedos de mi mano izquierda en la vagina de Lorena y con otros tres de mi mano derecha en la de Estrella, para hacer fuerzas e impulsar mis brazos apoyaba mi vientre pecoso contra el firme culo de Julia; simultáneamente y con movimientos bruscos de mis brazos las corrí a las dos. Después de que se corrieran las tres les dije:

— Mi chocho quiere "que lo quieran", que lo queráis las tres a la vez, levantaros que me tumbe yo y hacerme lo que queráis chicas.

Mis piernas estaban a "años luz" la una de la otra, exponiendo mi sexo desnudo a mis tres "vampiresas universitarias". Julia, desde la derecha, me comenzó a lamer el bollo y desde la izquierda Lorena me besaba el interior de mi muslo derecho, que barbaridad, que placer más grande sentía… Desde los pies de la cama y, mirándome a los ojos, Estrella se aproximó a mi sexo, devorándomelo con movimientos de su boca y de sus dientes, que, incluso apretando, no se clavaban en mi clara piel.

Julia salió, y al poco regresó con una vela blanca de las que tenemos para cuando se va la luz. Chupo la vela, apartó a sus amigas, alzo mis muslos y me metió, poco a poco, la vela en el culo; me dijo:

— Relájate Margarita, te lo haré despacio.

Así fue, mi ano se dilató y, mientras la bella rubita me sodomizaba con la vela también agarraba mi melena pelirroja, dominándome, mientras penetraba mi culo, el cual, aun doliéndome y ardiéndome me estaba dando mucho placer; me sentía abierta y eso me gustaba.

Las otras dos chicas estaban de espectadoras, viendo lo que me hacía Julia; pero los ojos de lujuria de Estrella hacían que mis ojos claros parpadearan como indefensos ante su intensa mirada. Estrella salió de la habitación y, al poco, volvió a entrar portando la aceitera de la cocina.

Frente a mí, sin dejar de mirarme a los ojos y sin dejar Julia de penetrar mi ano; Estrella se untó las manos y los antebrazos con aceite. Su mirada me excitaba y me daba miedo a la vez; por la intensa seguridad que veía en sus ojos negros. Se acercó desde los pies de la cama y con ambas mano unto mi sexo con aceite de oliva, con fuerza, como si lo amasara, que barbaridad, no se conformó y me metió tres dedos de su, no muy grande, mano derecha en mi vagina, ¡moviéndolos con fuerza!, que loba era Estrella, luego metió todos los dedos, mi coño estaba abierto como un libro… loca Estrella de deseo consiguió meterme la mano entera, me dolió, pero cuando la pulsera de su muñeca tropezó contra mis labios externos, mi dolor cesó; al acoplarse a mi sexo húmedo la estrechez de su muñeca. Sin embargo yo sentía mi coño como invadido por su mano decidida.

Me miró a los ojos con una mirada de poder que me asustó, luego comenzó a mover su mano dentro de mi coño y, cuando me sentí como "su marioneta", la aparté de mí apoyando mis pies en sus hombros impulsándola hacia atrás y diciéndole:

—Me parece muy bien que quieras probar Estrella, pero… relájate, que me vas a volver del revés.

— Perdón Margarita, me he dejado llevar, lo siento — dijo Estrella mientras Lorena y Julia miraban como mi sexo abierto volvía a su posición natural.

Julia me miraba con ojos de amor, se acercó a mi costado derecho y comenzó a acariciar el recortado vello de mi pubis, tan suavemente que me corrí de gusto con espasmos, salpicándolas a las tres.

Nunca me habían metido una mano en el chocho, de hecho, yo creía hasta entonces que eso no era posible, ¡pero lo fue! Aunque al recordarlo ahora me excito, también es cierto, que en ese momento me sentí algo humillada.

Si contara todo lo vivido en el apartamento de chicas, ¡me haría falta una novela! Pero sí que os contaré una anécdota, que aun siendo con un chico, creo que merece la pena ser contada, además, está relacionada con una de mis compañeras y es de no hace mucho tiempo:

El novio de Estrella es un muchacho muy guapo; un día Estrella me pidió un favor:

—Margarita, creo que Sebastián me engaña, ¿me puedes hacer un favor?

— Dime, "maní rota".

— Perdón por lo de mi mano otra vez, no sé qué me pasó, ni cómo lo conseguí. Veras margarita, confió en ti, ya nos hemos tenido mutuamente muchas veces. Me gustaría que te insinuaras a Sebastián y, si te intenta amar, que digo amar, penetrar, que le digas que ni hablar y me cuentes después si lo ha intentado o no, ¿lo harás por mi Margarita?

—Claro que lo haré, lo que te haga falta Estrella.

— Pues toma estas dos entradas para el cine, son de una peli que él quiere ver; invítalo, dile que estoy estudiando y que quiero que vayas tú con él, en el cine insinúate y luego me cuentas, pelirroja.

Su novio me gustó desde que lo vi y, deseaba estar con él. Sebastián dijo que estupendo, que aceptaba la invitación para ir al cine.

Estábamos viendo la película, había poca gente en la sala y en nuestra fila solo estábamos los dos. Apoyé mi cabellera en su hombro y, como una tontería puse mi mano sobre su pene por encima de su pantalón. Notaba yo su miembro muy gordo pero no duro del todo, lo acaricié muy suavemente y, su pene creció bajo la tela vaquera que chocaba contra mi mano, poniéndose tan duro que salía un bulto de su pantalón; me dijo Sebastián:

—Margarita, que me haces, de esto ni una palabra a Julia, de acuerdo chica.

—De acuerdo Sebastián.

Tras esta breve conversación Sebastián alzó un poco su culo, buscando la postura para poderse bajar la cremallera. Sacó su pene duro en la oscuridad de la sala. Su glande brillaba con los destellos de la película. Le acaricié y le meneé la polla un rato. Luego, él tiró de mi cabeza indicándome que la llevara hasta su polla. Se la chupé todo lo bien que yo sé; tragando y lamiendo a la vez. Se escuchó un ruido y me la saqué de la boca, vimos una pareja sentada en el otro extremo de nuestra fila, mirándonos; seguro que eran los que hicieron ruido y acababan de llegar. No esperamos al final de la película, salimos del cine y en su coche, yo sentada sobre él, con los pies dando en el asiento donde Sebastián se sentaba, el del copiloto, me penetró. Lo hizo sin quitarme la ropa, por debajo de la minifalda, metiendo su miembro por un lado de mis braguitas. Me la clavó hasta el fondo, notaba yo como él me llenaba. Sebastián movía mi culo abajo y arriba, zarandeándome con sus fuertes manos. Cuando se iba a correr dentro de mí, me la sacó y de un chorro se corrió sobre el navegador del coche.

Al llegar al apartamento compartido Estrella me preguntó:

— Que tal Margarita, como se ha portado Sebastián.

—No te tienes que preocupar Estrella, se ha portado "muy bien"; le he puesto una mano sobre el pene viendo la peli, él la ha apartado de su bragueta diciéndome que solo te quiere a ti y solo quiere estar contigo.

Tras ese día Sebastián y Estrella follaron varios días seguidos en la habitación de ella, yo me sentí contenta de haberlo tenido a él y de haber hecho feliz a Estrella, "mi titiritera íntima", pero lo que más feliz me hace es poder tenerlas a las tres cada vez que yo quiero, sobre todo a Julia, de la que creo que me estoy enamorando.

(C) {Margaryt}

(9,14)