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j) Proposición de Davy

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Continuación de: Doble penetración

Habíamos vuelto a los locales de la empresa y antes de salir Santi me entregó una crema que me tenía que dar en el culo para ayudarle a que se cerrara y volviera antes a la normalidad, lo cierto es que no sentía ningún dolor, solamente que lo tenía muy flojo.

-En unos días todo volverá a la normalidad, te dolerá un poco y no debes hacer uso de él en unos días para que se reponga más rápido. -nos atendía de maravilla a pesar de decir que era su trabajo cuando alguno se lo agradecía.

A la salida estaba J.C. con Paula la secretaria, coqueteando como hacían siempre, no entendía el que no se fueran a la cama si tanto se gustaban.

-Ya llegó nuestra estrella, hasta la tarde preciosa. -nos despedimos de ella y me pasó el brazo por los hombros hasta que llegamos a su coche.

-Te invito a comer, lo de hoy tenemos que celebrarlo, ya estás preparado para recibir cualquier verga por grande que sea. -se reía de su ocurrencia aunque era verdad lo que decía, no se si a propósito o era una sugerencia.

-Hoy no puede ser, para mi padre se supone que estoy en la universidad y tengo que preparar la comida para cuando vuelva del trabajo.

-Entonces lo dejamos para otro día, quería hablarte también de un nuevo proyecto, le conté a Guillermo como mi madre nos sorprendió una vez y le parece gracioso para desarrollar un tema. Te localizaré un chico que valga la pena para que haga mi personaje.

-Podías hacerlo tú que lo recuerdas y lo haría parecer más veraz.

-Guillermo quiere nuevos personajes, yo estoy algo quemado, trabajo demasiado a tu lado, además no importa porque ya sabes que lo cambiara para hacerlo a su manera. -después de lo que terminábamos de rodar no me cabía duda alguna que sería diferente.

-Sin querer ya me has informado pero podemos quedar un día a tomar algo si te parece. -nos quedamos en silencio y J.C. tarareaba en voz baja una canción que se reproducía en la radio hasta que se decidió a hablar.

-Estaba pensando que igual que Óliver otros terminarán sabiendo lo que haces. A mi no me importa que se enteren mis padres o cualquiera, además que poco a poco voy dejándolo para ayudar a Guillermo con las selecciones. -no había valorado como debía esa posibilidad y J.C. tenía razón al final sería público lo que hacía.

-Lo hecho no se puede volver atrás, no hay una solución mágica que borre el pasado. Tengo que asumir el riesgo.

-Podrías dedicarte a lo otro, te aseguro que pagarían muy bien por poderte follar el culo y pasar un rato contigo.

-¿Me ofreces que me prostituya?

-No lo digas de esa forma, no es tan malo, asumes menos riesgo y es privado, yo lo hago y no me siento peor por follarme el culo de un tío o el coño de una mujer necesitada de polla. -no deseaba pensar en más problemas, si el supiera que de alguna forma ya lo hacía con Davy.

-Oye, y volviendo a lo de tu hermano, es que no me cuadra, las chicas se lo rifan y él no las hace ascos, será bisexual como yo, pero bueno si os queréis no vamos a darle vueltas. -seguramente sería como J.C. decía, él veía más a Óliver en la calle que yo, no me preocupaba tanto, si decía que me amaba debía confiar en él.

Me dejó frente a mi casa y antes de preparar lo que mi padre me hubiera dejado escrito, subí al baño para sentir como tenía el ano, a pesar de las palabras de tranquilidad de Santi la inquietud me atenazaba, no me gustaba el dolor si podía evitarlo.

El culo se me había cerrado y ofrecía resistencia a la presión de los dedos pero comenzaba a escocerme, parece que no iba mal, y aproveche para darme la crema que me entregó. y que me calmo al instante.

Tenía que comenzar mi trabajo de ama de casa, papá y yo éramos los responsables y los demás nos ayudaban aunque muchas veces teníamos que pedírselo.

Como siempre mi padre me había dejado las instrucciones precisas por escrito, después de tantos años no era necesario pero me facilitaba la tarea. ¡Pobre papá!

Su vida se reducía a su trabajo y a lo que nosotros necesitáramos, cuatro hijos suponían una inmensa carga.

Cuando llegó quiso colocar la mesa y no le dejé, le envíe arriba para que se duchara y estuviera tranquilo, en el verano muchas veces lo hacía con la manguera en un lugar de su huerto, decía que así ganaba tiempo; en esta ocasión no sería así, yo me ocuparía de todo y a la tarde tenía tiempo para revisar los apuntes que María me habría remitido.

La comida transcurrió tranquila, me hacía algunas preguntas referentes a mi trabajo que yo esquivaba como podía, y sobre los estudios donde me extendía para no hablar de otra cosa.

La maravillosa María me había enviado el resumen de las clases y pasé la tarde estudiando y llevando un refresco a mi padre. Los chicos llegaron pronto, no se entretuvieron jugando como otras veces y en seguida comenzaron sus deberes, pronto, muy pronto comenzaríamos a sufrir con los exámenes.

El ultimo en llegar, bastante tarde, fue Óliver, era la hora de la cena y volvió el tema de las vacaciones, así era mejor porque hablaban otros, al menos no veía molesto o enfadado a mi hermano, como si lo de la mañana estuviera olvidado o no hubiera sucedido.

Oliver y yo nos teníamos que quedar a estudiar, el no había hecho sus deberes y yo porque necesitaba no pensar y era mejor con mis apuntes delante de mi ocupándome.

-No os quedéis hasta muy tarde, para rendir mañana debéis descansar. -nuestro padre nos dio un beso en la cabeza y marcho detrás de los chicos a la cama.

Cuando Óliver terminó lo suyo me cogió la mano que tenía sobre la mesa acariciándomela.

-Te espero arriba, su mirada de deseo lujurioso me derretía, su forma de decirlo no parecía una comunicación o una despedida, era una orden que me obligaba a recoger aprisa mis papeles para seguirlo sabiendo lo que quería. El único problema era mi pobre culo, pensé que había otras maneras de ponerle contento y eso haría.

Después de lavarme la boca me coloqué el tanguita transparente, como si el delgado hilo que me acariciaba el culo me protegiera y pasé a la habitación. Óliver permanecía tumbado en una pose viril, divina; con las manos bajo la nuca mostrando las peludas axilas que ya sabía como me gustaban y encendían, con las fuertes piernas cruzadas, casi negras de tenerlas al aire muchas horas, resaltando en el blanco slip de algodón, los tendones nítidos al menor movimiento que hacía, y la agresiva cara, aún de niño malo y pervertido.

Me miraba lujurioso mientras me movía sugestivamente moviendo el cuerpo para él con impudicia, hasta que cansado y entre risas me lancé encima de la cama a su lado.

-Mueves el cuerpo como una…, bailarina erótica. -se había interrumpido buscado otra palabra, adiviné lo que iba a decir y calló para no herirme. Le miraba tumbado de costado, teníamos la luz encendida y le brillaba la piel cubierta de una ligera capa de sudor que se evaporaba y volvía a aparecer.

-¿No estas enfadado? -le preguntaba pasando la mano por su pecho y abdomen hasta dejarla sobre el bulto de su pene, el calor salía por el algodón calentándome la mano y me acerqué a la axila para olerla y pasar la lengua por los duros pelos.

-No, no tengo motivos para estarlo, te tengo aquí en la cama para mi solo. -por el tono de su voz y la respuesta sabía que algo si que lo estaba; seguí lamiéndole la axila y bajaba para besarle la tetilla morena apenas insinuada en el pronunciado pectoral.

Me gustan los hombre con vello, mi hermano lo tendría, tanto o más que papá cuando pasara algún tiempo, sobre todo el vello de las axilas y la pelvis. Muchos de mis compañeros se depilaban, por estar a la moda o por realzar el tamaño de las vergas, y una buena verga siempre lo será, con o sin ello, pero para mi, con vello la veo adornada, más sensual y atractiva.

Lentamente colaboraba, y respondía a las caricias de mi boca, y de la mano que ya jugaba con su verga erguida, se dejaba hacer y a veces se contraía cuando algo le resultaba más placentero y yo tomaba nota mentalmente.

Lo desnudé totalmente para conseguir verle la polla, rojo granate el glande y comencé a lamerlo, a recibir su esencia en la lengua, elevé sus piernas sobre el pecho dejando a mis ojos su ano, moreno todo lo que se veía rodeado de pelitos tiernos y me dispuse a comerle el culo, ese culito sin abrir que realmente era precioso.

Unos minutos después estaba gimiendo, emitía sonidos roncos y profundos de macho en celo, y apretaba mi cabeza contra el culo exigiéndome placer, y que mi lengua y labios no se separaran del agujerito rico que seguía resistiéndose a todo lo que no fuera mi boca.

-Quiero follarte el culo. -hasta ahora había estado recibiendo todo de mi sin llegar a tocarme salvo para que no le dejara de comer el ano y ahora me la quería meter. Podría haberme negado, no lo hice, tampoco se si él lo permitiría.

Inmediatamente de hablar y sin dejarme decir nada se había colocado a mi espalda, y me había puesto arrodillado, actuaba con brusquedad y muy rápido, me abrió las piernas con las rodillas y colocó la verga en la entrada de mi culo, separando el hilo del tanga sin llegar a quitármelo.

Le dejaba hacer, sin protestar, que me tratara como un objeto y estaba muy claro lo que pretendía, dejé caer el pecho sobre la cama y agarré la almohada para enterrar la cara en ella.

Empujó de golpe y creía que me moría del dolor tan terrible que sentía, mi aún dolorido culo sentía la entrada de su polla como si fuera la primera vez que era perforado, entró de golpe y hasta el fondo, golpeando sus testículos en los míos encerrados en la tela transparente.

Debió notar que me desplomaba y me sujetó de la cintura para que la verga no saliera, ahogaba los gritos en la almohada para que no se me oyera y un torrente de lágrimas me salían. Sin detenerse sus bombeos empezaron a socavarme el ano.

Óliver no me hacía el amor, ni tan siquiera me follaba como a un desconocido cualquiera, estaba castigando a su hermano por ser un puto. No dejaba de entrar y salir como un burro, intentaba cerrar el culo y era peor, sentía más dolor y procuré relajarme y dejarle que llegara al final.

Aun dentro de aquel dolor sentía cierto placer que iba aumentando a medida que el ano se relajaba y se acostumbraba a su pene. Era un raro sentimiento de complacencia, producida por el gozo y el dolor mezclados y el sentirme sometido al que antes era mi dulce hermano.

Mi llanto se transformó en gemidos, lamentos de placentero dolor y gozo hasta empezar a colaborar contrayendo el ano alrededor de la verga asesina, y a mover las caderas elevando el culo para que me lo introdujera hasta el fondo.

-¿Te gusta? ¿Soy mejor que tus otros machos? -solo podía dejar salir de mi boca un débil sí, perdido entre los suspiros de satisfacción plena y placer total olvidado del inicial dolor.

Para mi suerte Óliver ya no se corría tan rápido y aguantaba más, hoy sobre todas las demás veces, y el roce continuo de su pene en el ano, y los del glande en la próstata hicieron que me corriera entre gritos apagados en la almohada sin tocarme.

Siguió bombeándome varias veces y se corrió regándome el culo de semen.

Cuando se salió me sentía el culo como roto, y caí en la cama mirando al techo sin poder respirar, mi semen salía por la malla del tanga, sentía resbalar el suyo que me salía del culo, no lo podía cerrar.

Mi hermano respiraba ruidosamente mirándome, yo no quería mirarlo, mi confusión aumentaba, no entendía su proceder y que hubiera pretendido castigarme de esa manera. Estuvimos así un rato sin hablar, aún temblando y él empezaba de nuevo a jugar con el pene que volvía a elevarse de su abdomen duro como palo.

-Otra vez no Óliver. -le imploré creyendo que deseaba volver a follarme.

-No, ahora será distinto. -se arrodilló a mi lado y me giró la cabeza de costado, me abrió la boca y me metió la verga empezando a follarme ahora por la boca, yo solo la abría dejándole que me la metiera sin perder mi posición, estaba muy cansado y dolorido para negarme y menos para colaborar.

Mi hermano aguantaba mucho al hacer unos minutos que se había corrido, y la boca me dolía, en otra ocasión la hubiera disfrutado, mamar su polla resultaba celestial y me volvía loco, ahora deseaba que terminara y poder dormir. La sacó y me dejó descansar mientras no cesaba de masturbarse, le miré, tenía los ojos cerrados y concentrado en el placer de la venida inminente.

Apretó mis mejilla para que abriera la boca y coloco la puntita entre los labios mientras se masturbaba violentamente. Sin meterla más comenzó a disparar regueros de semen dentro de la boca, no tenía fuerzas para tragar la cantidad de leche que me largaba, y cuando paró de salir apretó para meterme el glande. Se lo chupé un momento envuelto en la saliva mezclada con la leche.

Tenía el glande muy sensible y lo sacó para inclinarse y juntar la boca a la mía empezando a batir todo el contenido que tenía dentro hasta que entre los dos lo tragamos.

Me debí de dormir sin darme cuenta y desperté alucinado de lo tarde que era.

Estábamos en plenos exámenes, Guillermo me envió varios proyectos y me pidió que los fuera leyendo, lo hice por encima, no tenía tiempo ahora, la universidad me tenía completamente ocupado, supuse cual era el que J.C. me dijo, y lo supuse porque se parecía muy poco a como había tenido lugar aquel suceso.

Lo dejé todo para más adelante, ya me había examinado de varias materias y los resultados eran, si no excelentes, si buenos, aceptables y suficientes.

Estábamos finalizando un examen y me llamó por el móvil, eso no era frecuente en él y supuse que sería importante o urgente, lo dejé pendiente hasta que finalicé y le pude atender.

-Me habías llamado y estaba en un examen, no podía responder… -no me dejó continuar.

-Tu admirador quiere verte, es urgente y pide que sea esta misma tarde, no te va a ocupar mucho tiempo, ¿estás de acuerdo? -hacía varias semanas que no tenía noticias de Davy, es más, pensaba que ya estaba en Estados Unidos o Norfolk como me dijo.

-Conforme, tus trabajos están aún esperando solo los he podido leer.

-Eso no es urgente, tenemos todo el verano para hacerlos y será mejor al disminuir el trabajo.

Tendría una tarde agitada, aún quedaban dos materias para terminar y bueno, pues estaría con Davy, hablé un rato con María y Mikel que volvieron a insistir para que fuera a un viaje que preparaban para el verano con otros compañeros, tenía que buscar excusas para negarme que igual les parecían raras, pero era lo que había, yo no era como ellos, tenía que trabajar todo el verano aunque resultara más liviano al no tener las clases.

-Tengo que salir a la tarde para hacer un trabajo que me han ordenado, espero volver pronto y seguir preparando los dos exámenes que faltan. -hablaba a mi padre y parecía que no me escuchaba o que no quería hacerlo

Después de comer recogimos todo y ya dejamos preparada la cena, mi padre se sentó al terminar sin irse a su trabajo del huerto.

-Siéntate un momento Alonso, deja ya de trabajar. -me senté enfrente de él observándolo, algo tramaba para pedirme que me sentara y al estar sin trabajar y moverse.

Alargó las manos por encima de la mesa para que se las cogiera. Papá estaba en plena sazón de macho semental, tan varonil y masculino como nadie, aún era joven y nunca supe que tuviera lío alguno con mujeres.

Quizá los tuviera sin nosotros saberlos, si así fuera tenían que resultar encuentros muy cortos, siempre estaba en casa o en su trabajo de la fábrica, papá aparte del mejor padre del mundo no era mucho más.

Su trabajo consistía en mover materiales en el almacén, moviendo bultos, con máquinas o corporalmente, tenía algunos amigos del barrio, hombres que se habían criado aquí, como ahora nosotros, pero se veía muy poco con ellos y era poco frecuente que estuviera en un bar bebiendo, ya lo hizo con nefastas consecuencias.

Sujetó con fuerza las mías entre las suyas callosas y duras, estrujándolas hasta hacer resaltar sobre la piel, cubierta de vello de los brazos, los tendones duros.

-Trabajas mucho Alonso, estudias y no paras, me temo que a este ritmo vas a enfermar. -si lo que le preocupaba era esto no era difícil rebatirle, peor hubiera sido que quisiera hablar de otras cosas.

-Igual que tú papá, no hago ni la mitad. Ahora un poco más por estar a final del curso y en unos días descansaré.

-Sí, pero tu eres un chico joven que necesita divertirse. -apretaba mis manos y jugaba con ellas acariciándolas, como cuando era pequeño enseñándome a contar utilizando mis dedos como una tabla de ábaco.

-En unos días cumpliré diecinueve, soy mayor papá.

-El tiempo pasa rápido. -se levantó para encaminarse a la puerta y rodeé la mesa para ir donde él antes de que saliera y abrazarle.

-Te quiero papá, los cuatro te queremos, tu si eres importante. -estuvimos un minutos abrazados, sintiendo el fuerte cuerpo del hombre que me había dado el ser y que siempre estuvo para nosotros.

Deshizo el abrazo después de besarme el pelo.

-Solo quiero que te cuides hijo, que pienses un poco más en ti. -me quedé un momento en la puerta, mirándole mientras se alejaba por la vereda de hierba hacia el fondo del huerto, donde estaban los dos cerezos cargados de frutos y tapados con una red para que los pajaritos no los estropearan con sus picotazos.

Volví a mi tarea, estudiar un rato, antes de prepararme para la cita con mi cliente Davy, el culo había vuelto a ser lo que era hacía días y solo había tenido sexo con mi hermano, eso sí, todas las noches, no perdonaba una y yo lo disfrutaba. Según el humor que tuviera resultaba diferente y Óliver no era muy predecible, por eso alguna vez resultaba violento y otras, en cambio, dulce y considerado.

Como siempre me preparé para hacer mi trabajo y me miré en el espejo, preguntándome que tenían mis ojos para que a Davy le llamaran tan poderosamente la atención.

Me despedí de mi padre al que tuve que buscar en el fondo del huerto, estaba recogiendo cerezas subido en una escalera de madera.

-Marcho a mi trabajo papá. -sin bajarse me ofreció un par de cerezas con la mano, me había lavado la boca y aunque resultaban irresistibles, las rechacé.

-Las dejó para la noche en la cena.

Juan me esperaba para guiarme, ya conocía el camino pero era su trabajo, ahora sonreía al recibirme, solo estaba tumbado en el porche el perrazo negro de las largas orejas, sin el otro que le molestara tirando de ellas mientras jugaba.

-El señor le está esperando.

Davy estaba sentado ante el teclado del piano, tenía al perrito pequeño cogido en su brazo izquierdo, y con la mano derecha tocaba las techas haciendo salir notas sueltas y sin sentido, el perrito escondía la cabeza en su pecho y parecía feliz en los brazos de su amo.

-Es el único que aún soporta mi música sin protestar. -dejó de tocar el piano y lo depositó en el suelo, el perrito llegó corriendo donde yo estaba y empezó a morderme los pantalones pretendiendo que jugara, tenía que ser un cachorro muy joven por lo juguetón que era.

Me incliné para acariciarlo y gruño sin soltar la tela.

-Deja a nuestro amigo Guay, por favor Juan lléveselo. -terminó de hablar y se puso de pie con el solo apoyo de una mano sobre el piano.

-Te encuentro mejor desde la última vez, en poco tiempo no necesitarás ayuda. -me miró divertido con una bonita sonrisa que era difícil que enseñara.

-En parte te lo debo a ti, por lo que hicimos el otro día, me fortaleciste. -sentí que mi cara quemaba, se refería por supuesto a la follada que me dio y era evidente por su tono irónico. Decidí no seguir ese tema.

-Creía que estabas de viaje y que no volvería a verte, por lo menos hasta que pasara el verano. -cogió sus muletas y comenzó a andar hacia la puerta.

-Sígueme, precisamente de eso quería hablarte, no voy a insistir para que me acompañes pero puedes hacer otras cosas por mi. Caminábamos por el mismo pasillo y se detuvo ante una puerta algo distante. Se manejaba muy bien, desde luego había progresado y resultaba evidente con solo verle moverse. Entró y dejó abierta la puerta para que le siguiera.

La habitación era una especie de despacho, no tan grande como el salón de la música pero si amplio, con muebles modernos y claros y una mesa de metacrilato y cristal como mesa de trabajo. Se sentó con facilidad en el sillón y me señaló una silla en muda invitación a que hiciera lo mismo. En una gaveta del mismo material transparente había un montón de sobres.

-Mira todas las solicitudes que he recibido para el programa de niños con genio musical. -desde luego era un montón.

-De todo el mundo, llegan de todas partes, ahora tengo que pedir disculpas, no puedo atender mas que a seis u ocho, en el conservatorio no hay lugar para más, ya tienen a los alumnos locales. -no sabía a donde quería ir a parar y porque me contaba, precisamente a mi, todo esto, además parecía algo nervioso.

-Qué tengo yo que ver en esto Davy, ¿o solo se trata de que te escuche? -desparramó las cartas sobre el tablero de cristal extendiéndolas como si fueran cartas de una baraja de naipes y me miró largamente.

-De eso se trata, quiero que me ayudes a orquestar todo esto, no tengo tiempo para dedicarlo a problemas menores, escúchame con atención. Tu puedes ayudarme con toda la burocracia que esto conlleva. He escogido a cuatro niños de todas las solicitudes recibidas, están en instituciones de beneficiencia y son de distintas partes y otros países.

-Pero Davy, yo no creo ser la persona adecuada, no tengo tiempo, tu sabes que trabajo y estudio, no puedo dejar estas dos cosas, las necesito. -me hizo gestos con la mano para que callara.

-Escúchame hasta el final, creo que podemos llegar a un acuerdo bueno para los dos, esos niños se quedaran en mi casa, aquí, salvo las horas que vayan al conservatorio, necesitarán alguien para que les imparta clases al principio y que lleve la burocracia con los organismos para permisos. No te pido tu tiempo gratis, tendrás un sueldo y podrás compatibilizar el trabajo con los estudios. ¿Qué me dices?

Estaba asombrado y le miraba incrédulo, solo nos conocíamos de dos veces que nos habíamos visto y la primera no fue con muy buen resultado.

-No estoy preparado Davy.

-Lo estarás y tendrás un salario. Treinta y seis mil anuales, y no me digas que no. -creía haber escuchado mal, era un sueldo fabuloso, demasiado espléndido para un chico en primero de carrera, con Guillermo ganaba más, bastante más, pero no era lo mismo.

-Es…, es demasiado, para un trabajo tan simple según tu.

-Para mi no es demasiado, te quiero a ti y tu lo vales, y la verdad, también quiero otras cosas de ti. -lo suponía, la lotería a veces tiene un precio, pero entre ser el amante de un hombre como Davy, por que de eso se trataba, a estar en esos rodajes sin arte no podía tener dudas.

-¿Quieres hacerme tu amante? -hasta me hacía gracia a mi, verme en ese papel de amante de una persona sofisticada y elegante. Miles de pensamientos me asaltaron en un instante, la seguridad de unos ingresos regulares, ganados más o menos decentemente, poderle decir a Óliver que dejaba mi trabajo que tanto odiaba, vivir dentro de un estatus tan distinto al mío, y más, y más.

-Si así lo quieres llamar, de acuerdo, por lo menos hasta que termines los estudios.

-Conforme, no necesito pensarlo más, pero te advierto que no se nada de lo que quieres que haga, tengo algunos proyectos pendientes que me gustaría terminar, y esta semana acabo los exámenes y tendré tiempo.

Mi vida había dado un giro inesperado de cinto ochenta grados, habíamos estado hablando una hora y Davy se levantó recogiendo las muletas, sus ayudas para caminar.

-Este será tu lugar de trabajo desde ahora, sígueme. -cuando se detuvo ante la puerta de su habitación, al otro lado de la casa, sabía que comenzaba mi segunda función.

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