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(5) Cuestión de bragas

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Llegaron al hostal acalorados del largo viaje desde Bilbao. Además, arrastraban mochilas y maletas que sofocaban. Nekane Salmerón solo deseaba alojarse rápido en su habitación y darse una ducha fría y larga. A su novio Lorenzo Domínguez se le veía más animado y fresco, algo que la irritaba. ¿Por qué ella pasaba bochorno y él no? Estuvo a punto de preguntárselo pero no quería enfados el primer día de vacaciones.

La dueña del hostal era Amparo Cuevas, una viejecilla muy simpática y amable. Llevó a la pareja por unas escaleras hasta el segundo piso donde les enseñó su habitación.

-¿Qué os parece? Ahí tenéis el aire-acondicionado y la TV allí con canales por cable. El desayuno es de ocho a nueve, el almuerzo a partir de las dos y la cena de nueve a diez. Todos los horarios están tras la puerta –explicó Amparo con paciencia.

-Está genial –se sentía Nekane satisfecha.

-Sí, me encanta –se asomó Lorenzo al balcón y con vistas maravillosas a la playa-. Nekane, sal y fíjate.

Ella quedó fascinada al salir al balcón y contemplar el increíble paisaje.

-¡Es fantástico!

-El hostal tiene acceso a la piscina municipal. Podéis daros un baño cuando queráis –siguió Amparo con las explicaciones en el mismo balcón.

-Nos encanta todo –garantizó Nekane.

-¿De dónde sois? –se interesó Amparo.

-De Bilbao –respondió Nekane-. Somos universitarios y queremos un descanso antes de empezar las clases en septiembre.

-¿Sois novios?, si puedo preguntar.

-Claro, ¿no se nota? –la abrazó Lorenzo con cariño.

-Pues tienes una novia muy guapetona. Ni se te ocurra enfadarla. Estaré pendiente.

-Pues ya sabes, nene –miró a su novio con un guiño de ojo.

-Dos contra uno no vale –bromeó Lorenzo.

Hubo risas por parte de los tres.

-Bueno, os dejo solos –se retiró Amparo-. Si me necesitáis para algo estaré en la cocina.

-Muy bien. Gracias –lo agradeció Nekane con una sonrisa preciosa.

-Muy guapetona. Ya lo creo –se fue murmurando Amparo hasta salir y cerrar la puerta.

-Una anciana muy peculiar –arqueó Lorenzo las cejas.

-Yo me ducho. Estoy pegajosa –se fue desnudando Nekane.

-Mmmmm, ¿nos duchamos juntos?

-¿Y acabar tu empalmado y yo de rodillas? No tengo cuerpo ahora.

-Nekane, llevamos dos semanas sin hacerlo.

-Dame más tiempo. Debe ser este dichoso calor.

-No será que eres asexual.

-Piensa lo que quieras. Yo me ducho que ya no puedo más –se encerró en el cuarto de baño.

-Joder… -se lamentó Lorenzo.

Una vez duchada y más fresca, Nekane abandonó la habitación. En el mismo pasillo se llevó la sorpresa de su vida al cruzarse una joven desnuda, preciosa como pocas y con andares de modelo. Nekane se quedó boquiabierta. La joven lucía un cuerpo de gimnasio y de una belleza erótica que quitaba el hipo.

-Hola –se revolvía la joven el pelo mientras se pavoneaba pasillo adelante.

Pero Nekane no pudo responder al saludo. Ese culazo moviéndose o ese pubis brasileño la hizo erectar el clítoris por primera vez en mucho tiempo.

-Joder… -se agarró Nekane el entremuslo un momento por el puntazo de placer.

La joven, antes de de doblar la esquina y desaparecer, se giró y guiñó un ojo a Nekane. Casi se le para el corazón al ver ese gesto tan bien perfilado.

Tras reaccionar, Nekane bajó a la cocina donde Amparo hacía natillas.

-Hola, guapetona. ¿Ya instalada? –la recibió Amparo con una sonrisa amistosa.

-Sí, ¿qué haces?

-Natillas de vainilla con galleta para esta noche, ¿me ayudas?

-Yo soy un desastre en la cocina.

-Yo te enseño.

-Vale. Oye, ¿hay alguien más alojado aquí?

-Sí, vosotros y una chica.

-¿Qué chica es?

-Se llama Ana Etxeberría y suele venir a la isla de Mallorca a hacer top-less en la playa. Luego coge su jet privado y vuelve a Málaga.

-¿Qué es? ¿Millonaria?

-No tengo ni idea, pero suele estar aquí un día y por la noche se va. Cuando pasan dos o tres semanas vuelve por aquí.

-Es que la he visto pasar y es realmente… en fin…

-¿Te ha dicho algo indebido?

-Que va. Es solo que…

-Que está más rica que el tomate con sal, ¿no?

-Algo así.

-Sí, Ana no deja indiferente a nadie. La suelo ver cada verano por aquí. Ya somos grandes amigas aunque no hablamos mucho. No es como tú ahora, entablando una conversación conmigo.

-Ella es más reservada, ¿no?

-Y lo entiendo. Ana es una chica de negocios y hace bien en ser prudente.

-¿Qué edad tiene?

-22 años.

-¿Y de dónde saca tanto dinero?

-Chica inteligente, Nekane. Por el mero hecho de ser universitaria no quiere decir que no tenga proyectos.

-¿Sabes lo que estudia?

-Medicina. El próximo año acaba y hará el doctorado. Una eminencia, Nekane. Lleva ya 18 Matrículas de Honor y un galardón de plata a la mejor estudiante 2016. Esa chica vale su peso en oro.

-Sí, ya la he visto desnuda.

-¿Desnuda? Mira que se lo he dicho. Que no se pasee en cueros.

-No, no pasa nada. Da gusto a los ojos.

-Opino lo mismo –rió Amparo.

-¿Entonces esta noche se va?

-A las diez coge su jet en una pista privada del aeropuerto. Vendrá una limusina a recogerla y su seguridad personal la escoltará en cuatro todoterrenos. Ocurre siempre.

-Pero, ¿quién es esa chica?

-¿Te doy una pista?

-Sí, por favor.

-Es famosa en Internet. Búscala por ahí.

-Gracias, Amparo –la abrazó Nekane.

-Sí, vete. Haré sola las natillas.

-¿De verdad?

-De verdad, anda.

Nekane se acopló en el patio con su portátil HP y se conectó a Google. Buscó el nombre de Ana Etxeberría y enseguida localizó noticias de periódicos digitales.

ANA ETXEBERRÍA, LA REINA DE LA DROGA SINTÉTICA.

-Wow…

Otra noticia.

LA CHICA MÁS BUSCADA POR EL FBI Y LA INTERPOL. Y aparecía la foto de Ana Etxeberría.

-Madre mía…

Otra noticia más.

ANA Y SUS DOS BUQUES CON 18000 KILOS DE HACHIS CADA UNO.

-Hija de puta… -A Nekane le iba gustando mucho más esa chica.

MUEREN 17 INSPECTORES DE POLICÍA QUE INVESTIGABAN A ANA ETXEBERRÍA.

-Esto es increíble…

-¿Qué es increíble? –apareció Lorenzo en toalla y bañador.

-Er… el calor, es increíble el calor que hace.

-Por eso me voy a la piscina. ¿Te vienes?

-Luego.

-Te va a dar algo aquí.

-Eso tiene arreglo –entró en escena Amparo con un vaso de coca-cola hasta el borde de hielo.

-Oh, Amparo, eres la mejor –se lo agradeció Nekane.

-Yo necesito un chapuzón ya o me deshidrato –besó Lorenzo a su chica y se alejó.

-Mmmmm, esto es lo que necesitaba –saboreó Nekane el refresco.

-¿Cómo te va?

-Esa chica es un pasote.

-Busca en pornotube. –Y Amparo se alejó aguantando la risa.

¿Pornotube? Nekane entró en esa página porno y no tardó en encontrar videos donde aparecía Ana practicando sexo en una piscina, o en una hamaca, o en una silla de mimbre. Definitivamente, Nekane se enamoró hasta las bragas de aquella jovencita. Lo tenía todo. Belleza. Fama. Dinero. Y un emporio de millones gracias a sus videos pornos y a sus turbios negocios. Era una femme fatale y Nekane se derretía solo de pensarlo. Se descargó una docena de vídeos de Ana y solo había mirado cuatro páginas.

Nekane pensó un rato y luego apagó el portátil. Volvió a la cocina donde Amparo preparaba un batido de tomate con cebolla.

-Amparo, estoy flipando con esa chica –se sinceró Nekane.

-Anda, toma, habitación 4 –acabó el batido.

-¿Es para ella?

-Llévaselo tú.

-Ay, gracias, Amparito –la volvió a abrazar.

-Pero ve con cuidado. Esa chica puede ser una víbora si se lo propone. Le das el batido, la saludas y te vas, ¿vale?

-Vale.

-¿Prometido?

-Prometido.

Nekane cogió el vaso de batido y abandonó la cocina.

Amparo pensó y sonrió de modo malévolo.

Con un tembleque por todo el cuerpo, Nekane acabó frente a la puerta con el número 4 adherido a la madera.

-Vamos allá…

Y pegó con los nudillos.

-Adelante.

Y Nekane entró. Allí estaba Ana desnuda en el balcón y refrescándose con el agua de una manguera. La estampa tórrida no se le olvidaría jamás a Nekane. Aquella imagen la conquistó del todo ya.

-Hola, ¿pediste un batido de…? Bueno, un batido.

Ana cerró el agua de la manguera y se hizo con una toalla. Luego entró en la habitación mojada y hermosa como una diosa.

-Sí, gracias. Pensé que me lo traería Amparo.

-Ella no podía y me lo pidió a mí.

-Ah, vale. Ponlo en esa mesa.

-Claro.

-¿Tú eres la nueva?

-Sí, me llamo Nekane.

-¿Y tu acompañante quién es?

-Un amigo solo. Es gay.

-Ah, entiendo. Le gustan las sorpresas por detrás, ¿no?

Ambas rieron.

-Vale, gracias, Nekane. Puedes irte. ¿O es que no quieres irte?

-¿Yo? Sí, ya me voy.

-Puedes quedarte si te apetece.

-¿Me dejas?

-Desde que te vi en el pasillo me pareciste un caramelito. Me follaste entera con los ojos.

-Bueno… yo no…

-¿Eres tímida? Ya vamos mal. Yo quiero que una hembra sea decidida y muy guarrona. ¿Tú lo eres?

-No, pero podría serlo.

-¿Lo harías por mí? -Nekane calló nerviosa-. Reconócelo, querida. Te mueres por follarme.

-Eres muy creída.

-¿Acaso miento? ¿A que no?

-Te crees muy guapa, ¿verdad?

-Ya lo creo. Cada mañana me miro al espejo un rato y me deleito con mi belleza. Esa es la mujer que vale, la mujer que se siente segura con su belleza y su erotismo. El resto son mojigatas y estrechas que no follan en dos semanas… -la miró Ana de reojo y con intención.

-¿Cómo coño lo sabes? ¿Te lo ha dicho Lorenzo?

-Tu habitación es la 3 y las paredes hablan.

-¡Yo no soy ninguna mojigata ni ninguna estrecha! ¿Te enteras?

-Pues demuéstramelo.

-Haré lo que me pidas para demostrártelo. Puedo llegar a ser muy hembra.

-¿Lo que sea?

-Lo que sea. Ahora y aquí mismo.

-Bájate las bragas y dámelas.

-¿Cómo?

-Dijiste lo que sea.

Pese al apuro, Nekane se subió la falda para bajarse las bragas. Sacó un tobillo, luego el otro y se las sacó.

-Toma –se las dio Nekane.

Ana se las llevó a la nariz buscando males olores.

-Están limpias. Póntelas otra vez y te largas. Hemos acabado aquí.

-Espera, lo puedo solucionar –cogió Nekane sus bragas y se las restregó por su zona genital y luego anal. Así varias veces. Ana sonreía sorprendida-. A ver ahora, toma…

Ana volvió a olerlas, esta vez a su gusto.

-Me has alegrado el potorro, Nekane.

-¿Qué mas?

-¿Tienes ganar de cagar?

-¿Cómo dices?

-Quiero una muestra de tus heces.

-Joder… -Nekane cogió valor y fue al cuarto de baño. Se sentó en el váter e hizo fuerza. Ana la miraba desde la puerta.

-¿No puedes?

-Espera, joder. Almorcé poco en el avión.

Ana se arrodilló frente a ella.

-Venga, Nekane, relaja el esfínter.

-Un momento…

Y Nekane pudo soltar unas cuantas cagarrutas que fueron cayendo una a una.

-¿Ya?

-Bufff… ya…

-Yo te limpio –cogió Ana el papel higiénico y ella misma se encargó de limpiar el culo a Nekane. Olió los restos en el papel con satisfacción-. Ya está, levanta el coño.

Y Nekane se quitó del váter.

Ana examinó visualmente las cagarrutas dentro del váter.

-Parece la cagada de una quinceañera –sonreía Ana.

-¿Es de tu agrado?

-Luego las guardaré en mi nevera portátil.

-¿Qué mas necesitas?

-Que te desnudes.

Allí mismo, Nekane se desnudó. Ana se dedicó a mirarla sentada en el váter.

-Acércate a mí –ordenó Ana.

Nekane obedeció.

-Tienes un clítoris precioso, Nekane.

-Gracias.

-Quiero que te hagas una paja delante mía. ¿Podrás?

-Lo intentaré.

-Pues venga, date con la mano.

Pero Nekane sentía dolor a medida que se frotaba.

-Estás muy nerviosa, Nekane. Relájate.

-Lo siento… -sollozó con pena.

-Sssssh, tranquila, déjame a mí. –Y Ana fue dando besitos alrededor de la zona púbica. Muslos. Caderas. Ombligo. A Nekane le gustaba y se fue destensando. Ana comprobó cómo su vulva se contraía de adentro afuera, y las primeras gotitas de flujo surgían como semillas de amor.

-Dime si te duele o te gusta, ¿vale?

-Vale.

Y Ana golpeó el clítoris de Nekane con la yema de los dedos.

-Ahhhhh, joder… mmmmm…

No hizo falta más. Ana colocó su mano y empezó el frotamiento clitoridiano. Nekane se agarró a la cabeza de Ana mientras las descargas de placer iban y venían desde el pubis al resto del cuerpo. Ana aligeró el roce con los dedos provocando los primeros gemidos de Nekane. Así un par de minutos.

-Ahhhh, coño… qué bien lo haces, Ana…

Ahora Ana pasó a los golpeteos haciéndola gritar. Unos cuantos más y Nekane se corrió soltando un chorro de flujo en el suelo alicatado.

-AHHHH, COÑOOOO…

-Eso es, guarrona… así me gusta… -no cesó Ana el frotamiento mientras el flujo seguía emanando como una cascada de sexo.

-UUUUUUUUH… -alzó Nekane la cabeza y apretó los ojos. Ahí venía el segundo orgasmo.

Ana reía de felicidad. Con el dedo presionó el clítoris con firmeza y logrando que Nekane llegase a un tercer orgasmo.

-Me muero… joder… AHHHHHHH, COÑO…

-Un diez para el coño de Nekane –reía Ana.

-Ay… uy… joder… buffff… -le llegaron a Nekane los espasmos orgásmicos y los bandazos.

-Te has corrido como una campeona… o como una puta –seguía Ana riendo.

-¿Cómo lo he hecho? –sudaba sofocada Nekane.

-¿Puedes andar?

-Creo que sí.

-Ven conmigo –la cogió Ana de la mano y la llevó hasta la cama. Allí la empujó con agresividad y la tumbó en el colchón. Luego se subió encima de ella y empezaron los besos, las mordeduras y los arañazos de uñas. Se revolcaban y se reliaban entre las sábanas como perras en celo.

-Cómemela, cabrona –ordenó Ana.

-Ahora mismo, cariño.

-Cariño no. Puta.

-Eso quería decir –colocó Nekane la cara entre sus muslos y su lengua atravesó la cavidad afinada.

-Ahhhhh, joder… -pegó Ana un repullo de placer.

Nekane se agarró a los muslos de Ana y así estuvo tres minutos, sin sacar la lengua y serpenteando vaginalmente.

-¡¡Puta hostia!!... AHHHHHH… dale, dale más… joderrrrr… -Ana se tapaba la cara con la almohada de tanto placer.

Ana separó el culo del colchón y lo levantó, pero Nekane supo seguir el movimiento sin sacar la lengua.

-Hija de puta qué bieennnnnn… mierdaaaaaahhh…

Ana se retorcía como un contorsionista.

Nekane hendió la boca y la lengua más aún haciendo gritar a Ana. Al cabo de dos minutos, Ana no aguantó más y alcanzó un orgasmo fastuoso, cinco segundos después vino un segundo orgasmo y un tercero que casi mata de placer a Ana. Y todo esto sin que Nekane sacase la lengua.

-HOSTIAAAAAAHHH… putaaaaa… -llegó un cuarto orgasmo y luego Ana abrió los pulmones buscando aire con ansia. Quedó explayada en la cama con Cristo en la cruz. Y el caso es que Nekane seguía sin sacar la lengua. Ana jadeaba con todo el cuerpo cubierto por una película gruesa de sudor.

-Quédate ahí abajo otro rato –pidió Ana y Nekane continuó lengüeteando.

Ana cerró los ojos y se relajó con los muslos encima de los hombros de Nekane. Con el gusto de la lengua escudriñando sus entrañas, Ana se quedó dormida.

Al cabo de cinco minutos, Nekane se dio cuenta y por fin sacó la lengua. Se arrimó a la cara de Ana y viendo que se enamoró de ella como una loca. La cubrió de besitos y mimos, y se durmió junto a ella. Cerró los ojos y al abrirlos ya era de noche. Nekane buscó a Ana y la encontró recién duchada y vistiéndose.

-Ana, ¿te vas?

-Sí, me recogen en cinco minutos.

Nekane se bajó de la cama y se aproximó a ella para besarla.

-Dame tu WhastApp. Quiero volverte a ver –se lo pidió Nekane.

-Están en mis bragas –las señaló Ana sobre la mesa. Nekane hurgó en ellas y encontrando un número escrito a rotulador-. Me tengo que ir ya.

-Ven aquí –volvió Nekane a besarla-. No me olvides.

Ana sonrió y acabó de vestirse. Se despidieron con un tercer beso apasionado y Ana se marchó.

Nekane quedó fascinada y encantada. Desnuda y con su ropa en las manos volvió a su habitación. Allí estaba Lorenzo desnudo debido al calor y tumbado en la cama.

-Nekane, ¿dónde coño estabas? Llevo buscándote horas. ¿Y qué haces en pelotas?

Nekane posó como una furcia poligonera mientras se revolvía el pelo.

-Oye, ¿qué te pasa?

-¿Quieres sexo? Pues lo vas a tener, cabrón –saltó Nekane en la cama como una leona en celo buscando a su león erecto.

-Nekane, ¿estás bien?

Pero Nekane contestó arañándole el pecho con las uñas mientras le besaba. Le susurró al oído…

-Te voy a follar bien follado.

… y cumplió con su promesa.

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