Nuevos relatos publicados: 0

Convirtiéndome en prostituta

  • 10
  • 20.309
  • 9,59 (17 Val.)
  • 0

Empecé mi experiencia como travesti hace mucho tiempo. Como lo conté antes, lo hice porque mientras veía videos porno una de las primeras cosas que noté fue que lo que más me gustaba era imaginar ser la puta que era cogida por un montón de hombres. Por eso, vestirme de puta fue mi norma. Pero no era sólo vestirse como una puta: ahora tenía que ir "allá afuera", y tomar la calle como tal. Después de años de práctica y ajustes (conseguir el vestuario adecuado, maquillaje, actitud, lugares para visitar, etc.), en el arte de parecer una prostituta, sabes que tarde o temprano, dejaría de ser solo un disfraz. Eventualmente se convierte en una realidad.

Así es como me convertí en una travesti que amaba imaginar cómo ser una puta para convertirme en una real. Esa fue mi primera noche como una prostituta. No fue hace mucho tiempo; en aquel entonces ya tenía mucha experiencia con caminar por la calle "solo para fingir" ser una prostituta. Era (y todavía es) una sensación muy ardiente: estar ahí afuera, en la noche, en tacones de 8", portaligas, tanktop y minifalda ajustada, recibiendo mucha atención. También ya tenía experiencia masturbando hombres, lo había hecho en alguna esquina oscura de algún club nocturno, después de algunas bebidas por supuesto. Incluso había tenido un “fuck-buddie” que me cogía regularmente.

Pero esta vez fue diferente. Esa noche había estado haciendo webcam para algunos chicos, jugando con dildos, chats calientes y otras cosas, y después de un rato de todo eso, realmente necesitaba una verdadera verga. Me sentía en celo y llena de lujuria. Estaba tan lista para algo salvaje (y sí, también tenía algo de alcohol en mi cabeza). Así que me puse un traje muy sexy, tacones altos y maquillaje, tomé las llaves del auto, y me dirigí a uno de mis parques favoritos de la ciudad (y ustedes saben el tipo de cosas que suceden alrededor de los parques). Era tarde, casi medianoche. No me importaba, estaba en modo “de caza”. Así que, con mi bolso en una mano y un cigarro en el otro comencé una caminata larga. Por supuesto, no estaba sola. Esta era la zona roja, así que había chicas aquí y allá. Esa noche yo era otra prostituta más con la esperanza de servir. Vestida como estaba no me tomó mucho en llamar la atención de los transeúntes. Algunos trataron simplemente charlar... lo siento amigo, no estoy con ánimo chat. No estaba segura de lo que estaba buscando... ok, quería que me comieran por supuesto, pero, ¿iría a algún club nocturno para conocer a alguien allí (había uno a una calle)? Todo lo que sabía era que estaba inusualmente en celo y que ansiaba sexo y verga. Y entonces sucedió. Un auto rojo tipo SUV redujo la velocidad y se puso a mi lado izquierdo y luego, desde dentro, un tipo en sus 40s me dijo:

- "Hey cariño, te ves muy rica esta noche”…

Le dije gracias a eso con una sonrisa sensual. Y entonces preguntó:

- "Entonces, ¿cuánto para el servicio completo?"

La pregunta me tomó por sorpresa - ¿este tipo me ofrece dinero por sexo? ¿Como si yo fuera una puta de verdad? Puede que me haya tomado unos segundos para procesar lo que pasaba, pero me pareció horas para mí: "tener sexo por dinero... por qué no, después de todo, ya me visto y actúo como una puta”. Tratando de obtener algún tiempo extra para decidir, me apoyé en su ventana derecha, y le pregunté

"¿Tienes un lugar?"

A lo que dijo sonriendo: "bueno, no realmente, pero la parte trasera de mi coche es bastante grande y además, todas las ventanas están teñidas. No se ve nada".

Mientras hablaba, meditaba sobre mis opciones: "Podría simplemente decir no y seguir caminando, hambrienta de sexo, o, podría decir que sí, que me coja, y que me paguen"; con eso oficialmente me convertiría en una prostituta. Ser una prostituta. Tenía un poco de sentimientos encontrados: me encantaba la fantasía... pero ¿quería que se convierta en una realidad? ¿Qué pasa si después me siento mal? Y luego, ignorando todos los contras, me dije a mí misma: "¡oh qué carajo!"... ¡Hagámoslo!

- Dije, "¿Qué tal unos 80 dólares?" (quizá era una puta barata en esos días)

- “Seguro, bebe. Entra. Conozco un lugar muy cercano”.

Y así, me metí en su coche, listo para cruzar la línea...

Así que ahí estaba yo en mi top de tubo rojo favorito, minifalda de licra bien pegadita y tacones altos... la puta clásica, en el parque, en medio de la noche, ofreciendo mi cuerpo por dinero. Caminé alrededor de la parte trasera del coche, tratando de no tener dudas sobre ello. En el fondo, quería hacerlo. Esa noche quería convertirme en una prostituta.

Abrí la puerta y entré. Intercambiamos sonrisas, nombres y holas.

- Hola amor, soy Daniel. Wow, ¡realmente tienes piernas increíbles!

- ¡Gracias! Soy Claudia.

Tengo que decir que él era guapo, lo suficiente para que se coja, y probablemente cuarentón. A juzgar por su buen coche, supuse que era un hombre de negocios.

- ¿Así que a dónde vamos? Pregunté.

- “Bueno, no tenemos que hacerlo en la parte trasera de mi auto; eso sería terrible para una chica linda como tú. Conozco un motel amigable por aquí; son bastante discretos acerca de estas cosas"

Supongo que lo que quiso decir es ir a una habitación con una prostituta.

- "Claro, suena bien. Pero primero, te das cuenta de que soy una tranny, cierto, no una mujer?" le advertí

"Por supuesto cariño, por eso te elegí a ti", dijo. "Wow!".

Condujo por algunos unos minutos, alejándose del parque. Charlamos un poco, sólo para conocernos y romper el hielo. Finalmente, allí estábamos, en un motel. Después de registrarnos, nos dirigimos a una habitación en el segundo piso. He tenido sexo en moteles antes, con algunos amigos de la oficina, pero esta vez me sentí diferente: yo era la prostituta caminando al lado de mi cliente. Había algo realmente caliente y kinky sobre todo esto. Mis tacos resonaban en el piso de madera de las escaleras. Me sentía cada vez más en celo a medida que nos acercábamos a la puerta de la habitación. Daniel tenía unas cervezas con él, así que una vez en el cuarto compartimos un trago “antes de entrar en los negocios”

-“¿Debería darte el dinero ahora mismo?” -preguntó.

"Oh, no, dejemos eso para después" dije sonriente.

Daniel comenzó a desnudarse, primero la camisa y luego con sus pantalones. Pero antes de que él pudiera sacarse la ropa interior, me puse de rodillas delante de él y lentamente se la quité yo misma. Lo que encontré debajo de ella era una preciosa verga. ¡Sabía que iba a ser MUY feliz esa noche! Cuando lo toqué suavemente, pude ver cómo se transformó justo delante de mis ojos (y boca) en una enorme pieza de carne con una cabeza enorme y brillante; medía por lo menos 25 centímetros. Era una puta primeriza afortunada.

Para entonces ya había me quitado parte de mi ropa. Tomé suficiente alcohol para estar totalmente desinhibida (y salvaje), así que una vez que se sentó en la cama, con las piernas abiertas, ofreciéndome su carne dura, me rendí y me puse de rodillas y como si fuera la última verga en la tierra. Lo agarré con ambas manos y lo tragué entero hasta tocar mi garganta en un solo golpe! Los 25 cm desaparecieron dentro de mi boca. Incluso yo misma estaba en estado de shock! "OMFG! - ¡Eso es tan putamente caliente!" Y luego, como tratando de protegerla, mantuve su verga entera en mi garganta durante 1, 2, 3... 10 largos segundos, hasta que la dejé totalmente cubierta con una capa de densa saliva. Y luego otra vez, y otra vez, y otra vez; él cogió mi boca una y otra vez, empujando mi cabeza contra su mazo. De vez en cuando, me golpeaba por la cara con su polla, frotándolo todo. Luego me pidió un 69; "Por supuesto cariño," dije, moviéndome encima de él, con mi verga justo encima de su boca. Empezamos una mutua danza de chupar verga, y garganta profunda entre nosotros. Soy una verdadera adicta a la verga; las piezas grandes me alocan y, si por mí fuese, podría haberme pasado la noche sólo chupando su carne dura. Pero por supuesto, mi cliente quería cogerme en el culo y yo, su puta, tenía que obedecer. Por mucho que yo quisiera ser totalmente inundada con su semen caliente y salado, ahora le tocaba a mi culito.

Así que me puse en mis cuatro, boca abajo, las caderas alzadas, ofreciendo mi culo. David tomó su lugar detrás de mí. Como cualquier otro motel por horas, la habitación tenía espejos a nuestro alrededor. Había uno delante mío para que pudiéramos vernos el uno al otro, lo cual lo hacía más erótico aún. Pude ver entonces como ubicó su enorme verga delante de mi culo. Y entonces lo sentí: la enorme cabeza que entraba dentro de mi cuerpo... awww... y entonces, pulgada tras pulgada, su pene desapareció en mi culo. Me sentí en el cielo, drogada, intoxicada... su carne era tan gruesa que sentía como tener una lata de coca cola en el interior. "¡Oh, por favor, fóllame fuerte!", le supliqué, y luego, tomando mis caderas con ambas manos, comenzó a perforarme como una verdadera máquina de coger, sin parar. Entraba y salía, entraba y salía, una y otra y otra vez. Era tan ardiente verme en el espejo, siendo cogida por un hombre detrás de mí. Era como ver películas porno, y yo era la puta de la película - igual que las que envidiaba cuando comencé a vestirme como mujer. Me miraba al espejo y creo que hasta me sentía orgullosa de mi misma: “soy una puta… soy una puta…” repetía con una sonrisa. Mi largo cabello se mecía al ritmo de la penetración, cubriéndome el rostro. No sé cuánto duró en mi culo, perdí la noción del tiempo. Tomamos varias posiciones, en cuatro, sentada en su verga, de pie. Mi culo estaba tan hambriento de carne dura. Eventualmente él tuvo que vaciarse y yo no iba a dejar que el jugo se desperdiciara dentro de un condón así que, le ofrecí masturbarlo para que se vacíe sobre mi cara y cuello. Él aceptó por supuesto. Así que, cuando se sentó en el borde de la cama lo masajeé vigorosamente para sacarle toda la leche caliente (y yo estaba tan tentada a abrir la boca y comérmela toda). Frota y frota hasta que su verga explotó como un volcán, disparando enormes cargas de semen caliente y salado en todas direcciones. Apunté su pene a mi cara y cuello, cubriéndome con esperma por todos lados. Yo quería cada gota de ella. Quería ser bañada en ese semen lechoso. Daniel tenía harta leche, rociando todo mi cuello y pecho, pero luego dejando las últimas gotas para bañar mi frente y mejillas (y sí, simplemente no pude resistir la tentación de tomar algunas gotas con mi lengua).

Luego de casi 3 horas, nuestra sesión había terminado. Nos vestimos y estaba lista para concluir nuestro negocio. Era tiempo de pago. "Tuve un tiempo increíble, bebé. Eres una puta increíble de verdad, así que voy a darle los 80 que pediste, más de 20 dólares como propina. ¿Te parece?

"Claro cariño, gracias por eso. ¡También la pasé estupendo! "

Cuando me entregó el dinero pensé "mierda, SOY de verdad, una puta. Estoy ofreciendo mi culo por dinero. Me pagan para que me cojan. Me he convertido finalmente en una puta travesti. Contra todo temor, no tenía ningún sentimiento de culpa, al contrario, fue realmente el inicio de una nueva etapa en mi vida. Ya no era solo una “tranny” que se “disfrazaba” de puta; ahora era una y por una extraña razón, me sentía incluso feliz por el “upgrade”… como un sueño hecho realidad. En los próximos meses mis sesiones de sexo por dinero fueron aumentando, de una a dos, luego 3, hasta 4 veces por semana. Empezaba a hacer buen dinero; al mismo tiempo, en la oficina cada vez se hacía más difícil ocultar la nueva Claudia.

Pero esa noche simplemente regresé feliz a casa. Llegué a mi auto, me miré al espejo y me di cuenta que había estado por la calle con rastros de semen en la cara.

(9,59)