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El final de mi relación: el joven amante de mi esposa

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Hola a todos. Me llamo Oscar y esta es la historia de cómo mi esposa consiguió un amante y cambió nuestras vidas para siempre.

Todo esto empieza hace tres años, Alma y yo llevábamos 15 años casados, ella tenía 41 años y yo 44. Nuestro matrimonio había sido bueno hasta cinco años atrás. Comencé a sufrir de disfunción eréctil, sumen eso a mi esterilidad y ya sabrán cómo empezó a ir todo a mal. Mi pene era bastante normal, 12 centímetros en erección. Durante unos meses peleábamos a diario y al año resolvimos nuestros problemas, pero ella ya no me quería de la misma forma, me trataba bien pero nunca como antes.

Alma había sido mi sueño desde que la conocí. Piel morena, tetas hermosas, un culo grande y caderas pronunciadas. Era muy carismática y popular. Fue un milagro que me eligiera a mi de entre todos los otros pretendientes.

Mi trabajo comenzó a consumirme y pasaba poco tiempo en casa, viajaba semana sí y semana no. Esto sigue siendo así hasta la fecha.

Total, hace tres años volví un día antes de mi viaje de promoción. Quería sorprender a Alma llevándola a desayunar a algún sitio bonito, eran más o menos las seis de la mañana y fui con mucho silencio para poder sorprenderla. Cuando llegué a mi cuarto abrí la puerta con mucho cuidado y la vi acostada sobre el cuerpo de un hombre. Ambos estaban desnudos y ella tenía la cabeza apoyada en su pecho con una sonrisa mientras los dos dormían.

Cerré la puerta, me di la vuelta y salí de la casa junto con mi maleta.

Comencé a pensar en ello y tuve ganas de volver, cuando los vi mi cabeza estaba hecha un desastre, no vi la cara del otro hombre, ni siquiera recordaba otra cosa que no fuera su pecho con Alma dormida sobre él.

Al final me quedé en un hotel llorando casi todo el día. Al día siguiente volví a mi casa y ahí estaba ella, sonriente y feliz como casi siempre. Dejé las cosas como estaban, decidí olvidarme del tema y lo ignoré completamente. Pasaron unos días y volvería a viajar. No pude evitarlo y contacté con una agencia de equipos de vigilancia. Les expliqué mi situación y me facilitaron todo, me instalaron cámaras diminutas por toda la casa y un micrófono hiper receptivo por cada una de ellas. En total fueron 20 mil pesos mexicanos. Una cámara en la entrada, otra en el comedor, en ambos baños y en las cuatro habitaciones. Tuve que invitar a mi esposa al cine y a una cena, para cuando volví me conecté con la aplicación desde mi celular y podía ver todo con claridad. Había valido la pena pagar.

Me subí a mi avión y viajé durante 4 horas. Cuando llegué a mi destino lo primero que hice fue entrar a la aplicación y dar una checada a las cámaras. Lo quité casi al instante al ver a mi mujer desnuda dándose un baño. Estaba en pleno aeropuerto, decidí que mejor esperaba al estar en el hotel de la compañía.

Al llegar al hotel ella había salido del baño, se paseaba desnuda por la casa con las cortinas cerradas. Entonces escuchó como alguien tocaba al timbre de la puerta. Cambié de cámara y vi que era un vecino nuestro. Caleb, 18 años. Un chamaco moreno, de cabello negro y algo subido de peso con una espalda ancha.

Alma abrió la puerta y lo hizo pasar. Al cerrarla comenzaron a besarse. El muy hijo de puta llevaba puesta ropas muy sueltas, en menos de un minuto estaba parado al lado de mi mujer completamente desnudo. No podía verlo bien por el ángulo, veía su culo y su espalda y cómo él y Alma se acariciaban mientras sus labios estaban conectados. Comencé a llorar viendo a mi esposa con otro hombre.

Él la agarró por el culo, le abrió las nalgas sin dejar de besarla y Alma enrolló sus piernas en la caderas de Caleb de un salto. Él la llevó hasta nuestra cama y la tiró en ella.

Ahí vi algo que me hizo sentir inferior a él, hasta el día de hoy sigo sin poder superarlo.

Un pene jodidamente asqueroso. El prepucio era oscuro, muy largo y grueso en comparación a mi pene, algo un tanto desmesurado. Con el tiempo mi mujer me lo dijo, 23 centímetros de pene y sus testículos eran negros directamente y grandes como naranjas. No podía entenderlo, cómo alguien tan joven podría tener semejante cosa. Pero a Alma eso no le importó. Gateó hasta el borde de la cama donde Caleb la esperaba con su horroroso pene erecto. Mi amada Alma tomó su cosa con las dos manos, bajó el prepucio con brusquedad y comenzó a lamer su glande rojo mientras acariciaba con una mano sus testículos.

Cuando me calmé un poco me di cuenta de que estaba duro, más duro de lo que había estado en años. Mi pene erecto palpitaba. Me desnudé, puse el celular en la mesa y me conecté con mi laptop.

Caleb había cambiado de posición, estaba lamiendo el coño de mi mujer y haciéndola gritar de placer. Comencé a masturbarme y no tarde en eyacular toda la pantalla, la limpié con papel de baño y mi pene seguía durísimo. Continué masturbándome mientras Alma le llenaba la cara de fluidos a su joven amante.

La diferencia de edad era muy grande, Alma tenía poco más del doble de años que él. Caleb tenía la piel tersa, músculos y se le notaba joven. Alma por su lado, tenía sus tetas un poco caídas, sus nalgas ya no estaban tan levantadas y su vientre era el de una madura que se cuidó como loca toda su vida, pero que no podía esquivar el paso de los años, se conservaba bien, pero la flacidez viene con los años.

Aun así, parecían no tener problemas. Alma se recuperaba del orgasmo cuando Caleb, sin previo aviso, metió su pene con mucha brusquedad. El grito de dolor de mi esposa me hizo insultar a ese pendejo a pesar de saber que no podía escucharme. Gritó más y más y parecía no estar disfrutándolo. Cuando me di cuenta era todo lo contrario; estaba sonriendo y mordiéndose los labios mientras jugaba con sus propios senos.

Caleb comenzó a estrangularla y Alma se limitó a observarlo, entonces él paró cuando mi mujer estaba roja de la cara y comenzó a besarla. Alma no tardó mucho en darle una chachetada y él se la devolvió. Eran muy rudos, nunca había visto a mi esposa así. Entonces Caleb fue más y más rápido hasta que paró de moverse totalmente cuando estaba en lo más profundo de Alma. Había eyaculado dentro.

Lo peor fue escuchar cómo Alma dijo "se está escurriendo". Ese fue el primer escalón en nuestro divorcio.

Alma lo abrazó y se besaron en mi cama. Duraron así un rato y Caleb se acostó, mi Alma se apoyó con sus manos en el pecho de Caleb y ella misma se metió el pene de ese imbécil. Ya sabía lo que se venía, era mi esposa al fin y al cabo. Esa posición era su favorita, era la que más practicamos cuando éramos jóvenes.

Caleb la dejó disfrutar de su verga un rato, ella bajaba y subía con lentitud, sus piernas en cuclillas me excitaron y eyaculé por segunda vez, mi pene comenzaba a volverse flácido de nuevo. Fue entonces cuando Caleb la tomó de las nalgas y la mantuvo a cierta altura. Comenzó a mover las caderas con mucha rapidez y su arqueroso pene entraba y salía de la vagina de Alma constantemente hasta que, inevitablemente ella se levantó para eyacular. Caleb tomo su pene y lo bañó con la corrida de mi mujer. Volvieron a hacerlo. Misma posición, y casi en el mismo tiempo Alma volvió a eyacular, fue en la cuarta corrida de mi esposa que Caleb volvió a eyacular, esta vez sacó su pene y cubrió de esperma el abdomen y una teta de mi esposa. Paso seguido, se abalanzó sobre ella y comenzó a morderle el pezón que no estaba cubierto de semen. Los pequeños pezones de Alma estaban duros. Siguieron recostados en la cama hasta que Caleb la cargó en brazos y juntos se dieron una ducha. Él le dio un beso negro y Alma le dio una "limpiadita" como ella misma dijo, a su pene.

Volvieron a la cama y ahí empezó una de las folladas más apasionada que he visto. Ambos se cubrieron de aceite, era de esos que se calientan al contacto con la piel. Sus cuerpos resbaladizos chocaban con cada embestida de Caleb. Los pechos de Alma rebotaban y podía ver cómo la luz se reflejaba en sus lubricados senos. No pasó mucho hasta que Caleb lo sacó de su vagina, le dio un beso negro que se extendió bastante y penetró su ano con delicadeza. Alma estaba apretando como nunca las manos y jalando las sábanas. Cerró los ojos y mostró los dientes y gritó como una puta cuando Caleb lo metió todo de golpe. El sexo fue más lento pero veía como el vientre de mi mujer se llenaba de aire cuando intentaba respirar, al final él sacó su horrible pene y le llenó la espalda de esperma. Se besaron y se acostaron a dormir juntos. Él le acariciaba el cabello hasta que los dos se quedaron dormidos.

Esa fue la primera de ocho veces en las que tuvieron sexo mientras estaba fuera. Después del sexo comenzaron a hablar, eso fue en el tercer día.

— ¿Cuándo le vas a decir?— Le preguntó Caleb.

— Dame un mes más, bebé— Le respondió ella.

Cuando llegué a casa la confronté y lo único que logré fue que me humillara. Se burló de mi desempeño sexual, de mi carrera y dijo que mis jefes me tenían haciendo los viajes que ellos no querían hacer, me comparo con Caleb y me dijo lo mucho que disfrutaba el sexo con él. Un mes después, me entregó los papeles del divorcio y se folló a Caleb enfrente de mí, en plena sala.

Eso fue hace tres años, como ya mencioné. Les rogué que se detuvieran mientras los dos disfrutaban en la sala que yo pagué, manchaban de fluidos las alfombras que ella me había pedido. Lo peor fue que los dos me humillaron. Cuando acabaron Caleb la forzó a pasar las piernas por detrás de su cabeza, su coño quedaba completamente expuesto ante mi, desbordando todo su asqueroso semen, cayendo hacia su ano bien abierto. Me retó a follarla y así lo quise, me saqué el pene y juntos se burlaron de mi tamaño, a pesar de ello sólo conseguí más burlas cuando ella vio que estaba erecto. No recuerdo qué me dijo exactamente pero fue algo como "sólo cuando un hombre de verdad me hace el amor se te para esa mierdita".

La familia de Alma estaban felices con el resultado. Los apoyaron a ambos a pesar de la diferencia de edad. No tenía sentido alguno, hablé con mi suegro y me dijo "él si me va a dar nietos". Después hablé con mi cuñado y me confirmó que Alma estaba embarazada. Por eso la urgencia de separarse de mí. Cómo odio que les den todo el apoyo que no me dieron a mi.

A los dos años de haber pasado todo esto se casaron y no he vuelto a recibir llamada alguna de mi exesposa ni de nadie de su familia.

Alma se quedó con la casa y un carro, yo con la otra y dos camionetas. Aunque no me atrevo a hablarles, los veo tener sexo cada semana, no saben nada de las cámaras y espero que nunca se enteren, aunque en breve nadie les dará más uso.

Ella tuvo un niño de Caleb. Esto me hizo sentir peor todavía. Suben fotos a redes sociales juntos con el niño y ves a cientos de idiotas aplaudiéndoles que no le den importancia a la diferencia de edad.

Ahora, si escribo esto, es porque quiero desaparecer. He hecho arreglos para poder cambiar e irme a vivir a otro país. Sólo quería confesarlo antes de dejar todo esto atrás. He aprendido a vivir como minimalista, así que no es mucho problema para mí. Aun así me duermo pensando en cuando se unieron frente a mí en la sala y me despierto pensando en que era mejor no haberle dicho nada a Alma, así seguiría conmigo o habría estado más tiempo conmigo.

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