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Visitas a mi vecino (Olor a chocolate)

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Diego se quedó pensando en las palabras de D. Pedro…

Edu, el masajista del equipo de fútbol. Ese cabrón, estaba esperándole para tomarse una copa… y probablemente también estaría el entrenador; que aunque estaba buenorro a tope, era medio tonto, y no terminaba de verlo…

Mientras llegaba al portal en el que vivía su tía Ana, no dejaba de pensar en ello; pero, no sabía cómo tomárselo. Cuando llegó, se olvidó del tema y se dedicó a llamar insistentemente; no le importaba despertar a su primo. Estuvo llamando, una y otra vez… pero, no obtuvo respuesta. Estaba claro que:

O, no estaba en casa, o, tenía el sueño muy pesado.

Volvieron a su cabeza las palabras del padre de Loren. Le había invitado a subir a tomar algo, en el quinto B…

... y, francamente, se había despabilado por completo. Le apetecía estar un rato acompañado de un señor así; tan educado y bien parecido. Además, quería conocerlo de una manera más informal; tomándose algo con él y sus amigos (por ejemplo)…

Cruzó la plaza y cuando estuvo en el portal, pulso el 5B.

Ariel se sentía flotando... y disfrutaba agradablemente el abrupto balanceo que le proporcionaban las certeras embestidas de ese señor, recién llegado. Se moría de gusto sintiéndole dentro de él.

- Menudo aparato se gasta el cabrón, pensaba… mientras empezaba a molestarle, un poco, lo mal que lo tenían agarrado Alejandro y su amigo el masajista para follárselo.

Pero no se quejó; y siguió con la cabeza hacía atrás y los ojos cerrados, abandonado a la tremenda follada que le estaban pegando los tres.

Ahora le sujetaban, por las axilas; Edu a un lado y Alex, al otro... mientras, Pedro se lo follaba cogiendo sus piernas y colocándolas sobre sus hombros…

Se la hundía profunda y lentamente. Y cuando ya estaba a punto de llegar al fondo, le pegaba un respingo y volvía a las andadas.

Nunca pensó que se pudiera follar tan a gusto. Ni que hubiera muchachos tan ricos y bien dispuestos, para follárselos, en su barrio.

Pero, alguien estaba llamando abajo…

Dejaron al chico tumbado en el sofá; y Alex se dispuso a salir a atender el telefonillo.

- ¿Quién será?… a estas horas, se supone que todo el mundo está en la cama ¿no?, dijo Edu…

- ¡No sé!

Y se quedó pensando en lo que le había dicho a Diego hacía un rato…

- Como no sea que el amigo de mi hijo, se haya decidido a subir… le he invitado a tomarse algo con nosotros…

… ¡está riquísimo!...

- Pues entonces atiende tu, ¡coño!… que por lo menos sepa donde es la fiesta ¿no?, dijo Alex.

- ¡Vale!, ¡vale!…

Salió a la entradita y cogió el telefonillo

- ¡Sii!, ¿quién es?

- ¿D. Pedro?...

- ¡Si!, ¿eres tú, Diego?

- ¡Si!, es que al final me he animado y he decidido aceptar su invitación… ¿sigue en pie?

- ¡Claro!, ¡por supuesto!… ¡un momentito!

Pedro, se sacudió las manos y entró en el salón un tanto excitado. Informó de lo que pasaba, y volvió al telefonillo.

Pulso el botón de apertura y… ¿ya está?

- ¡SI!, ¡VENGA QUE SUBO!…

Todos se recompusieron enseguida y Ariel volvió a ponerse el pantalón rojo.

Alex se puso un batín de raso blanco, que usaba para estar en casa; y sacó unos botes de cerveza del frigo, luego colocó una bandeja, con botellas varias, que siempre tenía a mano, sobre la mesita y fue a la cocina a por un par de jarras de cerveza, un vaso de wisky, en el que puso un poco de wisky, y una copa grande con wisky y unas gotitas de menta, que llenó hasta la mitad; de modo que realmente pareciera que estaban tomando algo... y, luego, se sentó en su sillón favorito.

Edu se subió los pantalones, y se puso a colocarlo todo en su sitio; por si había que darle un masaje a alguien más.

D. Pedro, volvió a vestirse de arriba a abajo, y se quedó esperando para abrirle la puerta.

Por supuesto, que el recibimiento fue delicado y amable, mostrando sorpresa y mucho agrado por parte de Pedro. Pero cuando entró en el salón, y vio a su primo Ariel con ellos, se quedó quieto, sin atreverse a dar un paso mas; no podía hablar...

Ariel se retrepó en el sofá, ofreciendo una visión inmejorable de su entrepierna; y con un bote de cerveza recién abierto en la mano, miraba a su primo sin entender absolutamente nada.

- ¡Coño, Diego! ¿qué haces aquí, a estas horas?

Y mirando a Alex frunció el entrecejo…

Diego, no contestó…

Pero, miró a Alex, y luego a Edu, que estaba de espaldas, colocando sus potingues en una mesita que había junto a la mesa de masajes.

Y arrancó...

- ¡Joder!... qué reunión más interesante, dijo… ¿Se puede saber en casa de quién estoy?, preguntó mirando a Pedro.

- Estás en mi casa, dijo el entrenador… ¿por?

- ¡Ah!... ¿en tu casa?… ¡ya!...

Luego volvió a mirar en dirección al sofá...

- ¡Por fin, te encuentro!, le dijo a su primo Ariel, que le miraba fijamente...

- ¡Ah!…

…. pero ¿me estabas buscando?

- ¡Si!... ¡por eso estoy aquí!…

... de una manera indirecta, pero sí… ¡por eso!…

… aunque, realmente, he subido a estar un ratito con D. Pedro y sus amigos; a tomarme una copa… pero, ¡claro!... sus amigos también son los míos, ¿no?… y volvió a mirar a Alejandro, que no cabía en si, de excitación; y le miraba sin saber que decir.

- ¡Por supuesto!, Diego, dijo Edu; que en ese momento se volvió, para mirarle con una sonrisa de oreja a oreja.

Diego respiró profundamente...

No. No estaba cabreado. Solo un poco aturdido; pero, estaba bien. La verdad, es que, en el fondo, le gustaba la reunión.

Ariel, les miraba; a ver si entendía algo... pero no lograba enterarse de nada. No entendía lo que decía su primo. Así que se levantó...

- ¡Tengo calor!... voy a darme una ducha, ¿te importa Alex?

- Ya sabes que estás en tu casa, chico...

Se quitó la camiseta; y la enarboló diciendo:

- ¡Está sudadísima!, ¡joder!...

La dejó sobre el respaldo de una de las sillas; y salió del salón, rumbo al cuarto de baño.

D. Pedro, que estaba de pie, dando pequeños paseíllos y asistiendo perplejo a la escena, le dejó paso; y después de mirar a los demás, y comprobar que seguían con el tema (entretenidos), se decidió a seguir al chico que tan grata impresión le había causado.

Cuando entró en el cuarto de baño, Ariel ya estaba completamente desnudo y sintiendo el agua que caía sobre su piel… (Demasiado fría, para su gusto).

Le echó mano al grifo para regular la temperatura y...

- ¡Deja, deja!, chico; que eso tiene truco…

D. Pedro, se había acercado para ayudarle…

- Debería haberlo arreglado hace ya tiempo, pero es que Alex, es así…

Se había colado, detrás de él; y le miraba con los ojos llenos de deseo.

Al chico no le importó, en absoluto; estaba descubriendo un mundo nuevo, que le fascinaba, y ese señor estaba tremendo. Además, follaba muy bien.

Ariel bajó la vista y se quedó mirándole el cipote con descaro…

Pedro ya se había desnudado, casi por completo; solo le quedaba la camisa y el reloj de pulsera.

- ¿Si quieres?, puedo enjabonarte…

- ¡Vale!

Y se dio la vuelta…

- ¡Por favor!, recuérdame que he dejado el reloj en el primer cajón, ¿vale?

- ¡Vale!

Le derramó un buen chorro de gel sobre los hombros, y pegándose a él, empezó a extendérselo por el pecho; directo a los pezones…

Las manos de Pedro se movían tranquilas, acariciando ese pecho con verdadera lujuria… jugando con los pezones, que mantenían al chico despierto y deseoso, y luego, continuaron con el resto de ese precioso torso, como solo ellas sabrían hacerlo.

De vez en cuando, bajaban hacia el ombligo y se entretenían un ratito a su alrededor…

... luego le cogían la polla, que cubrían de espuma, para meneársela durante un rato; y luego se perdían entre las nalgas y se concentraban en lavar muy bien ese ojete... a fondo.

Así estuvo varios minutos, hasta que volvió a coger el gel otra vez, para seguir lavando esos maravillosos bajos.

Ahora la espuma era mucho más abundante y mucho más ligera y blanca...

Se llevó una mano al rabo y con la otra profundizó en la raja de ese culito precioso... y cogiendo a Ariel por las ingles y se lo arrimó hasta perforarle el ojete.

- ¡Aghhh!… ¡sí!… que bien… ¡siga, siga!... ¡aghhhh!… ¡aghh!

- ¡Qué bueno estás!, ¡cabrón!… ¡me tienes loco!

Poco a poco, Pedro se fue embalando, y aunque empezó metiéndosela lentamente…

... en segundos cambió el ritmo y empezó a pegarle zambombazos descomunales, que hacían que el chico tuviera que dar saltitos cada vez que arremetía...

- ¡Guauuuu!…

... ¡aghhh!… ¡pegale!, ¡pegale fuerte!… ¡cabrón!…

En un momento dado, le soltó y le empujó contra la pared. El chico le entendió. Sacó el culo, y después de aclararlo bien, con mucha agua, empezó a darle lengua con verdadera glotonería…

Luego volcó gel donde empieza la rajita; y le dejó caer un buen chorro. Esta nueva espuma era ideal para una nueva serie.

Rodeó su cintura con las manos y las bajó para jugar con ese culo; y, mientras con una mano, situada detrás, profundizaba en esa raja subiéndola y bajándola, haciendo hincapié en el ojete; con la otra, por delante le enjabonó a fondo el rabo y los huevos.

Después le aclaró la polla, para llevársela a la boca…

- ¡Mmmmm!, ¡que rica!… ¡cómo me gusta este rabo!

Se la comió, y se la comió; con verdadero deleite... durante un buen rato; mientras le metía los dedos (en constante trasiego) por el culo... ahora uno, luego dos… ahora uno, luego dos… ahora uno, luego dos...

Y volvió a darle la vuelta, y cogerlo por las ingles otra vez.

- ¡Preparate!, nene... que te lo voy a reventar.

Se la colocó frente al ojete, en la entrada; y se la enchufó de un solo golpe

- ¡Ayyyyy!, ¡joder!… con cuidado, ¡coño!...

- ¡Venga, nene!, que te va a encantar…

Enseguida volvió a coger un buen ritmo…

En un par de minutos, Ariel ya estaba sintiendo los zambombazos que le propinaba Pedro, y que le llenaban el culo, por completo...

- Este tío me vuelve loco

Se decía a si mismo; y sacaba el culo un poco más.

Sus manos le atrapaban con fuerza, para que no se escapara…

Hasta que, de repente, sintió el calor de una buena corrida en su interior; lo sabía porque por la tarde Alex le había hecho lo mismo…

Y supo que se le acababa la alegría…

... pero se resignó. Se la miró; y la tenía muy pequeña...

Pedro le colocó delante de él, porque quería mirar ese culo mientras regresaban al salón; y ya con la ropa en la mano, se acordó del reloj…

- ¡Ufff!, menos mal…

Ariel, se volvió al oírlo

- ¿Que?

- El reloj, ¡joder!…

- ¡Ah!…

Pero, antes de entrar en el salón, se quedaron un ratito en la puerta, mirando... con los ojos abiertos de par en par…

¡Ufffff!, que calentura…

Y ese olorcito a chocolate, que todo lo inundaba...

Entre Alex y Edu se lo estaban trajinando…

... a fondo.

Se estaban dando un festín digno de ser grabado para la posteridad. Pero no tenían cámara de video a mano.

- ¡Qué pena!, no tener mi cámara de video aquí, dijo Pedro

Decidido, entró en el salón y se sentó en el sillón de Alex, para verlo todo más cómodamente.

El chico se dio cuenta de que se le estaba empinando otra vez, y se acercó a él para chupársela; ese rabo le tenía completamente abducido.

Diego, no se había dado cuenta de que tenían público. Alex se interponía, mientras le comía la boca apasionadamente; como nunca se la había comido nadie.

Habían entrado tan silenciosamente... que, no solo Diego, sino ninguno de ellos se había dado cuenta.

Pero al moverse Alex, para mordisquearle las tetillas, mientras Edu, que estaba concentrado en darle, a tope, por el culo, aumentaba el ritmo de sus embestidas, se percató de lo buenorro que se había puesto su primo en estos últimos años.

El culo de Ariel había quedado expuesto ante sus ojos, completamente abierto, mientras le chupaba la polla a Pedro…

Y no podía quitarle ojo.

Se lo estaba pasando en grande, mucho mejor de lo que hubiera podido imaginar

Se alegraba de haberse animado a aceptar la invitación del padre de Loren. Y, ese olor a chocolate, ayudaba a disfrutar del sexo, en silencio.

Eran las 05:30...

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