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Mi debilidad por las maduras

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Esto que les voy a relatar ocurrió durante el cumpleaños de mi padre, hace ya casi 6 años, yo tenía por entonces 18 años y, verano, para ello debo decir que mi nombre es Alejandro, que vivo en Lima y soy egresado de una Universidad de esa ciudad; mi vida sexual no ha sido muy azarosa durante mi vida universitaria pues siempre prioricé mi preparación académica, sin embargo siempre tuve una gran debilidad por las mujeres mayores, aun ahora, nunca pierdo una oportunidad, cuando se trata de una mujer de más de 40.

Mi padre cumplía 50 años, así que organizamos en casa una fiesta para toda la familia, tanto mi madre, mis hermanos y yo trabajamos con mucho entusiasmo para que ningún detalle fallase, la señora Silvia -empleada de la casa- fue la que hizo la limpieza de la casa, la señora Silvia trabaja en mi casa desde hace más de 20 años, es una señora muy correcta, es parte de la familia ya, y con ella tenemos plena confianza en casa, yo la quiero mucho y no dudo en darle mis muestras de cariño, es una señora de baja estatura, mide alrededor de 1,50 m, es gordita, tiene unas piernas algo gorditas, unas tetas de tamaño normal pero su trasero es inmenso, ella tiene 51 años, por entonces tenía 45, pero a pesar de que desde que era niño la he conocido, en casa mi madre me ha inculcado siempre el respeto por las personas mayores así que a ella nunca le he dejado de decir señora Silvia.

Mi madre se encontraba en la sala cocinando la cena para todos los invitados de la noche, mis hermanos habían salido con el auto a comprar cervezas, refrescos y bocaditos para la fiesta, la señora Silvia estaba limpiando la casa y yo estaba dándole una mano en la cocina a mi madre.

—Alejandro, ¿por qué no vas a ayudar a Silvia? Aquí ya solo hay que esperar que se cocinen las cosas.

—Está bien mamá.

Así que me dirigí a la sala para ver en que le podía ayudar a la señora Silvia, la encontré sacando brillo a la mesa de centro, ella usaba falda, justo por encima de la rodilla, y al estar agachada frente a mí, con la rodilla izquierda apoyada en el suelo y la derecha levantada, pude apreciar su muslo derecho hasta casi la llegada a su calzón, esa visión me hubiese pasado inadvertida en otro momento, pero, dado el calor que hacía y la falta de actividad sexual continua, me picó el bichito del deseo, sin embargo actué como si nada me pasara.

—Señora ¿en qué le puedo ayudar?

—En nada mi hijo, esto ya lo estoy terminando, más bien, creo que querían decorar la sala con globos, aquí tu hermana me dejo estos, me ayudarías mucho si me los inflaras, pues a mí me cansa mucho inflar globos.

Fue así como me senté a su costado mientras ella seguía sacándole lustre al vidrio y me puse a inflar globos.

Ya tenía como 10 inflados cuando ella terminó de acomodar los adornos de la mesa de centro.

—Ya terminé, ahora voy a colocar estas cadenetas para que luzca un ambiente carnavalesco, después me pasas los globos está bien —me dijo ella.

—Claro, me parece que deberíamos colocar las cadenetas cruzadas a través de la sala y también, colocar cadenetas pegadas a la pared.

—Eso si no sé, yo de tanto subir y bajar del banco se me van a hinchar las piernas.

—Mejor pues, así se le verán aún más gorditas y bonitas —le dije en un tono algo lanzado, como nunca antes me había referido a alguna parte de su cuerpo.

Ella no hizo ningún comentario de lo dicho, simplemente cogió el banco y lo llevó a una esquina donde pegó un extremo de una cadeneta.

—Señora Silvia, ya que está Ud. allí subida le voy pasando los globos para que los pegue.

—Está bien Alejandro, así evito subir dos veces a este banco que esta tan alto.

Así, yo le iba pasando los globos cada vez que estaba subida en un nuevo punto de la sala, ya cuando había subido como 10 veces al banco se le veía cansada y le costaba cada vez más trabajo subir, pero seguía adelante pues estábamos en una carrera contra el tiempo.

—ya esta es el último, ¿no sabe Alejandro cuanto me cuesta subir al banco?

—Ya esta señora, es la última yo la ayudo.

Y diciendo esto, sin darle tiempo ni chance de pensar, me situé a sus espaldas, la tomé con ambas manos de la cintura y la impulsé hacia arriba, sin embargo aproveché para apoyar mi paquete en todo su gran culo, ella no me dijo nada, solo escuche un "oh" seguido de un "gracias" muy tímido de su parte.

—Si quiere la ayudo a bajar señora

—No gracias mi hijo, yo bajo sola.

Le pase los últimos globos, al mismo tiempo que ella coloco la última cadeneta, al bajar del banco me situé a su espalda, sosteniendo el banco, de modo que cuando bajó por completo quedó su culo apoyado en mi paquete por un lapso de tiempo que yo prolongué más de lo necesario, ella se fue con el banco, algo confundida, se sentía acosada por un chico al que había visto crecer y que tenía una edad que muy bien tendría un hijo suyo.

—señora ya me voy a bañar, para bajar y empezar a ordenar la mesa, ¿está bien?

—Está bien Silvia, pero recuerda que tiene que estar todo listo en menos de una hora, debemos quedar listas para cuando llegue Juan.

Ya para ese entonces habían llegado mis hermanos y estábamos con todas la provisiones listas, lo único que faltaba es que llegue mi padre, y más tarde los invitados, así que me fui a bañar y a alistar casi al mismo tiempo que la señora Silvia, estaba excitado, tenía el pene que parecía una palanca de cambios, la señora Silvia me había provocado inconscientemente esto, y yo estaba tratando que ella se diera cuenta y pienso que lo había conseguido, sin embargo ella no sentía lo mismo, más bien sentí de su parte un rechazo por esa situación, así que debía ser menos obvio y medir mejor mis avances.

Ya para cuando salí de mi dormitorio, la señora Silvia había terminado de arreglar la mesa, estaba llena de bocaditos, la había ordenado además con mucha gracia.

—Le ha quedado muy bonita la mesa señora, se nota que tiene muy buen gusto.

—Gracias, no se puede menos —lo dijo esto último con un tono muy risueño, como si fuésemos amigos.

Y es que era el cumpleaños de mi padre y la casa estaba de fiesta, todos estábamos risueños y habíamos trabajado por hacer feliz a papa.

A los pocos minutos llego mi padre, todos lo saludamos con mucha alegría, hasta la señora Silvia.

—Que tenga un muy feliz día, señor Juan.

—Gracias Señora

Luego llegaron los invitados, llego toda la familia, empezó la fiesta, empezó el baile, empezaron a salir las cervezas, a mi familia le gusta mucho la fiesta, así que no se pierden una, todos estaban allí, incluso mi tío llevo a su esposa y a una amiga de su esposa, una señora de unos cincuenta años pero súper alegre, quería bailar todas las canciones y ella hasta sacaba a los hombres para que bailen con ella las salsas y merengues que se tocaban.

La señora Silvia se encargaba de servir los ponches y demás tragos que tomaban las personas que no tomaban cerveza, así como también de abastecer de bocaditos la mesa, yo me acercaba  a la cocina a probar algo de lo que ella servía, de paso que trataba de encontrar un acercamiento con ella.

—Señora, que rico que está este ponche, tiene que brindar conmigo eh!

—No, yo solo lo preparo, no tomo.

—Pero ¿por qué no toma? Estamos de fiesta.

—No tomo, yo tengo mala cabeza, después me dan ganas de bailar y ahora no se puede.

—Pero ¿por qué no se puede? Va a ver que antes de que termine la noche vamos a meternos un baile.

—Jajaja Ud. sabe bien que no se puede.

—Ahora mismo no, pero más tarde tal vez, pero lo que se puede hacer ahora es brindar.

—Está bien —a lo que le serví una copa de vino y me serví una para mí.

—Brindemos señora Silvia por nuestra familia, ¿está bien? Porque está claro que Ud. es parte de la familia.

—Salud pues joven entonces —me lo dijo esto con mucha alegría y timidez.

Entonces, terminamos de beber el vino, me acerqué a ella y la abracé fuerte, la pegué a mi cuerpo con ambas manos, quise que sintiera mi cuerpo a plenitud, ella llevaba el cabello recogido, por lo que su cuello que daba expuesto, yo puse mi nariz en su cuello y respiré su aroma, ella sintió mi cuerpo y yo le acaricié la espalda, no esperé a que se separara, yo me separé de ella, le tomé el rostro con ambas manos y la besé tiernamente en la mejilla.

—Dentro de un rato vengo señora, voy bailar un rato.

Cuando salí, ya estaban todos bastante avanzados con las cervezas, es más, a la amiga de mis tíos se le notaba ya mareada, ella al verme se paró de su silla y fue a mi encuentro para sacarme a bailar un merengue que ya había comenzado.

—Contigo no he bailado —me dijo.

Ya en la pista de baile la mujer se movía como una licuadora, algo exagerada pienso yo, pero por el efecto del alcohol a nadie lo escandalizó, más bien todos seguían tomando y conversando o bailando; nosotros bailamos tres canciones seguidas sin parar, yo le daba vueltas a la señora y la sujetaba dándome la espalda con las dos manos, le ponía las manos en el vientre y hacia que su culo se apoye fuerte a mi paquete, ella lo sentía, y movía su culo disimuladamente sobre mi paquete, esa situación me puso a mil, con la señora ya casi no bailábamos separados cuando no estaba punteando por atrás estábamos de frente yo con una pierna entre sus muslos frotándole mi paquete en su pubis, ella me miraba a los ojos cuando hacia esto; la canción terminó y no ponían una nueva por lo que tuve que despedirme momentáneamente.

—Gracias por el baile, estuvo muy bueno.

—Gracias a ti, estuvo muy rico, más tarde lo repetimos.

Ya con esa calentura, me dirigí a la cocina a refrescarme un poco; al entrar la encuentro a la señora Silvia sirviendo bocaditos en una fuente, y le pregunto:

—Señora ¿tiene algo fresco para beber?

—Sí, aquí hay ponche helado. Joven, de la forma como bailó debe necesitar algo más que fresco, esa señora no tiene vergüenza, la invitan a una fiesta y no sabe respetar la casa —eso lo dijo con un tono de indignación pero yo percibí un poco de celos de su parte.

—Pero es normal, señora, a mí me gusta bailar en forma muy alegre y a esa señora también, yo no veo nada de malo en eso.

—Una cosa es alegre y otra de la forma que bailaban, parecía otra cosa.

—¿Qué cosa señora?

—Parecía, muy mañosa esa señora.

Entonces me acerque a ella y le puse la mano en el brazo, acariciándoselo le dije:

—No se preocupe señora, cuando bailemos seré diferente.

—Yo no bailo así, eso me parece de mujeres indecentes.

Yo le serví otra copa de vino y se la di, me serví otra al instante.

—Por esta noche, vamos a bailar muy rico.

—Salud joven, pero ya estará cansado más tarde.

—No señora, estoy con ganas de que sea más tarde.

Terminamos de beber esas copas y le serví más, luego serví otra ronda, y me dijo:

—Ya está bueno sino yo soy la que no va a llegar.

—Si llegará señora.

La intenté abrazar de nuevo, ella puso algo de resistencia, entonces yo di un paso adelante y la abracé fuerte.

—Yo la quiero mucho. Ud. es como una hermana mayor para mí.

Ella ante esta confesión se conmovió, y también me abrazó, entonces yo la pegué más a mi cuerpo para lo cual ya estaba completamente empalmado –no dudo en que ella sintió la dureza de mi pene- me froté un momento contra su vientre mientras le repetía al oído que la quería mucho, entonces bajé a su cuello y la besé suavemente.

Me separé y le dije:

—Vamos por el último brindis —mientras servía una ronda más— Salud señora Silvia.

—Salud joven.

Fui a la sala a ver como estaba la fiesta y ya algunos invitados se estaban yendo, la señora –amiga de mis tíos- me vio y me hizo una seña para que la saque a bailar, entonces me acerqué a ella y la saqué a bailar, ella no paraba de sonreír, yo le daba vueltas y vueltas y aprovechaba para meterle mano en cada vuelta, ella se reía y me miraba a los ojos cada vez que se pegaba a mi pene y lo apretaba con su pelvis y hasta con su pubis, se volteaba, se volvía a pegar, se frotaba, yo la tomaba por la cintura y ella por las caderas, le dije al oído que estaba muy buena, y que me encantaría estar entre sus muslos, ella me miraba y se sonreía, era ya un baile muy excitante, ya se había subido la temperatura más de lo normal, así, de tanto manoseo u punteada, se terminó la canción, yo me la quería coger a esta señora, pero todos se darían cuenta si me desaparecía con ella, así que no le dije nada, esperaría una oportunidad.

La señora se fue al baño, yo espere 5 minutos, y me fui en dirección al baño, en el pasadizo del baño no había nadie, así que aguardé allí parado, a los dos minutos salió ella, con el pelo mojado, supongo que se lo mojó para enfriar la calentura que estaba teniendo, yo sin decirle nada la tomé de la mano cuando pasaba por mi costado, y la jalé hacia mí, la besé en la boca y ella quiso poner resistencia, yo insistí una y otra vez hasta que ella se entregó a mis besos, entonces me pegué a sus cuerpo, la tenía contra la pared, y empecé a frotar mi pene contra su pubis.

—Aquí no, que nos pueden ver

—Pero es que estás muy rica, mira nomás como me tienes —en ese momento le enseñé mi pene a través del pantalón.

—Pero, es que alguien puede pasar por aquí.

—Todos están yendo al baño del patio, puedes estar tranquila. Como me gustas mujer, estás deliciosa —le subo la falda y meto mis dedos dentro de su calzón, pude comprobar lo excitada que estaba pues su concha estaba completamente empapada.

—Mira como me tienes bebe, estoy loca.

—Me encantas mujer, eres deliciosa —bajé, recorriendo con mi lengua todo su vestido, hasta que llegue a su conchita.

—No me hagas esto papito, no por favor, te lo ruego, no me la chupeees auuuu... uyyy que rico esta esto papiiito lindooo.

Yo estaba ya chupándole la conchita a la señora y me sentía en la gloria, le metía toda la lengua su conchita, ella, ya no aguantaba más excitación, en eso, subo, me desabrocho el pantalon y libero mi pene, ella lo toma con la mano.

—Amor vamos al baño, aquí no me cojas, puede entrar alguien.

—Está bien mujer, vamos

Ella se agacha diciendo

—Antes déjame darle un besito —y se mete mi pene a la boca, chupándolo despacito.

Recién estaba chupándome el pene cuando ingresa al pasadizo la señora Silvia.

—Oh! lo siento, no sabía que aquí estaban... —la señora Silvia vio como me estaba chupando el pene la otra señora.

—No se preocupe señora Silvia, lo siento, es que no sa...

—No se preocupe joven a mí no tiene que darme explicaciones, ¿me dan un permiso? Necesito ir al baño.

Nos retiramos de allí, le pedí disculpas a la señora y ella me dijo:

—No te preocupes, ya habrá tiempo.

Pasaron varias horas y yo ya no baile más con nadie, tampoco entré a la cocina para nada, ya cuando terminó la fiesta y todos se marcharon, la señora Silvia se quedó en la cocina guardando algunas cosas que no fueron utilizadas, mis padres despedían a los últimos invitados que quedaban en casa y mis hermanos ya se habían ido a sus dormitorios.

Antes de irme a mi cuarto, entré a la cocina, abrí el refrigerador y me serví un vaso con agua fría, en eso entraron a la cocina mis padres y se despidieron de la señora Silvia y de mí, mis padres se veían muy felices, le agradecieron por lo bien que había trabajado a la señora Silvia y le dijeron que ya debería ir a acostarse pues era bastante tarde y mañana podría arreglar todo.

—Ya voy señores, no se preocupen, ya termino.

—Mañana puede terminar Silvia con todo, mañana le ayudo y lo hacemos juntas.

Ya ahora sí, nos encontrábamos solos la señora Silvia y yo, la señora terminó de arreglar las cosas, se quitó el delantal y pasó por mi lado, sin decirme una sola palabra rumbo a su cuarto.

—Señora, ¿ya se va a su cuarto?

—Claro, ya es tarde, estoy cansada, y mañana tengo que arreglar todo este desastre.

—Mañana te ayudará mi madre y yo, no es necesario que hagas todo el trabajo tu sola. Además, quedamos en que nos meteríamos un bailecito antes de que termine la noche ¿verdad?

—Eso fue hace rato, pero, dese cuenta de algo joven, yo estoy cansada y Ud. no se ha portado tan bien como yo esperaba ¿no cree?

—Siéntese un momento aquí conmigo señora.

—Ya, está bien, pero solo un momento.

—Si señora, tiene razón, me he portado mal, pero es que yo hace tiempo que no estoy con nadie, me es difícil estar así, ella a mí no me gusta, lo que pasa es que me excitó mucho la forma como bailo conmigo.

—Ay mi hijo, Ud. baila así y ¿así quiere que baile con Ud.? No mi hijo, para eso búsquese a otra del tipo de la señora esta.

—No señora Silvia, con Ud. será distinto, yo a Ud. si la respetaré.

—Ay mi hijo, no me diga eso, además que tantas ganas le han entrado por bailar conmigo.

—No es eso señora, lo que pasa es que era un acuerdo entre ambos, espéreme aquí, voy a poner música.

Me paré y me dirigí a un pequeño equipo de sonido ubicado en la cocina de la casa, lo encendí y puse un cd de música tropical, cogí una botella de vino ya comenzada y serví dos copas.

—Salud señora Silvia, por el resto de la noche.

—No mi hijo, como se le ocurre, yo ya no voy a tomar ni tampoco a bailar.

—Pero señora Silvia, solo una copa y una canción, ¿está bien?, además ya lo habíamos conversado.

—Bueno, solo para que no diga que yo no cumplo lo que prometo.

—Salud entonces señora.

—Salud mi hijo.

Bebimos la copa y nos pusimos a bailar, primero separados después la llamé con las manos, se acercó a mí y la tomé de las manos, le di una vuelta y ella resbaló y casi cae, entonces nos reímos y seguimos bailando.

—Ya ve señora que bailar es bonito.

—Si pero te das cuenta que no tengo nada de costumbre, muy por el contrario, casi me caigo, eso hubiese sido terrible, el ruido hubiese despertado a todos en esta casa, con lo gorda que estoy.

—No exagere señora Silvia, Ud. no es gorda, yo diría que esta mas bien "fuerte".

—Cómo vas a decirme eso mi hijo, estoy gordísima ya ni me quedan los pantalones, solo puedo ponerme faldas.

—Lo que pasa señora Silvia es que Ud. tiene unas caderas muy grandes, y eso no está mal, al contrario.

—No sé qué de bueno puede tener el que tenga un trasero tan grande mi hijo.

—Es bonito su trasero señora —esto último se lo dije mirándola fijamente a los ojos.

Ella me miró también pero a los segundos esquivó la mirada y me dijo:

—Mejor sentémonos mi hijo.

—Está bien señora.

—Cuénteme mi hijo ¿qué tal las chicas?

—Bien señora aunque ahora como que estoy solo y me resulta difícil.

—¿Por qué mi hijo?

—Es que al no estar con nadie me tiene siempre con una erección que me mata —en ese momento cogí las copas y las volví a llenar de vino, la señora esta vez no puso reparos en que le sirviera una vez más.

—Pero, Ud. mi hijo, tan jovencito, tan buen mozo, tan bien educado, debe tener muchas chicas detrás de suyo, no le creo que no tenga a nadie.

—Es cierto señora, estoy solo, venga, vamos a bailar esta canción.

—Vamos mi hijo.

Ya empezamos a bailar con mayor familiaridad, es más, empezamos a bailar tomados de las manos, le di una vuelta y me pegué a su espalda, tenía ya el culo de la señora Silvia pegado a mi pene.

—Ten cuidado mi hijo, no está bailando con esa señora.

—Ya olvídese de esa señora, estoy bailando con Ud.

—Está bien, pero es que en esta posición nunca he bailado.

—¿Le disgusta que este pegado a su cuerpo señora Silvia?

—No pero, podemos bailar mejor de frente ¿no le parece mi hijo? Además puedo pisarle.

—Está bien señora

Seguimos bailando y riéndonos, ya el vino se nos había subido a la cabeza, nos sentamos, serví una ronda más de vino y le dije:

—señora Ud. debe tener muchos pretendientes ¿verdad?

—No mijo, ninguno, ¿cómo se le ocurre? Yo estoy ya vieja y fea, antes sí, he tenido algunos, nunca muchos, antes que era más delgada, tenía un cuerpo más o menos formado, ahora como te digo, no puedo ni ponerme pantalones.

—Pero señora, de que debe tener pretendientes, para mí eso es un hecho, esta muy guapa Ud., además su cuerpo es muy lindo a mí me gusta mucho, tiene unas caderas a las que yo en vez de grandes llamaría generosas.

—Ay mi hijo, Ud. para hablar es muy bueno, Ud. me sale con unas cosas, debería dedicarse a las ventas, seguro que para convencer a los clientes podría ser muy bueno, mejor vamos a bailar.

Ya bailando me pegué a ella de frente y al compás de la música bajé por su cuerpo, sin tocarla, a ella eso no le disgustó pues seguía bailando, se dio la vuelta, y eso me pareció muy provocador de su parte, así que hundí mi cara levemente dándole un beso en el centro de su culo.

Ella se sobresaltó, se salió de donde estaba y regresó a la mesa en donde nos sentábamos, parada tomó su copa de vino y la secó de un solo sorbo.

—Ya estuvo bueno, es mejor que vayamos a descansar.

—Ande señora esta bonito esto, ¿por qué no nos damos ese gusto?, estamos alegres, nada más, ande, vamos a bailar.

La tomé de la mano y la guie hasta donde nos poníamos bailar, entonces allí bailamos ya con una mano entrelazada a la suya y la otra teniéndola por la espalda, la mano que tenía yo en la espalda de la señora trabajaba manteniendo pegados nuestros cuerpos, entonces decidí avanzar más.

—Qué lindo es estar con Ud. señora, aquí bailando —esto se dije acercándome a su oído.

—Nunca me imaginé mi hijo, que estaríamos bailando así ambos.

—¿Y le gusta señora? —mientras le pegaba mi pene a su vientre.

—Si.

—¿Se siente bien señora? —mientras le frotaba mi pene por su vientre y le metía la pierna izquierda entre sus piernas.

—Si mi hijo.

—¿Si que señora? —Metí más mi pierna hasta que mi muslo frotaba su concha.

—Si, se siente.

—¿Se siente rico señora? —ahora le pase la lengua por el cuello, en ese momento se estremeció.

—Ayyyy mi hijo, no me haga esto —mientras se aferraba con las uñas más a mi cuerpo.

Entonces al sentir que la tenía en mis manos fui ya decididamente a besarle todo el cuello, se lo chupé con furia, ella ya estaba súper excitada.

—mmmmm, que rico se siente mi hijo, ya está bueno, ayyyyy, déjeme que me vaya a mi cuarto, poooor favoooor.

—vamos a su cuarto entonces señora.

—No en mi cuarto no, allí no.

La llevé de la mano adonde estábamos sentados y la senté sobre mis piernas, allí ella se acomodó y la seguí besando en el cuello mientras ella me repetía entre gemidos que eso no debíamos hacer, que era incorrecto, que yo era un chico, que dirían mis padres si nos descubrían, yo en parte para que no pusiera más repararos la besé en la boca, ella lo dudó pero un instante después abrió la boca para que nuestras lenguas se juntaran, mientras con mis manos desbrochaba los botones de su blusa, ella también me besaba el cuello, ya estaba tomando iniciativa, ya me lamía y me hacía sentir sus dientes, yo la liberé de su brasier dejando libres sus deliciosos pechos, no esperé que me diera permiso, solo me abalancé a ellos, mientras ella mordiendo su dedo índice ahogaba sus gemidos por temor a que nos escuche alguien, era la locura total, yo en la cocina de mi casa con la señora Silvia, chupándole las tetas, ¡qué increíble!, ella llevó su mano a mi paquete que ya desde hacía mucho rato estaba enorme, y luego de un "oh" asustado retiró la mano, yo me bajé el cierre, al mismo tiempo en que nos comíamos a besos, y liberé mi pene, cogí su mano y la conduje con algo de resistencia hacia mi pene.

—No quiero mi hijo, no sea malo, usted me quiere coger.

—Si señora, la quiero coger rico, pero quiero primero que agarre mi pene.

Ella estaba al borde del trance, no tenía dominio sobre sí misma, lo tocó apenas y asustada retiró su mano.

—¿Por qué no quiere agarrarlo señora?

—No es que no quiera, lo siento demasiado grande —aun no lo había visto.

—No es tan grande, está hecho a su medida señora —guie su rostro para que pudiera verlo.

—Ayyyyy bebito, mi hijo, es muy grande, es inmenso, eso a mí no me entrará nunca.

—Señora Silvia o sea que Ud. estaba con la idea de que me la coja ¿verdad?

—Mira mi hijo, ya me estaba animando, pero la verdad, con eso tan grande no lo dudo, a mí no me va a coger.

—Pero por lo menos dele un besito.

—No sea cochino, eso no es para besar.

—Si señora Silvia, lo suyo también es para besar, déjeme que se la bese un ratito.

—Se ha vuelto loco mi hijo a mí no me la besó nadie y nadie me la besará.

—Ande señora Silvia, solo un ratito le voy a chupar su concha.

Las palabras "chupar" y "concha" la excitaron más a la señora Silvia, que ya estaba con las piernas abiertas y con las tetas al aire.

—Mmmmmm pero mi hijo, eso está mal como me lo va a chupar, eso suena muy sucio.

La llevé a la sala, donde hay un sillón con un gran respaldar y la senté allí, entonces me arrodillé frente a ella la cogí por las pantorrillas y la jalé hacia mí, quedando ella sentada en el filo del mueble, inmediatamente le levanté las piernas por lo que su cuerpo cayó hacia el respaldar del mueble, metí mis manos, acariciando sus muslos hasta llegar a su trusa, la cual retiré sin pausa y sin prisa, sosteniendo en lo alto sus piernas las abrí y me acerqué poco a poco a su conchita.

—No mi hijo no lo haga, no me chupe la concha. No me la chuuuuu aaaaaay, aaaaaay mi bebeeee, que coooosas ricaaaas sabes hacerle tu a esta señoraaaa aaaay.

Yo seguía chupando su concha, metía toda mi boca dentro de su concha, le metía la lengua hacia que mi lengua se deslice dentro de su concha ella me jalaba el cabello y abría cada vez más las piernas, estaba fuera de todo control, completamente entregada.

—Mi hijoooo me corro me corro aaaaaahhhhhh!!! aaaaaaahhhhh!!!

Ella quedó rendida, terminó derramando hartos juguitos desde dentro de su concha, que rico que la señora Silvia se haya corrido en mi boca, yo la dejé tranquila que descanse por un minuto, después empecé nuevamente a chuparle la concha, ella al principio me decía que parara pero luego me dijo que estaba bien.

—Mi hijo, Ud. lo que quiere es vaciarse ¿verdad?

—Bueno, la verdad me ha encantado que Ud. se corriese pero está claro que yo también quiero correrme, ¿Ud. quiere que yo me vacíe señora?

—Claro que quiero, quiero que vacíes, pero no quiero que me cojas porque tu pene es demasiado grande y me vas a hacer daño.

—Vamos a su cama señora Silvia, allí con paciencia me podrá hacer terminar.

—Está bien, vamos a mi cuarto pero nada de trampas, a mí no me vas a coger con esa cosa tan grande que tienes allí, máximo le daré besitos.

—Está bien, vamos a ver señora.

Entramos al cuarto de la señora Silvia, cerramos la puerta y como dos salvajes nos comimos a besos, no podíamos con nuestro deseo, ella ya estaba súper caliente y yo ni que decir después de todo lo que había vivido esa noche.

Me desvestí hasta quedar completamente desnudo, la tomé a ella, y le saqué una a una todas las prendas que tenía, ya estaba la señora Silvia completamente desnuda, no lo podía creer, nunca me imaginé que pudiese estar en esa situación con la señora Silvia, pensé que había perdido mucho tiempo al no habérmela cogido antes, pero las cosas son como son y hay que vivir el momento, su culo era tan grande como bello, suave, prieto, redondo, parado a pesar del paso de los años, estaba perfecta, ella se dejaba llevar, la eché en la cama y me acosté sobre ella, no intenté penetrarla, solo la besaba, la besé en la boca, la besé en el oído, le chupé el cuello –ella se derrite cuando le besan el cuello, descubrí que ese es su punto débil- sus senos también se los chupé, ella estaba súper excitada, bajé a su abdomen, le besé el ombligo y los costados mientras que con mis manos le masajeaba los senos, bajé mis manos rápidamente y cogiéndole la parte posterior de las rodillas le levanté las piernas al mismo tiempo que metí mi boca a su concha.

—aaaaaaah, que cosas me hace mi hijooooo. Chúpeme así mi hijo, chúpeme mi concha que he descubierto que es rico que se la chupen a una. Aaaaaay papito me vas a hacer acabar de nuevo.

Yo no quería que acabase aun, así que me volteé dejando a la altura de su cara mi pene, pero esta vez ella estaba sobre mi cuerpo, entonces le dije.

—Métaselo a la boca señora.

—Está muy grande mi hijo, no me va a caber.

—Ande métaselo en la boca, aunque sea solo la cabecita.

Entonces ella me lo empezó a chupar aunque no entraba más de la cuarta parte por lo que se ayudaba masturbándolo con las manos, yo estaba muy excitado con ello sin embargo aún estaba muy lejos a terminar.

—Ya mi hijo termine que ya me estoy cansando.

Yo mientras tanto seguía chupándole la concha a la señora Silvia.

—Señora, yo así no puedo acabar, y Ud. ya se cansó ¿qué le parece si probamos despacito una metidita nada más?

—Mi hijo tienes razón cuando dices que estoy cansada, pero me da miedo tu cosa, está demasiado grandota, vamos a intentarlo pero despacito, ¿me lo prometes?

—Si se lo prometo señora Silvia.

—Todos los hombres prometen y prometen, hasta que lo meten.

—Jajajajaja vamos a ver señora si tiene razón.

—Vas a ver que si la tengo mi hijo, vas a ver.

La señora Silvia quería que se la meta pero tenía miedo, de eso no había dudas así que me situé sobre ella, entre sus piernas, tomé mi pene con la mano y se lo pasé por encima de su concha, la cual estaba súper mojada.

—Ten cuidado mi hijo no me la vaya a meter así de rápido.

—No señora Silvia solo se la estoy pasando por encima, ¿cómo se siente señora?

—Rico mi hijo, muy rico, sabe que me gusta todo lo que me hace, todo lo que me hace Ud. mi hijo es rico.

—Ya señora le voy a meter la cabecita.

—Ay ay ay ay mi hijo esta rico, así nada más métala y sáquela ¿está bien?

Había metido la tercera parte de mi pene y la señora estaba en la gloria, empecé con esa porción un mete y saca que a la señora la estaba haciendo vibrar.

—Aaaaaay mi hijo que me hace, como puede ser tan rico mi bebe, Ud. me está haciendo llegar de nuevo.

Al escuchar eso, me deje caer sobre ella.

—Aaaaaaay mi hijo que desgraciado eres ya me la metiste toda

Se la empecé a meter y sacar rápidamente con mucha energía.

—Aaaahhhhhh... uuuuuuyyy me coooorroooo uuuuuyyyyy que rico eres mi hiiiiiijo aaaaahhhhhh

—Yo también me cooorrooo señora que rico aaaaahhhhhh, aaaaahhhhh, Que delicioso ha sido estar juntos señora.

—Si mi hijo ha sido riquísimo, le he dejado que me coja y eso nunca pensé que pasaría, ahora que lo veo con cabeza fría no me parece que esté bien pero me gustó mucho. Espero que guarde esto como un lindo recuerdo, pero nunca más podrá pasar nada entre los dos ¿está bien mi hijo?

—¿Quiere que se lo prometa señora?

—No porque yo ya se en que terminan sus promesas.

Espero que les haya gustado.

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