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Todo empezó en el colegio (2)

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-Tengo plata, vamos en taxi… -dijo Rocchia… -y poco después llegábamos a la casa del Director…

Vive en el quinto piso A de un edificio de departamentos… Subimos en el ascensor y en el trayecto Rocchia y Cuesta no pararon de burlarse:

-Preparate, marica, te vamos a llenar de leche…

-Debe ser bravo el Director, no sé por qué me imagino que debe tener la pija bien larga…

-Por favor, déjenme ir… -les rogué desesperado…

-Callate, marica, hoy te graduás como puta… -se burló Rocchia…

El señor Romero nos estaba esperando en pijama, un pijama de rayas blancas y celestes y calzado con pantuflas… Nos abrió la puerta y nos llevó al living a través de un corto pasillo… Yo temblaba…

-Muy bien, chicos, me lo trajeron a Jorgito… ¿Y cómo está el alumno más lindo de la escuela?...

-Por favor, señor Romero, no me hagan nada…

-¡¿Nada?! ¡De todo te vamos a hacer, marica!... –me adelantó Rocchia…

-Te va a ir gustando, Aguirre… Vas a ver que te va a ir gustando… -me dijo el Director y yo sentí algo oscuro y muy inquietante mientras las manos de Cuesta me sobaban las nalgas…

-Bueno, a ver, Jorgito, mostranos… -dijo el señor Romero…

-¿Qué?, no… no entiendo, señor…

-¡Que te pongas en pelotas, marica! –me aclaró brutalmente Rocchia…

-No, por favor no…

-Creo que la marica quiere que la desnudemos nosotros… -sugirió Cuesta…

-¿Eso querés, Aguirre? –me preguntó el Director y enseguida dijo: -Bueno, chicos, manos a la obra, pónganlo en pelotas…

Me agarraron y luché, me resistí desesperadamente pero son grandotes y fuertes, me tiraron al piso, me sacaron los mocasines, las medias y después todas las prendas, una detrás de otra mientras el señor Romero los alentaba:

-Muy bien, chicos, muy bien… Así… -y cuando estuve sin nada les ordenó que me pusieran de pie:

-Así lo vemos bien por todos lados… -aclaró…

Yo sentía miedo y vergüenza a la vez… Me costaba creer lo que me estaba pasando, pero era real, ¡real y terrible!... Estaba en manos de dos chicos de mi edad y de un cincuentón depravado que era nada menos que el Director de la escuela… ¡Y tía Angélica mezclada en esto!... ¡¿Qué vida me esperaba?!...

Ahora yo estaba parado, Rocchia y Cuesta me agarraban de los brazos mientras el señor Romero me miraba…

-Qué cuerpo tenés, Aguirre… Lindas piernas, linda cinturita, lindas caderas, che… Denlo vuelta, chicos, quiero verle el culo… Mmmmhhhhhh, un hermoso culito… Además sos lampiño, no va a hacer falta depilarte… Bueno, chicos, pónganlo inclinado en la mesa, que le vamos a entrar y después de darle por el culo nos va a chupar la pija…

-Ya, señor Romero… -dijo Cuesta y entre los dos me arrastraron y me pusieron como había dicho el Director, que se había ausentado por un momento…

Cuando volvió dijo:

-Chicos, tomen, es vaselina, pónganse un poco en la pija para que puedan entrarle bien… Y desnúdense que yo voy a hacer lo mismo…

Me desesperé y volví a rogarles, pero inútilmente…

-¡Callate, marica!... me gritó Cuesta y el señor Romero agregó:

-Calmate, Aguirre, yo sé lo que te digo, te va a terminar gustando la pija… No sé si hoy, pero te va a terminar gustando…

-¡No! ¡No! ¡Nunca me va a gustar eso! –protesté angustiado y temblando de pies a cabeza mientras por el rabillo del ojo vi que los tres ya estaban desnudos…

-Bueno, chicos, empiezo yo…

-Sí, claro, señor Romero… -Y enseguida sentí dos manos que me entreabrían las nalgas…

Fue terrible sentirme violado… ¡Y qué dolor cuando esa cosa empezó a entrarme!...

El señor Romero aferraba mis caderas con sus dos manos y su pija iba y venía por dentro de mi culo…

Para mi sorpresa y alivio el dolor se fue atenuando hasta desaparecer y me angustié al darme cuenta de que la penetración estaba empezando a gustarme… Que me gustaban las manos del Director ciñendo mis caderas, aprisionándome... dominándome…

De pronto el señor Romero se puso a jadear fuerte y segundos después sentí en el fondo de mi culo los varios chorros de semen caliente que me echó su pija… Y no me dieron tregua, inmediatamente me asaltó Cuesta, que no tardó mucho en acabar y a él le siguió Rocchia para terminar de llenarme el culo de leche…

(Continuará)

(9,20)