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Todo empezó en el colegio (final)

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Me recibió con una expresión entre triunfal y burlona, me dio un beso en la boca, me puso una mano en el culo, me agarró de un brazo con la otra mano y me llevó al comedor, donde hay un gran espejo…

-Contame cómo te fue, Jorgito… Contame todo lo que te hicieron…

-Ay, tía, por favor…

-Hablé con el profesor Romero y me contó que te hicieron tragar mucha pija… Ahora desnúdate…

-Pero…

-Nada de peros, desnúdate, yo mando y vos obedecés, ¿está claro, putita?...

-¡Tía, no me llames así!...

-¡Desnudate ya o te voy a mostrar lo pesada que tengo la mano!

La amenaza me asustó, me saqué la ropa y ella me plantó de frente al espejo…

-Mirate, Jorgito, mirá el cuerpo de nena que tenés…

-No, tía… ¡no!...

-Mirate, Jorgito… Empecemos por la cintura, es alta y fina como la de una chica y eso realza las caderas… Mirá las caderas, son más anchas que las de los varones en general y más se destacan por lo fino de la cinturita…

Yo sentía mis mejillas ardiendo de vergüenza, pero también de… ay, me da no sé qué contarles, pero… pero me estaba excitando… Y mi tía siguió detallando mi cuerpo…

-¡Y tus piernas, Jorgito!... Piernas largas de rodillas finas y muslos llenos y tan bien torneados… Y fijate, querido, no se ven musculosos sino suaves, mórbidos… Además me encanta que seas lampiño… ¿Y qué decir de tu carita?... Facciones delicadas, linda boca, redondita y carnosa… Sos un manjar, Jorgito… -y cuando dijo esto se puso a acariciarme… Estaba a mis espaldas y sus manos me ciñeron la cintura para después ir bajando despacio…Bordearon las caderas y se posaron sobre mis nalgas, las oprimieron y sentí sus uñas deslizándose mientras yo ardía…

-Ay, Jorgito, cómo quisiera ser hombre y tener una pija para enterrártela en este hermoso culo de putita…

Yo jadeaba, solamente jadeaba y no podía hablar de tan caliente… Tía Angélica me arrastro hasta la cama, me echó allí y dijo:

-No tengo pija pero tengo dedos, Jorgito, y con estos dedos te voy a coger…

No pude contenerme y le dije:

-Ay sí, tía… Sí… ¡Sí!...

Ella lanzó una carcajada: -¡Qué putita sos!... –se burló y se puso abundante saliva en los dedos para lubricarlos…

-En cuatro patas, putita…

-S… sí, tía… Sí…

¡Ay, cómo ansiaba yo esos dedos!... Ya estaba completamente enviciado, emputecido…

Creí percibir que primero me metió un dedo solamente… Pero cuando me lo había clavado hasta el nudillo me metió otro y ahí el placer comenzó a ser intenso al hacerlos avanzar y retroceder y a moverlos en redondo…

¡Qué bien sabe usar sus dedos tía Angélica!... Yo la oía jadear mientras yo también jadeaba y ella se masturbaba con la mano libre…

Por fin acabó entre gritos, me sacó los dedos del culo y se desplomó de espaldas en la cama…

-Tía, ¿me… me das permiso para… para masturbarme?... –dije tímidamente…

-Te gustó, ¿eh, putita?, sí, andá…

Entonces corrí al baño, me senté en el inodoro y me masturbé… Hice que mi semen cayera en la palma de mi mano izquierda y lo bebí todo, hasta la última gota mientras pensaba en las pijas del señor Romero, de Rocchia y de Cuesta…

Más tarde, después de dormitar una hora, ducharse y vestirse mientras yo seguía desnudo, tía me llevó a la cocina, nos sentamos y me dijo:

-Bueno, putita, te voy a decir cómo serán las cosas de ahora en adelante; escuchame bien…

-Sí, tía, decime…

-Yo trabajo ocho horas en la escribanía, eso lo sabés…

-Sí, tía Angélica…

-Y encima tengo que ocuparme de la casa, las compras, cocinar, limpiar… Eso se acabó, Jorgito, vos vas a ser mi sirvienta, ¿oíste?...

Me shockeó semejante cosa, pero a la vez me excitó… Me excita mucho ese tratamiento en femenino…

-S… sí, tía, lo que vos digas… -murmuré con la cabeza gacha…

-Muy bien, nena puta, vas a empezar ya mismo… Barré el patio y las habitaciones, después te vestís y vas al supermercado con una lista que te voy a preparar…

-Sí, tía…

-¿Qué sos entonces?... Además de putita…

-Tu… tu sirvienta, tía… -acepté en un murmullo, avergonzado, humillado y excitado a la vez…

Al día siguiente tuve que chuparles la pija a Rocchia y a Cuesta en el recreo largo y al terminar las horas de clase los dos me llevaron ante el señor Romero…

-Contame, Jorgito… -me dijo el Director mientras Cuesta me palpaba el culo… -¿Así que ahora sos la sirvienta de tu tía?

-¿Ella… ella le contó, señor?...

-Sí, me llamó hace un rato… Me contó eso y me contó que te había cogido con los dedos y que a vos te encantó… ¡Qué putita sos, Aguirre!... –y los tres se rieron a carcajadas…

-Chicos, fíjense que no quede nadie, que se hayan ido todos, así podemos darle pija acá mismo…

Rocchia entreabrió la puerta y dio la buena noticia:

-No hay nadie, señor…

El Director desocupó su escritorio y me ordenó que me sacara la ropa:

-Toda, Aguirre, sacate toda la ropita…

-Rápido, marica, dale… -me apuró Cuesta y cuando estuve desnudo dijo, exaltado:

-¡Qué cuerpo tiene la muy puta!

¡Ay, cómo me calienta que me humillen! Y así, muy excitado, debí inclinarme hasta apoyar el pecho en el escritorio… El señor Romero sacó un pote de crema del primer cajón, se bajó los pantalones y el bóxer, se untó la pija y mientras Cuesta me mantenía las nalgas entreabiertas me la metió de un solo envión, por lo que ese conocido dolor inicial fue muy fugaz y enseguida el placer…

Después siguió Rocchia y por último Cuesta, todo entre humillaciones verbales…

-Qué puta sos, Aguirre…

-Naciste para ser culeado, Jorgito…

Rocchia me estaba cogiendo y de pronto me dijo:

-Decí lo puta que sos, marica… Decilo o te la saco…

-¡No! ¡no me la saques! –supliqué…

-Decilo entonces…

-Soy… soy muy…

-¡Decilo, marica!...

-Soy muy… muy puta…

Nuevas carcajadas y yo excitadísimo… ¡Cuánta leche me hicieron tragar! Porque después de darme por el culo descansaron un poco e hicieron que se las chupara y tragara toda la leche… ¡Ay, me encanta tomar esa lechita!...

Ésta es mi vida ahora, putita del señor Director, de Rocchia, de Cuesta y hasta de tía Angélica, que además de usarme como su sirvienta me coge con sus maravillosos dedos…

Fin

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