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Estos son nuestros sábados

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Ken apagó la luz,Daisuke cerró sus ojos, y Ken empezó a bajar, había trazado ya una línea recta de besos, y un puñado de caricias desde su cuello, en medio de sus pezones hasta llegar a su ombligo, y ahí fue cuando la luz se prendió, y Ken pudo ver lo imperféctamente hermosa que era la piel del vientre de quien estaba llenando de puro amor.

Siguió bajando, y Daisuke se contraía, Ken sabía que bastaba darle siete besos bajo el ombligo para llegar; bastaban seis besos, bastaban cinco, bastaban cuatro besos, era porque su piel era como el caramelo. Suave y dulce. Calido y maleable entre sus delicados dedos, y brillando bajo el brillo del sudor. Debajo de la piel suave, podía sentir cada cinta de tendones y cada placa de músculo como sus uñas atrapadas en las crestas afiladas de los omóplatos, lo hacía tan perfectamente bien que Daisuke suspiró fuerte, su aliento sonaba grave, queria atrapar el cabello de Ken para tener un punto de apoyo, aquello le causaba vértigo

-Te lo dije, No lo tienes permitido. Ya conoces las reglas-. Se separó un poco de él y luego siguió con lo que estaba haciendo

En esta noche, Daisuke no tenía permitido agarrar, tan solo gemir el nombre de su amado, hoy Daisuke conocería lo que era hacer el amor de verdad con Ken, y esto lo estaba viviendo ahora mismo en su piel

La lengua de Ken atrapó el lóbulo de la oreja de Daisuke, aquellos labios ansiosos besaron un sendero suave y agonizante por el cuello del otro.

- Quiero oír un sonido, ese sonido -. La lengua se arrastraba contra la piel perfumada, la cabeza de Daisuke se movía de un lado a otro con un gemido silencioso que se desinfló en su estómago.

Fué bajando, cual serpiente, y quitó con su boca y dientes aquellos boxers que ahora resultaban incómodos, bajando hasta los tobillos, hasta dejarlos y ahí, luego descendió por el mismo camino hasta llegar a su miembro, en posición media baja, y le dió otro beso, bastaban tres ahora, los labios sedientos de Ken sintieron un adorno en aquel cuerpo, en aquella piel rígida, aquella cicatriz de la otra vez en la que Ken escribió lo que era de su propiedad.

La acarició con sus dedos, como si estuviera leyendo en braille, se acurrucó contra esas letras pefectas hechas por él y las acarició con su cabello azul medianoche, y le volvió a besar, Daisuke abrió los ojos para ver la hermosura de Ken haciendole el amor lenta y agonizantemente, bastaba un beso... Bastaba.

A pesar de su complension delgada, Ken hundió todo su peso en Daisuke, impidiendole respirar, El resplandor blanco y azul de la luna se abrió paso a través de la ventana y se cortó en ángulos ásperos a través de su cara, a lo largo de sus ojos y barbilla, pero suave alrededor de su nariz y mejillas. A pesar de que su corazón latía al ritmo de sus empujes, la emoción de ver a su amante tratando de ganar el juego debajo de él le motivaba para tratar de romper el deseo de Daisuke de ganar

Este último cerró los ojos mientras su cabeza volvía a enrollarse en las almohadas, piernas esbeltas envolviéndose alrededor de la cintura entonada de Ken los brazos esbeltos de Daisukee acercaban para atraer a su compañero sobre él; dedos esbeltos para agarrar la carne tensa de las nalgas de su compañero.

Más adentro. Más adentro. Más adentro. Cada movimiento rompiendo la pared dentro de él, trayendo destellos brillantes en aquellos ojos cerrados. Incluso sin su vista pudo ver la figura de su amante quemada en la parte posterior de sus párpados.

Y de pronto un silencio vacío roto por un gemido tan desesperadamente amenazante para abandonar los confines de su pecho. Cautelosamente Ken dejó que los ojos de Daisuke se abrieran para dedicarle una sonrisa sensual marcada en sus labios. Un pequeño hoyuelo adornaba cada rincón; su rostro con la luz de aquella luna tan perfecta le hacia ser el chico mas sexy del planeta haciendole el amor.

- Vas a perder,como siempre en tu vida -. Le susurró entre risas sensuales

La cara de Daisuke era la misma imagen del placer aunque su mision al iniciar esto era luchar contra el amor que le iba a poner Ken, aunque de todas formas, ya estaba perdiendo, nadie podia resistirse a Ken y a su manera de hacer el amor, sus brazos estaban estirados y débilmente unidos frente a Ken. Su espina dorsal era una curva gradual en las caderas de su amante, las rodillas extendidas y las piernas apretadas contra la del otro. Ni siquiera podía fingir que parecía que no lo quería, que no quería ser desafiado.

Y lo obvio que estaba siendo que no quería perder, pero lo estaba haciendo.

Las manos pálidas de Ken agarraron las caderas de su chico, y Daisuke mordió con fuerza las almohadas llenas de plumas. Su cuerpo se balanceaba con avidez y contra la voluntad de su compañero, su miembro encontró alivio dentro del cuidado de la mano de Ken, volvió a tener los ojos cerrados, la boca moviéndose sin resolución, las súplicas desesperadas no llegaban al final de su garganta. Ken le estaba presionando para que no pudiera más, extasiarlo, llevarlo al límite de todo. Convertirlo en algo mucho más parecido a un juguete que una persona, pero amaba cada momento, cada expresión, cada movimiento de aquella persona hundida en las sábanas

Daisuke quería gemir. Gritar. Gimotear y pedir por más, quería decir su nombre. Pedirle más. Decirle lo mucho que lo amaba. Cuánto amaba ser parte de él.

Ken se inclinó sobre Daisuke, su mano libre presionando en el fondo de su omóplato. El acercamiento entre cuerpo a cuerpo le ayudó a llevarlo todo más y más rápido, su agarre en miembro de Daisuke apretando con flexiones incontrolables de su propio orgasmo máximo.

-Dilo, di mi nombre -. Empezó, encontrando cada vez más difícil terminar la ejecución de su plan

La cabeza de Daisuke se arqueó hacia atrás, el calor de su propia respiración contra la tela trajo sólo una ligera incomodidad a través de los carriles de pasión que fluían a través de su cuerpo. Estaba sujeto contra la cama, con los brazos inútiles contra el peso y la fuerza de Ken encima de él, sus manos empujaban las almohadas hacia su rostro mientras se movía hacia la fuente del placer divino.

-Di mi nombre

No fue hasta que escuchó el latido del corazón dentro de sus oídos y el empujón cayendo en el tiempo que él estaba impulsado lo suficientemente loco como para olvidar. Donde la única persona cuyo nombre recordaba era la que lo estaba cumpliendo. No sólo sexual, o emocionalmente, sino espiritualmente. Donde en los planos de la existencia ellos eran una entidad y cuando juntos eran en realidad el uno al otro.

Un profundo gemido salió de sus entrañas y salió por su boca abierta. El sonido era poético y melódico, bordeando una sombría melodía de frustración reprimida. Daisuke sintió que todo su cuerpo temblaba en contra de su orgasmo, su cuerpo se ponía rígido mientras su pareja se movía rápidamente dentro y fuera de él.

-Dilo

-K… ¡¡Ken!! -. Daisuke jadeó mientras se corria en la tierna mano de su pareja.

-mmmm… aaah... -.Gimió mientras sus caderas se movían contra el calor de la mano de Ken. Entre dientes apretados, siseó bruscamente.

-Ken...

Ken había ganado,Dentro de Daisuke dejó un poco de sí mismo y ahora este último lo sentia en sus muslos tantos interiores como exteriores un verdadero bálsamo caliente en medio de sábanas de terciopelo suaves.

Después de unos momentos que parecían eternidades, Ken se dejó caer a su lado y lo acunó entre sus brazos con una pequeña sonrisa traviesa

-Gané, siempre gano

Quería reacción en Daisuke, era sabado, era el momento de los dos y tenían toda la noche, la provocacion era la mejor técnica y es lo que consiguió, Daisuke respiró hondo y le dijo sonriendole

-¿Quién dijo que alguna vez quise ganar?

Como un tierno león se posicinó justo encima de Ken dispuesto a devolversela

¿Ganaría Daisuke esta vez?

(9,15)