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Zorrita mala

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Era sábado por la tarde, el clima estaba con señales de ser un día caluroso y de manera sorpresiva los tíos de Laura llamaron invitándola a ella y a sus papás a una parrillada, sin dudarlo aceptaron y prepararon las maletas para pasar todo el fin de semana con ellos.

Sus padres la recogieron de la universidad cuando las clases terminaron por lo que no tuvo tiempo de cambiarse, aunque eso era lo de menos. Lo único que había en la mente de la castaña era poder llegar y meterse a la alberca que sus tíos habían mandado a construir hace varios meses y que apenas un par de semanas atrás había quedado terminada.

Cuando llegaron, bajo y saludo a sus tíos con entusiasmo. Estos les enseñaron las habitaciones de huéspedes nuevas en donde se quedarían; estaba desempacando sus cosas cuando escucho un grito e sus padres diciéndole que se irían con sus tíos a comprar todo para la reunión, ella les respondió afirmativamente diciéndoles que no había problema.

En cuanto vio el auto salir de la zona privada en donde su familia vivía, salió directo hacia la cocina y abrió la nevera en busca de algún jugo. Los busco hasta que se topó con estos abajo y hasta el fondo, se inclinó dejando su cola en alto y -debido a lo corta de la falda- mostrando levemente las bragas de color blanco con estampados de besos. Una vez que la tomo se colocó derecha de nueva cuenta y gracias a un espejo que se encontraba en la cocina pudo ver cómo un hombre de aparentes 30 años le veía el trasero sin disimulo alguno.

—¿Quién es usted? — inquirió algo sonrojada y ocultándose tras el mesón de la cocina.

—Eso debería preguntárselo yo, señorita —este le dedico una sonrisa y se acercó poco a poco rodeando la barra—. ¿Cómo entró aquí? A mis jefes no les gustará saber que una intrusa se metió en su casa, aunque sí me haces un favor prometo no decirles nada.

La tomo de la cintura y la pego a su cadera donde restregó su miembro semi parado mientras le acariciaba por debajo de la falda. Laura río divertida y lo miro desafiante antes de soltar su frase ganadora:

—Tus jefes son mis tíos.

Al escuchar aquello el hombre se quedó en shock y con una risilla de Victoria Laura se zafó de su agarre y regreso a su habitación contoneando sus caderas.

-

Ya era sábado y la parrillada iba de maravilla, los adultos reían ante los comentarios que soltaba y mientras la menor de todos disfrutaba de la alberca, en donde aprovechó a estrenar su nuevo bikini, uno sumamente revelador y -sin que sus padres se dieran cuenta- dos tallas más chico para que apretara bien.

Sintió una mirada sobre ella durante todo el rato y basto voltear una vez para darse cuenta que era el jardinero que no dejaba de devorarla con la vista, lo graciosa es que de vez en cuando desviaba la mirada a los adultos, como si temiera que lo descubrieran.

—¡Auch!

Se giró a todo prisa cuando escucho el quejido adolorido de su tío, nado hasta la orilla y vio como un poco de sangre salía de la herida poco profunda. Decidieron llevarlo al hospital por si acaso y le dijeron que no se preocupara y que siguiera disfrutando el día nadando, lo cual acepto aunque con un deje de preocupación aún.

Para alejar eso de su mente se divirtió torturando al jardinero, el cual se sobaba la entre pierna cada tantos minutos mientras la veía y se relamía los labios. Ella hacía de todo para provocarlo, desde poner la cola en alto al hacer un clavado hasta llegar a bailar sensualmente mientras se quitaba la parte superior estando de espaldas a él antes de volver a ponérselo.

El colmo fue cuando tomo dos bolas de helado de vainilla y las estrelló sus pechos mientras se recargaba en la pared y se daba nalgadas mientras se mordía un labio. Vio con diversión la expresión lujuriosa del hombre y se fue de regreso a su cuarto, no sin antes lanzarle un beso.

Cuando estuvo a dentro colocó el seguro y vio con neutralidad como el helado seguía derritiéndose hasta chorrear a su braga, se quitó esta prenda y sin haberlo pensado se asomó por la ventana y la tiro consiguiendo que esta cayera en manos del mayor.

Se dedicó a darse una larga ducha y sabiendo que su familia no tardaría en regresar se vistió cómodamente y bajo para ver televisión. Ahí abajo, empezó a escuchar ruidos que provenían del interior de la casa, los siguió hasta llegar a una habitación de servicio con la puerta entre abierta, se asomó y vio como el jardinero junto con otro hombre -el chofer- se pajeaban oliendo y lamiendo su calzón.

Eso logró mojarla mucho y llevo dos dedos a su vagina y otros dos a su boca imaginando que estaba siendo sometida por ambos hombres.

Esa noche solo tuvo sueños húmedos en donde ellos hacían de ella lo que quisieran y tuvo que darse un baño frío para despejarse.

Al bajar ya se había perdido el desayuno y su padre y tío veían futbol mientras su tía y su mamá hablaban de "cosas de chicas". Esta última le indicó que el en microondas estaba su comida, la recalentó y cuando estaba a punto de empezar a comer sintió como dos manos se colocaban en su cintura y se movían empezando a levantar su falda.

—Eres una gran puta ¿verdad, preciosa? —distinguió la voz del jardinero con un tono ronco. Dio un brinco de sorpresa al sentir su pene erecto chocar contra su cola.

Otro par de manos la sorprendió en sus pechos y vio al chofer frente a ella viendo pervertidamente sus bustos.

—Es una zorrita que solo requiere un poco de... mano y verga dura —sonrió después de darle una nalgada y silenciar su grito con un beso de lengua.

Entre los dos empezaron a desvestirla y a tocarla en todas partes, aunque ella intentaba defenderse sabía que lo estaba disfrutando y que aquello era lo que tanto había deseado desde el primer toque.

Sentía como la lamían y chupaban sus tetas, como uno metía su lengua en su vulva mientras que el otro lo hacía en la cola. Masturbo sus dos fierros mientras la preparaban de ambos lados y sin esperárselo fue penetrada doblemente con fuerza.

Uno le decía cosas dulces y eróticos mientras que otro solo hablaba groserías y cosas sucias. Y que su familia estaba en la habitación de al lado solo lo hacía mejor.

Ambos se corrieron dentro de ella y esta cayó al suelo rendida y con una sonrisa.

—Ya sabes dónde buscarnos, zorrita.

Canturreo el jardinero antes de irse.

En ese momento en que ellos dos salieron, un empleado entro encontrándose con la chica desnuda y escurriendo semen de sus orificios, se agachó pero ver si se encontraba bien y la movió dejándola boca arriba, dejando ver sus atributos.

—Señorita ¿está bien?

—L-Lo estaré p-pronto.

Dicho esto, salió disparada a su pantalón donde bajo la bragueta y sacó su miembro, el cual miro divertida antes de lamer provocativamente la cabeza.

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