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Los pies de la dama de la boda

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Hace ya unos 10 años, tengo un primo que se casó por la iglesia con una chica que tenía la familia cercana a mi pueblo natal. Yo tendría unos 19 años entonces. Se preparaba una boda un poco aburrida porque había poca gente que conocía aparte de mi familia. En la mesa estaba sentado con mis otros primos, mayores que yo y detrás de mí ya había familiares de la novia. Todo iba bien, la comida, la música, las risas hasta que la cosa iba acabando ya, así pasar al café y postres. Yo iba charlando con los de mi mesa y gente que iba pasando por allí al lado. Gente que no conoces o gente que se presentan de nuevo. Durante el postre la gente ya se puso nerviosa y empezaba a levantarse o cambiarse de mesas y hubo un momento que mi prima de al lado fue a ver a otra tía y el chico que tenía a mi derecha no estaba, así que me giré y encajé con la mirada con un tío de la novia que había conocido meses anteriores.

Como buen chico me levante y fui a saludarle. Un hombre de unos 70 años, viudo, y así muy cachondo. Estaba contento y empezamos a hablar sobre los trabajos de hoy en día. A su lado había su hermana, una mujer de unos 60 años. Una mujer muy moderna, pelo canoso pero bien cuidado y recogido con una cola de caballo, unas gafas modernas también de pasta y un vestido muy bonito medio largo con unos zapatos de tacón negros. Mientras iba hablando con Fernando, estaba observando esa mujer, que no por nada, me había fijado porque estaba a su lado y mientras hablaba con él, hubo un instante que allí desencadenó toda la historia que os contaré. Él iba diciendo, que si la industria que tal, no sé qué no sé qué más, y ella escuchando el tema de conversación de la mesa, tiró la silla para atrás para hacer algún gesto. Sin más, se agachó y se sacó un zapato. Fue como una dosis de calentura máxima. Mi polla creció por un instante. Llevaba unas medias un poco oscuras, pero se le había agujereado la media y se le había escapado el dedo gordo por la media. Vaya pie más bello. Llevaba una pedicura de rojo intenso y tenía unas uñas grandes y muy bien cuidadas y largas, como me gustan. La cabeza se me fue de tal manera que solo pensaba en meterme ese dedo en mi boca. Ella tiro de la media escondiendo su dedo y volviéndolo incorporar dentro del zapato. El corazón me estaba latiendo al máximo. Fernando al moverse ella, me dijo, mira ella es mi hermana Carmen, la tía de Sara, la novia. Y le di dos besos pero mi cabeza ya había ido más allá.

Luego me fui otra vez a mi mesa y seguimos con el postre y el café. Después ya empezamos con la música, copas, bailes y el rato iba pasando hasta que todo el mundo ya estaba de pie menos la gente que se quedaba en las mesas para charlar o para descansar. Yo estaba bailando y recuerdo que a mi lado había Carmen bailando con mi primo. Iban a todo gas, que buenos... Hasta que el me vio y vinieron bailando. Dijo, mira ese es el primo pequeño de la familia y me dijo si nos conocíamos. Bueno lo típico... Si ya habíamos coincidido antes... Al cabo del rato, la verdad es que ya estaba cansado y era pronto, así que me fui a sentarme un rato a mi mesa.

Y empezó todo. Carmen regreso porque imagino que ya estaría cansada de tanto baile y se sentó detrás de mí, en su mesa, pero no me había dado cuenta y ella aprovechó para sentarse a mi lado y hablar. Estaba muy nervioso. Me imaginaba los pies de esa dama y me estaba poniendo enfermo. Estuvimos hablando de lo típico, todo muy bien montado, una fiesta genial, comida exquisita… La verdad es que tenía el corazón a mil. Hablamos unos diez minutos hasta que dijo que iba a fuera para que le tocara el aire y fumarse un cigarro. Aproveche para acompañarle fuera de la sala de fiesta, más que nada porque también me apetecía fumarme un cigarro. Salimos fuera del recinto, en unos bancos en el jardín, y joder, era de noche ya, había pasado súper rápido el tiempo. Allí también estuvimos hablando de mis estudios y donde vivía. La mujer de vez en cuando sacaba una sonrisa que me gustaba. Quería ganarme sus pies, y aproveche para decírselo sin más. Supongo que con el alcohol que llevaba encima yo y ella todo era más fácil. Tal cual le dije: “Una cosa Carmen, tengo una amiga que no sé cómo ganármela y había pensado en hacerle un masaje en sus pies para impresionarle pero la verdad es que no he hecho nunca. Ya que no te conozco mucho podría intentarlo contigo?” Me salió de dentro, y la verdad es que mi polla estaba empezando a agrandar solo pensarlo.

Se lo pensó y supongo que se quedó un poco en blanco, no se lo imaginaba pero le gustó la idea i se sentó el en banco... Me puse enfermo. Como me hubiera podido guardar ese momento. Me senté al suelo delante suyo y despacio le saque el zapato donde tenía el agujero. Cuando vi ese pie como si me lo ofreciera… estaba teniendo taquicardia. Volvía a tener el dedo gordo salido de la media y el olor que desprendía ese pie hizo que mi polla se agrandara por completo. Ella tuvo un momento de nerviosismo ya que supongo se intimido al verse la media rota, pero a mí me encanto. Sin más, le dije, puedo cogerlo? Y ella sonrió. Cogí ese pie y lo que hice le encanto porque hizo un gemido de gusto. Saque la lengua y lamí la planta de ese dedo hasta metérmelo en la boca. El gusto que tenía y el olfato y el fetiche que me daba hicieron que mi polla ya estuviera de estallar. Eran los mejores pies que había visto en mi vida. Me lo metía, lo sacaba, lo metía y lo sacaba, y ella estaba poniendo una cara de satisfacción impresionante. Le pregunte si le gustaba y sin decir nada, movió la cabeza hacia delante. Mire hacia los lados y no había nadie, aparte de que estábamos en un sitio un poco discreto... Y allí fue cuando le rompí toda la media sacando todo el pie y el otro zapato. Empecé a lamer ese pie que olía exquisito, estaba más cachondo que nunca hasta que me corrí dentro de mis pantalones. Pero continué, y a ella le encantaba. Le saque la otra media y allí ya fue cuando empezó a buscar entre mis piernas. La situación en la que estaba, lo que me envolataba y esos pies encima de mí, grandes, maduros y exquisitos, me encantaba. Me puse los dos pies encima de mi cara y ella iba moviéndolos para que yo me pudiera sacar mi polla y me masturbara. Su olor que desprendía de pie cerrado me había puesto a mil otra vez. Bajo sus pies y rodeando mi polla, empezó a subir y bajar, subir y bajar… Estaba más que enfermo, como me gustaba. Después de un rato pajeandome, me corrí en todos sus pies. Una de las mejores fetiche que he vivido experiencias.

Una vez terminamos, tiro las medias, se lavó los pies y se puso los zapatos. Le encanto y esa fue la primera vez de muchas más.

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