Nuevos relatos publicados: 0

La maestra cachonda

  • 6
  • 13.159
  • 9,24 (29 Val.)
  • 2

Nunca pensé que me atrevería a hacerlo con una profesora, pero debo confesar que la profesora de mi clase de educación física era increíble… tenía un cuerpazo digno de escultura… rubia, con unas tetas firmes, alrededor de la talla 90, y un culo bestial… cuando hacíamos clases de aerobic siempre me ponía detrás de ella y no le quitaba la vista de encima mientras bailábamos todos siguiendo sus pasos.

Lo curioso es que la pared en frente de la que bailábamos estaba plagada de espejos, con lo cual incluso podíamos vernos las caras, y recuerdo una ocasión en que el tanga casi sobresalía de sus mayas, de lo ajustada que las llevaba… aquél día me quedé más embobado que nunca contemplando ese precioso culo; tanto rato y tan descaradamente la estuve mirando, que no pudo evitar darse cuenta, y me miró a la cara, a través del espejo, y, por supuesto, vio claramente mis ojos puestos en su culo. Yo reaccioné apartando de allí la vista, pero nuestras miradas se cruzaron, y cuando yo pensaba que la había cagado, ella me sonrió como incitándome a no dejar de mirarla… y continuó bailando con un ritmo y entusiasmo aún mayores…

Desgraciadamente la clase tenía que acabar… y cuando nos íbamos se acercó y me dijo que me había visto muy atento a sus movimientos en clase, que había seguido perfectamente sus pasos, y acercándose poco a poco a mi oído añadió dulcemente que era su mejor alumno (a la vez que yo notaba como rozaba su pecho con mi brazo descubierto); se apartó y me dijo que, puesto que era su última hora del día, ella también se iba a duchar mientras lo hacíamos nosotros, pero en el vestuario de profesores, lógicamente, puntualizando que se lo tomaría con mucha calma debido a lo cansada que estaba.

A todo esto yo reaccioné duchándome el primero de todos y, haciendo lo posible para que mis colegas me perdiesen de vista, me dirigí al vestuario de los profesores. Sigilosamente y sin hacer un solo ruido abrí la puerta… un poquito nada más, y la pude ver ya con las mallas fuera, mostrando su perfecto trasero y con la espalda también descubierta, pero sin girarse. Procedió a bajarse el tanga, y se envolvió en esa toalla blanca que tanto resaltaba en su piel morenita… estaba muriéndome por no poder verla del todo desnuda… lo necesitaba… tenía la verga como un cohete ya, y el miedo por ser descubierto todavía me excitaba mucho más. Como no podía ver como se duchaba, “se me fue la olla” y entré al vestuario, cerrando la puerta lo más despacito que pude. Entonces me fui adentrando hasta poder recuperar mi perspectiva. Estaba realmente nervioso. Al asomarme ya estaba duchándose, de nuevo de espaldas a mí… no había forma de que se girase, pero su culo me seguía teniendo embobado.

Al rato decidió ponerse jabón, se empezó a untar todo el cuerpo, y con los ojos cerrados se dio la vuelta, al fin… dejando ante mis ojos descubierto ese cuerpazo… se empezó a frotar suavemente, desde su rubio cabello, bajando por el cuello, hasta toparse con sus fascinantes senos, se los apretaba y separaba repetidamente, poniéndome cachondísimo. Yo estaba medio escondido en el vestuario, pensando en que si abría los ojos no me vería… y me daría tiempo a ocultarme del todo, pero afortunadamente cuando los abrió, sí que me vio; tan sólo un segundo mientras era acariciada por el champú que se derramaba desde sus cabellos (quién fuese champú en ese momento, pensé).

Probablemente hacía rato que sabía que yo estaba allí… no lo sé… pero estoy seguro de que me vio… pues volvió a sonreír, igual que en la clase de gimnasia, para seguir frotándose el cuerpo… y poco a poco ir aproximándose a lo que, en ese instante, más deseaba yo en el mundo… se empezó a enjabonar bien, durante un largo rato, y a medida que el tiempo pasaba se le iba escapando algún ligero y suavísimo gemidito… claramente no estaba tan sólo enjabonándose… pero sin dejar de tocarse, y sonriendo, volvió a meterse en el agua, apartando todo el jabón y dejando brillar a su cuerpo… increíble…

Entonces frenó el chorro de agua, dejó sus manos libres para coger su toalla… pero antes de empezar a secarse, susurró: ven… yo no estaba seguro de haberlo entendido, y seguía un poco atemorizado por la situación… pero lo repitió elevando el tono de voz: ven. En ese momento me miró fijamente, y yo me dejé ver, sonrió y me invitó a ir hacia ella con la mano, mientras tapaba su cuerpo con la toalla… tímido me acerqué, la sonreí, y cuando estuve en frente suyo me empujó, dejándome sentado en el banco del vestuario, entonces me tapó la cara con la toalla, dejándome un segundo descubiertos los labios, para besarlos, sólo un instante, y con muchísima suavidad, haciendo que se me estremeciese todo el cuerpo…

En ese instante se sentó completamente desnuda como estaba encima de mí, me levantó los brazos y me quitó la camiseta, para seguidamente hacer chocar sus pechos con mi cuerpo, mientras empezaba a besarme, lamerme y morderme el cuello y las orejas… me estaba poniendo a 100, y empezó a restregar su coño por mi verga todavía tapada, no paraba de moverse… y le pedí, que por favor me desnudara del todo, que no quería agujerear mis boxers nuevos… increíblemente obedeció, y empezó a lamérmela como nunca me lo habían hecho en la vida… primero suavemente con la lengua, recorriendo cada rincón de mi miembro y de sus acompañantes, para continuar con una mamada de toda la vida ejecutada a la perfección, arriba y abajo, saboreándolo todo… no pude evitar correrme, pero justo antes de hacerlo la avisé y me miró, con mi polla en su boca, y volvió a sonreírme de esa manera… tan sensual… tan morbosa… tan provocativa… dándome pie a empapar su boca con mi leche cual una ametralladora que no cesaba de disparar.

Ella entonces me confesó su gran calentura, que por otro lado era evidente… y con mi pene firme de nuevo, se levantó y se posó encima de mí… metiéndosela sin ningún tipo de dificultad… y cabalgando sobre mí con una fuerza increíble. No paraba de gemir, pero con cautela, pues los dos sabíamos que podría entrar cualquiera en el vestuario, ya que no se cerraba con llave, y no era nada conveniente que se escuchasen los gritos… la verdad es que no tardó demasiado en acabar, y me dijo que nunca se hubiera esperado ese atrevimiento para un joven de mi edad, lo cual me complació enormemente.

A pesar de todo seguíamos ardientes, y yo tenía que volver a acabar, pues no está bien dejar las cosas a medias… así que me propuso, sin darme tiempo a opinar, ponerse a 4 patas y que volviese a bañarla con mi leche, pero esta vez por el culo… ese precioso trasero que tanto había mirado, deseado, codiciado… así lo hicimos… y disfruté aún mucho más, gracias a la presión que se notaba cada vez que entraba y salía… sus gemidos se acrecentaron un poco, también los míos… me dio la sensación de que le provocaba dolor de veras… pero eso era lo que parecía hacerla disfrutar todavía más… la confusión de placer y dolor, junto al temor de ser descubiertos, alumno y profesora, en el mismo recinto escolar… el morbo era bestial. Todo ello provocó que mi segunda corrida fuese todavía mayor a la primera, nunca olvidaré el tremendo grito que dejó escapar en cuanto notó la estampida blanca que acababa de emerger de mi verga...

(9,24)