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La madre caliente de mi amigo

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Cierta noche, 9.30 pm. El ambiente se centra en el quinto piso de un edificio. Desciendo del ascensor, acercándome al número de apartamento indicado por mi amigo de la universidad, Mario.

Toco la puerta, esperando ser atendido, al quedar de espaldas a la puerta. Una voz se logra escuchar desde dentro...

- ¿Quién es? -una voz femenina, muy dulce, suena tras la puerta, aun sin abrirse.

Doy una media vuelta, aclarando mi garganta luego de un carraspeo.

- Buenas noches, mi nombre es Paul. Soy un compañero de Mario. Estudiamos juntos en la universidad -logro decir.

-¿Se encuentra en casa? -pregunto.

Luego de unos segundos, la puerta se abre, quedando bajo el umbral de la misma una mujer, que si bien es cierto no aparenta su madurez, se nota en la mirada que tiene suficiente experiencia en todos los aspectos. Vestida de una forma sexy, que deja ver sus deliciosos atributos, se deja ver de la siguiente manera:

- ¿Buenas noches? -me saluda a modo de pregunta, aparentemente sin reconocerme ya que es la primera vez que nos vemos.

- Buenas noches... -susurro dejando en suspenso la frase, dirigiendo la mirada a su delicioso escote, el cual deja notar unas tetas formadas.

- ...Como le dije antes, mi nombre es Paul, compañero de universidad de Mario. Lo conozco hace poco y me dio esta dirección. ¿Se encuentra en casa? -digo y pregunto.

La mujer que tengo delante nota mis miradas, pero se hace la desentendida.

- El pasara el fin de semana en casa de su padre -responde.

- ¿No te comunicaste con el antes de venir? -pregunta.

- La verdad es que se me hace un poco extraño porque efectivamente lo llame antes de venir y me dijo que estaría aquí -respondo dando, de cuando en cuando, una mirada a esos pezones que se remarcan en la prenda de ella.

- Vaya, entiendo. La verdad es que él es un poco olvidadizo... -susurra, desviando la mirada por encima de mi hombro, fijándose tras de mí. Acto seguido, vuelve a mirarme.

- ¿Has venido solo? -pregunta con curiosidad, cruzando los brazos a la altura de su escote, abultando sus tetas a sobremanera.

Sin creer lo que veo, me pierdo en ese paraíso de toronjas, para luego verla a los ojos.

- Sí, he venido solo -respondo.

- Entiendo -responde, sonriendo con más confianza- ...Lo pregunto porque conozco a la mayoría de amigos de mi hijo, pero a ti es la primera vez que te veo... ¿Vives cerca? -pregunta luego de agrega.

Aquella mujer mantiene el cruce de brazos, por lo que al mirarme me pilla con mis ojos clavados en su generoso escote...

- Ah, vaya... No -sonrió yo también- vivo algo lejos, a una hora aproximadamente -miento ya que no puedo irme de ese lugar sin haber fornicado con esa mujer madura de mirada penetrante y encantos desmesurados.

- Wao, pues, en ese caso... -deja en suspenso la frase, girando la mirada tras de ella.

Fijándose en su apartamento, vuelve a mirarme.

- ... No lo sé, pero quizá pueda ofrecerte alguna solución para que sientas que no has venido en vano –agrega.

- Vaya, yo encantado... ¿De que solución se trata? -pregunto sonriente.

- Bueno, la idea es que pases y te pongas cómodo mientras le doy una llamada a mi hijo -propone- ...Suele pasar que al hacer planes con su padre se aburre y regresa -sonríe- ...Quizá esta noche no sea la excepción –finaliza.

- Solo espero no incomodar en algo que estuviera haciendo -digo sonriendo otra vez.

- No te preocupes... -sonríe, dando una ligera media vuelta, quedando de espaldas a mí. Luego de eso, me mira hacia atrás ligeramente.

- ... No olvides cerrar la puerta -agrega, deslizando una de sus manos por el borde de la puerta, soltándola suavemente.

Luego de eso, y con la mirada hacia adelante, aquella mujer empieza a contonear sus caderas, ingresando al apartamento mientras sus nalgas carnosas bambolean de un lado a otro, asomando bajo aquella prenda, la cual deja poco a la imaginación.

Al mismo tiempo, me ofrece una perspectiva deliciosa de su cuerpo desde adelante al taconear contra el parquet del piso.

- ... No sabes lo que te espera -susurro para mí, al mismo tiempo que cierro la puerta sin dejar de ver ese culo acumulado aplaudir.

Camino tras de la doña, la cual llega al medio del salón, dando una nueva media vuelta y dándose cuenta que la doy en alcance. Queda de pie, a un lado del sofá con ambas manos en sus caderas.

- Ponte cómodo -susurra, señalándome el sofá de a lado con la mirada.

- Gracias -sonrió acercándome al sofá, poniéndome cómodo mientras recuesto la espalda en el respaldo del sofá, valga la redundancia.

Aprovecho para abrir mis brazos en el respaldo también, al mismo tiempo que mi paquete marcado a esas alturas, se deja ver ligeramente erecto.

Ella, da un par de pasos hacia mí al verme cómodo, quedando aun de pie frente al cómodo sofá.

- ¿Deseas algo de beber? -pregunta amable.

- Si tuviera una cerveza helada, no me opongo -respondo sonriendo.

- Que sean dos, entonces -sonríe, regalándome un guiño muy sexy al tiempo que se da otra media vuelta.

De espaldas a mí, me mira hacia atrás/abajo.

- Siéntete como en casa, ahora regreso -vuelve a sonreír.

Otra vez, con la mirada adelante, se contonea, saliendo del salón al dirigirse a la cocina... Quedo solo durante unos minutos en aquel ambiente.

- Creo que Mario se merece un castigo indirecto por haberme hecho venir en “vano” -susurro nuevamente para mis adentros, acomodándome la verga apretadísima bajo el pantalón, quedando cómodo.

Luego de unos minutos, los tacones de ella, retumban nuevamente desde la cocina, asomando al salón con dos botellas de cerveza en sus manos. Segundos después, queda de pie frente al sofá, justo al lado de una pequeña mesa de noche.

- Emm... -susurra volviendo a mirarme- ¿Deseas beberla ahora, o prefieres que la apoye aquí? -pregunta por la mesa antes mencionada.

Yo, ni corto ni perezoso, ideo algunas cosas en mi mente sucia y morbosa.

- Por el momento puede colocarla ahí, creo que no hay apuro. Además se ven demasiado heladas –sonrió.

- Sí, claro -sonríe ella, colocándose de espaldas muy cerca de mí.

Luego de eso, y con la mirada en la mesa de noche, abajo, sin mencionar palabra alguna, se agacha brutalmente sin flexionar las rodillas, por lo que ese culo enorme apunta firmemente a mi rostro, al mismo tiempo que aquella prenda pequeña se contrae por la fricción, liberando sus nalgas carnosas prácticamente hasta la mitad.

El volumen de su culo aumenta por los lados cuando junta los muslos, por lo que sus labios vaginales se apachurran por en medio, dándome cuenta de que aquella perra madura, no lleva ropa interior.

- Mier... Da -digo dejando un espacio entre ambas silabas, sin importar que me escuche esta vez.

Al escuchar mi voz, aquella voltea el cuello, mirándome sexy.

- ¿Pasa algo? -pregunta sonriendo, sexy, aun en la misma postura mientras apoya sus manos en el borde de la mesa de noche.

Sus cabellos eróticos, recaen por el costado de uno de sus hombros.

- ... Es que... Joder... -susurro mirándole inevitablemente el culo a aquella mujer madura.

- Si estas preocupado por lo de mi hijo, te diré que ya hable con él al ir a la cocina -dice, manteniendo su postura.

- Bueno... Quisiera saber que dijo -digo aun perdido.

- Me dijo que efectivamente se quedara en casa de su padre durante todo el fin de semana -menciona- ... Así que depende de ti, si te quedas... O te vas -agrega tentadora, mirándome fijamente.

Noto que su mirada se desvía durante dos segundos delatadores a mi enorme sexo indisimulable. Luego, me mira a los ojos.

- Con este terrible espectáculo que tengo en frente ni siquiera pienso moverme de aquí -digo sin cortes.

- Buena elección. Aprenderás mucho la noche de hoy, te lo garantizo -dice, regalándome un guiño cual perra en celo.

- Tampoco pretendo quedarme atrás con una cabrona madura como tú -menciono al ponerme de pie suavemente, sin desviar mis ojos de los suyos.

Quedo tras de esa enorme papaya, colocando ambas manos en cada una de esas nalgas voluptuosas. Sin pensarlo, doy un azote duro el cual retumba en el ambiente, en una de ellas, dejando ese poto rojizo, con mis cinco dedos de furia grabados en él.

- Estabas tardando mucho, cabroncito -dice devolviéndome la palabra- ...Al parecer el amigo de mi hijito ya quiere empezar con la acción, eh... -susurra sexy, mordiéndose el labio inferior luego de eso.

Ella desvía la mirada hacia adelante, permaneciendo en su postura, por lo que decido dar otro azote en la otra nalga, emparejando el color... Muy a fuego.

- Ah sí! -gime sonoramente para mí, con la mirada ligeramente en el techo.

Por un espejo enorme que se deja ver delante de nosotros, logro notar sus tetas recayendo hacia abajo por aquella prenda superior, al mismo tiempo que sujeto sus cabellos con una de mis manos, fuertemente, formándole una coleta de caballo, prácticamente obligándola a mirar hacia arriba firmemente, por lo que ella logra desprender sus manos de la mesa, la cual le servía de soporte. Su espalda se pega a mi cuerpo, dejando sentir mi verga dura apachurrarse por en medio de sus nalgas, aun vestidas. Me acerco a su oído sin soltarle el cabello y mientras que, con mi otra mano libre, decido empezar a bajarle la prenda inferior por uno de los lados, deslizándolo sin mucho esfuerzo hacia abajo, cambiando de lado luego de eso y repitiendo el proceso.

- Sé que te gusta el sexo duro, hijaeputa... Lo noto en la mirada de perra en celo que llevabas desde que abriste la puerta, cabrona -susurro en su oído, mordiendo el lóbulo del mismo luego de eso- ...Que rico hueles, zorra -agrego respirando caliente en su oreja, dejándome sentir.

Siento como un estremecimiento recorre su espina dorsal, por lo que esa zorra vieja decide aferrarse con una de sus manos de mi nuca, mordiendo su labio inferior con una sonrisa de puta satisfecha. Aprovecho para jalar su cola de caballo con mi mano firmemente, haciendo que logre apoyar la parte trasera de su cabeza, en mi pecho.

Su quijada apunta a la mía, al mismo tiempo que decide apoyar, esta vez, sus dos manos en mi nuca, retrayéndome a su cuerpo.

- Apuesto que el cabron amigo de mi hijo desearía follarme de pie, ¿Verdad hijoeputa? -me mira fijamente en la postura, mientras sus enormes tacones realzan su figura.

Al formarle aquella cola de caballo, su espina dorsal forma una curvatura, la cual finaliza en el inicio de su buen culo respingón... El cual a estas alturas ya encuentra desnudo, ya que su prenda cede, quedando en el piso, revoloteado con sus tacones.

Sin soltarle los cabellos, empiezo a emputecer a mi potra madura con azotes muy sonoros en cada una de sus nalgas con mi otra mano libre.

- Quien manda aquí perra... Dime quien mierda manda aquí -digo repetidas veces sin dejar de majear ese culo con mi mano, mirando sus ojos fijamente.

- Sé que te gustaría mandar a ti, pendejo hijoeputa -responde sucia, mirándome fijamente sin soltar sus manos de mi nuca, con las que clava sus garras en mis cabellos.

Sin dejar de mirarla y tomándola de los cabellos, rápidamente decido llevar mi mano con la que antes azotaba su culo, a mi cinturón y cremallera. De un momento a otro, mi pantalón cede hasta el piso.

Mi verga dura, venosa, y la cual apunta firmemente hacia arriba, se dispara cual corcho a presión desde abajo de mi pantalón. Mi glande se encuentra totalmente rojo, descubierto y con un par de gotas espesas de líquido preseminal en el.

- Ahora vas a enterarte cuan cabron puede ser un nene de mi edad. Te voy a percutar la concha hasta que gimas de placer y consiga tu puta miel -digo azotando por última vez ese enorme culo.

- Y yo no voy a parar hasta sacarte la última puta gota de leche caliente que tengas dentro para mí, pendejo -dice, separando las piernas, presta a lo que se viene.

Sin soltar su cola de caballo, la miro fijamente en silencio al mismo tiempo que tomo mi verga con mi mano, esparciendo aquellas gotas de líquido preseminal en mi glande. Acercándolo a sus labios vaginales, les doy azotes con mi tronco duro, lubricándolo con los jugos de ella esta vez.

- Me tienes con el clítoris todo duro, cabron... Y lo sabes -dice mirándome, pero sus palabras se interrumpen cuando de pronto...- Ah! -me regala un gemido duro, dejando la boquita abierta al mirarme.

Con parsimonia, poco a poco, logro enterrar mi verga en esa concha tragona hasta mis huevos, dejando su base pegada al sexo maduro de aquella mujer. Me quedo quieto, viendo disfrutar a esa perra cuarentona.

En silencio, llevo mi mano a su prenda superior, rompiéndola con ganas... Sus enormes tetas se descubren, quedando desnuda para mí, solamente en tacones. Aquella prenda, la tiro encima de la mesita de noche, olvidándome de ella hasta más adelante...

Con ambas manos, esta vez en la coleta de caballo, miro hacia el enorme espejo de adelante, empezando a moverme suave, para luego aumentar el ritmo cada vez más, y más... Más, mucho más. La follo cual perro en celo, haciendo sonar mis huevos contra el coño de aquella perra caliente.

Suelto un poco la coleta de caballo...

- Mírate perra, mírate al espejo... Te gusta sentirte como una perra en celo, verdad -digo con júbilo.

- Ah sí, papi rico -gime satisfecha, mirándose en el vidrio- soy tu puto objeto de placer, cabron... Que rico se deja sentir el vaivén de tu verga papi –agrega.

- Son las mejores tetas que he visto rebotar en toda mi puta vida, hija de puta -digo al momento que suelto la cola de caballo con una de mis manos, otra vez haciendo presión con la que queda restante en sus cabellos.

Nuevamente la obligo a mirar hacia arriba. Empiezo a apalear sus tetas con mi mano, sin piedad, azotándolas mientras rebotan al unísono. La miro fijamente disfrutar mientras no dejo de follar su sexo. El sonido de mis pelotas chocando contra ella se escucha de fondo, al mismo tiempo que los chapoteos de sus jugos con mi verga profunda.

- Joder... Me voy a correr -pronuncia ella separando las piernas un poco más, sintiéndome más profundo- ...Y me voy a correr en serio nene -dice entre gemidos, afirmando sus tacones al piso, soportando su peso para lo que se viene.

- ...Aaaah! Aaaah, diooooos! -gime repetidas veces, oprimiendo el gesto en sus ojos, poniéndose colorada y acelerar su respiración.

- Tú de aquí no te me escapas perra... Dámelo todo, vamos, vamos! -grito- ...Hasta la última puta gota de zorra que tengas -digo moviéndome cual perro en celo. Hago sonar mis bolas muy duro, calentando a mi mujer.

La tomo duramente de los cabellos al mismo tiempo que la cojo de los brazos con los míos, haciéndole una especie de llave.

- Mierda mierda mierda... No pares, no pares, no pares! -gime repetidas veces.

Siento su vagina contraerse por dentro, aquello me toma desprevenido. Sus músculos internos succionan mi verga al momento que ella abre la boca... La sujeto por el cuello, ahogándola.

- Yaaaa... Aaaaah! Aaaah! -la perra gime alocadamente al mismo tiempo que le tiemblan las piernas.

Yo, sintiendo sus fluidos mojar mi verga y sus contracciones vaginales, reviento dentro de ella, tomándola de las tetas fuertemente.

- Eres la mejor puta que he tenido hijaeputa -digo, estrellándola contra el espejo mientras doy los últimos empujes de mi verga dentro de ella, violándola.

Separo mis manos de sus tetas, tomando las suyas que se encuentran en mi nuca, retirándolas y llevándolas al frio espejo, entrelazándolas con las mías. Separo mis manos con las de ella a la altura de sus ricos pechos, acabando ambos mientras sonreímos a ojos cerrados... Todo termina con un beso al oído.

(9,10)