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Por amor a la familia (Día Cuatro: parte 1)

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Día cuatro

Parte 1

No me levante a la escuela, no sé a qué grado me afecto el alcohol, pero si puedo recordar que había salido a la terraza y que la gente me vio, me siento apenada y algo culpable. Me levante y fui consciente de que estaba vestido de mujer y que había dormido en la cama de una de mis primas. Volví a ver la recamara y seguía siendo un desastre, incluso aún más. Me retire la ropa de chica y la deje en el suelo, incluso las panties con la toalla, ahora muy sucia, me metí a la regadera y me bañe con mucha calma, mi cabeza daba vueltas, aunque no me dolía, Salí de ducharme y me dirigí a mi habitación, ahí me quede tirado en mi cama desnudo un rato, pensando, al parecer mi conciencia había despertado, estaba confundida, que había hecho todos estos días? Que pasaba con mi padre? Que pasaba conmigo?

Me levante y me vestí mi ropa de hombre. Salí a la calle a comprar algunas cosas y fui a la escuela a encontrarme con mis compañeros, a ponerme al tanto de lo que había perdido, ellos me cuestionaron de porque no había asistido, simplemente dije la verdad, que no me levante. Fuimos a comer a un negocio de comida y ahí paso algo que le dio un giro al día.

Entro una mujer joven acompañada de un hombre ya maduro, él era guapo, pero ella se veía estupenda, traía puesto un vestido corto, strapless, de bolitas y con vuelo en la falda, anteojos para sol y un sombrero súper elegante, unos zapatos negros altos finalizaban con sus largas piernas torneadas, su caminar era impresionante, cada paso demostraba sensualidad, cada pose, incluso la forma como sonreía o detenía su bolsa, era evidente que no era la esposa de ese hombre, ya que era muy consentidor con ella, además de que se veía que él era mayor que ella por muchos, muchos años, ella era joven, un poco mayor que yo, era casi ilegal esa escena.

Esa imagen me impacto demasiado, esa chica podía ser yo, era yo quien podía estar con ese hombre, según mi experiencia del día anterior, la gente ni siquiera lo notaria. Yo quería ya irme a la casa, me sentía inspirado, pero mis amigos insistían en que me quedara, finalmente pude escapar.

Entre corriendo como es costumbre a la casa y subí las escaleras corriendo, casi al tiempo que iba quitándome mi ropa en el camino, llegué a la habitación del desorden, abrí la llave de la tina y comencé a llenarla, puse mucho jabón en ella, creando espuma y me sumergí en ella, tratando de recrear esas escenas de películas donde las chicas gozan del baño de burbujas, me sentía sexy, la mujer dentro de mi ya no podía resistir el estar encerrada. Cerraba mis ojos y recordaba a la mujer del restaurant al tiempo que tocaba mi cuerpo bajo el agua, tocaba mis insignificantes pechos, apretándolos un poco, pasaba una mano por mi pene semi erecto, pero sin sujetarlo, solo lo presionaba contra mi cuerpo, me sentía tan mujer. Entonces se me ocurrió llevar a cabo un ritual que ellas hacen, aunque no lo necesitaba, me depilaría toda… o en su defecto me rasuraría. Busque a mi alrededor y encontré un rastrillo rosa y empecé a pasarlo por mis piernas, era más el juego de hacerlo que lo que realmente hacía, no había mucho que retirar pero la idea era imaginar que era una mujer haciendo esta actividad, llegue a mi parte intima, la cual me costó más trabajo porque la espuma me estorbaba para poder ver si lo hacía bien o no. Seguí con las axilas y di el trabajo por terminado, deje el rastrillo por un lado y deje caer mi cabeza hacia atrás, pensando en lo que acababa de hacer. Pasado un rato, salí de la tina y seque mi cuerpo con una toalla, pero la sensación sobre mi piel era muy diferente, era agradable, era suave y a la vez pegajosa. Una vez seca, tome una crema que olía muy bien y la pase por todo mi cuerpo, era el toque final a mi piel femenina. Salí del baño y podía sentir mis piernas tocándose entre sí, pero ahora eran como piernas ajenas a mí, nunca antes las había sentido de esta manera, me encantaba, mi excitación por cada detalle aumentaba.

Ya frente al mueble, tome un brassiere strapless, pero era de mi prima la mayor, este no lo llenaba con mis pechos extraños, recordé que vi unas esponjas raras en el otro cajón y las busque y las use para rellenarlo, me coloque esta vez una tanga sexy y me dirigí al closet, yo sabía que mi prima tenía un vestido similar al de la chica, busque y busque y al fin lo encontré, se veía más pequeño de lo que me imagine, me lo puse y me quedo perfecto, cada parte de él encajaba perfectamente en mi cuerpo.

Estaba vistiéndome cuando escuche sonar el teléfono de la casa, pero como nunca nadie me llama a mí, decidí ignorarlo, seguí en mi transformación, fui a la habitación de mi tía y busque unos zapatos elegantes, eran rojos, de tacón muy delgado, con correa en el tobillo, me los puse y me quedaron perfectos, pero esta vez sí me costó trabajo mantener el equilibro, aunque después de unos minutos lo domine. Camine a mi habitación, la emoción era diferente, estaba súper motivada, los tacones en el pasillo aumentaban mi excitación, recogí la peluca y me la coloque con mucho cuidado, la peine porque estaba hecha una maraña, fui al pasillo nuevamente y me vi en el espejo, me veía bien, pero no lograba satisfacerme, quería replicar la imagen de la chica que acababa de ver.

No me convencía a mí misma que me faltaba?, era el momento de dar un paso más, a final de cuentas, mi familia llegaría hasta el domingo, y apenas era jueves, el teléfono volvió a sonar, y una vez más decidí ignorarlo, sin embargo, me entro un poco de intriga, por qué era tanta la insistencia? No era común que alguien llamara a la casa. Fui a la habitación de las niñas, me senté en el banquito del tocador y abrí el cajón, había todo tipo de maquillaje. Irónicamente, yo sabía usarlo, ya que al crecer con mis primas, las veía hacerlo de una forma muy natural, incluso en ocasiones les ayudaba a maquillarse.

Me coloque el maquillaje de una forma muy juvenil, enchine mis pestañas y les puse rimmel, pinte mi boca de un rosa muy bonito, cuando termine toda la labor, me vi al espejo, estaba hermosa, pero algo faltaba. Me levante y fui a la habitación de mi tía, necesitaba accesorios, pero yo no tenía las orejas perforadas, sin embargo, recordé que con frecuencia le veía a mi tía aretes de presión, así que busque entre sus cosas y encontré unas arracadas de plata con esta característica. Me las coloque y enseguida un collar que también estaba ahí, y finalmente, unas pulseras.

Me levante y regrese a la recamara de las chicas, cada paso era un taconazo que excitaba más el momento, tome una bolsa del perchero y me coloque frente al espejo, ahí estaba, una obra de arte, una chica perfecta, cualquiera que me viera se sentiría atraído, era increíble lo femenina que yo me veía, mis piernas eran torneadas por el ejercicio, pero largas, la delgadez de mi cuerpo hacia que el talle del vestido quedara perfecto, mi angosta espalda hacia equilibrio con el corte del vestido que me hacía lucir unas hermosas caderas, la imagen era absolutamente perfecta, estaba tan metida en admirarme que no note que el teléfono estaba sonando nuevamente.

Ya eran alrededor de las 7pm, decidí caminar por la casa, a pesar de haberlo hecho toda la semana, hoy era diferente, transpiraba sensualidad, me movía despacio, con elegancia, esos tacones hacían que mi cadera se contoneara, la piel suave de mis piernas tocándose entre si, el aroma a la crema que había usado tan linda. recordé la ropa interior que tenía ya días en el patio, fui por ella, y pensé en que era momento de comenzar a recoger todo el desorden que había hecho. Subí a la recamara dispuesta a hacerlo, pero cuando vi el ventanal que daba a la terraza no pude resistirme, tenía que mostrarme, ya no era suficiente hacerlo dentro, necesitaba ser vista. Salí a la terraza y me senté con cuidado en la silla, crucé mis piernas coquetamente mientras veía a la gente pasar por la calle, pero esta vez nadie me veía.

Entonces me entro nuevamente el miedo, esta vez estaba sobria y no tenía aquel valor que el alcohol me había dado la vez pasada, así que entre otra vez a la casa, vi el cuarto desordenado y pensé que mejor mañana lo recogería, así que baje a la cocina a comer algo, cuando iba bajando las escaleras, el teléfono sonó nuevamente, ya era demasiado, debía ser algo importante, así que corrí, los tacones resonaron nuevamente, llegue al teléfono y conteste, era mi tía.

“hijo, te he estado llamando todo el día” yo le conteste que no había estado hasta ahorita, pero lo que me dijo, me dejo totalmente congelada: “ya llego tu tío? Salió desde la mañana” un nudo en la garganta me impedía hablar con normalidad, por qué habría de llegar mi tío? Cuando llegaría? A qué hora salió? Todas estas preguntas me llegaban inmediatamente a mi cabeza, mientras sentía un malestar de miedo en el estómago, el sudor frio en contraste con un calor en el cuerpo. Con dificultad le conteste: “n…no, por qué? Paso algo?”

Tenía ganas de colgar y correr a quitarme todo, y recoger todo lo que había hecho, me dijo: “no, nada, solo que no se ha comunicado para avisar que llego bien, en cuanto llegue le dices que nos hable” solo conteste “claro que si tía, yo le digo” e inmediatamente colgué el teléfono con mi mano temblorosa, pero justamente cuando hacia esto, la cerradura de la puerta se movió al tiempo que un sonido de llaves hacia latir mi corazón. Paralizada veía como la puerta se abría, mi tío estaba ahí, frente a mí, con la mirada fija.

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