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El apartamento con la golfa fantasma

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Compré un apartamento a través de internet en un muy conocido pueblo de la costa blanca. Así que fui ese fin de semana para entregar el último pago a la mujer que me lo iba a entregar y de paso, que me traspasara las llaves.

Llegué al pueblo, fui a la dirección donde se encontraba ese apartamento y me encontré a su última dueña para entregarme las llaves y mostrarme más en profundidad todo el apartamento.

Charlé con ella, todo dentro de los cauces normales y nos fuimos a comer y según comíamos, me refirió que allí había un fantasma de una mujer muy sexy y muy puta, a la que su marido pilló jodiendo con un hombre que la muy zorra había ligado en la playa y la mató, haciendo desparecer su cadáver y todas las pruebas que lo incriminasen.

A mi eso me daba risa, pues no creía en fantasmas, espectros, espíritus o delirantes apariciones. Terminamos de comer, nos despedimos y yo me volví al apartamento a tomar posesión de él y echar una relajante siesta, pues había bebido y comido con profusión.

Me levanté al cabo de un tranquilizante par de horas y marché a la playa pues todavía quedaban algunas horas de sol y me apetecía bañarme en el mar y tomar baños de sol y porqué no, admirar las lascivas bellezas femeninas que se cruzasen a mi paso al andar por la orilla.

Después de 3 horas de playa, regresé al apartamento y me cambié de ropa para ir a comprar algo de cena y comer en el apartamento, pues no me apetecía nada el bullicio y alboroto de la gente.

Cené tranquilamente en el apartamento, vi la playa desde la terraza y me "entoligué" mi camisa de las grandes ocasiones para tratar de ligar a alguna lasciva facilona en la discoteca próxima al edificio donde poseía mi apartamento.

Después de estar en ese depravado tugurio de golfas y facilonas y ver que las rameras de siempre no estaban por la labor, bien porque ellas no tenían ganas o porque andaban cerca los cabrones de sus mezquinos y tacaños maridos, me retiré al apartamento desencantado y derrotado de hacer el bobo por pillar cacho.

Al llegar allí, me desnudé y me fui a la ducha para relajarme y luego meterme en la cama. Me sequé y me volví a "entoligar" el sexy tanga que llevaba, pues no me apetecía nada acostarme totalmente desnudo. Me fui a dormir y al cabo de un par de horas, advertí que alguien me lamía sexualmente el tanga. Alterado y muy sobresaltado me desperté para comprobar que estaba solo en el apartamento y que no eran imaginaciones mías. Recorrí el apartamento de punta a cabo y regresé a la cama tranquilo al observar que no había nadie. Al cabo de otro par de horas, reparé que alguien me volvía a acariciar el sexy tanga, y otra vez la misma operación y retorné a la piltra.

Había cogido pronto el sueño después de esto y una susurrante y apacible voz me dijo al oído: "no tengas temor ni recelo, cariño", "soy el fantasma de la mujer a la que su marido le pillo jodiendo con otro hombre y necesito un macho que me joda, pues tengo un hambre de polla de siglos". Yo, inmediatamente me relajé, pues por lo menos estaba avisado de esto, aunque no creía en estas cosas y parece que existen en realidad

La voz de la zorra anunció: "No temas, mi amor", "yo te lo voy a hacer todo, para que me des placer y darte placer a ti también para que gocemos de nuestros encendidos cuerpos de depravados y lascivos seres en celo".

Consentí que ella me hiciera lo que ella quisiera, pues ya me estaba empezando a dar morbo, la idea de joder con un fantasma y más si era el de una guarra en celo.

Me tendí con las patas bien abiertas para que ella empezara a lamerme el tanga, pues la sola idea de que me hiciera esto me ponía cachondo y muy libidinoso

— Me gusta el sexy tanga que llevas, es muy morboso — manifestó la zorra

— ¿te gusta, eh?, ¡vaya vicio que tienes, zorra! — apostillé

La zorra fantasma comenzó a lamer como una zorra de vídeo porno mi obsceno tanga de macho semental en celo y comencé a bufar, resollar y resoplar de lujurioso placer que esta ramera fantasmal me estaba dando

— ¡qué bien me lo haces, cacho puta!, ¡me encanta que lengüetees el tanga, cerda! — lascivamente

Aprecié que lengüeteaba y relamía con lasciva maestría el tanga y yo estaba corrido del lujurioso regusto que esta puta puerca me estaba dando al acariciar con su lasciva lengua mi lujurioso tanga de actor porno

— ¡sii!, ¡humm!, ¡ay!, ¡sí!, ¡ay así!, maaas! — rezongué lascivamente

La muy puta me lo hacía más lenta y libidinosamente y comencé a resoplar, resollar, jadear y bufar de regusto sexual, pues me estaba llevando a un lascivo éxtasis sexual

— ¡sigue, zorra!, ¡vamos puta!, ¡trabájame más, guarra! — animé

Ya me noté que tenía el rabo como una brutal piedra de mármol, pues mi cachondez por el delirio sexual a la que me llevó esta golfa fantasmal era total

Reparé que ya estaba preparado para joder con esta espectral fulana, pues tenía una lasciva y brutal erección como antes no había tenido ya que esta guarra quimérica me había trabajado como una auténtica fulana de burdel lascivo abolengo

— ¿notas que ahora tienes bien duro el rabo?, ¡pues ahora te vas a poner más cachondo! — manifestó la zorra

Me quedé perplejo, pues no sabía que me haría este golfón depravado y me espetó

— Ponte a cuatro patas y te lameré el ojete y punzaré tu culo con mi dedo hasta que te dé más y más placer y se te llene de mas lefa los cojones y se te ponga mucho más duro el rabo — largó la fantasmagórica zorra

Hice caso a sus lujuriosos consejos y empezó a lamer, lengüetear y chupar con maestría lujuriosa mi ojete al tiempo que me agarraba del rabo y yo comenzaba a reparar en la bestial erección que tenía

— ¡agh!, ¡si!, ¡ugh!, ¡si!, ¡queeee guuusstoo!, ¡maaaasss!, ¡agh!, ¡siiii!, ¡agh! — gemía con lascivia

La zorra quimérica me estaba matando de libidinoso gusto pero mi rabo se estaba endureciendo y robusteciendo más y más a cada segundo y yo tenía una majestuosa y fabulosa erección como nunca tuve y tenía la sensación de tener el pene de un caballo

— ¡Ahora si que estás preparado para joder conmigo y a lo bestia! — chilló lascivamente la zorra

— ¡joder que sí!, ¡vaya pollón que tengo!, ¡nunca nadie me lo había puesto así! — aluciné al ver como tenía de grande, duro y largo mi rabo

La zorra espectral, atrapó mis manos y las llevó en dirección a sus tetas y pude advertir cuan grandes y apetitosas eran

— No veo tus tetas, pero puedo apreciar que son tetazas, ¡cuánto me gustan! — exclamé lascivamente

Advertí que se estaba posicionando a horcajadas sobre mí, para empezar a botar con mi muy duro rabo tan brutal

— ¡joder, cabrón, como se te ha puesto de dura, canalla! — declaró la zorra entre gemidos.

La zorra se posicionó sobre mí a horcajadas y agarró mi rabo para clavárselo hasta el fondo

— ¡Augh!, ¡que pollón tienes, maricón!, ¡me mas a romper, hijo puta! — aulló la zorra lascivamente

— ¿No lo querías muy brutal?, ¡pues toma rabo de piedra, zorra! — chillé lascivamente

La zorra empezó a botar con mi rocoso y pétreo rabo de semental dentro de su profundo coño y empezó una libidinosa y lasciva sinfonía de más de cien mil vagidos, ayes, jadeos, gemidos, berridos y mil gañidos sexuales presos del libidinoso momento que estábamos pasando

— ¡hijo puta, que bien me jodes canalla! — berreó la zorra fantasmal lascivamente

— ¡que gustazo me das, cacho cerda!, ¡toma rabo, puta! — bramé lujuriosamente

— ¡dame tu rabo, sucio canalla!, ¡haz de mi tu puta, cerdo! — berreó la zorra libidinosamente

— ¡siii!, ¡toma rabo, guarra!, ¡gózame, cerda!, ¡toma polla, golfa! — clamé impúdico

— ¡dame tu rabo, cabrón!, ¡lo necesito ya!, ¡dame rabo, no pares, cerdo! — chilló la zorra entre mil vagidos sexuales

A la vez que botaba y saltaba esta zorra libidinosa y fantasmal con mi fuerte rabo, ambos teníamos una brutal lujuria y nos insultábamos sexualmente presos de la libertina lubricidad de nuestros cuerpos en celo. Después de haber botado con mi rabo dentro de su cuerpo, la zorra me tomó de la mano y se puso a cuatro patas para que la siguiera jodiendo a estilo perro y luego petarla el ojete, pues la muy guarra, se moría por que la entaponara el ojete con mi rocoso rabo y hacerla aullar de placer

— ¡vamos, so cabrón!, ¡cambiemos de postura! — conminó la zorra entre gemidos

— ¡si, puta, si!, ¡te voy a dar más rabo, so cerda! — acaté contento

Una vez tuve agarrado el lascivo cuerpo de esta libidinosa cerda en celo de las nalgas, empecé a palpar con mi enhiesto rabo cual era el agujero del coño para proseguir y repetir la brutal y depravadaatizando jodienda que la estaba

— ¡uuhmm, como la noto como entra, canalla!, ¡que bulto tan brutal! — advirtió la zorra lascivamente

— ¿te gusta, eh, guarra?, ¿te gusta mi rabo, puerca? —

— ¡claro que si, canaallaaa! — mencionó la zorra entre cien deliciosos gemidos de placer

Comencé a perforar lenta y pausadamente mi duro y erecto rabo dentro del profundo coño de esta zorra licenciosa y viciosa y ambos comenzamos a proferir unos colosales bramidos, gañidos, berridos, chillidos y cien jadeos sexuales mezclados lujuriosamente con insultos sexuales

— ¡hijo de puta, me estás matando de gustazo!, ¡so cabrón, que vicio tienes! — bramó la zorra entre mil vagidos

— ¡toma, so puerca, me arde el rabo!, ¡gózame cerda! — chillé

— ¡quéééé guuussstooo! — berreó la zorra

— ¡si, cooomooo eeentraaaa!, ¡"meeeenncannta" joderte, zorra! — solté entre vagidos lujuriosos

La estuve agarrando con fuerza de las nalgas y entre acometida y embate sexual, le atizaba duro pues eso parecía ponerla más furibundamente lasciva y cachonda y berreaba como una auténtica cerda en matanza

— ¡cabrón, cabronazo, me estás volviendo loca de lujuria!, ¡eres un auténtico semental, jódeme sin parar y no me la saques, canalla! — rezongó la zorra de arrebato sexual

— ¡ya siento como tienes de encharcado el coño, zorra!, ¡entra y sale con facilidad, puerca! — chillé de rapto lujurioso

La formidable jodienda que la estaba atizando a esta puta zorra libidinosa era intensa y fantástica, pues ya iba de menos a más y nos insultábamos con lujuriosa genialidad debido al impulso sexual que teníamos

— ¡deseo que me petes y entapones, maricón!, ¡ábreme el culo, ya! — exigió lascivamente la zorra.

Saqué mi pétreo rabo de su bullente coño para atravesar su ojete, pero antes se lo babeé, ensalivé y escupí sobre el para que resbalara y se deslizara mejor con mi brutal rabo tan encendido sexualmente

— ¡que culo tienes, puta!, ¡te voy a desmayar de regusto anal, puerca! — amenacé lujuriosamente

— ¡si, cabrón, pétame, entaponame, tengo ganas de rabo en el ojete, maricón! — afirmó la zorra entre bramidos libidinosos

Después de haber ensalivado y lamido el culo de esta formidable guarra depravada, empecé a hincar mi rabo, pues ya tenía unas exorbitantes ganas de tener una jodienda anal con esta puerca libidinosa

— ¡ufff, siiiii, ya siento como me petas, canalla!, ¡que pollón, joderrr! — profirió la zorra entre bramidos

— ¡siiiiii, toma puerca, ya tenía ganas de empalarte con mi duro pollón, guarra! — solté entre vagidos libidinosos

— ¡jódeme, pétame, entapóname, rómpeme el ojete, canalla! — requirió lascivamente la zorra

Ya tenía bien alojado mi rocoso rabo dentro de su profundo culo e iniciamos un intenso "metisaca" que iba de menos a más y nos impulsaba a insultarnos sucia y sexualmente debido al rapto de descomunal y extremada lujuria que estábamos teniendo

— ¡zorra, puta, guarra, pécora, golfa, ¡toma polla, cerda! — exterioricé de efervescencia sexual

— ¡cabrón, hijo de puta, que perra me pones!, ¡me estás destrozando el ojete, pero no pares, bribón! — proclamó la zorra entre bufidos de regodeo sexual

— ¡cómo te siento, como me pones, joder contigo es un vicio! — afirmé lascivamente

— ¡canalla, hacía tiempo que nadie me jodía así, ni siquiera aquel canalla con el que me pilló el cornudo de mi marido! — reveló la zorra de fascinación lujuriosa

La estuve petando activamente y sin parar el ojete durante al menos doce minutos mientras le endilgaba más palmetazos a sus nalgas pues ambos estábamos lujuriosamente excitados y ya próximos al orgasmo

— ¡zorra, sucia, guarra, putona, putón, cerda, cochina! — berreé lujurioso

— ¡canalla, chulo, bribón, cabrito, malnacido! — rezongó la zorra entre bramidos sexuales

— ¡me estás poniendo muy burro, sucia guarra! — largué lujuriosamente

— ¡creo que me voy a correr, jódeme fuerte — evidenció la zorra viciosamente

— ¡toma polla, cerda!, ¡toma, toma, siénteme puta! —exterioricé libidinosamente

— ¡siiiii, no pares, sucio miserable, jódeme! — manifestó la zorra con depravación

Ya estábamos muy cerca del orgasmo pues notaba que por las venas me empezaban a salir los primeros cuajarones de lefa y ella estaba casi casi a punto de explosión orgásmica

— ¡queeee meeeee cooorrrooo oh! — grité lascivamente

— ¡y yooooo, cabróóóónnnn! — chilló la zorra entre mil gemidos

Caí redondo sobre el lecho y advertí también junto a mi el cuerpo de esta magnífica zorra que tanto me había hecho gozar. Todavía, después de la explosión de cremosa, densa y espesa lefa dentro del cálido y candente ojete de esta puta zorra, manaba lefa mi rabo y ya se iba arrugando y empezamos a hablar la zorra y yo.

— Me llamo Mónica — confesó la zorra

— Y yo Juan — articulé

— ¿Porque te asesinó tu marido? — inquirí

— La culpable única fui yo, no hacía más que ponerle los cuernos con todos los hombres que a mi paso salían y aprovechando que nos sorprendió y pescó a mí y a mi amante playero, se hartó y sacó la pistola que llevaba por su trabajo y me encañonó y mi amante salió disparado, por si el también caía — narró esta zorra de Mónica

— ¿te follaba bien?, ¿te jodía a gusto? — pregunté tratando de averiguar

— sí, eso sí, él era un auténtico semental, pero yo era una golfa miserable que me perdían los rabos de los hombres y con el que me follaron por última vez era bien grande gordo y duro, por eso te lo puse así. Me diste mucho placer — finalizó Mónica

Sentí un beso en mi mejilla y me soltó un relajado "adiós". Me fui a duchar, pues tenía todo el cuerpo sudoroso y pringoso mezclado de flujos y lefas y casi abatido del ardoroso momento sexual. Tomé la ducha y salí "groggy" y enseguida cogí el sueño. A la mañana siguiente me atice un fuerte desayuno pues me había quedado seco de tanto joder y follar sin parar a esta zorra depravada de Mónica y mientras iba repasando lo que me había pasado la noche anterior y me prometí no contarlo a nadie de mi trabajo por si me tomaba por loco o fantasioso.

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