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Mi cuñada, sabor de mujer

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Como deseaba a mí cuñada…

Soy de Honduras y mi relato es muy real, además que cuento con el permiso de mi cuñada para poder contárselos.

Llevo mucho tiempo viviendo solo y tengo una novia de ya hace varios años, su hermana que llamare María es unos 6 años menor que yo. Ella es muy inteligente, es atractiva y muy seria, no tiene un cuerpo perfecto pero tiene unas piernas y unos pechos tan apetecibles que cualquier hombre estaría con ella sin pensarlo. Seré sincero que cuando la conocí no me atraía pero ahora es una adicción por el deseo de estar con ella. Todo comenzó cuando por medio de chat empezamos a meternos en temas de contenido erótico y nos fuimos dando cuenta que teníamos muchas ideas y fantasías sexuales que por mi mente solo pasaba la idea de tenerla y poseer su cuerpo, de tener su carne, sus piernas y sus pechos a mi entera disposición.

María empezó a visitar mi apartamento acompañada por un amigo de ella para tomarnos algo de alcohol, estaban un rato y se marchaban, pero yo quería que se presentara sola, así que la invite a comer en mi apartamento y a compartir algo de alcohol pero eso sí que la invitación solo era para ella y muy cordialmente acepto. No estoy seguro si el morbo provocado por las pláticas tan calientes que teníamos la hizo llegar, quizás ella quería saber si le decía las cosas de frente así como se las describía por chat o simplemente o simplemente parte de su ingenuidad que no veía el plan que yo tenía en mente. Quedamos para un día sábado por la tarde en mi apartamento y así se llegó el día y en la hora y día indicado y tal como se lo pedí, se presentó a tiempo y lo mejor de todo, SOLA. Una vez dentro empecé a preparar la comida y servir los platos mientras se acostaba sobre mi cama y se relajaba una rato después de su día de trabajo, todo siguió normal, nos sentamos a la mesa a comer y platicar mientras mis pensamientos armaban una estrategia para lograr tenerla así como le decía en los chat pero no podía arriesgarme a decir algo que la ofendiera y se fuera corriendo, pero pasado un tiempo y después de comer empezamos a bebernos unas copas y fue gracias al alcohol pues que me atreví, apoyándome en una frase que ella misma decía “Nunca te guardes lo que le tienes que decir a otra persona”, así que le confesé mis deseos de disfrutar de ella, de disfrutar con ella y de probar su cuerpo, ella quedo pensando por un rato y me dijo:

María: No estoy segura de hacer algo así, no es correcto, aunque no está mal la idea.

Yo: Entiendo, pero este momento lo he esperado mucho tiempo.

María: Para qué.

Yo: para decirle que la deseo.

María: Esta bien, acepto.

Una vez escuchando su respuesta me acerque a ella estando los dos parados y sin que dijera nada más empecé a besar su cuello, coloque mis brazos para poder rodearla por completo y así la lleve hasta la cama, donde quite poco a poco todo lo que ella vestía, no lo quería hacer tan rápido, quería disfrutar de cada prenda que quitaba, así disfrutaba de cada centímetro de piel que afloraba a la luz, así no desaprovechaba nada y cada centímetro de su piel se guardaba en mi mente y en mi sentido del gusto, fui quitando todo hasta llegar a sus pechos que desde que los descubrí los disfrute al máximo, pase mi lengua primero, luego los chupe como si los tuviera solo por un pequeño instante, los acaricie con mis manos mientras los observaba fijamente con mi mirada para tratar de no olvidarlos nunca, ella se quitó el pantalón y yo quite de ella su ropa interior mientras besaba su cuerpo, deslice mi mano hasta colocarlo directamente en su clítoris y empecé a masajear despacio pero con firmeza y cuando sentí su humedad metí dos de mis dedos dentro de ella mientras de ella salían expulsados unos pequeños gemidos que me calentaban cada vez más, tenía mi pene como volcán casi a punto de estallar y baje mi legua hasta su clítoris y comencé a raspar mi legua mientras sentía en mi boca el sabor de sus jugos, el sabor a mujer y yo disfrutaba ese sabor. Cuanto más lamia su clítoris y saboreaba sus fluidos sentía como su piel se ruborizaba y su cuerpo se movía al son de mis lamidos, tocaba sus piernas con las palmas de mis manos muy despacio para poder disfrutar de toda su piel y de todo su cuerpo, su piel una delicia, se erizaba mientras lamia de su sexo, la bese muy suavemente desde sus piernas hasta llegar a sus pecho. Sus pechos son una delicia, son pechos un poco grandes y suaves, me los quería comer, pero también quería que ese momento perdurara mucho más, así que los lamí, los bese y los chupe lo más despacio (aunque quería hacerlo de manera salvaje) posible para no olvidarlos y no perderme de nada, conocer hasta el más pequeño detalle, podía ser la última y única vez, así que me tome el tiempo suficiente para hacer con ellos los que yo quisiera, luego baje de nuevo para sentir el rico sabor de su sexo, sentir el sabor de esa mujer que había deseado por mucho tiempo. Pasamos un tiempo en eso que sin pensarlo ya el tiempo se nos terminaba, pero yo no quería penetrarla con tan poco tiempo, porque quería que al penetrarla fuera algo pleno, lleno de placer y por poco tiempo, así que le pregunte que si podía pasar mi pene entre sus pechos haciendo un RUSO y me contesto que no había problemas, claro que yo estaba casi a punto que empecé a pasarlo por sus pecho hasta que termine sobre sus deliciosos pechos, el semen fue abundante, pero lo mejor fue cuando ella tomo con su mano mi pene y empezó a manipularlo como para sacar lo que aún quedaba y cayera sobre sus pechos, fue tan placentero ver ese momento, como sus pechos estaban llenos de mi semen. Nos aseamos y vestimos, luego la acompañe hasta su casa. Quedamos de vernos otro día, pero esa será otra historia.

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