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Mi esposa Juanita y su exjefe (parte II)

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Después del tremendo encontronazo que se dieron mi esposa Juanita y su exjefe Humberto nuestra sexualidad dio un giro de 360 grados volviéndose más fogosa, más abierta y más disfrutable.

La comparación entre el antes y el después es inmenso, porque mejoramos muchísimo en cuanto a la cantidad y calidad de nuestros encuentros sexuales.

Resulta que se siguieron hablando por teléfono a veces delante de mi ella contestaba y se le notaba la turbación que esto le provocaba, cuando colgaban yo le preguntaba a Juanita –Que te dijo? Y ella me dice, pues que como estoy que soy la mujer más bonita del mundo y cositas ricas, me contaba poniéndose de inmediato cachonda.

Yo disfrutaba viéndola tan entusiasmada con el que hasta entro a un gimnasio para verse más buena me decía, porque pienso dárselo otra vez me contaba.

Cada vez que cogíamos ella al borde de su primer orgasmo se acordaba de la tremenda cogida que le había dado su exjefe Humberto, y ya muy caliente suplicaba –Quiero esa verga grande dentro de mí, me decía.

Y yo le echaba más leña al fuego, -Donde quieres esa vergota? –Aquí dentro de mí, me decía. –Aquí en mi panochita, -La necesito toda, así grandota, rica.

-Vamos a jugar le propuse ya bien calientes y cogiendo, -Has de cuenta que yo soy Humberto y te está metiendo la verga, -Dime lo mismo que le decías a él.

-Ok me dijo ella vamos a jugar, -Métamela Humberto mi amor, la quiero toda, que rica la tienes, tanto que la he deseado mi amor, la quiero solo para mí, métemela mucho.

Yo bombeaba diciéndole cositas como, estas bien buena Juanita, mira nomas que nalgas tienes, siente toda mi verga grandota dentro de ti, olvídate del cornudo de tu marido, yo si te hago feliz, tómala putita.

La ponía de perrito y le daba tremendas estocadas, y ella gemía y gritaba –Cógeme más Humberto, soy tuya toda, mi amor.

La puse también cabalgándome la verga y mientras le chupaba los pezones y le mordía las tetas, ella emocionada con que yo era Humberto, se ponía al mil por hora, teniendo un orgasmo tras otro.

Y tras una frenética cogida yo descargue toda mi leche dentro de su vagina a borbotones, mientras ella se aferraba a mi espalda con el ultimo orgasmo, que esta vez fueron seis o mas no supo bien ella de tan emocionada que estaba.

A mí me excitaba sobre manera, porque esa era la idea de esto y que ella despertara su sexualidad, de tal manera que si resulto porque se volvió más caliente que nunca.

Cada mañana pasábamos por enfrente del negocio de Humberto y el como muy despistado siempre esperando vernos pasar, yo veía como mi esposa Juanita lo veía y le sonreía, disimuladamente, porque se suponía que Él no sabía que yo le di permiso de coger con él.

Juanita era otra ya, se vestía con jeans muy ajustados, tanto que se le veía su camel, usaba tanga, y blusitas muy cortas y pegaditas que hacía que hacía ver sus tetas más grandes, total que había despertado a una hembra en celo.

Yo la animaba a que se buscara otro, pero ella terca a que Humberto nada más, porque le gustaba mucho, y se estaba preparando para la próxima vez, con el gimnasio, pensaba volverlo loco de placer.

Empezamos a salir los sábados por la noche a un café bohemio donde se presentaban cantantes y cosas así, yo la animaba para que tomara y se pusiera más dispuesta a hacer locuras. Esa noche nos fuimos a un hotel y pedimos la misma habitación donde se la había cogido Humberto y me describió la escena con detalles. Cogimos como nunca ella pensando en Él y yo imaginando la escena.

Hasta que un día de enero se llegó la fecha, y ella se vistió para El, más coqueta que la primera vez, había estado comprando lencería erótica verdaderamente lujuriosa.

Con un vestido rojo entalladísimo y corto que dejaba ver sus piernas torneadas y blancas como una alucinación, y su culo parado que se antojaba darle una palmada. Debajo medias negras con liguero, y una tanga pequeñísima negra también, sostén del mismo color.

-Cómo estoy? Me dijo cuándo se presentó en mi oficina.

-Wow le dije yo, estas preciosa

-A dónde vas, si no es indiscreción?

-Ya sabes me dijo, voy con Humberto al rato regreso.

-Disfrútalo mucho y por favor saca unas fotos quiero ver como la tiene.

-Ok te lo prometo, me dijo sonriendo.

Y se fue, yo me quede otra vez con esa extraña sensación de celos y excitación, pero lo que si sabía es que cuando me contara lo sucedido iba a tener mi recompensa.

Pasaron las horas y ella llego a casa, venia algo desarreglada, señal de la batalla sostenida con su macho vergudo.

Yo ya estaba metido en la cama cuando ella llego, y le dije vente para que me cuentes y mientras se desvestía me dijo –Vengo hasta acá de verga. –Ahora te cuento.

Y se metió a la cama conmigo me abrazo y me beso, y me dijo ahí te va.

-Pues me hablo Humberto que me esperaba en el motel Paraíso y me dio el número del cuarto, y fui hasta ahí en la camioneta y toque y abrió el, no lo podía creer se le veía en los ojos.

-Me abrazo con ansiedad y me junto a su cuerpo mientras sus manos bajaban ansiosas a mis nalgas, de inmediato sentí como le crecía su enorme bulto, el que yo tanto deseaba.

-Esta vez estaba más caliente que la primera vez, porque me decía cositas ricas como -mi amor te extrañe tanto, te quiero coger, estas deliciosa, que te hiciste que estás bien buena, y todas esas cosas que solo él sabe decirme y encenderme.

-Cuando me quite el vestido frente a él, y miro mi lencería casi se le cae la baba, y a propósito modele un poco, poniéndome en poses, mientras que él se quitaba la ropa también, quedando sin nada, al aire tremenda verga bien erecta, y sus huevos tan grandes, que yo también me quede extasiada.

-Nos fundimos en besos y abrazos, manos por donde quiera, este era un encuentro de apología, mejor que un video porno.

-No hizo ningún intento de quitarme la lencería, yo creo que le excitaba más así, estaba como burro con una inmensa erección que su verga pegaba a su abdomen, subiendo y bajando presa de los espasmos que las ganas le ocasionaban.

-Él se la agarraba subiendo y bajando la capucha del pene, mostrándomela descaradamente –Mira lo que tengo para ti Juanita.

-Se paró de la cama y me puso en cuatro apoyando yo en el borde de la cama, y me hizo a un lado el hilo de la tanga y me repago su miembro venoso y carnoso en la entrada de mi vagina.

-Me la puso y quiso meterla, pero estaba tan dilatada su cabeza, que no entro así de pronto, yo le dije –No entra amor, se le hizo más grande o qué?. Pero de que entra, entra, y entro.

Me cogió como loco, diciendo y balbuceando palabras sucias que me calentaron mucho, así que tuve mi primer orgasmo casi al instante, Seguido de oleadas de placer, el me tocaba las tetas y las apretaba frenético. Yo sentía su enorme pedazo de carne dentro llenándome toda.

-Metía y sacaba me ponía de una forma y otra, como queriendo demostrar su poderío de macho, de garañón, de cógelon, de mujeriego, de conquistador de mujeres casadas y deseosas de verga.

-Chúpame la verga Juanita, decía, y me la puso en la boca, era tan gruesa que casi no me cabía en la boca, pero así se la chupe, abriéndole el oficio de la cabeza y metiendo la punta de la lengua ahí, cosa que le daba placer infinito, diciéndome –Que bien coges Juanita, eres toda una mujer. Le chupe también los huevos, y le di una puñetiza a su verga que amenazaba con explotar, porque le salía mucho líquido seminal.

-Así te puedo seguir contando me dice Juanita, lo que sucedió por cerca de una hora, donde nos hicimos todo lo que pudimos, y al final se vino dentro de mi con un estertor y unos gemidos como de macho en brama, aventando chorros y chorros de semen, en mi vagina, de forma descomunal, que no sé de dónde puede salir tanto. Aunado a mis líquidos vaginales aquellos fue épico.

-Me pare al baño, y te contare que aun salía leche a chorros, yo la disfrutaba palpando su viscosidad y su olor fuerte a cloro, lamiendo mi mano los residuos de semen.

-Volví a la cama y nos quedamos un buen rato besándonos ya más calmados.

Y te acordaste de mi Juanita? le pregunte –No, me contesto fue tan intenso que no hubo chanza de nada, solo cogía y disfrutaba con la mente en blanco.

Cuando termino de relatarme su aventura, le dije –Abre la piernas que te voy a coger, y ella contesto aun traigo mucha leche dentro, -La guarde para ti, sé que te gusta, así que pon tu mano, y puse mi mano en su vagina como cachando algo, ella hizo un movimiento y un chorro de semen salió, cayendo en mi mano. Yo la probé con la punta de mi lengua, saboreando el semen de macho con los jugos de Juanita, y se la metí hasta el fondo y profundo, con una cogida frenética que pronto eyacule, ahora eran tres jugos mezclados, los de Humberto, los de Juanita y los míos. Una aventura más había concluido, satisfechos los tres.

Pero la aventura apenas empieza, cada vez se pone más bueno. Volveré.

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