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La maestra enseñante

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Mi primer año de bachillerato trascurría un tanto monótono, debido a que ingrese a una escuela agropecuaria, ubicada como a 15 minutos de la ciudad o sea en el campo, mis compañeras nada que valiera la pena, y así pasaban los días.

De pronto todo cambio, ahí estaba ella, la nueva maestra de industria de los alimentos, estatura mediana, pelo negro ensortijado, labios gruesos y sectores, de piel morena, dueña de unas enormes tetas, y una breve cintura, que resaltaba su hermoso culo.

La escuela estaba enloquecida por ella, al menos los varones, esperábamos ansiosos su hora de clase para admirarla, y así llegaba ella con su cadencioso caminar, moviendo rítmicamente sus nalgas, enfundada en sus Jean de mezclilla, muy ajustados, cosa que era un deleite para nosotros.

Y ahí frente a nosotros una manada de mancebos ardientes y lujuriosos una hembra en todo su esplendor, yo como joven aplicado me sentaba casi al frente, cosa que la mayoría rehuía, por no contestar preguntas de los maestros.

De pronto todos querían sentarse en las sillas del frente, y corríamos de un salón a otro para ganar el lugar, y poder tener una vista VIP, de nuestra nueva maestra.

Ese día llevaba un overol de mezclilla, que le quedaba como dibujado, envolviendo su cuerpo divino, pero de tal manera que se podía apreciar con todo detalle cada parte de su cuerpo.

Sus piernas torneadas, sus tetas enormes y firmes, sus nalgas rellenitas, ups, la vista merecía la sangre de la batallas por los asientos.

Yo no sé si los demás lo notaron, pero ese día su puchita se le notaba más de la cuenta, la costura del overol, se le metía por la mitad de su cuevita, marcándosele lo que le llaman camel toe o sea pata de camello, dejando ver sus abultados labios vaginales, ella de repente notaba las miradas a su puchita y se volteaba a escribir algo en el pizarrón.

La cosa se ponía mejor así, podíamos disfrutar de su enorme culo paradito y turgente, y la leve costura de sus calzones de podía apreciar bajo su ropa. Yo creo que todos los chicos la teníamos parada, la vista siempre era espectacular, de pronto en la escuela teníamos una hora de erotismo delirante, al menos en mi mente sí.

De cuando en cuando nos tocaba labores en el campo, propias de la carrera que cursábamos, y esa mañana mi compañero y yo decidimos no participar y nos tiramos en medio de un campo de alfalfa, había yo llevado dos revistas porno hustler que le había robado a mi papa, y las veríamos ahí acostados, también llevábamos refrescos y un pequeño radio.

Y así trascurrieron unos minutos, nosotros viendo las revistas y las fotografías de mujeres tan bellas y sensuales, mostrando su vagina, nos calentamos e hicimos apuestas, nos masturbaríamos a ver quién se corría primero.

Y ahí estábamos con las vergas bien duras, dándole jalones y jalones intentando ganarle a mi compañero. Cuando de pronto se escucharon unos pasos, mi compañero Juan corrió agazapado entre la hierba, y me dejo solo.

Quien creen que estaba ahí parada viéndome? La maestra de industrias, se había orientado por la música del pequeño radio, y nos localizó.

Yo intente meter mi verga en su lugar, y subí rápidamente el Zipper, grave error, me agarre la piel del pene con el zipper, y quede ahí, cubriéndome con las manos mi paquete.

-Mira nomas chicos, que cosa estaban haciendo? pregunto ella, pero al ver las revistas, sonrió y dijo; -ya veo que estaban muy entretenidos, donde está tu compañero? -No se maestra se fue.

-Y tú por que no te paras y te vas? -No puedo maestra le conteste, conteniendo el dolor, -Porque no puedes?, muy apenado le conteste, -me agarre con el Zipper, el cuerito.

-jajaja una sonora carcajada se escuchó en el campo, y eso como sucedió?, -a ver déjame verte me dijo, -No maestra como cree, ahorita me los desatoro yo.

Me volteé para desatorar la cosa, pero no se pudo había quedado muy agarrado por lo dientecillos del cierre del pantalón.

-Deja te ayudo, se ofreció la maestra Eustolia, que así se llamaba, -No como cree, proteste yo.

-No seas penoso, me dijo, y yo vislumbre una leve esperanza y me dije llevar, total que podía pasar. –Ok, está bien ayúdeme porfa que ya me duele mucho.

De la pena había pasado yo a la excitación, dejaría que la hermosa de maestra me mirara la verga, que estaba bien dura por la tremenda situación que de pronto vivía.

Y me incorpore y en efecto el zipper prendido a mi cosa, que estaba apuntando al cielo presa del dolor y la excitación que la escena ameritaba, ella abrió los ojos como sorprendida.

-Vaya, vaya mira nomas si te agarraste ahí, espera, ahora te ayudo, a mi hijo pequeño le ha pasado, se cómo desatorar eso aguanta.

Ella se inclinó para valorar la situación, y me dijo –Tendré que tocarte para poder jalar el zipper, aguanta un poco, te va a doler. –Adelante maestra le dije, eso me excitaba, me la iba a agarrar.

Ella lo tomo en toda su extensión con su mano derecha, y con la otra intento jalara el Zipper hacia abajo, y no se pude, ella tuvo que pelarme la verga, para que aflojara la tensión, y salió mi cabeza grande y rosada, ella la miro fijantemente, y no sé si fue mi imaginación, pero le dio dos que tres peladas de arriba abajo.

Y de pronto ella jalo y el Zipper cedió, dejándome la marca enrojecida, y ella me dijo –Te lastimo un poco la piel chico, quieres que ponga un curita o algo. –Si maestra, haciendo el tonto, y ella saco de su bolso un curita, y me lo puso en la magulladura, en ese instante pensé, se me va a escapar viva, tengo que hacer algo.

Y en un acto de osadía le tome su cabeza con mis manos y la empuje hacia mi verga, ella se resistió y protestó, -que diablos haces? –cúreme con un besito por favor, le dije.

-Estás loco cabrón malagradecido, mira que yo toda preocupada curándote la cosa esa, y tú con tus perversiones.

-No es perversión maestra, no ve como la tengo? –Si ya veo muchacho, pero yo que culpa tengo o qué? –no nada maestra pero, hágame el favor.

-Quieres que te la chupe verdad? –Sí, si sería la gloria.

Mmmm se quedó pensando un momento y dijo, -está bien pero no le cuentes a nadie, también yo me excite con tu cosa, está muy linda y gruesa, creo te mereces algo.

Ella era soltera según pudimos investigar, y supongo que tendría novio, pero acá en esta soledad no creo, así que estaría deseosa de una buena sesión de sexo fortuito.

Y me lo empezó a chupar, la diversión había comenzado, ella lo chupaba como si fuera un dulce con esa ansiedad que provoca la abstinencia sexual, yo sabía de eso.

Yo tomaba su cabeza para empujársela más dentro de su boca, y ella accedía, hasta que las arcadas me hacían aflojar, ella era muy buena en la felación.

Y pensé, como será de buena cogiendo, tal vez hoy sería mi día, y la envidia de todos si lo supieran.

A ella le gustaban jóvenes, lo supe después y ese había sido el motivo de su cambio a esa escuela. Yo encantado.

Ella chupaba y chupaba, era increíble, aquella súper mujer prendida a mi pene, yo estire mi mano y la metí debajo de su sostén, y apreté sus enormes melones, sus pezones grandes, y firmes, era la gloria. Ella gemía levemente, denostando excitación, porque se esmeraba bastante en causarme espasmos de placer.

-Cógeme ahora, me dijo, soltando mi pija, y empezó a desabotonarse la blusa, dejando ver su brasiere blanco de encaje, mismo que desabrocho por la parte delantera, y dejo libres dos increíbles melones, firmes como pelotas de futbol, pezones morenos, aureola rosada.

Y me los ofreció así sin más, -chúpame ahora mis tetas! y yo obedecí como hipnotizado, estaría soñando? Creo que no porque su piel se sentí tan real, tan tersa y con una fragancia de perfume caro, y me prendí como desesperado, besando, tocando, chupando y mordiendo levemente sus pezones, ella gemía ya sin cortapisas.

Ella no dejaba de masajear mi pene, pelándomela hasta la base de los huevos, y mi verga se curvaba por la enorme pelada, creo que este arroz ya se coció, pensé.

Mi maestra se recostó sobre la hierba fresca y me dijo ven, mientras que se quitaba una pierna de su pantalón, dejándome ver su tanga de color morado de encaje, su puchita abultadita, que tanto había soñado en poseer, por fin iba a ser mía, después de esto nada sería igual.

Me recosté aun lado de ella y la empecé a besar ella me correspondió plenamente, metiendo su lengua en mi boca, sus labios hermosos eran míos, los podía morder y besar a placer.

Ella abrió sus piernas y me invito a poseerla, -ven cógeme rico amorcito.

Yo como loco me quite el pantalón precipitadamente presa del nerviosismo y la excitación tremenda, con la verga al 100, deseosa de enterrarse en esas deliciosas carnes.

Pude apreciar sus bien torneadas y firmes piernas, sus nalgas duras y su vientre plano, que era la locura y no quería despertar.

Y sin más me coloque entre sus piernas, e hice a un lado la tanga, y pude apreciar también su puchita depilada casi totalmente, escurría líquidos seminales trasparentes y abundantes, era evidente que estaba calientísima ya.

No la haría esperar más, y le apunte mi verga en su entrada, ella gemía deliciosamente, como gatita, mientras que mi pedazo de carne se abría paso entre los pliegues de su vagina, rica y apretadita, sin duda un manjar. Yo un lobo hambriento.

Ella empezó a moverse de una forma muy sensual, apretando sus nalgas y empujando su pelvis, para que entrara más la tranca.

Yo la cogía con toda mi tremenda erección, aquello fue la locura, entre gemidos de los dos, un concierto de placer, que yo hubiera querido tenerla para mí solo toda la vida, pero por ahora tenía que cumplir.

La escena era por demás erótica, dos cuerpos fundidos entre la hierba, vibrando al unísono, gozando del placer que da los sentidos despiertos por la pasión, mezclando nuestros fluidos y nuestros destinos por siempre.

Ella se corrió varias veces con una intensidad increíble, que me clavaba las uñas en mi espalda, y me mordía los labios hasta causarme dolor, sus espasmos eran frenéticos, la deje saciarse hasta el cansancio, y por fin pidió paz.

Yo también deseaba ya terminar la faena, matar el toro de una última estocada, y así sucedió, una descarga eléctrica me envolvió cada centímetro de mi ser, y eyacule dentro de ella, no me importo nada, y así abrazados y fundidos en uno solo quedamos exhaustos y felices.

Ella se vistió lentamente, yo la observaba como queriendo conservar en mi mente los recuerdos de cada instante, y un foco se me prendió en mi cerebro. –regálame tu tanga le dije, ella se sorprendió, -para que la quieres? –quiero tener un recuerdo tuyo.

-jajaja estas bien loquito me dijo, pero si te la regalare, me hiciste muy feliz, te lo mereces amor. Y así fue como empezó mi colección de prendas íntimas, a la fecha ya tengo muchas.

Ellas se despidió con un beso y una advertencia, -si quieres más, conserva el secreto!!! –claro que si maestra soy una tumba. Ok, adiós, luego hablamos, y se marchó.

Esa fue una de muchas veces que subí a la gloria y regrese para contarlo, ella merece este relato, por los años felices que pasamos juntos, hasta que el destino no separo, un beso donde quiera que estés maestra enseñante.

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