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Por amor a la familia (día cinco - parte cinco): La cena

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Me quite lo que me quedaba de ropa y me dirigí hacia el baño con una dolorosa erección, me quite la peluca y la puse sobre el mueble del lavabo, me metí a la regadera, tuve que bañarme con agua fría para bajar esa euforia lúdica que estaba teniendo, estaba hundida en mis pensamientos cuando me di cuenta que estaba tocándome, masajeaba mi pene con familiaridad, pero algo me decía que no lo hiciera, una chica no tiene eso entre sus piernas. Así que deje mi miembro en paz. Me sentía muy femenina.

Cerré la regadera y me enrollé la toalla en mi cuerpo, salí del baño y vi sobre la cama las cosas que mi tío había traído previamente, me emocione mucho al verlos, corrí hacia la cama y abrí las bolsas, era un corsé negro de encaje, con cintas en la espalda y broches al frente con brassiere incluido y resortes como liguero, una tanga de encaje que hacia juego y unas medias negras semi transparentes con encaje ancho en la parte superior. Me quite la toalla y seque mi cuerpo rápidamente, pero la emoción me había provocado nuevamente una erección. Estaba excitada, pero no solo sexualmente, sino como una niña en navidad ante sus regalos, sentí mi corazón latir con fuerza y una enorme sonrisa se pintaba en mi rostro. Fui al tocador, abrí el cajón de los cosméticos, saque con cuidado una crema corporal y la puse en todo mi cuerpo. Acariciaba mi cuerpo con esa sensación de suavidad, tocaba mis ingles, y termine poniendo entre mis nalgas, era una sensación divina. Al caminar hacia la cama nuevamente, sentí como resbalaban una con la otra, era una chica lubricada.

Desempaque las medias y me las puse una a una, era una sensación maravillosa, la seda en las piernas, el rose entre ellas, el elástico en mis muslos, uffff. Tome el corsé y me lo puse, me di cuenta que me quedaba un poco flojo, así que me lo quite y ajuste las cintas de la espalda casi al mínimo, ahora me costó más trabajo ponérmelo, era incomodo, al apretar la parte baja de mi torso, mis pechos se ensanchaban hacia arriba dando una sensación de más abundancia. Mis pequeños senos encajaban perfectamente en las copas pre rellenadas, haciendo que dieran volumen, pero quedando proporcionales a mi cuerpo. Tome la tanga, la subí por mis piernas, cada centímetro del rose de esta prenda con mis piernas con las medias era excitante, tuve que relajarme un poco y pensar en otras cosas para que mi erección diera un poco de si, acomode mi miembro hacia atrás y lo detuve entre mis nalgas, ya era una experta en este “arte”. Subí hasta arriba la tanga y la ajuste lo mejor posible. Supuse como se abrochaban los resortes del liguero a las medias y empecé esta extraña labor, valore tanto a las mujeres, se necesita ser una contorsionista experimentada para poder ponerse tantas prendas femeninas. Finalmente quede lista, corrí hacia el baño por la peluca, pisar con medias en la alfombra provoca otra sensación maravillosa, podía sentir la suavidad en los dedos de mis pies. Tome la peluca y me la puse, salí del baño y me senté frente al banquito del tocador y comencé a cepillarla, estaba muy maltratada a causa de todos estos días de uso. El corsé me dificultaba un poco la respiración y hacia que mi postura estuviera súper derecha, pero esta restricción también era linda.

Saque unas sombras obscuras del cajón, tratando de no desacomodar lo que acababa de arreglar, me maquille, tome un poco de rubor, rímel, me arregle las pestañas, delinee y pinte mi boca con el tono más rojo que pude haber encontrado, me vi en el espejo, me veía esta vez mayor a los días anteriores, ahora aparentaba unos 20 años, me guste mucho, me veía sumamente atractiva y seductora, parecía modelo de revista de lencería. Solo faltaba el último detalle, un delicioso perfume, busque uno que me encantaba de mi prima, uno súper juvenil, me lo puse y la atmosfera se llenó de su fragancia.

Camine hacia la puerta y asomando solo mi cabeza hacia el pasillo grite: “tio… emmmm… papá, que me voy a poner? A donde vamos a ir? Inmediatamente me contesto: “ahí te deje todo lo que necesitas”. Voltee a la recamara extrañada y voltee hacia todos lados, en la puerta del closet estaba colgado un vestido precioso que no había visto, era negro, strappless, con el busto en forma de corazón, acinturado y con un estilo muy amplio en la falda, era corto, pero no vulgar, con un lazo y moño en la espalda en color rosa fuerte, en el suelo, estaban un par de zapatos rosas, conservadores pero muy elegantes, con correa al tobillo y muy altos, con tacón muy delgado.

Ese vestido jamás se lo había visto a mis primas, mi tía era evidente que no entraría ahí ni con magia, entonces?... Acaso lo había comprado para mí? No vi que lo trajera cuando entro con las bolsas. Ahí me di cuenta que las medias que ya me había puesto estaban en empaque y que el corsé y todo lo demás olía a nuevo, pero no me había percatado hasta ahora, todo lo acababa de comprar mi tío exclusivamente para mí. Me puse el vestido, era más ajustado que la ropa de mis primas, pero con el corsé yo había quedado impresionantemente delgada y acinturada, además, con el corte del vestido, el cual era amplio abajo, se me formaban unas enormes caderas. Subí el cierre hasta donde alcancé, me senté y me puse los zapatos, me puse de pie. El vestido alcanzaba perfectamente a cubrir el encaje de las medias, tenía una altura perfecta, no era tan corto, pero con los tacones hacia que se viera más pequeño.

Iba a llamar a mi tío para que me ayudara a terminar de subir el cierre cuando casi choco con él en la puerta, salte con una mano sobre el busto y otra en la espalda deteniendo la abertura del vestido, él se quedó impresionado observándome, yo lo veía a él también, estaba muy elegante, con un traje negro que se veía muy fino, su corbata y sus zapatos, todo impecable. Cuando reaccionamos ambos, me di la vuelta y le pedí sonrojada que me subiera el cierre, tome mi “cabello” para que no le estorbara, cuando lo hizo, podía sentir como la prenda se ceñía al contorno de mi cuerpo, era maravilloso. Solté el cabello, le agradecí como niña educada y camine hacia el espejo, me veía espectacular, estaba enamorada de mi misma, de la imagen en ese espejo, me movía sobre mi eje, me modelaba mientras él me observaba, me sentía feliz, satisfecha con el cambio. Él se acercó a mí y saco una caja de su saco, la abrió y la puso sobre el tocador, saco un collar de brillantes y lo tomo con ambas manos frente a mi cuello, como presumiéndomelo. Yo entendí lo que iba a hacer, así que camine hacia él y gire haciendo volar el vestido, dándole la espalda mientras detenía mi cabello ofreciéndole mi cuello desnudo, me lo puso, quedaba pegadito, como si fuera un collar de perrita fina, se sentía frio. Me vi al espejo sonriendo mientras tocaba los brillantes. El, a espaldas mías, saco un par de aretes largos, colgantes igual con brillantes, y los coloco simuladamente en su lugar por detrás mío, me tomo de la barbilla y me dio vuelta hacia el, me los puso uno y después el otro con destreza, después tomo con suavidad mi mano y coloco en ella una pulsera ancha, con muchos cristales que acababa de sacar de su saco, era un juego completo, finalmente, tomo mi otra mano con mucho cuidado y metió un anillo que encajo perfectamente en mi dedo, al verme el anillo, muchas cosas pasaron por mi cabeza, pero irónicamente me di cuenta que mis uñas necesitaban color. El glamour de una chica.

Mi tío dio un par de pasos hacia atrás y me observo, se veía satisfecho, incluso sonrió mientras me observaba de arriba abajo, y eso, en el, era el mayor cumplido que una pudiera recibir. Me dijo: “vamos a ir a cenar con mis excompañeros, es la primera vez que nos reunimos desde que acabamos la escuela, ese es el motivo por el cual me regrese antes que tu tía, pero no esperaba que una mujer tan linda me acompañaría. No tardes”

Salió de la recamara y seguí viéndome en el espejo, me di cuenta que había cometido un error terrible: los zapatos eran rosa, el lazo y moño del vestido también, mi tono rojo de la boca no combinaba, me despinte la boca y me pinte del tono rosa más hermoso que encontré. Aproveche para hacer un truco que había visto en internet, maquille la parte superior de mi pecho, haciendo un efecto óptico de tener más busto. Tome un esmalte de uñas rosa también y me senté en una sillita con brazos que mis primas tenían ahí, cruce mis piernas y la sensación de sentir la seda entre mis piernas, presionada entre mis rodillas me hizo sentir un calosfrio. Me puse con mucha paciencia a pintar mis uñas. Ya tenía experiencia, no era la primera vez que lo hacía, pero si era la primera vez que lo hacía en mí.

Las pintaba tiernamente, acabando una mano y extendiéndola para admirarla, sonreía todo el tiempo, pintaba la otra y la volvia a admirar, ahora las dos juntas, las deje secar un ratito al tiempo que contemplaba mi figura desde ese angulo, me gustaba ver mis senos abultados saliendo del vestido, me gustaba ver como el vestido se amontonaba sobre la silla y como sobresalían las obscuras piernas de el, meneaba mis pierna que estaba cruzada sobre la otra al tiempo que veía el zapato en mi pie. Todo era gozo. Cuando las uñas secaron, me puse de pie, estaba espectacular, despampanante, increíble, jamás me hubiera imaginado que yo estaría así vestida, me atreví a pensar que me veía incluso más bella que mis primas. Me sentía superior, suprema. Fui al closet y busque un abrigo que yo les había visto a ellas con anterioridad, era negro un poco más largo que el vestido que traía, busque una bolsa rosa, no fue difícil, ya que la mayor era fanática de las bolsas y tenía demasiadas, de todas formas, tamaños y colores. Baje la escalera como en cámara lenta, con el saco doblado sobre uno de mis brazos y el bolso en la otra mano, era mi presentación, mis xv años, mi noche, era una diva, mis brazos hacían equilibrio haciendo la pose aún más femenina. Mi tío me observaba embobado desde abajo, con las manos dentro de las bolsas, realmente estaba impresionado. Yo desde mi posición, desde arriba, le sonreía.

Llegué frente a él, y le dije sonriendo: “como me veo?” Al tiempo que giraba sobre mi propio eje dando pasitos diminutos. “hermosa”-dijo, tomo el abrigo se puso detrás mío y me lo puso con mucho cuidado, saco mi cabello con cuidado y volteo a verlo, el seguía sonriendo, era increíble, lo tome del brazo y salimos por la puerta principal, los tacones me daban una altura que provocaba elegancia. El carro estaba estacionado en la calle, pero esta vez no me importaba nada, estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no sentía temor de que algún vecino nos viera, yo era la reina de esta noche. Me abrió el carro como todo un caballero, yo subí de la forma más femenina y sutil que ya había dominado, gire y me senté correcta, con mis piernas juntas. Cerro la puerta y dio la vuelta al auto, subió y lo prendió, sin poder quitarme la mirada de encima, yo no lo veía a él, yo me estaba viendo a mí misma en el espejo de la visera y en el lateral. Estaba llena de soberbia.

El trayecto a la fiesta fue raro, yo seguía metida en mí misma, había olvidado que estaba en el carro, había olvidado a mi tío, no dejaba de ver mis ojos en el espejo de la visera, los abria y cerraba rápidamente con alegría, volteaba al retrovisor lateral y me sonreía mientras jugaba con mi cabello, cruzaba mis piernas para sentir las medias, sonreía nuevamente y me volvía a ver ahora los labios en el otro espejo, lo apretado del corsé me dificultaba el respirar pero me gustaba. Volví a la realidad hasta que el carro se detuvo frente a la entrada de un edificio clásico con una fuente en el frente.

El lugar era en un impresionante, era una especie de hotel, una mansión como de película, donde había una fila de autos parándose frente a la puerta principal en donde estaba un vallet parking, los empleados abrían la puerta de las señoras, ellas bajaban con sus mejores atuendos, todas arriba de los 50 años, muy elegantes, entonces es cuando volví a la realidad, estaba vestida de chica y me llevaba a una fiesta, donde la gente podría darse cuenta de mí, toda la seguridad que sentía se esfumo, me puse nerviosa, mi tío lo noto, me tomo de la mano y me volteo a ver, sin dejar la sonrisa: “no te preocupes, estas bellísima”

Los autos delante de nosotros fueron avanzando uno a uno hasta que llegamos a la zona de descenso y nos detuvimos. Un joven que había estado abriendo puertas de forma mecánica a los demás carros se dirigió al auto y abrió mi puerta, al hacerlo, pude ver su sorpresa la verme, quedó impresionado, se quedó como paralizado observándome, no sé si fue a causa de mi apariencia o porque esperaba ver una mujer adulta más como en los demás autos y en su lugar encontró una jovencita perfectamente arreglada. Yo, para ayudar a su situación, estire mi mano hacia el para que me ayudara a salir, el reacciono sonrojado pidiendo una disculpa y tratando de ver hacia otro lado mientras me ayudaba a bajar. Baje ambas piernas lentamente, podía sentirme como en la alfombra roja, siendo recibida. Bajé del auto mientras mi tío bajaba por su lado y se abrochaba su saco mientras caminaba hacia mí. En los segundos que lo esperaba pude ver como los otros vallets y varios hombres que estaban fumando puros no podían dejar de verme, llamaba mucho la atención, quizá por la altura que me daban los tacones, quizá por el maquillaje o quizá porque la mujer más joven de ahí no tenía menos de 40 años. Mi tío doblo el brazo y yo lo tome de él, observo a los hombres y como marcando su territorio ante los demás machos, me beso en la mejilla, esto hizo que aquellos embobados desviaran su mirada, como si hubieran sido descubiertos y quisieran disimular. El sentirme abrazada me daba seguridad, mi sonrisa volvió a mi rostro y los tacones resaltaban entre los sonidos del exterior y el ligero sonido de la música que se escuchaba desde el interior.

Llegamos a la entrada y un par de hombres elegantemente vestidos nos dieron la bienvenida al tiempo que abrían el enorme par de puertas de cristal, el sonido atrapado en el recinto se libero para nuestros oídos, el sonido de los zapatos ahora se perdía. Entramos en el gran salón, había muchos hombres mayores, incluso más grandes que mi tío, las señoras super elegantes platicando en grupos, soltando carcajadas de vez en cuando, mi tío observaba alrededor como buscando a sus conocidos, pero siempre de mi brazo y orgulloso de tenerme ahí, transmitía seguridad, mientras caminábamos, algunos de los señores se quedaban en silencio entre la música y nos observaban, uno le da un golpe al otro con el codo, haciendo insinuación a que me viera, yo caminaba despacio pero con estilo, me estaba sintiendo nerviosa al ser el foco de atención, no estaba acostumbrada a eso. Entonces mis pensamientos cambiaron, me puse paranoica, sentí que me observaban porque algo se notaba en mí, porque quizá se daban cuenta que era un hombre vestido de mujer y eso era muy vergonzoso. Camine con la mirada hacia abajo por el temor a ser descubierta, una señora me observo de arriba abajo y se volteo hacia las demás amigas, pensé que al ser mujer, se habría dado cuenta de las sutilezas que denotaban mi falsedad. Pero note algo, se volteo con coraje, supongo que a criticarme, era evidente que aparte de mi apariencia, el que un hombre como mi tío viniera con una jovencita de 18 años, era algo que forzosamente hacia tema y obligaba las miradas. Esto me hizo sentirme un poco aliviada, pensé para mi misma que no era a mí a quien observaban, sino al conjunto de hombre mayor y jovencita, quien estaba siendo criticado era mi tío.

Llegamos a un grupo, vieron a mi tío y se emocionaron mucho, se abrazaron, se decían cosas mientras yo estaba parada como boba viendo y sintiendo las miradas de los demás comensales detrás y a lado mío, yo hacía como que no me daba cuenta hasta que uno de ellos pregunto: “y esta hermosa señorita? No me digas que es tu esposa” algunos rieron por el comentario, pero cesaron sus risas al darse cuenta que era posible que así fuera y que acababan de cometer una indiscreción, uno de ellos se disculpó en forma burlona por su compañero, eran como un montón de adolescentes arrugados y elegantes. Mi tío riendo también dice: “no, ella es mi…” me volteo a ver con una mirada de duda al principio, pero que se convirtió en fortaleza, como convencido en ese momento de lo que realmente estaba pasando, me sonrió mientras terminaba su frase “… es mi hija, mi esposa está de vacaciones y no pudo asistir”

Me saludaron uno a uno, yo evitaba hablar, y evitaba un poco sus miradas, pero mi tío me apretó disimuladamente del brazo, así que continúe con los saludos pero ahora también con una sonrisa. Algunos, los que probablemente estaban bajo la vigilancia de sus esposas, solo me saludaban de mano, otros, sin poder controlar sus impulsos se atrevían a saludarme de beso. Me atrevo a decir que ninguno puso su mejilla en mi, sino que me besaron directamente, incluso uno alcanzo a tocar mis labios con los suyos. Nos invitaron a sentar, mi tío se puso detrás mío, tomo mi saco y me lo retiro, quedando al descubierto mis desnudos y delgados hombros, haciendo que el collar y los aretes brillaran, el efecto de maquillaje en mi pecho hacia que me viera con un busto mayor, los hombres no pudieron disimular sus miradas, eran como machos hambrientos, Algunos se desbarataban en halagos disimulados, otros no quitaban su vista de mis piernas y pechos, uno de ellos retiro la silla y me ayudo a sentar, yo lo hice como una verdadera dama, con todo el cuidado del mundo, deteniendo mi vestido, cerrando mis rodillas, con movimientos femeninos y mis brazos pegados al cuerpo pero sosteniendo mi bolso. Mi tío se sentó a mi lado derecho.

Me sirvieron una copa de vino, yo voltee a ver a mi ahora oficialmente papa pidiendo permiso, el asintió con su cabeza, las charlas entre ellos seguían y seguían, yo los escuchaba, la mayoría eran muy divertidos, no estaba nada aburrida, pero tenía que cuidar todos mis modales y posturas, me reía sin carcajada alguna, correctamente, los hombres seguían observándome, un señor de otra mesa insistía una y otra vez en verme disimuladamente, evitando que su esposa se diera cuenta, las señoras de mi mesa se hablaban entre ellas, quizá me criticaban, o… Quizá, nuevamente mi paranoia se hacía presente: se habían dado cuenta!!!!

Empecé a sentirme nerviosa, mi risa cesó, ya no escuchaba sus charlas, solo escuchaba mis paranoicos pensamientos, escuchaba solo ruido sin sentido, sin distinguir palabras, mi mirada se volvió hacia el mantel, eventualmente voltee hacia otro lado, ahí fue donde me empecé a cansar. Mis manos estaban sudando, sentía un extraño frio en mi nuca y calor en el resto del cuerpo. Ya era muy incómoda la estancia ahí, pero mi tío no se daba cuenta, el estaba feliz de estar con sus compañeros, los minutos eran eternos, tomaba mi copa de vino y lo hacia desaparecer en mi boca, inmediatamente, cualquier mano acomedida volvía a llenármela, sin embargo, no sentía ningún efecto de embriaguez. Finalmente pude ver en las mesas del rededor que los meseros comenzaban a servir la cena, sentí como la atención (o al menos lo que yo pensaba) ya no estaba en mi sino en cuantos minutos faltaban para tener sus platos frente a ellos. Las señoras criticonas se volvieron locas, al parecer tenían mucha hambre, en cuanto el plato toco la mesa, olvidaron sus modales y comenzaron a comer, un amigo de mi papa me coloco la servilleta sobre mi regazo, de forma formal, pero disimulando su verdadera intención, sentí como no solo recaía la tela, sino como su mano hacia contacto directo con mi pierna mientras me sonreía hipócritamente. Agradecí con una sonrisa y comencé a comer.

Los minutos pasaban entre murmullos y sonidos de cubiertos en la porcelana de los platos. La música de fondo era suave, la gente, incluida yo, terminamos de comer, mientras nos retiraban los platos pude ver mis cubiertos manchados de un ligero color rosa, provenientes del labial que usaba, me encanto ver eso. La charla siguió, y el efecto del vino se hizo presente, necesitaba ir al baño, le toque el brazo a mi tío mientras le susurre al oído mi necesidad. Inmediatamente me puse de pie, al ver esto, todos se pusieron rápidamente también de pie, mi tío me retiro la silla, yo agradecí solo con una sonrisa, tome mi bolso y camine hacia el baño, la música de fondo opacaba el sonido de los tacones, pero yo podía sentir cada paso, sentía las medias entre mis muslos rosando uno con el otro y la tela del vestido columpiándose hacia los lados, la gente me observaba caminar, era la única de pie además de los meseros, había cometido ese error, no pasaba desapercibida, ahora, toda la fiesta sabia de mi presencia.

No titubee esta vez, entre directamente en el baño de mujeres, el lugar estaba solo, me vi en el espejo, realmente me veía hermosa, trate de buscar algún defecto o algún detalle que denotara mi realidad, me observaba el cuello, mi manzana de adán era casi imperceptible, y en caso de que fuera visible, el collar cubría todo, observaba el rostro, mis facciones, tratando de ver algo masculino, como si una parte de mi insistiera en descubrirme, no lograba nada, realmente me veía como una chica, esas facciones andróginas que tantas burlas me habían dado en la escuela, ahora eran mis mejores aliadas. Observaba mis manos, eran delgadas y blancas, si acaso hubiera un pequeño rastro, las pulseras, las uñas y el anillo hacían que no se notara en lo más mínimo.

Entre al cubículo del baño como una chica, me puse contra el retrete y reí cuando me di cuenta que había un problema, la tanga había quedado bajo el liguero, lo que me impedía bajarla, afortunadamente tenía un “accesorio” que me ayudaría, hice a un lado la tanga y libere al prisionero, levante mi vestido, me senté e hice lo que debía hacer. Era la segunda vez que hacia esto, mi pensamiento iba a la incomodidad al sentir todo ese bulto de ropa en mi cintura y evitar que se mojara con algo. Termine, tomé un trozo de papel y limpie cualquier rastro para no manchar mi pantie, acomode nuevamente ese apéndice dentro de la ajustada ropa interior y baje mi vestido. Salí del cubículo y me pare frente al enorme espejo sobre los lavabos, insistía en ver algo que me delatara, pero no lograba encontrar rastro alguno, saque mi labial de la bolsa, en eso, entraron varias señoras platicando y haciendo escándalo, para mi mayor temor, eran las señoras de mi mesa.

Me saludaron amablemente, una de ellas me dijo: “eres la hija del licenciado ******, verdad?” Seguido de un bombardeo de preguntas y comentarios de las demás señoras: “estas muy bonita” “que delgada eres” “no te aburres con tantos viejitos?” ”Me recuerdas a mi cuando era joven” pero todos estos comentarios eran mientras se maquillaban y arreglaban, realmente no les importaba recibir o no respuesta, eran comentarios protocolarios, inclusive ni siquiera alcanzaba a contestar cuando la otra ya había hablado, y no parecía importarles.

Al tiempo que ellas hablaban ya entre ellas, hice lo mismo que cualquier chica, me sentí integrada al mundo femenino, estaba en medio de un montón de mujeres y me trataban como una igual, me sentía como una de ellas; me pinte mis labios, guarde el labial en mi bolso, alise mi vestido por los costados de mi cintura, rocié un poco de perfume, me despedí educadamente y salí del baño, camine a mi mesa, habían pasado muchos minutos, ahora entendí el porqué las mujeres tardan tanto en el tocador. El ambiente ya estaba más relajado, algunas personas estaban paradas platicando a lado de sus mesas, las miradas seguían en mí, pero no como cuando era la única de pie, llegue a mi mesa y me iba a sentar, pero mi tío se puso de pie y me dijo que íbamos a bailar, deje mi bolso sobre la mesa al tiempo que un señor muy amable y simpático me dijo que no me preocupara, que él lo cuidaría con su vida. Le sonreí y camine hacia mi tío, caminamos de la mano hacia la pista de baile, ya había varias personas ahí, como iban empezando, aún era música calmada, me tomo de la cintura con una mano y yo no sabía qué hacer, afortunadamente nunca antes había bailado, así que no tuve confusión de roles, el me tomo y yo me deje llevar, nunca había visto a mi tío como el día de hoy, siempre había pensado que era un hombre de piedra sin sentimientos, pero hoy no había dejado de sonreír desde que salimos de la casa.

Observaba a las señoras bailar para imitar sus movimientos, era fácil, ya que no se movían casi a causa de su edad, mi tío me decía halagos, yo solamente le sonreía, ya estaba más en confianza, ya no le importaba mucho a la gente, o más bien ya me había convencido a mí misma de que nadie se daba cuenta de la realidad. Bailamos unos 20 minutos y volvimos a la mesa, me recorrió la silla para sentarme, se disculpó ante los demás y fue al baño. En cuanto lo perdí de vista, uno de sus amigos, precisamente uno de los que no llevaban pareja, empezó a hacerme platica, era un hombre atractivo, con barba completa entre cana, estábamos separados por una silla vacía, pero con habilidad de atleta se cambió justo a la silla de al lado. Me decía al principio cosas triviales al tiempo que yo me abanicaba con la mano, tenía calor a causa del baile, después se convirtió en halagos y termino en coqueteos, yo no sabía cómo sentirme, me decía que estaba hermosa, que era increíble que su amigo tuviera esta hija, me empezaba a hacer las típicas preguntas de que si tenía novio, que qué estudiaba, que me gustaba hacer, mis hobbies, etc. Yo a la mayoría de las cosas le contestaba solo asintiendo o negando, cuando podía, evitaba hablar, finalmente una pregunta fuera de lo común salió de su boca: “has salido con alguien mucho mayor que tu?” Ahí me quede congelada, no esperaba eso, no sabía que contestar, era obvio que no había salido con alguien mayor, pero de hecho no había salido con nadie! Me quede en silencio y el, con su experiencia, noto mi vergüenza, hizo otras preguntas triviales como para desviar la atención, momentos después, estaba con una mano rosando la mía y con la otra, dibujando figuras con su dedo en mi pierna. No sé en qué momento paso eso, el tipo era un maestro, cuando me percate ya me tenía entre sus “garras” Me estaba poniendo nerviosa y mi tío no regresaba, nadie parecía percatarse, todos estaban en sus asuntos, momentos después, ya me tenía agarrada de la mano, yo no me atrevía a decir o hacer nada, simplemente estaba congelada, su mano empezó a meterse bajo mi vestido, tocaba el encaje de la media, jugueteaba con el resorte del liguero y su plática era más directa y su boca estaba más cerca de mi rostro. Me decía que siempre había deseado una nenita como yo, y el hecho de que fuera hija de su amigo lo estaba excitando demasiado, yo estaba sudando frio, alcance a ver a mi tío en el pasillo que iba a los baños, estaba platicando muy contento con sus conocidos, parecía que quería venir ya, pero ellos lo seguían deteniendo, finalmente logró escaparse de ellos y caminaba hacia acá, espontáneamente escaparon de mi boca dos palabras, no sé si eran de emoción, de aviso a mi acosador, de alivio o incluso de temor: como una niña que está haciendo algo indebido, solo dije en voz más fuerte: “mi papá!”

El hombre pareció no asustarse, no se sobresaltó, pero saco su mano lentamente de debajo de mi vestido, me soltó de la otra sin dejar de verme a los ojos, se abrió un poco su saco y sacó una tarjeta, bajo la mano nuevamente y la metió directamente bajo mi falda, con habilidad puso la tarjeta bajo el encaje de mi media mientras decía: “si un día quieres pasar un muy agradable día, ahí te dejo mi número” saco su mano justo un par de segundos antes que mi tío llegara a la mesa, el hombre se puso de pie y se dirigió a él, lo abrazo con un brazo y comenzó a bromear, vaya que si el tipo tenía agallas!!!!! Que atrevido!!! Era un cínico, Yo estaba aun congelada, con la mirada de temor fija en los dos hombres que conversaban alegremente. Ahora sentía algo raro, atracción por la osadía de ese hombre, eran dos sentimientos encontrados, por un lado coraje y por otro admiración. Me había sentido de alguna forma ultrajada, pero, irónicamente, me sentía atraída hacia el. Se despidió de mi tío, que también conversaba con otros dos hombres, alcance a oír que le decía: “voy a despedirme de tu hija” mi tío asintió con la cabeza, estaba demasiado feliz y ocupado para darse cuenta de algo. El hombre se acercó, me tomo la mano, dijo: “un placer, señorita” se abalanzó sobre mí para despedirse de beso directamente hacia mi boca, pero yo gire instintivamente mi cabeza, me lo dio justo en la comisura de los labios, improvisando a causa de mi reacción, cuidando el ángulo en que había quedado me susurra al oído: “ya sabes”, se levantó y se alejó por mi espalda, no pude verlo y no podía voltear, aunque me moría de ganas de hacerlo. Maldito hombre! Se había metido en mi mente.

Miles de cosas pasaban por mi cabeza, el recuento de este día principalmente, empecé a reír como una loca, pero no de forma estrepitosa, apenas tenía un día de chica y ya tenía 3 pretendientes. Entonces una de las señoras me hizo una seña, me decía que me acercara hacia ellas. Le agradecí, con una sonrisa y asintiendo la cabeza, demostrándole que estaba bien en mi lugar, pero ella y otra mujer insistieron. Me levante con cuidado, tapando mi escote, tome mi bolso y me senté a lado de ellas, la verdad eran muy divertidas, eran un montón de señoras con platicas picantes, quizá por la carencia de sexo que ahora vivían. Me empezaron a hacer preguntas indiscretas, pero igual que en el baño, no podía contestar una cuando la otra mujer ya estaba preguntándome otra cosa o una tercera comentando acerca de la posible respuesta de la primera, me relajaba con sus ocurrencias, reía, pero limitaba mis carcajadas temiendo se me saliera un sonido más masculino. Me hacían preguntas juguetonas como si ya había “probado” a algún hombre, pero otra regañaba a la primera diciéndole que como se le ocurría preguntarme eso, que apenas era una niña, una tercera contestaba que ni que fuera una monja, que a su edad ya le gustaba “el tronco” y todas reíamos, hablaban de penes, de hombres y de muuuuuuuuucho sexo, nunca conteste alguna de sus preguntas directamente, primero porque no me dejaban ni hablar y segundo porque no existía un pasado.

Las copas se nos fueron subiendo, yo estaba más desinhibida, mi tío no dejaba de reír, de vez en cuando me observaba y al ver que yo estaba totalmente acoplada, el seguía tranquilo en sus asuntos. Había olvidado totalmente qué situación estaba viviendo, había olvidado que era un hombre vestido de mujer, había olvidado mi temor a ser descubierta, había olvidado las nuevas sensaciones corporales a causa de las prendas femeninas, simplemente todo esto fue parte de mí, me había metido tanto en mi papel que ya era una mujer viviendo un momento común. Tenía mis piernas cruzadas, pero ya me había cansado de esa posición, las estire y las cruce pero ahora la otra encima de la primera, fue cuando sentí algo extraño. Entonces recordé: la tarjeta que aquel atrevido hombre había puesto en mi media. Metí mi mano bajo la mesa y bajo mi vestido, tome la tarjeta y en la distracción de las carcajadas, la guarde en mi bolso. Justamente cuando lo cerraba, los señores se nos acercan y nos levantan a todas a bailar, fuimos todo el grupo, yo me sentía aceptada, tanto por el grupo como por la sociedad en que estábamos, reíamos, bailábamos, mi tío se acercaba un poco, se alejaba, me tomaba de la cintura, me daba vueltas, mi falda se levantaba con esos movimientos, dejando al descubierto la orilla de las medias y el liguero, trataba de detener el vestido para no exhibirme, pero mi tio me jalaba hacia él, parecía divertirle eso de mí, estaba impresionada de mí misma, me movía muy bien en tacones, parece que había nacido para usarlos. La mayoría de las señoras se cansaron y se fueron a sentar, llevándose con ellas a sus esposos, solo quedamos nosotros del grupo, mi tío se acercó y me tomo con ambas manos de la cintura, se acercaba y me decía que estaba muy contento, que estaba orgulloso de tenerme ahí, que le encantaba que todos me vieran, poco a poco sus palabras dejaban de ser en el oído y me hablaba más cerca de la boca, le advertí que nos podían ver, y el me respondió que nadie de los de ahí, a excepción de sus amistades, sabían quienes éramos o nuestra situación, me dijo que era muy común que los hombres maduros se casaran con chicas jóvenes y que eso podrían pensar los demás, pero finalizo diciendo que en realidad no le importaba lo que pensaran. Bailando me fue llevando al centro de la pista, donde nos perdíamos de vista de sus amistades, seguía hablándome a la boca hasta que finalmente me tomo con una mano de la cintura y la otra de la nuca y me beso, ahí, en medio de todos esos señores, en público , en una pista de un salón totalmente iluminado.

No sé cuánto tiempo transcurrió en ese beso, solo podía escuchar la música más fuerte y sentía las luces cambiantes a través de mis parpados cerrados, pero cuando nos separamos, las demás personas nos observaban mientras bailaban, las señoras se volteaban indignadas y los señores le hacían señas a mi tío como felicitándolo, incluso uno de ellos aplaudió. Nuestras bocas estaban llenas de labial, me tomo de la mano y tranquilamente, como si lo que acabábamos de hacer fuera algo totalmente normal, nos dirigimos al baño, ahí nos separamos, el entro al de caballeros y yo al de damas, me pare frente al espejo y me limpie la boca, saque un poco de maquillaje y me retoque, estaba pintando mis labios al tiempo que una mujer algo ebria salía del cubículo del sanitario y me decía “noche agitada, he? Tu déjate llevar” tímidamente le sonreí y salí del baño, mi tío me esperaba afuera, me dijo: “ve por tu abrigo, ya nos vamos y no quiero despedirme porque me van a entretener. Fui a la mesa, la gente estaba distraída, tome mi abrigo y uno de los amigos me volteo a ver y me sonrió, me hizo un gesto como preguntando por que tomaba el abrigo, yo hice una seña con mi cuerpo de que tenía frio. Camine hacia mi tío, salimos del salón, el aire frio se colaba bajo mi vestido recordándome que estaba prácticamente expuesta en esa parte, mientras esperábamos el auto, los hombres que fumaban y los vallets me comían con los ojos, esto parecía gustarle a él, lejos de incomodarse o de reaccionar violentamente como cualquier macho agresivo, me tomo de la cintura y me beso apasionadamente frente a todos, hacia viento helado, jamás en mi vida había andado en la calle con tanta piel expuesta, cerré mis ojos y lo rodee con mis brazos, me apretaba contra su cuerpo, me excitaba. Una voz dijo “su auto, señor” me soltó y saco un billete de su cartea, mientras yo caminaba al auto que tenía la puerta abierta. Una ráfaga de aire nos sorprendió, levanto mi vestido, dando un espectáculo a todos los presentes, no supe que hacer, ya que en una mano tenía el abrigo, en otra la cartera, al querer detenerla solté el abrigo y cayó al suelo, quise agacharme y me descuide el vestido, me detuve la parte de atrás para que no volviera a subir con la mano del bolso, era hilarante la escena. El joven vallet, trataba de ayudarme pero no sabía qué hacer. No sé qué tanto habrán visto, pero a mi tío no parecía preocuparle, incluso parecía divertirle. Finalmente subí al carro super apenada, no quise ni voltear a ver al joven que me cerraba la puerta, mi tío subió al auto y nos fuimos a casa. Todo el glamour de una noche acababa de esfumarse en un repentino acto vergonzoso.

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