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La actuación

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El sábado, tuve la desgracia de tener un accidente con el coche, me rompí una pierna, y me dijeron que pasaría unos días en el hospital para hacerme una serie de pruebas, y ver como avanzaba mi estado.

Afortunadamente, el domingo apareció mi mujer, (gracias a dios que ella no iba en el coche conmigo) estaba algo preocupada pero cuando me vio se tranquilizó. Comparto habitación con un señor algo mayor que yo y con un abuelote, la cuarta cama esta vacía. Laura, al verme algo decaído, intentó animarme, diciéndome que no me preocupara por el coche y todo eso, como vio que no daba resultado, se le ocurrió una idea, para llevarla acabo me hizo una serie de preguntas, las cuales, yo no comprendía para que le servían, ella, sólo me decía que me limitara a contestar. Después estuvo un rato charlando conmigo, hasta que llegó la hora de irse. Se despidió diciendo que tenía que preparar su actuación, al marcharse, vi como se agenciaba una bata de enfermera que había olvidada detrás de la puerta.

El lunes por la mañana fue algo agitado, entre los médicos y las visitas el día se pasaba corriendo, pero mi mujer no vino a verme. Después de que recogieran las bandejas de la cena, llegó la hora más tranquila, pues ya no vendrían a molestarnos hasta que apagaran las luces, que sería al cabo de un par de horas. Como las camas estaban separadas por cortinas, no hablaba con mis compañeros de cuarto, dándome tiempo a pensar en mis cosas. A los pocos minutos, la tranquilidad se rompió al oír entrar a una enfermera, esta fue directamente al hombre que había a mi lado, para mi sorpresa, corrió la cortina que nos separaba, más de la mitad, podía ver al hombre tumbado hasta el pecho, ya que las dichas cortinas me tapaban el resto, al igual él no podía verme la cara, y no sabía si dormía o no, el caso es que aluciné cuando vi que la enfermera en realidad era mi mujer; esta iba con la bata súper ajustada; se le veía más que un simple canalillo, el uniforme era más corto de lo normal, y por las transparencias, se podía averiguar que debajo de aquella excitante bata blanca no había nada más; iba desnuda.

Cerró la puerta discretamente y se acercó al tipo diciendo:

-No se preocupe acabaré pronto, sólo es una pequeña rutina.

-pues no habían venido a esta hora hasta hoi-dijo el tipo molesto.

-Eso es por que no me dio tiempo a venir, permítame que lo esculte –dijo destapándolo hasta la cintura.

Cogió el aparato que llevaba en el bolsillo para dicha faena, se puso los auriculares y metió el extremo con su delicada mano por la abertura delantera de la bata del paciente, no sin antes inclinarse para que el enfermo tuviera una buena vista de sus apetecibles pechos.

-Según el informe, tiene una rodilla fracturada en tres partes –dijo metiéndose en su papel mientras lo escultaba.

-y eso que tiene que ver con mi respiración.

-Bueno, yo debo hacerle un chequeo a fondo.

-Yo si que te hacía un chequeo a fondo a ti –dijo el hombre por lo bajito para que no lo oyera.

Pero si que lo escuchó y pensó que la actuación saldría a pedir de boca.

-Respire.

-Ha sido un día muy largo y tengo ganas de descansar-dijo mal humorado.

-Mire, tengo una idea, jugaremos a los médicos, usted me deja que lo esculte primero y después me lo hace a mí, así sabrá que se siente al ser el enfermero y no el enfermo ¿vale?

-Vale –dijo el tipo con una picara sonrisa en la cara.

Cuando Laura se cansó de oír su respiración le dijo; –ahora usted a mí- ella le entregó el aparato y se inclinó un poco más para que el hombre pudiera jugar a los médicos, este comenzó a escultar un poco por encima de sus pechos, pero poco a poco fue bajando hasta el canalillo, mi mujer, al ver que el uniforme entorpecía el trabajo del paciente, se desabrochó el primer botón –así podrá hacerlo mejor- las tetas estaban apunto de salir, el hombre tenía los ojos abiertos de par en par con la palma de su mano rozando aquellas maravillosas tetas.

-¿Le gustan?-le dijo de pronto. El tipo se quedó sin habla –son naturales ¿a que no lo diría?

-Bueno….yo –al ver que se quedaba atascado tuvo que reaccionar rápidamente.

-Mírelas –dijo abriendo su bata para que sus hermosos y bien formados pechos salieran a la vista -¿Qué me dice?

-Si. Son muy bonitas….!glup!

-No se corte, toque ande toque.

El hombre, puso una mano sobre la delicada piel de sus senos –mueva la mano, pálpelas, aprételas, toque bien-Laura inclinó su cabeza hacia atrás, soltando un ligero suspiro para que notara que le gustaba.

-puedo usar la otra mano.

-No pregunte, por favor, hágalo.

El tipo le empezó a magrear las tetas con descaro, Laura inclinó del todo la cabeza hacia atrás y comenzó a jadear como una perra en celo.

-Ooooooooh, como me gusta que me toquen –miró al hombre y vio que la tenía tiesa –vaya ¿y este bulto? –dijo acariciándole la verga por encima de la sabana.

-Me pone como una moto señorita.

-tendré que comprobarlo –dijo apartando la sabana y metiendo su mano por debajo de la bata del paciente, para después acariciarle los huevos –están muy cargados.

-Si, hace por lo menos un mes que no…

-Pues esto hay que arreglarlo, podría hacerle daño, ¿Qué le parece si le hago un masaje? –dijo agarrándole la polla y empezando a masturbarle.

-OH enfermera, que bien lo hace.

-Tú no dejes de tocarme, que a mí también me gusta –decía mi mujer alto y claro para que la oyera -¿quiere que le haga el boca a boca?

El hombre la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia sí, obligándola a tumbarse encima de él, ella le ofreció su boca, y el tipo le metió la lengua hasta la garganta.

-Este no es el boca a boca que me enseñaron, pero me gusta más.

-¿Va a ayudarme a descargar?

-Claro, ¿Dónde le gustaría hacerlo?

-¿Dónde podría hacerlo?

-Bueno, como no queremos manchar las sabanas, podría hacerlo dentro de mí, ¿Qué le parece?

-Si, me parece bien, pero tendrá que ayudarme.

-No se preocupe, me encargaré de todo.

Dicho esto, volvió a morrearse con aquel tipo, mientras, cogió su polla y se la colocó en la entrada de su cueva sexual, para después metérsela suavemente, no tuvo que desabrocharse el uniforme para hacerlo, pues era demasiado corto, su coño comenzó a subir y bajar por todo lo largo del pene.

-¿Lo estoy haciendo bien? –preguntó Laura.

-De maravilla, me esta haciendo muy feliz.

-Para eso estoy aquí, debo hacer que su estancia sea lo más agradable posible –dijo entre jadeos.

-Enfermera, estoy a punto de correrme. Dígame lo guarra que es.

-Síii, soy muy guarra, soy tu enfermera puta, me gusta follarme a todos los pacientes que puedo, me da igual quienes sean o cuantos, sólo quiero sus pollas para que me hagan gozar, y me encanta que derramen su leche dentro de mí, me gustaría follarme al hospital entero todos los días, incluidas las visitas.

-¿Y las mujeres?

-Las mujeres, pueden chupar mi coñito después de follarme a sus maridos y familiares, me corro nada más pensar en sus lenguas entrando en mi chochito y lamiéndolo.

-¡Me corro, me corro!

-¿Te gustaría que estuviera aquí tu mujer, y ver como me chupa el coño y la leche que me estas dejando dentro?

-¡Sí, si, si!-el tío empezó a correrse.

-Dímelo, y vendré como una perra abierta de piernas. OH cuanta leche me estas dejando dentro, sigue así, lléname, llena todo mi coñito.

El tío descargó todo su semen en el coño de mi mujer, lo que ella agradeció luego, bajándose de la camilla y chupándole la polla para no dejarle ni la última gota. Laura se abrochó un poco la bata y fue al lavabo, estaba orinando, cuando entró el vejete, ella sin inmutarse le dijo:

-¿No ves que está ocupado?

-Es que, la he visto y he oído lo que decía, eso de que usted está aquí para hacer que la estancia de los pacientes sea lo más agradable posible.

-¿Y?

-Tengo un problema, mire.

El viejo sacó su olvidado miembro, lo tenía tieso como hace años lo había tenido.

-¡Esta tiesa! –dijo Laura.

-Sí, y hace años que no lo esta, debería aprovecharla, pero necesito ayuda.

-¿Quiere que yo le ayude?

-Sí. Abra la boca y no se mueva.

Laura le sonrió y comenzó a abrir la boca lentamente, el vejete se le acercó y le metió la mitad, mientras que él masturbaba la otra mitad. Nada más de pensar en su polla, descansando encima de la lengua de esa mujer, le daban ganas de correrse.

-venga hijita, chúpala –Allí sentada, comenzó a hacerle al vejete una mamada de la que nunca se olvidaría.

-Llámame nietecita,-paró un momento de chupar para decirle –últimamente, he descubierto que me pone cachonda que un vejete me folle y me diga nietecita, hazlo y haré todo lo que me pidas.

-¿quieres ser mi nietecita?, eres una zorra pervertida, sigue chupándola así nietecita.

El vejete bajó una mano y la metió dentro del escote de mi mujer para tocar sus jóvenes pechos, Laura se desabrochó el primer botón para facilitarle la tarea, él puso la otra mano detrás de la cabeza de mi mujer, y la obligó a meterse la polla cuan larga era. Notó como su capullo atravesaba la estrecha garganta de la joven. Laura sintió su polla restregándose en su campanilla, y como empezaba a gotearle el liquido seminal del vejete, señal de que estaba casi apunto de correrse. El cuello de mi mujer ardió al notar el caliente esperma derramándose en su interior, el glande se le hinchó mientras escupía semen en la garganta de mi mujer, el placer era inmenso, el cipote casi no le cabía, parecía que le arrancaría la campanilla.

-¡Que maravilla, que maravilla nietecita!, ¡haces las mejores mamadas del mundo! –Laura le relamió el cipote para limpiárselo.

-La tenías muy grande abuelito.

-¿Me acompañas a mi cama?

-Claro que si.

Laura se levantó y se agarró al vejete de la cintura, este con la mano más próxima le subió el uniforme y le acarició las nalgas durante todo el trayecto, la enfermera lo ayudó a acostarse, pero el paciente puso enseguida su polla al descubierto.

-¡¿Otra vez?! –exclamó mi mujer.

-¡Estoy de racha!

-Estás cachondo –dijo entre risitas.

-Nietecita, ¿por qué no te subes y te metes mi vieja polla en tu joven coñito?

-Dame un segundo y te daré mucho gusto.

Mi esposa abrió la cortina del viejo que tenía en frente, y vi su polla tiesa como el palo de un barco, Laura, se me acercó y me susurró al oído como se la había mamado en el baño, y que el siguiente espectáculo lo vería con mis propios ojos, después se dirigió a la cama del viejo y se subió mientras le preguntaba:

-¿Te importa que nos miren?

-No no, vamos nietecita cabalga –mi mujer se quitó el uniforme para que viera como su coñito se tragaba aquella polla.

-¡Que polla tienes abuelito, soy una nietecita muy puta, mira como me meto tu polla!

El movimiento de sus nalgas me excitaba, nadie movía las caderas como ella. El vejete deseó que aquello fuera el cielo; esa hermosa joven, de pelo negro, ojos verdes y labios carnosos, saltando sobre su polla con su cuerpo desnudo, acariciándose esos preciosos pechos tan suaves y gimiendo de placer. Laura notó como aquel miembro se hinchaba, preparándose para soltar una gran descarga, -la noto abuelito, está muy grande, córrete dentro de tu nietecita –el pene efectuó su primera descarga con un potente chorro de esperma, lo que sugirió a mi mujer una explosión de placer, el vejete exhaló de placer –no te pares nietecita –le dijo –no pararé mientras tu polla siga tiesa abuelito, podemos follar durante toda la noche –después de la descarga, el miembro no mermó ni un ápice, Laura estaba disfrutando de lo lindo, el abuelote se sentía más feliz y satisfecho que nunca. Diez minutos más tarde volvió a eyacular dentro del coño de mi mujer.

-¡Que gusto, que gusto me das abuelito, si, así, córrete más, lo quiero todo dentro, así así!

Laura, siguió saltando hasta que el pene se quedó flácido, después de desmontar, le preguntó si le había gustado, pero el abuelote no le contesto, ¡se había dormido!, la enfermera rió al pensar que el viejo no la había escuchado mientras decía lo bien que se lo pasaba. Cogió su bata y se la puso, se acercó a mí y me dijo que se había quedado dormido, me destapó, y vio mi polla recta y preparada para el asalto final, -un momento –me dijo –antes de encargarme de ti debo deshacerme de las pruebas, voy a limpiarle la polla –dicho esto, se dirigió a la cama del vejete, agarró su pene y se lo metió en la boca para empezar a chuparlo mientras me miraba, él, siguió dormido mientras mi mujer le succionaba los últimos jugos, cuando creyó que ya la había limpiado bastante, tapó al paciente con la sabana.

-Así, tapadito –me miró y me dijo –tengo que cuidarlo por si sigues aquí más tiempo –y echó a reír.

Acercándose a mí, agarró mi tranca y la chupó con la gran maestría de su experiencia, no hay nada más placentero que la boca de mi mujer, con sus labios y esa lengua tan juguetona. A mi me apetecía correrme en su boca, y estaba a punto cuando la puerta se abrió, Laura me tapó corriendo sin poder evitar hacer ruido.

-¿Quién esta despierto? -se oyó una voz.

Mi esposa, salió corriendo para fingir que era una enfermera que había entrado para echar un vistazo al estado de los pacientes, delante de la puerta, se encontró a un doctor y a un guardia de seguridad, su plan se iba a ir al garete en el mejor momento. Decidió improvisar lo primero que se le ocurriese:

-¿Quién es usted, que hace aquí? –dijo el doctor.

-Sólo he venido a comprobar el estado de los pacientes.

-Yo soy quién da esa orden y no recuerdo haber dicho nada de esta habitación, explíqueme que hace usted aquí.

-¿No quiere saber cual es el estado de los pacientes?-dijo mi mujer.

-Dígamelo –contestó el doctor entre cerrando los ojos.

-Bueno, hay una cama vacía y los demás pacientes duermen –el doctor insatisfecho por el informe se dispuso a decir algo, pero Laura fue más rápida y dijo -¿quieren ver lo que llevo debajo del uniforme? –sin esperar contestación lo abrió de un tirón arrancando los botones –UPS, si no llevo nada –los dos hombres se miraron.

-Deje que me ocupe yo doctor, Señorita ¿sabe que no puede estar aquí? –dijo el guardia cerrando la puerta.

-¿Me van a castigar? –preguntó metiéndose un dedo en la boca y chupándolo incitantemente mientras mecía su cuerpo de derecha a izquierda.

-Tenemos que hacerlo.

El guardia, se acercó a ella y le quitó lo que quedaba del uniforme, la cogió en brazos y la llevó a la cama vacía mientras el doctor cerraba las cortinas, la tumbo y fue hacia el doctor –usted primero, yo vigilaré –le dijo antes de desaparecer tras las cortinas, el doctor se acercó a la cama, mi mujer se abrió de piernas, -buena chica, ahora estate quietecita –le dijo mientras desenfundaba su aparato sexual. Seguidamente, se tumbó encima de mi esposa y le clavó la tranca para después empezar a bombear.

-¿te gusta así? Enfermera.

-Más fuerte, fólleme doctor, soy mala, así.

-¿Habías venido a follarte a los pacientes?

-Si, uno de ellos es mi marido.

-¿Te gustaría que te dejara volver otro día?

-OH si doctor.

-Puedo dejarte entrar y que te lo pases bien sin que nadie te moleste, a cambio, tendré derecho a follarte si me apetece antes o después de tu visita, ¿Qué te parece?

-Será estupendo, nos lo pasaremos en grande.

-Me voy a correr, quiero ver como te tocas las tetas –Laura comenzó a masajearse los pechos – ¡así, así, me corro guarra!

-Sí doctor, todo dentro de mí, ¡OH cuanta leche!

Después de disfrutar de mi esposa, el doctor se guardó su aparato y fue a avisar al guardia, este, apareció enseguida quitándose el cinturón donde colgaba la porra y las esposas, se desabrochó el pantalón y lo bajó a media pierna, para después subirse a la cama donde lo esperaba mi mujer abierta de piernas.

-El doctor me a dicho que te portas muy bien –dijo el guardia poniendo la punta de su pene en la entrada del coño de mi mujer –ahora quietecita, que te voy a follar y voy a correrme dentro –prosiguió mientras su polla entraba de un empujón.

-Haré lo que usted me diga señor guardia.

El hombre, que era más bajo, comenzó a lamerle las tetas mientras jadeaba y se la metía rápidamente como un perro en celo, sus manos recorrían todo el cuerpo de mi esposa, esta, se contorneaba para exhibir toda la sensualidad de su carne. Llegó un momento, en que el hombre puso cara de esfuerzo y dejó su polla metida hasta el fondo en el coño de mi mujer, mientras se corría intensamente, ella soltó un largo gemido de placer al notar el calor del semen llenando su vagina, el guardia, descansó un rato sobre el cuerpo desnudo de mi esposa antes de levantarse y abrocharse los pantalones. Al momento, llegó el doctor con un uniforme nuevo para Laura, ya que el otro se había quedado sin botones.

-Te he traído esto, espero que te venga –dijo el doctor –yo me tengo que ir, ¿la acompañaras a la salida cuando quiera marcharse? –le preguntó al guardia.

-Claro que si doctor, faltaría más –dijo él antes de que su compañero se fuera –Bueno señorita, ¿la acompaño a la salida?

-Aun no le he prestado mis servicios a mi marido, ¿le importaría darme un poco de tiempo?

-Por supuesto, vamos.

-¿Me va a acompañar?

-No puedo dejar a la gente sola andando por el hospital, aun que vaya disfrazada, y después de lo que te has dejado hacer, no te importará que mire.

-Si son las normas, está bien.

Ambos entraron en mi zona, Laura, depositó el uniforme encima de una silla que había al lado de mi cama (seguía desnuda), al verla, me puse tieso de pensar en lo que había escuchado y lo que debía haber hecho mi mujer, ella se acercó a mí, me destapó y sacó mi polla, para después subirse a la cama con cuidado de no hacerme daño. -Ya estoy por ti –me dijo, con una mano, se metió mi pene en el coño y empezó a darme el polvo que había estado esperando todo el día, su respiración comenzó a acelerarse, unos pequeños gemiditos ya escapaban de su boca mientras subía y bajaba por mi verga, tenía el coño bastante dilatado por el abanico de pollas que había degustado esa noche, pero ella no estaba cansada y se movía con la misma maestría que había demostrado en el primer polvo, el guardia, apoyado en la pared, babeaba al ver el espectáculo.

-¿Te ha gustado la actuación? –me pregunto Laura.

-Demasiado larga.

-Si, se me ha escapado de las manos, solo pretendía follarme a uno.

-Has estado estupenda.

Al oír estas palabras me dedicó una sonrisa, de pronto, cerró los ojos, le llegaba el orgasmo, sentía que estaba apunto de correrme y quería concentrarse, le gustaba que acabásemos al mismo tiempo. Un gusto enorme me bajó del estomago hasta la punta del pene, entonces, comencé a descargar chorros de semen en la vagina de mi mujer, mientras sentía como se contraía de placer al llegar el orgasmo, -¡siiiiiiiiiiiiii! –gritó de placer, lo había conseguido. Tras un momento de silencio para degustar el enorme placer, Laura, abrió los ojos, bajó de la cama y se metió mi polla en la boca para limpiarla, me fijé que el guardia llevaba rato masturbándose, este se acercó a mi mujer por detrás y le puso una mano en su culo para acariciarlo, Laura se irguió al notar su mano y le dijo:

-Señor, que está mi marido delante.

-A él no le importa –dijo cogiendo a laura por detrás de la cabeza y obligándola a agacharse hacia su entrepierna.

Mi mujer, se arrodilló para que le entrara mejor la polla en la boca, en seguida le estalló una inmensa corrida, -trágatelo –le dijo, y escuché el glup glup de la garganta de mi esposa al tragar, no tengo ni que decir, que Laura, tan cachonda como siempre, se la mamó un rato más para tragarse hasta la ultima gota. Una vez acabó de satisfacer al guardia, cogió su uniforme y se lo puso, -¿me acompaña a la salida? –Preguntó mi esposa, -desde luego –contestó él. Después de despedirse de mí, ambos salieron de la habitación, no sin antes darle una palmadita en el culo a mi mujer cuando se puso a su altura. En el pasillo, no habían dado cuatro pasos, cuando al guardia de seguridad se le ocurrió una cosa. Cogiendo a Laura por el brazo y la metió en una habitación pequeña con una sola cama.

-¿Qué hacemos aquí, tienes más ganas?

-No –declaró el hombre – he pensado que podrías ayudarme con un asunto que tengo.

-Cuéntame tu plan.

-Veras, debo un dinero, y he pensado que podrías dejarte echar un polvo para saldar la deuda.

-¿Y que ganaría yo?

-Bueno, puedo hacer la vista gorda en muchas cosas, y puedo conseguir lo que quieras en este hospital, llevo muchos años trabajando aquí.

-No tengo nada que hacer, está bien, te ayudaré.

-Tú quédate aquí, ahora vuelvo.

El hombre salió de la habitación y no tardó en volver acompañado.

-¿que es lo que querías decirme? –Le preguntó el acompañante al guardia de antes.

-Puedo pagarte la deuda –dijo.

-Pues paga.

-Con dinero no, con ella.

El hombre miró a Laura y esta se subió el uniforme hasta la cintura, el acompañante quedó boquiabierto, su compañero le dio unas palmaditas en la espalda, añadiendo que era toda suya, para después salir de la habitación…

…¿Os imagináis que paso?, pues os diré que esta no es la única historia que tengo sobre este hospital, ya iré mandando mis historias según las vaya escribiendo…

…que si, que la deuda fue saldada, jijiji.

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