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Serie rosa (Relato 1)

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-¡Uuuuuuh!

-¡Ahí vamos!

De esta manera tan escandalosa entraron Lucía Rodríguez y María Jesús Maroto en la tienda de Zara. Ambas llevaban toda la semana esperando esta tarde tras cinco días de estudios y agobios en la universidad. Y por fin llegó el viernes y las largas horas de Shopping.

Había novedades y rebajas, pero tanto Lucía como su amiga lo tenían muy claro. La sección de complementos eran su adicción y ahí se gastaron la mayor parte del dinero.

La belleza de ambas chicas no pasaba desapercibido ni para los dependientes. Se notaba la clase y el alto standing de las universitarias, y el jefe de sección ordenó atenderlas y no dejarlas solas en ningún momento, como toque elegante de la boutique.

Los billetes iban cayendo hasta ir cargadas de bolsas y compras tanto la una como la otra.

Eran las ocho de la noche y llevaban allí tres horas. Fue el momento de irse, pero Lucía se quedó sobrecogida solo de verlo.

-Me cago en la puta…

-¿Qué te pasa ahora?

-No me lo creo. Fíjate. La cazadora de flecos que tanto buscaba. Creía que se agotó.

-Pues ya ves que queda una.

-¡Me meo en las bragas! ¿Sabes lo que significa esta cazadora? Llevo meses buscándola. Ni siquiera está por Internet. ¡Es la leche!

-Se ve que hoy es tu día de suerte.

-Joder…. 120 euros. No me llega.

-¿Cuánto te queda?

-Creo que unos 45 euros. ¿Y tú?

-Cincuenta pavos y algo.

-Mierda, me faltan 20 euros.

-Diles que te lo reserve y vienes otro día.

-De eso nada, tía. Esta noche hay fiesta en la casa de Andy y quiere llevarla. Seré la envidia de todas y el centro de atención de todos, sobre todo de Chema.

-¿Te gusta Chema? ¿Ese bobalicón con polla?

-No me gusta Chema. Simplemente quiero impresionarlo y follármelo. Es el último de mi lista este mes y habré completado otro tour de puterío.

-En puta no te gana nadie, querida.

-Por eso. Debo mantener mi reputación.

-Lucía, si tu reputación es estar de rodillas toda esta noche entonces sí.

-Vete a la mierda.

-Pues dime cómo consigues esos 20 euros.

-Eso está chupado.

-¿Tienes algún plan?

-Mira y aprende de la maestra. Tú vigila la cazadora y que no se la lleve nadie.

Lucía se abrió más el canalillo del escote, desnudó un poco más sus hombros y se subió unos centímetros más la minifalda. Con andares de puta poligonera, se encaminó a los probadores. Había dos ocupados. Lucía corrió la primera cortina donde una cincuentona se probaba un sujetador.

-¡Hey! ¿Qué haces?

-Perdón.

Y volvió a correr la cortina.

-Nunca vi un troll de Tolkien probándose un sujetador –medio rió Lucía.

Lo intentó con el segundo probador, donde pilló a un joven de 21 años en calzoncillos y a punto de probarse unos pantalones.

-Oye, sal de aquí.

Pero Lucía entró mientras corría la cortina a sus espaldas.

El joven se acongojó al ver a Lucía destetarse y colocarse de rodillas.

-¿Te gustan? –las meneó Lucía con gracia.

-Mmmmm, ya lo creo.

-Vamos a ver si es verdad. –Y Lucía le bajó los calzoncillos y comprobando la excitación viril.

-Oye, ten cuidado, que mi novia está fuera.

-Serán cinco minutos 20 euros.

-¿Cuánto?

-Lo bueno vale.

-Pero yo no…

-¿Esta es tu cartera? –Lucía la cogió y se apoderó de los 20 euros.

-Mira, será mejor que… -Pero Lucía lo mamó y lo calló-. Ooooooh, jooooder…

Lucía ya no habló más. Se limitó a chupar con arte e insistencia.

El joven gozaba como un cabrón.

-Cariño, ¿te falta mucho? –habló la novia desde el otro lado de la cortina.

-Búscameeee una tallaaaa más…

-Vale, voy.

-Date prisa, zorra, que nos pilla.

Lucía intensificó los lengüetazos, y la bajada y subida de cabeza.

-Bufff… madre mía qué boca tienes… -el joven se sentía en el paraíso celestial más místico-. Dale… dale ahí… ¡Auuuuu!

Lucía chupó con más contundencia y al tercer minuto logró una eyaculada copiosa y triunfante que duró un buen margen de tiempo.

-Ala, macho corrido –se volvió Lucía a vestir y a ponerse erguida-. ¿Te ha gustado?

-Ha sido formidable.

-Cariño, aquí lo tienes. ¿Puedo entrar? –habló la novia.

-Sssssh… -exigió el joven silencio, pero Lucía corrió la cortina con pose de puta rumana.

-¡Coño! ¿Y esta quién es? –la novia se quedó pálida.

-Soy la que te hace un favor. Deja a este pelele. Es solo un picha brava, nada más. Mírale, ¿a que es patético?

-Ahora que lo dices sí.

-Es ella, amor. Entró aquí y me obligó.

-Pues tu polla corrida no dice lo mismo –rio Lucía-. ¿Cómo te llamas tú?

-Rebeca Sotillo.

-Pues Rebeca Sotillo, haz un favor al feminismo y que jodan a este cabrón. –Y Lucía salió altiva.

-Cariño, es solo una puta. Me ha cogido 20 euros sin que yo…

-Vete a la mierda, metepolla. Y ponte la mano que manchas el suelo, joder -le lanzó Rebeca los pantalones a la cara y se fue.

-¿Cómo te fue? –la esperaba María Jesús sin soltar la cazadora.

-Lo tengo –enseñó el billete.

-¡Qué furcia, tía!

-Vamos a pagarlo –se fueron flechadas a la caja. Había poca cola y les tocó en dos turnos, pero en ese momento apareció Rebeca Sotillo.

-No me has dicho tu nombre.

-Lucía Rodríguez.

-Encantada de conocerte. Sospechaba que mi novio me engañaba con tres o cuatro chicas, pero nunca tenía pruebas y él se escurría. Tu cazadora la pago yo.

-¿En serio? Gracias.

-Y tú y yo nos vamos de juerga esta noche. Ni fiestas ni polla. Un reservado vip en el Palladium de Puerto Marina. Pediremos champán, putonas y fresones con nata. ¿Te apuntas?

-Con una condición.

-La que sea.

-Que venga ella. Es mi mejor amiga –señaló a María Jesús.

-Hecho. Tú me das el whatsapp y yo mis bragas de Victoria´s Secret –se las fue quitando allí mismo. Varios dependientes se anonadaron y dos ancianas se indignaron-. Toma, tienes en la mano 800 euros y mis fluidos secos.

-Mmmmmm –Lucía olió las bragas con gusto-. Anota mi número. Creo que vamos a ser grandes amigas.

-Wowwww… -aulló María Jesús.

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