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Serie rosa (Relato 2)

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Como cada miércoles por la mañana, a Pilar Quejada le tocaba limpiar el piso de la familia Domínguez. Hoy solo estaba la hija de 18 años. Los padres trabajaban y el hermano de 16 años tenía clase en el instituto, así que tenía más libertad para fregar sin que le pisaran el suelo y dejasen marca.
Pero algo no iba bien. La hija de 18 años, Natalia Domínguez, parecía sollozar encerrada en su cuarto. Con el pretexto de tener que limpiar, Pilar llamó a la puerta y luego entró sin dar pie a una negativa. Y en efecto, ahí estaba Natalia con los ojos llorosos y abrazada a su almohada.
-Hey, Nati, ¿qué te pasa?
-Nada. Vete.
-Me lo vas a contar quieras o no. No solemos hablar mucho. Vengo, limpio y me voy, pero pareces un encanto de chica que no se merece este sufrimiento. A ver, ¿cómo se llama?
-¿Cómo sabes que…?
-Siempre es lo mismo. ¿Qué te ha hecho?
-Liarse con dos a mis espaldas. ¡Y el muy cabrón tiene la cara dura de negármelo!
-Pues pasa de él, que le jodan.
-Es que ya es el cuarto novio que me lo hace. ¡Estoy harto de todos ellos! Se creen que por tener polla pueden hacer lo que les plazca.
-Bueno, quizás ya es hora de cambiar de acera.
-¿Cómo? ¿A qué te refieres?
-El lesbianismo es el futuro. El remedio contra el veneno patriarcal.
-Pero yo no soy lesbiana.
-¿Y te gustaría serlo? No hay nada más tierno y dulce que dos chicas amándose. Los tíos solo buscan correrse e ir a por la siguiente. Sin embargo, nosotras nos entregamos más y somos más románticas y dulces.
-Sí, me gustaría, pero siempre he sido hetero. Es mi condición sexual desde que nací.
-Eres hetero porque nunca has probado un buen coño. ¿A que no?
-Pues no.
-Anda, siéntate conmigo a mi lado –se colocó Pilar en el borde del colchón.
-¿Qué piensas hacer?
-Esto. –Y Pilar la besó apasionadamente. Así durante dos minutos. Natalia quedó fascinada-. ¿Qué te parece?
-¿Qué edad tienes, Pilar? Besas de puta madre.
-Tengo 32 años, soy lesbiana y mando por culo a todos los hombres.
-Yo quiero ser como tú,
-Pues entonces déjate llevar por mí.
-Vale.
-Para empezar fuera el top… eso es… quítatelo…
Natalia se quedó con las tetitas al aire.
-Y ahora yo. –Pilar hizo lo mismo.
-Madre mía qué tetas…
-Puedes chupar.
-¿Me dejas?
-Vamos, dale con la lengua.
Natalia dedicó otros dos minutos en mamar las tetas apetitosas de Pilar. Iba de un pezón a otro, como si fuese una niña como un nuevo juguete.
-¿Has mojado las bragas? –se imaginó Pilar.
-No llevo.
-Vaya, entonces habrás manchado la sábana.
-Oh, lo siento, Pili, yo te ayudaré a poner la lavadora.
-Tú calla y disfruta –la mano de Pilar hendió en el entremuslo de Natalia, que gimoteó de placer-. Eso es… túmbate y separa los muslos… así me gusta…
-Mmmmmmm… -Natalia se pellizcaba sus mismos pezones de la excitación.
-Son las 11,31. A las 12 saco la lengua.
-¿Cómo que…?
Sin más explicaciones, la lengua de Pilar se adentró en las cavernas vaginales de Natalia. Un alarido de placer se le fugó de la boca y ahí empezó su transformación. A los diez minutos ya se corrió tres veces. A los quince minutos tuvo el primer orgasmo de su vida. A los veinte minutos cogió su móvil y dejó un mensaje en su facebook. SOY LESBIANA. A LA MIERDA LOS TÍOS. A los veinticinco minutos sus gritos se escuchaban en todo el edificio. A la media hora, Pilar sacó la lengua por fin y gracias a su radar supo que Natalia ya era completamente lesbiana, completamente mujer y completamente feliz.
Así que ya sabéis, chicas. A comer alimentos sanos, sopa caliente para combatir este frío y, por supuesto, un buen coño mmmmmmm

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