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Los técnicos del aire acondicionado

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Hace tiempo necesité los servicios de una empresa para reparar el aparato de aire acondicionado que al encenderlo tiraba bastante agua y caía del balcón a la calle con el consiguiente problema para los viandantes. Tras contactar con una de ellas me enviaron a dos operarios jóvenes. Uno de ellos tenía 24 años y se llamaba Wilson pues era venezolano y de color mulato. El otro parecía un poco mayor y se llamaba Braulio y era argentino pero su voz tenía acentos afeminados.

Bien saben que yo soy gay y tras explicarles el problema me dijeron que tenía fácil solución. Les dejé solos en el dormitorio y al rato les llevé unos refrescos porque hacía bastante calor. Ellos comenzaron a quitarse el mono de trabajo, pues hacía un día soleado y una fuerte temperatura. Yo no paraba de mirarles especialmente al negrito Wilson que con un pelo anillado y una cara angelical, era bastante guapo. Medía 1.80 de altura y lucía unos fuertes bíceps en los brazos. Me llamó la atención el que apenas tenía vello en el pecho y en sus extremidades.

Estuve contemplando como reparaban una de las piezas y Wilson no paraba de mirarme de forma sensual, mientras contemplaba como Braulio hablaba con mucha ternura y candidez. Yo tenía una gran erección y prueba de ello es que mi bragueta abultaba más de lo normal y ellos lo notaron. Braulio empezó a restregarse su mano por encima de su pantalón vaquero, pues se había quitado el mono de trabajo, y al poco tiempo vi como ya tenía un bulto considerable, eso me fue encendiendo más y enseguida noté como Wilson, una vez concluido los trabajos en el balcón, entraba en la habitación todo sudado y se quitaba la ropa quedando solo en slip con una erección de caballo. Se quitó el calzoncillo y note como su enorme pene crecía mientras que Braulio le besaba y se desnudaba. Así estuvieron unos minutos hasta que yo hice lo mismo y me quede desnudo ante ellos. Ya no podía aguantar mas ver esos esculturales cuerpos y las caricias mutuas que se prodigaban.

Braulio se acostó en la cama y me pidió que lo follase pues era pasivo y mientras lo hacía, Wilson le ponía su enorme pollón en la boca. Se notaba que no era la primera vez que lo hacían, pues el argentino tenía un buen agujero y mi polla entró casi sin apretar. Le estuve dando varios minutos, mientras veía como el chaval pedía más y más, y eso que su compañero de fatigas le ensartaba dentro de su boca una enorme polla de color que yo estaba ansioso de probar, pues iba depilado y tenía un glande rosadito.

Cuando pensaba eyacular se la saqué de dentro y me corrí en su pecho amplio y grande quedando mi semen junto a su peluda zona, que esparcí con mis manos. Su polla era pequeña, mediría unos 12 centímetros y me dediqué a darle varias lamidas con mi boca que le estaban volviendo loco, mientras le hice acabar mas tarde, al mismo tiempo que el negrito Wilson se corría en la cara de Braulio y este lo hacía en mis manos, tras una pequeña paja que le hice.

Descansamos unos minutos y Wilson me dijo que le apetecía follarme pues su pene estaba de nuevo en alza. Me acosté en la cama y cogiendo un poco de crema me la untó en el ano y tras ponerse un preservativo comenzó a perforarlo. Me hacía un poco de daño pero al final entro toda, me dijo que lo que más le gustaba era correrse dentro del culo de otro y que no iba a desaprovechar esta oportunidad.

Mientras yo se la comía a Braulio cuya herramienta no era muy gruesa pero si algo larga, Wilson seguía dándome placer, se movía rítmicamente y cada vez me gustaba más. Jóder como follaba el chaval.

Al final se corrió dentro del condón que se había puesto y quedó tendido en el colchón exhausto por el mete y saca continúo que me dio para seguidamente Braulio anunciarme que se venía y finalmente eyaculó en mi cara, mientras que con una de sus manos él me hacía una paja de campeonato que finalizó con la expulsión de mi leche sobre mi pecho.

Wilson no paro en todo momento de besarme y acariciarme al igual que Braulio que al principio estaba un poco cortado pero que al final optó por que tanto Wilson como yo le comiéramos su sensual rabo mientras nos daba pequeños insultos que no excitaba cada vez más.

Al final se limpiaron un poco y a pesar de que les ofrecí una ducha, dijeron que se iban a casa pues era viernes casi al mediodía y habían terminado la jornada laboral y preferían llegar a su ciudad, distante unos 20 kilómetros de la mía. Les aboné los gastos de reparación del aparato y les di una propina por haberme hecho este trabajo extra que me dejó bastante satisfecho.

Hace unas semanas que pasó esta visita y estoy viendo a ver la forma de que vuelvan a casa de nuevo los técnicos pues me dijeron que ellos se encargaban también del mantenimiento del aparato de aire y del mío.

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