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Cómo perdí mi virginidad (Final)

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-Es que tengo miedo de que me duela, señor…

-Te va a doler un poco al principio, pero enseguida pasa… No sos el primero al que se la doy, Jorge, y los anteriores me contaron que duele mientras está entrando, pero enseguida pasa…

-Ay, ojalá, señor… ¡Ojalá!...

Y fue exactamente como me había dicho el señor Romero… Me tenía en cuatro patas en la cama y mientras me la estaba metiendo sentí un dolor tan fuerte que tuve que morderme los labios para no gritar… Después, cuando la pija estuvo toda adentro e iba y venía el dolor se fue atenuando hasta desaparecer… ¡Ay, que placer tan lindo!...

No podría por nada del mundo dejar de ser un putito, después de haber probado las delicias de una pija… O mejor dicho, de dos, porque esa tarde me cogieron el señor Romero y el señor Abaroa y siguen haciéndolo tres o cuatro veces por semana en la casa del señor Romero, donde debo presentarme cada vez que el Director me lo ordena…

Falta una semana para que las clases terminen y ayer el Director me convocó a su despacho…

-Bueno, Aguirre, te felicito, estás aprobado en todas las materias…

-Gracias, señor Romero…

-Es que fuiste un chico muy buenito, dócil, obediente…

-Gracias, señor…

-Además, nos hemos dado con Abaroa de cuánto te gusta la pija…

-S… sí, señor, es… es cierto… -acepté bajando la cabeza, muy avergonzado…

-¿Y qué vas a hacer cuando terminen las clases, Jorge? ¿Vas a seguir viniendo a mi casa?...

-Si ustedes quieren, sí, señor Romero… A mí me… me gustaría…

-¡Claro que queremos, Jorge!... ¿O creés que vamos a perdernos el manjar que sos?...

-Ay, gracias, señor…

-¿Tenés celular, Aguirre?...

-Sí, señor Romero…

-Dame el número…

Se lo di y lo anotó…

-Cuando terminen las clases te voy a llamar cuando queramos que vengas, ¿entendido, Aguirre?...

-Sí, señor Romero; sí…

Las clases terminaron y como me lo había prometido me llama dos o tres veces por semana…

-Venite hoy a las cinco de la tarde, Jorge, y vestido con esa ropa tan sexy que tenés… El short, la remera y zapatillas sin medias…

-Está bien, señor, lo que usted quiera… -acepté sintiéndome cada vez más sumiso y cada vez más excitado con esa condición…

Antes de ponerme la ropa ordenada me planté ante el gran espejo del comedor, en el que uno se ve de cuerpo entero…

¡Y sí, soy lindo!... Linda cara, lindo pelo castaño, espeso y enrulado… Lindos ojos, grandes y oscuros… ¡Y muy lindo cuerpo!... ¡Ay, sí!... delgado, esbelto y con ciertas formas… Y cuando me miro el culo y me lo acaricio siento que me gustaría cogerme a mí mismo, jejeje…

Lo que hago cada vez que me masturbo es beber mi propia leche… Me siento al revés en el inodoro, hago que el semen caiga en la palma de mi mano izquierda y me lo tomo todo… Sí, soy muy putito, casi una puta de tan puto… ¡Y me encanta serlo!

Fin

(10,00)