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Mi aburrimiento en la habitación era inmenso, pero sabía que de ir a la fiesta con los demás tal vez no podría evitar comportarme un poco posesiva con Sara, estaba tan bella con ese vestido corto de tonalidades negro y verde como sus ojos, que de seguro no le faltarían invitaciones para bailar o para hablar, y estaba segura como el infierno que de presenciar algo así, no me sería posible controlar los celos. Así que no había dudas, lo mejor era quedarme allí matando el tiempo.

De allí que cuando la vi entrar a la cabaña y cambiarse con planes de quedarse conmigo, me invadió una gran felicidad. Me mantuve lo más ecuánime posible, pero mis sentimientos estaban exaltados, mi corazón latía tan rápido que pensaba se me saldría del pecho.

Pensé en quedarnos allí viendo películas, pero al verla sacudir la cabeza ligeramente, como queriendo dejar de pensar, decidí que tendríamos nuestra noche loca de diversión.

Durante nuestra estadía en el complejo hotelero, no habíamos podido disfrutar de las instalaciones, siempre que terminábamos de trabajar o era muy tarde, o estábamos tan cansadas que solo pensábamos en ir a dormir. Una de las cosas que más nos había llamado la atención era el área de jacuzzi, pues constaba de tres diferentes; el primero, era redondo con especie de banco en toda su circunferencia, el segundo, era más grande y dividido en 8 secciones para dos personas, es decir, tenía como especie de 8 cubículos especialmente diseñados para parejas, y el tercero, era más como una piscina pero con una pequeña cascada en el medio y una superficie que servía de banco por toda la extensión de su borde. Ambas habíamos deseado y soñado con disfrutar de ésta última y luego para completar el relax, de unos buenos masajes, así que ¿Por qué no hacerlo en nuestra última noche allí?.

Sin adelantarle nada de mis intenciones, aumentando así su ansiedad y nerviosismo, nos escabullimos por diversas áreas del complejo hotelero para despistar a los de seguridad y por supuesto a ella misma. Al tener la certeza de que Sara estaba más pendiente de quién nos podía ver más que de a dónde nos dirigíamos, tomé su mano y la guié por el camino necesario para llegar a la sección de los jacuzzis. En la parte de atrás de la edificación había una puerta para los empleados. Se sorprendió al ver que estaba abierta y que entrábamos sin problema.

―Eli por Dios, si nos descubren aquí … ¿qué les vamos a decir? ― Me preguntó en susurro mientras miraba hacia los lados con temor.

―La verdad. Que no podíamos irnos de aquí sin probar ese espectacular jacuzzi ― Respondí con desparpajo y encogiéndome de hombros.

―Cristo!!!!  Estas …

―¿Loca? ― La interrumpí divertida ― Te dije que sería una noche inolvidable.

Antes de que pudiera responderme o decir algo abrí la puerta que daba acceso desde el área de empleados al área de nuestro interés.

―Bienvenida a la noche de relax ― Le dije sonriendo ampliamente y señalando hacia los jacuzzis y al área de masajes.

Sara se quedó paralizada y en shock unos instantes mientras asimilaba lo que veía. Desde el día que tuvimos que fotografiar esa área, había hablado con una de las empleadas para un servicio especial para esa noche. El servicio incluía un baño de sales minerales en el jacuzzi grande y luego una sesión de masajes con chocolate.

No tenía ni la menor idea de cómo plantearle lo que había planificado sin que pensara mal de ello, y cuando se entusiasmó con lo de la fiesta, pensé que sería una verdadera lástima disfrutar de aquello sin ella. Estuve a punto de llamar para cancelar todo, pero mientras me debatía en qué sería lo mejor, llegó a la habitación y en ese momento di gracias a Dios de no haberlo cancelado. 

Sin que Sara pudiera aún pronunciar palabra, la halé suavemente hasta que llegamos a donde estaba Beatriz, la chica con la que había cuadrado todo junto con otra empleada.

―Buenas noches Sr. Elizabeth, Marbelis y yo seremos quienes las atenderemos esta noche.

―Gracias Beatriz ― Le dije sonriéndole ― Entonces … ¿Estás lista? ― Le pregunté a Sara.

―Si ― Logró decir luego de aclararse la garganta ― Estoy lista.

Le guiñé el ojo con picardía y de inmediato nos cambiamos para adentrarnos en nuestro baño de sales minerales. El agua estaba tibia tirando a caliente, lo cual fue una sensación divina. El aroma y las burbujas salientes de cualquier parte hacían que cualquier tensión existente por la odisea de llegar hasta allí se diluyera. Nos sentamos bajo la caída de agua un buen rato, conversando de cualquier cosa. Sara no dejaba de expresarme su incredulidad ante todo aquello, así que para que dejara de preocuparse comencé a salpicarla con agua. Lo que comenzó tímidamente se convirtió en una real guerra de agua, hasta el punto en que tuve que tomarla por la cintura y hundirla hasta el fondo.

Poco después, nos salimos para iniciar la sesión de masaje. Está demás decir lo maravilloso que fue. De no ser porque estaba al lado de la camilla de Sara y podía ver cómo extendían el chocolate por todo su cuerpo, de seguro me hubiese dormido profundamente. El problema era que, al cerrar mis ojos, lo único que pasaba por mi mente era cómo sería quitarle todo ese chocolate con mis manos, mis labios y mi lengua. Por supuesto que estos pensamientos encendieron todo mi cuerpo, así que tuve que respirar profundamente muchas veces y tratar de pensar en superficialidades para no gritarles a las dos chicas que se fueran y poder lanzarme encima de Sara allí mismo y sin excusas.     

Al terminar todo, como no podíamos regresar a la cabaña llenas de chocolate, nos fuimos a la playa pero no por mucho tiempo, pues el agua estaba un poco fría y al combinarse con la brisa incesante, nos congelaba aún más.

Volvimos a la cabaña tres horas más tarde. A pesar de no haber compartido con nadie más, ni haber probado una gota de licor, nos habíamos divertido como nadie, al menos por esa noche, me había sentido como una adolescente otra vez. No sólo por el hecho de escabullirnos por sitios que no eran permitidos a esa hora, sino por las cuantiosas bromas que le había hecho a Sara y por las cuales en diversos momentos amenazó con dejar de hablarme. Claro que nunca pudo concretar la amenaza, pues siempre encontraba la manera de hacerla reír nuevamente.

Nos acostamos frente a frente y luego de reírnos un poco recordando las locuras que habíamos hecho, o mejor dicho, que yo había hecho, Sara se me quedó mirando.

―¡¡¡Gracias!!! ― Me dijo.

―¿Por qué? ― Pregunte confundida.

―Por todo.

―No tienes que darme las gracias.

―Si debo … no sólo por darme una noche sin igual, sino … por todo lo que has hecho por mí en estos días.

Comencé a negar con la cabeza, pero me impidió que hablara colocando su dedo índice sobre mis labios.

―No sabes lo que ha significado para mí tu apoyo … sobre todo en estos momentos … nunca, nunca podré agradecerte lo suficiente.

Tomé su mano con la mía y la apreté ligeramente.

―Sólo hice lo que sentí era correcto … no hubiese podido darte la espalda y hacer como si nada. No me lo hubiese perdonado.

A pesar de que me sonrió, vi como sus ojos se entristecían, así que pensé era momento de saber lo que había sucedido, sobre todo, porque faltaban pocas horas para regresar y presentía que Sara no estaba lista para hacerlo.

―¿Me contarás lo que sucedió?

Bajó la mirada por un instante antes de soltar su mano de mi agarre y acostarse boca arriba. Pensé que no hablaría, pero al final lo hizo. Me contó que al llegar a su departamento esa tarde, se encontró con la fulana Ruth y su ex novio teniendo relaciones en plena sala. Me habló del dolor que sintió, de la decepción y la ira que la embargaron, de las tantas cosas que quiso decirles, pero que las lágrimas y el shock no la dejaron.  De lo traicionada que se sentía y lo impotente por no tener a donde ir, pues si quería terminar los dos meses que le faltaban para graduarse, no podía hacer otra cosa que seguir bajo el mismo techo de la traidora.

No pudo evitar llorar mientras me contaba, y yo no pude evitar sentir rabia y ganas de protegerla de aquellos imbéciles, así que cuando terminó de desahogarse le propuse la única solución que se me vino a la mente.

―No tienes por qué quedarte allí.

―No tengo opción Eli, lo he estado pensando todos estos días …  si quiero terminar de graduarme, sólo puedo hacer eso. Será un infierno, pero al menos sabré que será poco tiempo.

―¿Y luego qué? ¿Te irás? ¿Volverás al interior y qué harás?

―Buscar trabajo por supuesto

―Y no dudo que lo encontrarías, pero no serán las mismas oportunidades que se te podrían dar aquí Sara y lo sabes.

―¿Y qué puedo hacer? ¿Crees que me hace feliz todo esto?  ― Dijo en tono de desesperación y con sus lágrimas aún saliendo.

―Vente a mi casa ― Le solté sin más

―¡¡QUÉ!!

―Quédate en mi casa. Tengo espacio de sobra así que no sería ninguna molestia tenerte allí.

― No Eli no podría …

―¿Por qué? No puedes regresar allí ― Dije inflexible ― No dejaré que pises esa casa nuevamente … no mientras pueda evitarlo ― Ya no hablaba la razón, hablaba mi corazón.

Se quedó sólo mirándome como buscando un atisbo de duda de mi parte, pero al darse cuenta de mi determinación, no pudo más que aceptarlo, no sin antes asegurarme que aportaría dinero para los gastos de la casa. Me importaba un bledo el dinero, yo sólo quería protegerla, asegurarme que estaría bien … y que mejor que en mi casa … conmigo.

No supe en qué momento de la noche pasó, pero despertamos nuevamente abrazadas. Esta vez, no hubo caras de sorpresa en la mañana por su parte, supongo que la inquietud y los nervios por lo que tendría que enfrentar al regresar, no la dejaron pensar en el hecho de despertar acurrucada en mi regazo. Por mi parte, era la mejor sensación del mundo poder amanecer con ella a mi lado.

Durante el camino no hablamos mucho, pero la ansiedad estaba en el aire; ella por tener que enfrentarse a Ruth y yo, al caer en cuenta de lo que significaría tenerla en casa. Era una locura, pero más locura era dejarla ir.

Al llegar al departamento de Sara, Ruth no estaba allí, así que entramos directo a su cuarto para empacar todas sus cosas e irnos antes de que regresara. Pero quince minutos más tarde llegó y fue inevitable que se vieran y que se diera cuenta de lo que hacíamos.

―¿Qué haces Sara? ― Preguntó con angustia.

―Empacando. ¿No es algo obvio? ― Contestó secamente.

―Tenemos que hablar. Dame un chance de explicarte, por favor …

―No necesito explicaciones Ruth, lo que vi fue bastante claro para mí.

―Las cosas no son tan simples Sara, por favor, tienes que escucharme.

―No quiero. No me interesa nada de lo que tengas que decir … ni tú, ni Roberto.

―Sé que estas molesta y lo entiendo, pero no te puedes ir así. ¿A dónde irás? ¿Qué vas hacer?

―Eso no es algo que te interese.

―Sara por favor …

Intenté mantenerme al margen, pero cuando vi que Sara estaba a punto de quebrarse intervine.

―Escucha Ruth, no nos conocemos formalmente y la verdad, no me interesa conocerte, pero aún así no puedo dejar de decirte que no hay justificación alguna para lo que le hicieron a Sara y sinceramente pienso, que no hay nada que puedas decir o hacer para remediar eso. Así que, por qué no mejor permites que Sara se vaya de aquí en paz … déjala tranquila al menos por ahora, si ella decide darte la oportunidad de escucharte más adelante, ya queda de ella, pero ahora, te recomiendo que te hagas a un lado y la dejes olvidar todo este asunto.

A pesar de hablar lo más serenamente posible, mis palabras fueron tan contundentes que Ruth solo logro decir “Lo siento” antes de salir del cuarto y encerrarse en el suyo.

Sara por su parte, se limpió el par de lágrimas que comenzaban a recorrer su rostro antes de continuar recogiendo sus cosas. No se habló más mientras estuvimos allí.             

Cuando llegamos a mi casa, la instalé en la habitación que estaba junto a la mía. Si bien no podía pretender continuar como estábamos en el hotel, al menos podía tenerla lo más cerca posible.

―Espero que sea de tu agrado ― Le dije refiriéndome a la habitación, que aunque era bastante amplia y con su baño interno, no estaba segura si era lo bastante cálido para darle tranquilidad.

―¿Bromeas? ― Preguntó perpleja ― No podría pedir nada mejor. Además … ni siquiera tendría por qué estar aquí así que … ― Dijo sentándose en el borde de la cama.

―Pensé que ya habíamos aclarado eso ― La interrumpí acercándome a ella y sentándome a su lado en la cama ― No quiero que veas esto como si me sintiera obligada a hacerlo. Lo hago porque quiero. Lo hago porque una amiga necesita una mano … y la mía está disponible.

Me miró a los ojos unos instantes y luego asintió.

―Bien, supongo que quieres descansar un rato antes de cenar, así que te dejaré para que termines de arreglar tus cosas. La cena estará lista a las 8 ¿te parece bien?

Se encogió de hombros. Sabía que le tomaría algún tiempo antes de que se sintiera en confianza, pero aún así, quería hacerla partícipe de las decisiones en común desde un principio. Luego de eso me fui a mi habitación a tomar un baño y a descansar yo también. Sólo que no podía dejar de sonreír, el tenerla allí, irremediablemente me hacía feliz.

Durante los dos meses siguientes, nos adaptamos de lo mejor la una a la otra. Compartíamos los quehaceres de la casa; aunque no éramos las más expertas en las artes culinarias, cada una se esmeraba cuando le tocaba hacer gala de ello. Por otro lado, nos motivábamos mutuamente para salir a caminar en las tardes al llegar del estudio. Sí, Sara había aceptado trabajar conmigo y al igual que en la casa, la compenetración y la complementariedad que sentía con su trabajo, era sin igual.

En las noches, la ayudaba con su tesis si así lo requería. Tomamos como costumbre comer frente al televisor mientras veíamos las series a las que me había vuelto adicta desde que me las hizo ver por primera vez. Muy a pesar de los temores de Betty cuando se enteró de la nueva situación, la armonía entre nosotras no podía ser mejor.

En cuanto a lo que sentía por ella, se hacía cada día más fuerte. Lo quería todo de Sara. Ya no era suficiente sólo su compañía. Pero el miedo me paralizaba cada vez que pensaba en ir un poco más allá. Tenía la sensación que Sara podía estar sintiendo lo mismo que yo, su manera de mirarme era diferente, sus roces constantes y las expresiones posesivas que de vez en cuando salían a flote, me indicaban que tal vez no le era indiferente; pero en el fondo, temía que todo fuera producto de mi imaginación y que en realidad estuviese proyectando mis propias deseos. Sin embargo, aprovechaba cualquier iniciativa de su parte para extender los roces de nuestras manos, de nuestros brazos, de aumentar los abrazos casuales, que en ocasiones, podían durar más de lo habitual. Al ayudarla en su tesis siempre buscaba de quedar lo más cerca de su rostro y de su cuerpo, impregnándome de su olor y de su calor. En todos esos momentos, nunca sentí incomodidad de su parte o intenciones de alejarse y evitar los contactos, por el contrario, cuando trataba de minimizarlos para no abusar de mi suerte, entonces era ella quién me buscaba.

No podía negar que había miles de señales de que tal vez si lo intentaba, Sara me podría corresponder, pero pensaba que era muy pronto. No podía olvidar que a pesar de todo, Sara estaba allí por otras razones que nada tenían que ver con su posible atracción hacia mí, así que no quería embarcarme en ese viaje sin antes cerciorarme de si había superado lo de su ex, o si había alguna posibilidad de querer darle una segunda oportunidad. Durante el tiempo que llevaba allí, no había mencionado nada de si había hablado con Roberto mientras estaba en la universidad. Sólo hablaba de sus clases y de su tesis, pero nunca mencionaba a Roberto o a Ruth.

Sin poder esperar más, decidí una noche mientras cenábamos, sacar el tema a colación.

―¿No has vuelto a hablar con tu ex? ― Traté de sonar lo más casual posible. Vi como se le tensó la espalda al escuchar la pregunta. No me miró de inmediato, terminó de tragar su bocado y finalmente levantó la mirada hacia mí.

―Para mí, el ya no existe ― Me dijo con cierta frialdad que me indicó que aún había sentimientos de por medio.

―No quiero contradecirte pero … por tu tono parece que aún te importa ― Necesitaba confrontarla. Mis sentimientos me sobrepasaban y ya no sabía por cuánto tiempo más podía fingir ser sólo su amiga, así que debía saber a qué me enfrentaba.

―No es así ― Negó con la cabeza dejando los cubiertos sobre el plato ― No puedo negarte que pensar en la imagen de ellos dos revolcándose … aún me pone furiosa, me indigna, me hace sentir como una idiota … pero de igual manera te digo que … ― Pensó por un instante antes de continuar ― Que todo esto no ha hecho otra cosa que demostrarme que no lo amaba, al menos no como creía.

―¿Entonces, no debería serte indiferente? ― Pregunté luego de mirarla fijamente unos segundos.

―Lo es … mi indignación y rabia es por haber hecho el papel de estúpida ante ellos y en lo que pensé era mi casa. Pero te aseguro, que en lo que se refiere a Roberto … no me importa si está o si no está. Eso se terminó y no hay vuelta atrás ― Su tono inflexible no dio lugar a dudas.

―¿Entonces, estarías lista para una relación nueva si se te presentara?

―No ― Respondió de inmediato.

―¿Por qué? ― Sabía que ella no entendía qué tipo de relación era a la que me refería, pero su negativa tan inmediata, hizo que mi corazón se engarrotara casi hasta el dolor.

Bajó su mirada con nerviosismo, intentó hablar tres veces antes de que saliera palabra alguna de su boca.

―Simplemente ahora no es buen momento … ― Levantó su mirada hacía mi nuevamente ― Tengo muchas cosas en qué pensar ahora.

Al ver cómo me esquivaba la mirada y trataba de continuar con la cena dando por terminado ese tema, supe que algo me ocultaba, pero no quise insistir. Una parte de mí quería creer que su negativa se debía a lo que tal vez podría estar sintiendo hacia mí, pero otra temió que tal vez existiera alguien más.

***

Llegó el día de la defensa de mi tesis, estaba súper nerviosa, pero el haber invitado a Eli como jurado especial, me había dado más confianza, por lo que creía había hecho un buen trabajo. Sin embargo, no podía evitar sentir ansiedad por la calificación que obtendría.

En condiciones normales, debía esperar dos días antes de que publicaran las notas, pero estando Eli con ellos, supuse que había oportunidad de saber mi nota mucho antes, o al menos eso esperaba, pues no creía poder dormir tranquila hasta no saber.

Estaba sentada en el sofá de la sala esperando a que Eli llegara, trataba de leer una revista en vano, pero aún así la hojeaba sin cesar. Cuando sentí las llaves en la puerta, mi corazón dio un brinco al igual que yo.

―Hola ― Atiné a decirle al verla entrar. Por su cara de consternación, imaginé lo peor ― ¿Cómo estuvo todo? ― Traté de sonar normal.

―Hola … ah supongo que bien aunque …

―¿Qué?

―No sé cómo decirte esto ― Se llevó una mano a la cabeza como ordenando las ideas.

―Sólo dilo por favor ― Le dije en tono de súplica.

―Discutieron durante un rato y la conclusión fue que … tú trabajo tendrá mención publicación ― Al terminar de hablar sonrió ampliamente.

―¿Es … es en serio? ¿No es broma? ― No podía creer lo que escuchaba. Pensaba que obtendría una buena calificación, pero nunca pensé que la publicarían.

―Totalmente en serio ― Asintió mirándome con orgullo.

De la emoción, comencé a gritar y a dar pequeños saltos. Tanto que me abalancé sobre ella para abrazarla con fuerza. Estaba tan feliz que las emociones no cabían en mí. Sin darme cuenta cómo, ni por qué, en un minuto la estaba abrazando y al siguiente me vi besándola, pero no en la mejilla, sino en la boca. Al principio sólo presioné sus labios, pero luego, me correspondió el beso haciéndolo más profundo y más urgente. Fui consciente de la suavidad de sus labios, del sabor dulce que invadió mi boca al sentir su lengua jugar con la mía, del calor que sentía al recorrer mi espalda y cintura con sus manos.

En un momento de cordura, me solté abruptamente. Me llevé la mano hacia la boca en señal de no entender lo que había pasado allí y sin decir palabra alguna salí corriendo hacía mi habitación.

La escuché llamarme y correr tras de mí, pero yo sólo me encerré en mi habitación y comencé a hiperventilar. ¿Qué demonios había pasado? ¿Cómo fue que fui capaz de besarla? ¿Qué rayos pasaba conmigo?.

Durante el tiempo que llevaba allí, había logrado suprimir esos sentimientos e impulsos, pero ahora, de la nada habían vuelto a florecer y con mayor fuerza, a tal punto que me hicieron actuar sin darme oportunidad de pensar sobre ello. Pero no había sido yo nada más, esa manera de besarme y de tocarme indicaba que algo pasaba con ella también. ¿Qué era todo aquello? ¿Estaría Eli sintiendo lo mismo que yo? ¿Serían ciertos los rumores de su homosexualidad? ¿Y si era así … qué pasaría ahora?  

***

Cuando iba rumbo a la casa, jamás pensé que todo terminaría de aquella manera. ¿Cómo de pronto una noche que debía ser para celebrar se había convertido en un desastre? 

No vi venir el beso, pero al sentir sus labios junto a los míos, perdí toda consciencia de lo correcto y la locura, me dejé dominar por el deseo y la necesidad de sentirla … y  lo que es peor, de no haber sido por Sara, no hubiese logrado parar.

Aunque traté de hablarle para disculparme, se encerró en su cuarto sin darme la oportunidad de hacerlo. No la culpo, de estar en su lugar, tal vez me habría incluso ido corriendo de allí. Pero ese era el problema, hacía un mes que había tenido que salir de casa de su supuesta amiga por la traición de la que había sido objeto y ahora … ¿Tendría que irse por traicionar su confianza en mí de esta manera? No podía ser!!!

Debía hablar con ella, debía tratar de aclarar las cosas y asegurarle que algo así no volvería a suceder. Aunque se me fuera la vida en ello, pero evitaría a toda costa que algo así se repitiera … la amaba demasiado como para propiciar situaciones que la hicieran correr y alejarse de mí … sí, la amaba … no tenía sentido seguir negándomelo o tratar de disfrazarlo con explicaciones baratas.

Todo había ocurrido tan rápido, tan de improviso que no quería aceptarlo, pero ya no había salida. Estaba total y completamente enamorada de Sara. Por primera vez en 3 años, me volvía a sentir viva; por primera vez en 3 años, volvía a sentir deseo y necesidad por alguien, necesidad de estar con ella, se amarla, de protegerla … aunque incluso tuviera que protegerla de mí misma.

Supuse que necesitaba espacio y tiempo antes de que pudiera tan siquiera escucharme, por otro lado, yo necesitaba tiempo para poner mis sentimientos bajo llave y poder acercarme a ella y asegurarle que lo que más deseaba en este mundo … no volvería a pasar.

Fui al bar al que solía ir años atrás, no era muy grande, pero tenía lo que necesitaba, una barra donde sentarme y tomarme un par de tragos. Para mi fortuna, no había nadie conocido esa noche exceptuando Esther, la barman, quién de tener tanto tiempo trabajando allí, casi casi podía considerarse como propietaria del local. Durante las noches de juerga con mis amigas, Esther siempre estaba pendiente de nosotras, nos atendía y nos cuidaba cuando veía que nos pasábamos de tragos o si había algún cliente que buscaba problemas, así que se convirtió en parte del grupo. Cuando pasó lo que pasó tres años atrás, ella estuvo a mí lado ayudándome en lo que pudo. Sin embargo, mi amargura y mis deseos de alejarme de todo y de todos, hizo que finalmente tirara la toalla y me dejara tal y como quería, sola.

En el momento en el que entendí que no podía continuar así, ya era tarde. O al menos a mí me lo parecía, así que simplemente no regresé allí. No volví a hablar con ninguna de las que habían sido mis amigas durante tanto tiempo, me refugié en mi trabajo y en mi hogar; claro que eso sólo había servido para hacer de mí una autómata. Pero no podía esperar nada diferente después de haber trabajado tan arduamente en alejar a todos de mi mundo.  Sabía que no podía esperar un trato más allá de lo meramente cordial de su parte, pero igual me senté y le pedí una vodka. 

―Tenías mucho tiempo sin venir ― Me dijo al entregarme el trago.

―Algo.

―¿Mala noche? ― Preguntó mientras limpiaba un poco la barra.

―Terminó siéndolo ― Respondí con pesar

―¿Trabajo? ¿Mal de amores? …

―Mal de amores supongo ― Bebí un poco de mi trago.

―No sabía que habías vuelto al ruedo.

―Ni yo … hasta esta noche.

En ese momento, solicitaron su servicio. Al menos no me había tratado con indiferencia como pensé que lo haría. Al rato regresó, no sin antes dar las instrucciones necesarias para que la cubrieran durante unos minutos.

―Disculpa, pero ya sabes cómo es todo por aquí … ¿Me contarás lo que sucede?

Esa era Esther, directa y sin rodeos. Por su trabajo, no podía darse el lujo de dar vueltas alrededor de un cuento antes de preguntar, simplemente iba directo al grano. Aquello me hizo sonreír un poco.

―No cambias ¿ah?

―Ya estoy muy vieja para empezar hacerlo, así que habla … ¿Qué te pasó?

Nadie sabía la edad de Esther, pero debía estar alrededor de los 45 años. No perdía su lozanía y mucho menos su atractivo. Con un cuerpo bien conservado y unos ojos negros de mirada profunda podía hacerte alucinar, sin embargo, nunca le habíamos conocido una pareja estable. Affaire al por mayor, pero nunca nadie estable.

―Lo de vieja es discutible … Le sonreí

―No te desvíes del tema y habla ― Dijo en tono de reprimenda.

Suspiré y tomé un poco más de mi trago antes de comenzar a contarle sobre Sara. De cómo llegó para volver patas arriba mi vida. De cómo en sólo unos minutos había logrado traspasar todas las barreras que había puesto a mi alrededor. De cómo se había convertido en mi aire para respirar. De cómo sin  querer, me había enamorado de aquella chiquilla a la que le llevaba más de 10 años de edad. De cómo había destruido en un segundo todo el autocontrol que había logrado mantener desde que me había dado cuenta de lo mucho que la amaba y la deseaba. Me escuchó con atención como era su costumbre, sin embargo, al escuchar mi angustia por haber traicionado su confianza en mí, levantó su mano en señal de que dejara de hablar.

―No traicionaste nada Elizabeth ― Negó con la cabeza ― Lo hubieses hecho de haber sido tú la que iniciara el beso, pero no fue así ¿cierto?

Me quedé callada pensando es eso. Era verdad, no había sido yo la que inició el beso … pero sí había sido yo la que lo había profundizado.

―Tal vez no lo inicié Esther, pero sí lo profundicé y estoy segura que no era esa su intención.

―¿Cómo lo sabes?

―Porque ella no es así. A veces es impulsiva, sí, pero estoy segura que en ese momento sólo quería demostrar su alegría y emoción, sólo eso.

―¡Ja! … no seas ilusa Eli por dios

―No es ilusa,  es sólo que no quiero pensar cosas que no son, ni hacerme ideas erradas de lo que pasó.

―Para ser una mujer de 37 años, te juro que estás actuando como una adolescente ― Dijo con fastidio.

―¿Qué quieres que piense? ¿Qué está enamorada de mí? ¿Qué me besó porque le gusto? No Esther, no es así.

―Yo creo que sí, sólo que no lo has querido ver.

―¿A qué te refieres?

―Por lo que me has contado, es evidente que se siente muy bien contigo. No cualquiera prefiere cambiar una noche de farra con oportunidad de conocer gente y divertirse en grande por estar contigo en una habitación viendo televisión.

―Gracias por lo que me toca ― Murmuré antes de tomar un poco de vodka.

―No digo que no valga la pena, es sólo que a su edad, eso no suele ser algo que llame la atención.

―Si pero … ― Comencé a negar con la cabeza.

―¿Lo habrías hecho tú? ¿Es decir, teniendo su edad, con un despecho encima como se supone que ella lo tenía … habrías preferido quedarte en casa digamos, con alguien como yo, antes que irte de farra con tus amigas?

―Ella no estaba con sus amigas.

―Más a mi favor, sin tener que dar explicaciones luego por sus acciones, bien podía haber aprovechado esa noche para hacer lo que quisiera y con quien quisiera.

―¿Y quién dice que no lo hizo? ¿Por qué es tan difícil  de creer que quiso estar conmigo? ― Dije un poco indignada.

―Yo no soy la que lo duda … ― Me dijo levantando ligeramente las cejas ― Para mí está muy claro que fue así.

Quise replicarle aquello, pero no tenía nada claro que decir.

―Tal vez … quería agradecerme … ― Comencé a balbucear ― O simplemente no se sintió en ambiente.

―Quizás se sentía mucho mejor contigo.

―Pero eso no quiere decir nada ― En el fondo pensaba igual que Esther, pero tenía tanto miedo.

Esther se quedó en silencio unos minutos como reordenando sus ideas.

―Eli, no digo que la chica sea gay y que esté enamorada de ti, pero para mí, no le eres indiferente. Creo que vale la pena explorar un poco ese terreno antes de desecharlo.

―¿Y si no tienes razón? ― Pregunté con temor

―¿Y si la tengo? ― Replicó ― Eli … no hagas como hice yo hace años, no te des por vencida antes de pelear.

―No se trata sólo de si le guste o no … la diferencia de edad también me aterra Esther … y la verdad … no creo poder vivir con el miedo de que se pueda aburrir de mí.

―Toda relación presenta riesgos Eli, sólo hay que decidir si lo tomamos o lo dejamos.

―¿Te arrepientes de no haberte arriesgado? ― Le pregunté luego de una pausa

―Todos los días de mi vida ― Respondió sin dudar.

Me le quedé viendo fijamente, aquella confesión era una verdadera sorpresa dado que nunca dio indicios de estar enamorada o interesada en alguien, y al ver la tristeza en sus ojos, supe la sinceridad de sus palabras.

―Lo siento …  ― Le dije con pesar.

―Ya no importa. Eso fue hace mucho tiempo y en mi caso no tiene remedio, pero en el tuyo … creo que aún tienes tiempo de intentar.

―Tengo miedo Esther. Me aterra hacerme ilusiones y que al final de todo … sólo me quede el vacío y el dolor que sentí cuando …

No pude continuar hablando, las lágrimas inundaron mis ojos. Pestañee varias veces para alejarlas de allí, pero tuve que ayudarme con mi mano para evitar que comenzaran su recorrido por mi rostro.

―No quiero volver a eso Esther … no podría soportarlo una segunda vez.

―Lo sé. ¿Pero realmente crees poder continuar sin saber nunca si pudo o no ser?

―Tú lo hiciste ― Sonreí forzadamente ― Y aquí estas ― La señalé con mis mano.

―Pero no sabes a qué costo …  ― Sus ojos se ensombrecieron aún más, si es que era posible.

Luego de eso, decidí que Esther tenía razón. No quería arriesgar lo que tenía con Sara ahora, pero no quería vivir con la duda de lo que pudo ser.

―Gracias Esther. Tienes razón, no hay manera de aclarar todo esto sin arriesgarme ― Le dije mientras me levantaba de la silla y comenzaba a buscar en mi bolso la cartera para pagar.

―Cortesía de la casa ― Me dijo colocando su mano sobre la mía para evitar que sacara la cartera ― Ahora ve y haz lo que tengas que hacer.

Le sonreí asintiendo. Le di un beso en la mejilla y me fui. Durante todo el camino traté de pensar en qué decirle a Sara cuando la viera, pero era inútil, el nudo que tenía en mi estómago y garganta no me dejaban pensar con claridad. Las manos me temblaban y sudaban cuando trataba de abrir la puerta de la casa. Tuve que respirar profundamente antes de lograr entrar.

Las luces estaban apagadas y todo en silencio. Supuse que aún estaría en su cuarto, así que al menos tenía hasta la mañana siguiente para aclarar mis pensamientos. Sólo que antes, me tomaría otro trago, lo necesitaba para tratar de conciliar el sueño.

Cuando prendí la luz, me llevé un gran susto al verla sentada en uno de los sillones de la sala.

―¡¡¡¡ POR DIOS !!!!

―Lo siento, no quería asustarte ― Trató de disculparse

―Está bien … sólo pensé que estarías durmiendo ― Me llevé la mano al pecho para tratar de calmar a mi corazón que ahora latía sin control. No sólo por el susto de verla allí, sino por lo que implicaba.

―Lo intenté, pero no pude hacerlo ― Se levantó del sillón y caminó hasta quedar frente a mí. En ese momento pude ver que sus ojos estaban sonrojados en señal de haber estado llorando ― Necesito que hablemos ― Sentí que mis piernas casi pierden su fuerza. 

―Si. Creo que es necesario que lo hagamos ― Respondí ― ¿Quieres algo de tomar? ― Le ofrecí señalando el mini bar.

―No, estoy bien así.

―Yo … yo si lo necesito ― Murmuré caminando hacia allí. Luego de servirme un poco más de vodka, nos sentamos en el sofá grande frente a la chimenea. Nos quedamos en silencio unos minutos, supongo ambas tratábamos de encontrar las palabras que decir.

―Yooo … Dijimos al mismo tiempo ― Lo siento!!! ― Volvimos a hablar al unísono. Nos reímos luego de eso. Ella bajó la mirada al piso, así que supe que lo mejor era hablar yo primero.

―Bien, creo que hablaré yo primero ― Me tomé el trago de vodka de un solo sorbo ― Creo que es justo que sepas que … que yo … que soy gay ― Dije finalmente. La miré unos instantes para ver su reacción. Ella sólo no dejaba de verme sin cambiar su expresión, así que continué ― No te lo dije antes porque no lo vi pertinente, pero … creo que es necesario que lo sepas ― Ella asintió, pero no habló.

Intenté hablar varias veces antes de lograr que saliera palabra alguna de mí.

―Me gustas Sara … me gustas demasiado … no sé cómo pasó, pero pasó ― Seguía sin cambiar su expresión ― Tenerte aquí ha sido maravilloso. Verte cada mañana y cada noche me ha devuelto la alegría, me ha devuelto las ganas de estar aquí, me ha devuelto la sensación de tener un hogar a donde llegar cada día.

Hasta ahora, yo sólo veía esta casa como un lugar donde dormir, pero no lo sentía como un hogar. Dejó de serlo hace tres años cuando … cuando Laura murió ― En ese momento, Sara entrecerró los ojos con confusión ― Laura fue mi pareja durante diez años. Era mi socia en el estudio y todo lo referente a mi vida. Murió en un accidente de tránsito y desde entonces perdí el norte. Perdí el interés en todo lo que hacía, en todo lo que me rodeaba … perdí el interés en mis amigos y familiares. No me importaba nada. Me llené de rabia y odio hacia todo. Tanto que alejé a todos de mí. Trataron de ayudarme, pero en verdad me esmeré en dejarles bien claro que no quería la ayuda de nadie y mucho menos sus compañía. Sólo Betty y Jessica lograron salvarse de mis ataques; y eso porque entendieron que la única manera de mantenerse a mi lado era haciendo como si nada había pasado. Entendieron que lo único que me mantenía cuerda era el trabajo, así que nos concentramos en ello sin hurgar en mis sentimientos.

Pero llegaste tú y … en un solo día derribaste todos los muros que me había impuesto. Con tu sonrisa y tu forma de ser, te colaste tan rápido y dentro de mí, que cuando me di cuenta ya era tarde para evitarlo. Esa fue la razón por la que intenté alejarme de ti cuando hacías la pasantía. Betty se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y me advirtió que debía alejarme si no quería que las cosas se salieran de control … intentaba protegerme … ― Sonreí al recordar su expresión de preocupación cuando me habló ― Pero aunque lo intenté, esa noche que hablamos, cuando inventé aquello de la confianza y toda esa basura y tú casi te vas … caí en cuenta que ya no podía vivir sin tenerte cerca … aunque eso significara ser sólo tu amiga.

Cuando te fui a llevar las llaves a tu casa el día de … bueno, ya sabes qué día, y te vi llorando fue como si me quitaran el corazón,  por eso no pude dejarte allí.  Fue una tortura tenerte tan cerca, no sé ni cómo logré mantenerme alejada de ti lo suficiente como para no sucumbir ante lo que sentía … cuando te ofrecí que vivieras aquí, sabía que era una locura, pero no podía dejar que regresaras allí y mucho menos que te fueras al interior otra vez y correr el riesgo de no volverte a ver …

Durante estos dos meses pensé lograr el control suficiente entre lo que deseaba y lo que podía tener, pero … al sentir tus labios hoy …  simplemente no pude contenerme más … simplemente no pude ― Hice una pausa.

Quiero que sepas que siento haber traicionado tu confianza en mí de esa manera ― Estaba consciente de lo que me había dicho Esther, pero necesitaba saber si Sara se sentía así o no ― Te aseguro que no volverá a ocurrir, no importa lo mucho que me gustes o lo mucho que … no importa, simplemente no volverá a ocurrir.

Sara miró hacia el piso unos instantes antes de hablar.

―Fui yo quien te besó ― Me dijo antes de volver a mirarme con esos ojos que me hipnotizaban ― Fui yo quien propició todo esto, no tú.

En ese momento no pude evitar respirar profundamente, aunque eso no cambiaba las cosas, al menos sabía que no me responsabilizaba del todo. En ese momento se levantó del sofá y caminó hasta la chimenea, se llevó una mano a la frente como sopesando lo que iba a decir.

―Yo … yo no soy lesbiana Eli … nunca me he sentido atraía por otras mujeres. Nunca ― Al escuchar aquello sentí una gran presión en mi pecho. No era que esperara algo diferente, pero confirmar que no había posibilidad alguna, sin duda me movió el piso ― … Hasta ahora ― Agregó luego de volverse hacia mí.

Dejé de respirar, me paralicé por completo. ¿Eran ideas mías o en verdad había escuchado bien? ― ¿Cómo? ― Logré preguntar.

―Que hasta ahora … nunca me había sentido así con ninguna mujer.

―¿Hasta ahora? ― Le dije luego de acercarme a ella y quedar frente a frente para mirarla a los ojos.

―Hasta ahora ― Murmuró. Pude ver que temblaba, pero aún así me mantuvo la mirada.

Dios!!! Como deseaba besarla, abrazarla … hacerle el amor. Mi corazón corría indeteniblemente, tanto que pensaba podía escucharse en toda la sala. Como pude, logré recuperar un poco el control.

―¿Estás diciendo que …? ― Comencé a decir, pero me interrumpió.

―Que estoy sintiendo cosas por ti que nunca pensé podría sentir … no las entiendo … no tengo idea de dónde salieron … pero están aquí ― Señaló su pecho ― ¡¡Y no sé cómo rayos pararlo!! ― Sentí su desesperación en la voz.

En ese instante pasé de la esperanza a la desesperanza en un segundo. Desvié la mirada para ocultar mi decepción.

―Entiendo … 

―No, no lo haces … ni yo misma entiendo esto … no entiendo cómo es que … siento que me estoy enamorando de ti … no entiendo cómo es esto posible si yo nunca … ― Se alejó caminando hacia el sofá nuevamente ― He intentado sacar estos sentimientos de mí pero no puedo … cuando te veo, cuando estoy contigo siento que es correcto, siento que es contigo con quien quiero estar, pero cuando estoy sola en mi cuarto … siento que no puede ser … que no sería capaz de vivir algo así ― Hizo una pausa ― Pero hoy, simplemente te besé y lo que más me asustó … fue lo bien que me sentí … lo mucho que disfruté de tu beso … lo mucho que deseaba no parar.

Me acerqué a ella y le tomé una de sus manos. No sabía quién temblaba más, si ella o yo. Quería decirle que la amaba, que no tuviera miedo de lo que sentía, pero sabía la gran confusión que sería su cabeza en ese momento.

―Quisiera poder darte las respuestas al mar de preguntas que debes tener … pero eso sólo puedes hacerlo tú misma. Yo sólo puedo decirte que … que estoy aquí … que no importa lo que decidas hacer, yo estaré aquí para ti ― Me llevé su mano hasta mis labios para besarle el dorso ― Por ahora sólo puedo decirte que … el besarte ha sido lo mejor que me ha pasado en tres años … así que pase lo que pase, te doy gracias por ello ― Lentamente la acerqué a mí para abrazarla con extrema ternura y sentimiento, a lo que ella correspondió plenamente abrazándose a mí cintura.

Nos quedamos así un buen rato, perdí la noción del tiempo. No quería soltarla, pero debía hacerlo, así que con renuencia me separé lentamente no sin antes susurrarle al oído “Creo que debemos ir a dormir”.

Ella asintió retirando sus brazos de mí y abrazándose a sí misma. Coloqué mi mano en su espalda y la guié hasta su cuarto. Una vez en su puerta la volví abrazar y le di un beso en la sien. ¡¡¡Demonios como quería mantenerla entre mis brazos!!! Al soltarla casi tuve que salir corriendo para no abalanzarme hacia sus labios.

Al entrar a mi habitación,  fui directo a darme un baño de agua fría. Necesitaba enfriar la urgencia de mi cuerpo por el de Sara. Escuché la regadera de su baño también, lo cual no ayudó en lo absoluto. Por el contrario, me encendió aún más el imaginarla desnuda al otro lado de la pared.

Mis manos comenzaron a recorrer mi cuerpo con el jabón tratando de aliviar el deseo, la pasión que sentía. Mientras una acariciaba mis senos, la otra llegaba a mi sexo húmedo no sólo por el agua, sino por la excitación. Imaginé sus manos pequeñas frotando mi intimidad, sus dedos entrando y saliendo de mí, imaginé lo que sería sentir su lengua acariciando mi clítoris … fue sólo cuestión de minutos que un fuerte orgasmo se apoderara de mí. No supe si había gemido o gritado, sólo fui consciente de la intensidad del orgasmo. Y si eso había sido sólo imaginando, no quería ni pensar en lo que sentiría si lograba hacerlo realidad.

Sacudí fuertemente la cabeza para regresar a la realidad. Debía tomar con calma todo aquello. Si bien Sara había confesado sentir atracción por mí, eso no implicaba que fuese capaz de llevar las cosas a otro nivel. Así que debía ir con calma para no asustarla más de lo que podía estar.

Al terminar de secarme, me puse la franelilla y el short de dormir y salí al cuarto, me tiré en la cama boca arriba y me llevé el brazo hacia la cara hasta lograr taparme los ojos con él. Pasaron sólo unos segundos antes de que la puerta de mi cuarto se abriera lentamente. 

Llegó el día de la defensa de mi tesis, estaba súper nerviosa, pero el haber invitado a Eli como jurado especial, me había dado más confianza, por lo que creía había hecho un buen trabajo. Sin embargo, no podía evitar sentir ansiedad por la calificación que obtendría.

En condiciones normales, debía esperar dos días antes de que publicaran las notas, pero estando Eli con ellos, supuse que había oportunidad de saber mi nota mucho antes, o al menos eso esperaba, pues no creía poder dormir tranquila hasta no saber.

Estaba sentada en el sofá de la sala esperando a que Eli llegara, trataba de leer una revista en vano, pero aún así la hojeaba sin cesar. Cuando sentí las llaves en la puerta, mi corazón dio un brinco al igual que yo.

―Hola ― Atiné a decirle al verla entrar. Por su cara de consternación, imaginé lo peor ― ¿Cómo estuvo todo? ― Traté de sonar normal.

―Hola … ah supongo que bien aunque …

―¿Qué?

―No sé cómo decirte esto ― Se llevó una mano a la cabeza como ordenando las ideas.

―Sólo dilo por favor ― Le dije en tono de súplica.

―Discutieron durante un rato y la conclusión fue que … tú trabajo tendrá mención publicación ― Al terminar de hablar sonrió ampliamente.

―¿Es … es en serio? ¿No es broma? ― No podía creer lo que escuchaba. Pensaba que obtendría una buena calificación, pero nunca pensé que la publicarían.

―Totalmente en serio ― Asintió mirándome con orgullo.

De la emoción, comencé a gritar y a dar pequeños saltos. Tanto que me abalancé sobre ella para abrazarla con fuerza. Estaba tan feliz que las emociones no cabían en mí. Sin darme cuenta cómo, ni por qué, en un minuto la estaba abrazando y al siguiente me vi besándola, pero no en la mejilla, sino en la boca. Al principio sólo presioné sus labios, pero luego, me correspondió el beso haciéndolo más profundo y más urgente. Fui consciente de la suavidad de sus labios, del sabor dulce que invadió mi boca al sentir su lengua jugar con la mía, del calor que sentía al recorrer mi espalda y cintura con sus manos.

En un momento de cordura, me solté abruptamente. Me llevé la mano hacia la boca en señal de no entender lo que había pasado allí y sin decir palabra alguna salí corriendo hacía mi habitación.

La escuché llamarme y correr tras de mí, pero yo sólo me encerré en mi habitación y comencé a hiperventilar. ¿Qué demonios había pasado? ¿Cómo fue que fui capaz de besarla? ¿Qué rayos pasaba conmigo?.

Durante el tiempo que llevaba allí, había logrado suprimir esos sentimientos e impulsos, pero ahora, de la nada habían vuelto a florecer y con mayor fuerza, a tal punto que me hicieron actuar sin darme oportunidad de pensar sobre ello. Pero no había sido yo nada más, esa manera de besarme y de tocarme indicaba que algo pasaba con ella también. ¿Qué era todo aquello? ¿Estaría Eli sintiendo lo mismo que yo? ¿Serían ciertos los rumores de su homosexualidad? ¿Y si era así … qué pasaría ahora?  

***

Cuando iba rumbo a la casa, jamás pensé que todo terminaría de aquella manera. ¿Cómo de pronto una noche que debía ser para celebrar se había convertido en un desastre? 

No vi venir el beso, pero al sentir sus labios junto a los míos, perdí toda consciencia de lo correcto y la locura, me dejé dominar por el deseo y la necesidad de sentirla … y  lo que es peor, de no haber sido por Sara, no hubiese logrado parar.

Aunque traté de hablarle para disculparme, se encerró en su cuarto sin darme la oportunidad de hacerlo. No la culpo, de estar en su lugar, tal vez me habría incluso ido corriendo de allí. Pero ese era el problema, hacía un mes que había tenido que salir de casa de su supuesta amiga por la traición de la que había sido objeto y ahora … ¿Tendría que irse por traicionar su confianza en mí de esta manera? No podía ser!!!

Debía hablar con ella, debía tratar de aclarar las cosas y asegurarle que algo así no volvería a suceder. Aunque se me fuera la vida en ello, pero evitaría a toda costa que algo así se repitiera … la amaba demasiado como para propiciar situaciones que la hicieran correr y alejarse de mí … sí, la amaba … no tenía sentido seguir negándomelo o tratar de disfrazarlo con explicaciones baratas.

Todo había ocurrido tan rápido, tan de improviso que no quería aceptarlo, pero ya no había salida. Estaba total y completamente enamorada de Sara. Por primera vez en 3 años, me volvía a sentir viva; por primera vez en 3 años, volvía a sentir deseo y necesidad por alguien, necesidad de estar con ella, se amarla, de protegerla … aunque incluso tuviera que protegerla de mí misma.

Supuse que necesitaba espacio y tiempo antes de que pudiera tan siquiera escucharme, por otro lado, yo necesitaba tiempo para poner mis sentimientos bajo llave y poder acercarme a ella y asegurarle que lo que más deseaba en este mundo … no volvería a pasar.

Fui al bar al que solía ir años atrás, no era muy grande, pero tenía lo que necesitaba, una barra donde sentarme y tomarme un par de tragos. Para mi fortuna, no había nadie conocido esa noche exceptuando Esther, la barman, quién de tener tanto tiempo trabajando allí, casi casi podía considerarse como propietaria del local. Durante las noches de juerga con mis amigas, Esther siempre estaba pendiente de nosotras, nos atendía y nos cuidaba cuando veía que nos pasábamos de tragos o si había algún cliente que buscaba problemas, así que se convirtió en parte del grupo. Cuando pasó lo que pasó tres años atrás, ella estuvo a mí lado ayudándome en lo que pudo. Sin embargo, mi amargura y mis deseos de alejarme de todo y de todos, hizo que finalmente tirara la toalla y me dejara tal y como quería, sola.

En el momento en el que entendí que no podía continuar así, ya era tarde. O al menos a mí me lo parecía, así que simplemente no regresé allí. No volví a hablar con ninguna de las que habían sido mis amigas durante tanto tiempo, me refugié en mi trabajo y en mi hogar; claro que eso sólo había servido para hacer de mí una autómata. Pero no podía esperar nada diferente después de haber trabajado tan arduamente en alejar a todos de mi mundo.  Sabía que no podía esperar un trato más allá de lo meramente cordial de su parte, pero igual me senté y le pedí una vodka. 

―Tenías mucho tiempo sin venir ― Me dijo al entregarme el trago.

―Algo.

―¿Mala noche? ― Preguntó mientras limpiaba un poco la barra.

―Terminó siéndolo ― Respondí con pesar

―¿Trabajo? ¿Mal de amores? …

―Mal de amores supongo ― Bebí un poco de mi trago.

―No sabía que habías vuelto al ruedo.

―Ni yo … hasta esta noche.

En ese momento, solicitaron su servicio. Al menos no me había tratado con indiferencia como pensé que lo haría. Al rato regresó, no sin antes dar las instrucciones necesarias para que la cubrieran durante unos minutos.

―Disculpa, pero ya sabes cómo es todo por aquí … ¿Me contarás lo que sucede?

Esa era Esther, directa y sin rodeos. Por su trabajo, no podía darse el lujo de dar vueltas alrededor de un cuento antes de preguntar, simplemente iba directo al grano. Aquello me hizo sonreír un poco.

―No cambias ¿ah?

―Ya estoy muy vieja para empezar hacerlo, así que habla … ¿Qué te pasó?

Nadie sabía la edad de Esther, pero debía estar alrededor de los 45 años. No perdía su lozanía y mucho menos su atractivo. Con un cuerpo bien conservado y unos ojos negros de mirada profunda podía hacerte alucinar, sin embargo, nunca le habíamos conocido una pareja estable. Affaire al por mayor, pero nunca nadie estable.

―Lo de vieja es discutible … Le sonreí

―No te desvíes del tema y habla ― Dijo en tono de reprimenda.

Suspiré y tomé un poco más de mi trago antes de comenzar a contarle sobre Sara. De cómo llegó para volver patas arriba mi vida. De cómo en sólo unos minutos había logrado traspasar todas las barreras que había puesto a mi alrededor. De cómo se había convertido en mi aire para respirar. De cómo sin  querer, me había enamorado de aquella chiquilla a la que le llevaba más de 10 años de edad. De cómo había destruido en un segundo todo el autocontrol que había logrado mantener desde que me había dado cuenta de lo mucho que la amaba y la deseaba. Me escuchó con atención como era su costumbre, sin embargo, al escuchar mi angustia por haber traicionado su confianza en mí, levantó su mano en señal de que dejara de hablar.

―No traicionaste nada Elizabeth ― Negó con la cabeza ― Lo hubieses hecho de haber sido tú la que iniciara el beso, pero no fue así ¿cierto?

Me quedé callada pensando es eso. Era verdad, no había sido yo la que inició el beso … pero sí había sido yo la que lo había profundizado.

―Tal vez no lo inicié Esther, pero sí lo profundicé y estoy segura que no era esa su intención.

―¿Cómo lo sabes?

―Porque ella no es así. A veces es impulsiva, sí, pero estoy segura que en ese momento sólo quería demostrar su alegría y emoción, sólo eso.

―¡Ja! … no seas ilusa Eli por dios

―No es ilusa,  es sólo que no quiero pensar cosas que no son, ni hacerme ideas erradas de lo que pasó.

―Para ser una mujer de 37 años, te juro que estás actuando como una adolescente ― Dijo con fastidio.

―¿Qué quieres que piense? ¿Qué está enamorada de mí? ¿Qué me besó porque le gusto? No Esther, no es así.

―Yo creo que sí, sólo que no lo has querido ver.

―¿A qué te refieres?

―Por lo que me has contado, es evidente que se siente muy bien contigo. No cualquiera prefiere cambiar una noche de farra con oportunidad de conocer gente y divertirse en grande por estar contigo en una habitación viendo televisión.

―Gracias por lo que me toca ― Murmuré antes de tomar un poco de vodka.

―No digo que no valga la pena, es sólo que a su edad, eso no suele ser algo que llame la atención.

―Si pero … ― Comencé a negar con la cabeza.

―¿Lo habrías hecho tú? ¿Es decir, teniendo su edad, con un despecho encima como se supone que ella lo tenía … habrías preferido quedarte en casa digamos, con alguien como yo, antes que irte de farra con tus amigas?

―Ella no estaba con sus amigas.

―Más a mi favor, sin tener que dar explicaciones luego por sus acciones, bien podía haber aprovechado esa noche para hacer lo que quisiera y con quien quisiera.

―¿Y quién dice que no lo hizo? ¿Por qué es tan difícil  de creer que quiso estar conmigo? ― Dije un poco indignada.

―Yo no soy la que lo duda … ― Me dijo levantando ligeramente las cejas ― Para mí está muy claro que fue así.

Quise replicarle aquello, pero no tenía nada claro que decir.

―Tal vez … quería agradecerme … ― Comencé a balbucear ― O simplemente no se sintió en ambiente.

―Quizás se sentía mucho mejor contigo.

―Pero eso no quiere decir nada ― En el fondo pensaba igual que Esther, pero tenía tanto miedo.

Esther se quedó en silencio unos minutos como reordenando sus ideas.

―Eli, no digo que la chica sea gay y que esté enamorada de ti, pero para mí, no le eres indiferente. Creo que vale la pena explorar un poco ese terreno antes de desecharlo.

―¿Y si no tienes razón? ― Pregunté con temor

―¿Y si la tengo? ― Replicó ― Eli … no hagas como hice yo hace años, no te des por vencida antes de pelear.

―No se trata sólo de si le guste o no … la diferencia de edad también me aterra Esther … y la verdad … no creo poder vivir con el miedo de que se pueda aburrir de mí.

―Toda relación presenta riesgos Eli, sólo hay que decidir si lo tomamos o lo dejamos.

―¿Te arrepientes de no haberte arriesgado? ― Le pregunté luego de una pausa

―Todos los días de mi vida ― Respondió sin dudar.

Me le quedé viendo fijamente, aquella confesión era una verdadera sorpresa dado que nunca dio indicios de estar enamorada o interesada en alguien, y al ver la tristeza en sus ojos, supe la sinceridad de sus palabras.

―Lo siento …  ― Le dije con pesar.

―Ya no importa. Eso fue hace mucho tiempo y en mi caso no tiene remedio, pero en el tuyo … creo que aún tienes tiempo de intentar.

―Tengo miedo Esther. Me aterra hacerme ilusiones y que al final de todo … sólo me quede el vacío y el dolor que sentí cuando …

No pude continuar hablando, las lágrimas inundaron mis ojos. Pestañee varias veces para alejarlas de allí, pero tuve que ayudarme con mi mano para evitar que comenzaran su recorrido por mi rostro.

―No quiero volver a eso Esther … no podría soportarlo una segunda vez.

―Lo sé. ¿Pero realmente crees poder continuar sin saber nunca si pudo o no ser?

―Tú lo hiciste ― Sonreí forzadamente ― Y aquí estas ― La señalé con mis mano.

―Pero no sabes a qué costo …  ― Sus ojos se ensombrecieron aún más, si es que era posible.

Luego de eso, decidí que Esther tenía razón. No quería arriesgar lo que tenía con Sara ahora, pero no quería vivir con la duda de lo que pudo ser.

―Gracias Esther. Tienes razón, no hay manera de aclarar todo esto sin arriesgarme ― Le dije mientras me levantaba de la silla y comenzaba a buscar en mi bolso la cartera para pagar.

―Cortesía de la casa ― Me dijo colocando su mano sobre la mía para evitar que sacara la cartera ― Ahora ve y haz lo que tengas que hacer.

Le sonreí asintiendo. Le di un beso en la mejilla y me fui. Durante todo el camino traté de pensar en qué decirle a Sara cuando la viera, pero era inútil, el nudo que tenía en mi estómago y garganta no me dejaban pensar con claridad. Las manos me temblaban y sudaban cuando trataba de abrir la puerta de la casa. Tuve que respirar profundamente antes de lograr entrar.

Las luces estaban apagadas y todo en silencio. Supuse que aún estaría en su cuarto, así que al menos tenía hasta la mañana siguiente para aclarar mis pensamientos. Sólo que antes, me tomaría otro trago, lo necesitaba para tratar de conciliar el sueño.

Cuando prendí la luz, me llevé un gran susto al verla sentada en uno de los sillones de la sala.

―¡¡¡¡ POR DIOS !!!!

―Lo siento, no quería asustarte ― Trató de disculparse

―Está bien … sólo pensé que estarías durmiendo ― Me llevé la mano al pecho para tratar de calmar a mi corazón que ahora latía sin control. No sólo por el susto de verla allí, sino por lo que implicaba.

―Lo intenté, pero no pude hacerlo ― Se levantó del sillón y caminó hasta quedar frente a mí. En ese momento pude ver que sus ojos estaban sonrojados en señal de haber estado llorando ― Necesito que hablemos ― Sentí que mis piernas casi pierden su fuerza. 

―Si. Creo que es necesario que lo hagamos ― Respondí ― ¿Quieres algo de tomar? ― Le ofrecí señalando el mini bar.

―No, estoy bien así.

―Yo … yo si lo necesito ― Murmuré caminando hacia allí. Luego de servirme un poco más de vodka, nos sentamos en el sofá grande frente a la chimenea. Nos quedamos en silencio unos minutos, supongo ambas tratábamos de encontrar las palabras que decir.

―Yooo … Dijimos al mismo tiempo ― Lo siento!!! ― Volvimos a hablar al unísono. Nos reímos luego de eso. Ella bajó la mirada al piso, así que supe que lo mejor era hablar yo primero.

―Bien, creo que hablaré yo primero ― Me tomé el trago de vodka de un solo sorbo ― Creo que es justo que sepas que … que yo … que soy gay ― Dije finalmente. La miré unos instantes para ver su reacción. Ella sólo no dejaba de verme sin cambiar su expresión, así que continué ― No te lo dije antes porque no lo vi pertinente, pero … creo que es necesario que lo sepas ― Ella asintió, pero no habló.

Intenté hablar varias veces antes de lograr que saliera palabra alguna de mí.

―Me gustas Sara … me gustas demasiado … no sé cómo pasó, pero pasó ― Seguía sin cambiar su expresión ― Tenerte aquí ha sido maravilloso. Verte cada mañana y cada noche me ha devuelto la alegría, me ha devuelto las ganas de estar aquí, me ha devuelto la sensación de tener un hogar a donde llegar cada día.

Hasta ahora, yo sólo veía esta casa como un lugar donde dormir, pero no lo sentía como un hogar. Dejó de serlo hace tres años cuando … cuando Laura murió ― En ese momento, Sara entrecerró los ojos con confusión ― Laura fue mi pareja durante diez años. Era mi socia en el estudio y todo lo referente a mi vida. Murió en un accidente de tránsito y desde entonces perdí el norte. Perdí el interés en todo lo que hacía, en todo lo que me rodeaba … perdí el interés en mis amigos y familiares. No me importaba nada. Me llené de rabia y odio hacia todo. Tanto que alejé a todos de mí. Trataron de ayudarme, pero en verdad me esmeré en dejarles bien claro que no quería la ayuda de nadie y mucho menos sus compañía. Sólo Betty y Jessica lograron salvarse de mis ataques; y eso porque entendieron que la única manera de mantenerse a mi lado era haciendo como si nada había pasado. Entendieron que lo único que me mantenía cuerda era el trabajo, así que nos concentramos en ello sin hurgar en mis sentimientos.

Pero llegaste tú y … en un solo día derribaste todos los muros que me había impuesto. Con tu sonrisa y tu forma de ser, te colaste tan rápido y dentro de mí, que cuando me di cuenta ya era tarde para evitarlo. Esa fue la razón por la que intenté alejarme de ti cuando hacías la pasantía. Betty se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y me advirtió que debía alejarme si no quería que las cosas se salieran de control … intentaba protegerme … ― Sonreí al recordar su expresión de preocupación cuando me habló ― Pero aunque lo intenté, esa noche que hablamos, cuando inventé aquello de la confianza y toda esa basura y tú casi te vas … caí en cuenta que ya no podía vivir sin tenerte cerca … aunque eso significara ser sólo tu amiga.

Cuando te fui a llevar las llaves a tu casa el día de … bueno, ya sabes qué día, y te vi llorando fue como si me quitaran el corazón,  por eso no pude dejarte allí.  Fue una tortura tenerte tan cerca, no sé ni cómo logré mantenerme alejada de ti lo suficiente como para no sucumbir ante lo que sentía … cuando te ofrecí que vivieras aquí, sabía que era una locura, pero no podía dejar que regresaras allí y mucho menos que te fueras al interior otra vez y correr el riesgo de no volverte a ver …

Durante estos dos meses pensé lograr el control suficiente entre lo que deseaba y lo que podía tener, pero … al sentir tus labios hoy …  simplemente no pude contenerme más … simplemente no pude ― Hice una pausa.

Quiero que sepas que siento haber traicionado tu confianza en mí de esa manera ― Estaba consciente de lo que me había dicho Esther, pero necesitaba saber si Sara se sentía así o no ― Te aseguro que no volverá a ocurrir, no importa lo mucho que me gustes o lo mucho que … no importa, simplemente no volverá a ocurrir.

Sara miró hacia el piso unos instantes antes de hablar.

―Fui yo quien te besó ― Me dijo antes de volver a mirarme con esos ojos que me hipnotizaban ― Fui yo quien propició todo esto, no tú.

En ese momento no pude evitar respirar profundamente, aunque eso no cambiaba las cosas, al menos sabía que no me responsabilizaba del todo. En ese momento se levantó del sofá y caminó hasta la chimenea, se llevó una mano a la frente como sopesando lo que iba a decir.

―Yo … yo no soy lesbiana Eli … nunca me he sentido atraía por otras mujeres. Nunca ― Al escuchar aquello sentí una gran presión en mi pecho. No era que esperara algo diferente, pero confirmar que no había posibilidad alguna, sin duda me movió el piso ― … Hasta ahora ― Agregó luego de volverse hacia mí.

Dejé de respirar, me paralicé por completo. ¿Eran ideas mías o en verdad había escuchado bien? ― ¿Cómo? ― Logré preguntar.

―Que hasta ahora … nunca me había sentido así con ninguna mujer.

―¿Hasta ahora? ― Le dije luego de acercarme a ella y quedar frente a frente para mirarla a los ojos.

―Hasta ahora ― Murmuró. Pude ver que temblaba, pero aún así me mantuvo la mirada.

Dios!!! Como deseaba besarla, abrazarla … hacerle el amor. Mi corazón corría indeteniblemente, tanto que pensaba podía escucharse en toda la sala. Como pude, logré recuperar un poco el control.

―¿Estás diciendo que …? ― Comencé a decir, pero me interrumpió.

―Que estoy sintiendo cosas por ti que nunca pensé podría sentir … no las entiendo … no tengo idea de dónde salieron … pero están aquí ― Señaló su pecho ― ¡¡Y no sé cómo rayos pararlo!! ― Sentí su desesperación en la voz.

En ese instante pasé de la esperanza a la desesperanza en un segundo. Desvié la mirada para ocultar mi decepción.

―Entiendo … 

―No, no lo haces … ni yo misma entiendo esto … no entiendo cómo es que … siento que me estoy enamorando de ti … no entiendo cómo es esto posible si yo nunca … ― Se alejó caminando hacia el sofá nuevamente ― He intentado sacar estos sentimientos de mí pero no puedo … cuando te veo, cuando estoy contigo siento que es correcto, siento que es contigo con quien quiero estar, pero cuando estoy sola en mi cuarto … siento que no puede ser … que no sería capaz de vivir algo así ― Hizo una pausa ― Pero hoy, simplemente te besé y lo que más me asustó … fue lo bien que me sentí … lo mucho que disfruté de tu beso … lo mucho que deseaba no parar.

Me acerqué a ella y le tomé una de sus manos. No sabía quién temblaba más, si ella o yo. Quería decirle que la amaba, que no tuviera miedo de lo que sentía, pero sabía la gran confusión que sería su cabeza en ese momento.

―Quisiera poder darte las respuestas al mar de preguntas que debes tener … pero eso sólo puedes hacerlo tú misma. Yo sólo puedo decirte que … que estoy aquí … que no importa lo que decidas hacer, yo estaré aquí para ti ― Me llevé su mano hasta mis labios para besarle el dorso ― Por ahora sólo puedo decirte que … el besarte ha sido lo mejor que me ha pasado en tres años … así que pase lo que pase, te doy gracias por ello ― Lentamente la acerqué a mí para abrazarla con extrema ternura y sentimiento, a lo que ella correspondió plenamente abrazándose a mí cintura.

Nos quedamos así un buen rato, perdí la noción del tiempo. No quería soltarla, pero debía hacerlo, así que con renuencia me separé lentamente no sin antes susurrarle al oído “Creo que debemos ir a dormir”.

Ella asintió retirando sus brazos de mí y abrazándose a sí misma. Coloqué mi mano en su espalda y la guié hasta su cuarto. Una vez en su puerta la volví abrazar y le di un beso en la sien. ¡¡¡Demonios como quería mantenerla entre mis brazos!!! Al soltarla casi tuve que salir corriendo para no abalanzarme hacia sus labios.

Al entrar a mi habitación,  fui directo a darme un baño de agua fría. Necesitaba enfriar la urgencia de mi cuerpo por el de Sara. Escuché la regadera de su baño también, lo cual no ayudó en lo absoluto. Por el contrario, me encendió aún más el imaginarla desnuda al otro lado de la pared.

Mis manos comenzaron a recorrer mi cuerpo con el jabón tratando de aliviar el deseo, la pasión que sentía. Mientras una acariciaba mis senos, la otra llegaba a mi sexo húmedo no sólo por el agua, sino por la excitación. Imaginé sus manos pequeñas frotando mi intimidad, sus dedos entrando y saliendo de mí, imaginé lo que sería sentir su lengua acariciando mi clítoris … fue sólo cuestión de minutos que un fuerte orgasmo se apoderara de mí. No supe si había gemido o gritado, sólo fui consciente de la intensidad del orgasmo. Y si eso había sido sólo imaginando, no quería ni pensar en lo que sentiría si lograba hacerlo realidad.

Sacudí fuertemente la cabeza para regresar a la realidad. Debía tomar con calma todo aquello. Si bien Sara había confesado sentir atracción por mí, eso no implicaba que fuese capaz de llevar las cosas a otro nivel. Así que debía ir con calma para no asustarla más de lo que podía estar.

Al terminar de secarme, me puse la franelilla y el short de dormir y salí al cuarto, me tiré en la cama boca arriba y me llevé el brazo hacia la cara hasta lograr taparme los ojos con él. Pasaron sólo unos segundos antes de que la puerta de mi cuarto se abriera lentamente. 

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