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Puteando en el cine para adultos

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Cuando me inicié en mi nueva vida como prostituta travesti nunca imaginé las cosas que tendría que hacer o que experimentaría. Aunque algunas fueron para temer (cuando me violaron unos policías), otras fueron simplemente espectaculares: sexo en lugares públicos, gangbangs, etc. Y claro, como toda buena puta, una de las cosas que aún no experimentaba era la de sexo en un cine para adultos; tenía esa fantasía desde hace mucho tiempo (incluso tengo una historia ficticia en este sitio) pero aún no se hacía realidad. Hasta que finalmente pasó.

Esa semana estaba en Bogotá en viaje de “negocios”; sabía que aún quedaba por ahí un cine para adultos, así que no quería perderme la oportunidad de aparecerme una noche de esas. Luego de algunos días puteando por las calles oscuras, decidí que era el momento. Esa noche no me había cogido verga alguna así que mi culito pedía carne de manera desesperada. Para facilitarme las cosas me puse un vestidito rojo al tubo, bien pegadito, con tan solo una tanguita al hilo por debajo y claro, mi sexy portaligas. Mi cabello cubría mis hombros desnudos y mis tacos de casi 15 centímetros de alto hacían resaltar mi trasero mucho más de lo normal. En mi bolso llevaba lubricante y condones, así como un par de botellitas de wisky para relajarme (¡aunque creo que eran mucho más que solo dos botellas!).

Eran más de las 10 de la noche cuando llegué; sabía que las funciones eran continuadas así que no importaba qué hora fuesen. No había mucha gente en la entrada del cine (no recuerdo el nombre, algo con Emerald) pero ya estaba decidida a entrar. Pagué mi boleto (rosadito) y me dije a mi misma: “Aquí vamos”. Cuando entré a esa sala oscura lo primero que me llamó la atención fue el fuerte olor a desinfectante…”al menos lo limpian” pensé. En la pantalla estaba una rubia tetona que era cogida por tres machos negros.

Luego que mis ojos se ajustaran a la oscuridad pude notar entre 15 a 20 asistentes, dispersos por aquí y por allá. Quería llamar la atención de todos (para eso estaba allí), así que se me ocurrió la forma más fácil de hacerlo – darme un paseo por la sala, pasando delante de la primera fila de asientos y luego buscarme un sitio al fondo. Así lo hice; como a estas alturas ya no tengo vergüenza alguna en exhibirme me tomé mi tiempo para que todos noten mi cuerpo espectacular mientras pasaba justo debajo de la pantalla. Era como gritar “chicos aquí tienen una puta para coger”. Me encantó! La idea y sensación de ser observada y deseada por todos en ese momento hizo que me ponga en celo más rápido. Podía notar de reojo como sus cabezas giraban a medida que me dirigía al fondo de la sala. Los había atrapado. Me senté, crucé las piernas dejando mi muslo expuesto, saqué mi primera dosis de trago y esperé.

Tal como lo pensé, no tuve que esperar mucho tiempo; en menos de cinco minutos un tipo en sus cuarentas se sentó justo detrás de mí; al rato podía sentir su mano acariciando mi pelo y luego rozando levemente mis hombros. De reojo noté otros dos moviéndose sigilosamente, como animales de presa hacía mi ubicación. El tipo detrás se acercó a mi rostro y susurró: “¿vienes aquí por carne dura?”… Le respondí “claro amor, ¿para qué más vendría?”

Aún no había decidido si estaba allí para “trabajar” o simplemente para divertirme…pero cada vez me iba más por lo segundo. Simplemente quería pasarla bien si preocuparme de “las finanzas”. Mientras pensaba eso noté que el tipo de atrás se había sentado a mi costado, y su verga salía completamente del short que llevaba puesto; no había necesidad de presentarnos ni introducciones – era solo acción inmediata. Sin pensarlo, agarré su verga con mi mano izquierda y empecé a masturbarlo; mientras lo hacía ese pedazo de carne empezaba a crecer y endurecerse…”hum, qué rico” pensé…”la voy a pasar tan bien”… cada vez apretaba más su mazo mientras me hacía que me concentraba en la película (en realidad la peli me ponía más cachonda aún). No pasó mucho tiempo cuando de pronto tenía a otro hombre a mi derecha: se bajó el pantalón y usé la otra mano para también masturbarlo. Ambas manos iban de arriba abajo sin parar. Era delicioso. Noté movimiento en los demás presentes; sabía lo que se venía… y lo deseaba locamente. Mientras gozaba esas carnes ahora bien duras alguien se había parado detrás de mí, sacado su verga grande y dura, y la puso al costado de mi mejilla derecha. No podía ver su rostro, solo la punta de su pene a un par de centímetros de mi cara; sin pensarlo dos veces giré la cara hacia esa carne hasta que mi boca húmeda y hambrienta hiciera contacto con la cabeza; aunque estaba algo de costado, igual me las arreglé para meter esa cabeza dura en mi boca. Empecé a lamerla como loca; cerré los ojos para gozar de solo las sensaciones: vergas en mis manos y en mi boca… solo falta mi culo ahora.

Oh, ahora realmente estaba arrecha y no lo pude soportar más: me puse de pie, me saqué la tanguita, levantándome el vestido lo suficiente para exponer mi culo, luego giré y me senté sobre mis rodillas en el asiento del cine; mis piernas abiertas dejaban mi huequito a disposición de todos. Entonces pude ver al tipo al que le chupaba la verga: le sonreí y ahora que la tenía toda frente a mí me la metí por completo hasta el fondo de mi garganta. Él se sorprendió por completo pues no esperaba una garganta profunda tan rápido; me quedé con su verga en mi boca unos segundos y de inmediato empecé a chuparla como una perra desesperada. Mientras hacía eso, saqué el tubo de lubricante de mi bolso y se lo di a uno de los otros tipos que gozaban la escena. ¡Es hora de coger!

No sé quién empezó –en realidad ni importaba; sentí unos dedos cubriendo mi huequito con lubricante y de pronto, una punta carnosa abriéndose paso a la fuerza; mientras mi boca chupaba alocadamente podía sentir esa otra carne dura empezando a entrar en mi recto; me cogía de las caderas y entonces, ¡hasta el fondo! De un solo tiro; lancé un gemido de dolor que a los pocos segundos se convirtió en uno de placer; esa verga dura no dejaba de penetrarme una y otra vez, abriéndome por completo, expandiendo mi huequito anal. Mientras eso pasaba, alguien más se había puesto frente a mí con el pene al aire, ofreciéndomelo para mamarlo…y así lo hice de inmediato; nadie hablaba, nadie comentaba nada, solo habían gemidos de placer. Miré alrededor y ya no eran un par, ahora habían unos cinco o seis a mí alrededor, todos con las vergas afuera, tocándose, esperando su turno. Ninguno me preguntaba “si podía” cogerme… yo era un simple pedazo de carne, un hueco húmedo, totalmente disponible para complacerlos. Me tomé un par más de botellitas de wisky. Me hacía sentir completamente liberada, lista para hacer lo que sea.

El tipo que me penetraba apretó el ritmo, clavando sus uñas en mis caderas, listo para vaciarse; yo empujaba hacia atrás con fuerza… hasta que pude sentir ese chorro de semen caliente dentro de mi recto… ah que delicioso. Sacó su verga y de inmediato alguien más tomó su puesto. Habían subido mi vestido hasta casi mi pecho; se las habían ingeniado para abrirme más de piernas – cada una en un asiento; uno de hacia mamar verga, tomándome de la cabeza, empujándola hacia su carne rica; sus bolas golpeaban mi mentón cada vez que me hacía eso; yo no oponía resistencia alguna. Estaba allí para ser cogida por quien quiera que sea, una y otra vez. El tipo que tenía su verga en mi boca estaba a punto de explotar, entonces preguntó: “¿dónde la quieres amor?” - “En mi cara por favor” (más que tragarla a mi me alocan los baños de esperma!). De pronto sacó esa carne dura y empezó a dispararme una carga entera se semen por toda la cara, cubriéndome los ojos, nariz y labios de una capa espesa de leche caliente. Estaba en el paraíso.

El tiempo transcurría, quizá eran más de las once. Yo estaba adormecida – las vergas duras circulaban de mi culo, ahora bien abierto, a mi boca, mientras mis manos masturbaban otras. No sé cuántos me habían cogido ya pues algunos regresaron por una segunda dosis de mi culo; cada uno hacia un depósito inmenso de esperma caliente en mi culo tanto así que el semen chorreaba por mis piernas. Al mismo tiempo, chupaba vergas una tras otra sin parar; a pedido mío, cada uno de ellos terminaba lanzando su delicioso esperma sobre mi rostro. El semen se había esparcido por mi cabello y mi cuello; mi maquillaje estaba arruinado pero eso no importaba – estaba deliciosamente feliz. Tenía esperma por todos lados.

No sé cuánto tiempo pasó finalmente, ni cuantos me cogieron… ¿quince? ¿veinte? Espero que todos los presentes. Cuando ya no daba más, dije basta y suficiente. Arreglé como pude mi ropa y cabello. En realidad tenía semen hasta en las orejas; sería imposible limpiarlo todo (incluso me tragué un poco), así que me dije “al infierno, no me importa”. Agarré mi bolso, y salí por una puerta de emergencia que daba hacia un pasaje algo oscuro.

Sin inmutarme, caminé con el rostro bañado de esperma hacia mi auto. Estaba súper feliz!

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