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Primer clandestino. Primer espontáneo

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Él era casado y me gustaba pero lo que más me gustaba era la manera lasciva en que me miraba. Yo iba a cumplir 19 y ya tenía meses masturbándome y las últimas semanas él era la imagen con la que me lograba venir cuando lo hacía. Iba a los eventos de la iglesia sólo para ver qué ropa traía ese día. Así podía imaginarme lo que se quitaba antes de penetrarme. Yo aún no había tenido sexo y la verdad me daba miedo el dolor de la penetración pero me era imposible no masturbarme varias veces al día. Realmente era adicta a masturbarme y era cuestión de tiempo que terminara cogiendo como loca. Llegaba a salirme de clases para ir al baño sólo a eso. Últimamente pensar en Misael desnudo me hacía venir en apenas un par de minutos de frotarme el clítoris. Él coordinaba los grupos de jóvenes mayores en la iglesia y yo le hacía bromas cada vez más pesadas. Lo retaba. Finalmente un día, realmente sin plantearlo, salí por la puerta lateral de la iglesia y él se iba estacionando. En lo que llegué de la puerta al portal del cercado del templo él se había bajado de su coche. Lo saludé normal. Me sentí nerviosa porque apenas verlo me mojé y me sentía desnuda frente a él.

-¿y luego? ¿Por qué no empiezas a hacerme bullying cómo a diario? ¿Aquí solita no eres tan valiente?

Yo me reí y le dije -no es eso, es que a lo mejor te pegan- mientras no podía dejar de sentir que me mojaba sólo de tenerlo cerca.

-y a ti ¿en qué te afectaría que me pegaran si los golpes me los darían a mí?-

Por un momento no supe que contestar y sólo atiné a decir -¿y qué caso tiene pasar por el trance amargo?-

-Pues vamos haciendo la prueba con un helado, ¿te late?-

Aquella invitación me desarmó. Sobra decir que ni le recordé que el apenas iba llegando y todo eso. Acepté y nos fuimos.

La verdad el speech estuvo bastante cliché. Que yo le gustaba, que lo ponía nervioso, que nunca se había sentido así. Estuve a punto de cortarle la inspiración pero la verdad aparte de estar súper caliente quería ver qué tan lejos podíamos llegar.

Compramos los helados, obvio por autoservicio para que nos viera nadie. La sorpresa vino cuando llegamos a una casa y metió el carro directo a la cochera.

Me dijo: -estoy solo por todo el mes y aquí ni quien nos moleste ni diga nada.-

Yo la verdad sí me asusté. Se me hacía mucho ir a su casa estando casado pero era cierto que no me gustaba la idea de que nos vieran. Eran obvias las posibilidades de ir a estar solos ahí y no era plan pero ya tenía mucho tiempo queriendo al menos fajármelo y me dejé llevar.

Entramos por la cocina y nos sentamos en el desayunador a terminarnos los helados.

Lo que sí no estaba yo dispuesta era a subir a su recámara. En aquel tiempo eso era un límite muy significativo para mí así que cuando me ofreció pasar a su estudio no dudé. Era una habitación agradable con libreros, equipo de sonido, su computadora en un escritorio y un sofá que quedaba frente a una enorme televisión de plasma. Me enseñó su colección de discos pero sólo fue el pretexto para acercárseme y antes de un dos por tres ya estábamos besándonos sentados en el sofá. Estuvimos un rato así hasta que le dije:

-¿qué onda contigo? ¿Tanto circo para demostrarme que no te pegan?

-no me importa que me peguen, de verdad me gustas mucho me dijo. Me pones a mil.

-¿cómo que te pongo a mil?

-a mil me pones- y me tomó la mano y la puso sobre su bulto que estaba enorme y duro. -¿te queda claro ahora?-

La movida, por atrevida me prendió. Yo sentí caliente la cara y me moría por apretárselo con mi mano pero me contuve y retiré la mano.

-¿por qué la retiras? ¿Te da miedo?

Me quería reír pero me aguanté. -No es miedo- le dije.

-¿entonces?

-no sé -le dije.- ¿cuál es tu plan de traerme aquí?- le pregunté

En vez de contestarme me empezó a besar y esta vez empezó a acariciarme un poco más fuerte y yo correspondí. No pude evitar empezar a respirar más fuerte porque realmente estaba muy excitada. Yo traía un vestido de tirantes largo que me llegaba justo a la mitad de las pantorrillas. No podía llevar a la iglesia ni pantalones ni faldas cortas. El me tocaba el cuerpo pero mantener el vestido en su lugar comenzaba a ser un problema. Empezó a besarme en las orejas y en el cuello mientras puso su mano en mi trasero y me jaló hacia él. Volví a sentir su bulto enorme estrechándose contra mi pelvis.

Yo deje de besarlo para mirarlo. Hice un gesto como mirándole ahí abajo y le dije:

-¿qué onda con eso? ¿Cómo tan cínico? ¿Así es de acelerado siempre?

-no suele ponerse así- me dijo. Muere por estar libre.

Esta vez sí lo toqué por encima. Hice el gesto de abrir el cierre del pantalón y él no me detuvo. Lo abrí y lo toqué por encima de la tela del calzoncillo. La verdad es que era enorme para el promedio de las que había visto en mis pacientes.

-¿qué onda? - me dijo. - ¿a poco nomás yo voy a enseñar?

Seguí tocándolo por un momento y le pregunté: -¿qué quieres que yo enseñe?

-Tu vestido es de una sola pieza- me dijo. Yo me hice un poco para atrás y lo miré a los ojos:

-¿y luego? ¿Quieres que me lo quite? La verdad me excitaba la idea y yo sentía entre pena pero también muchas ganas de quitármelo y que me acariciara.

Se me acercó y bajó los tirantes por los hombros. Afortunadamente yo traía mi sostén favorito.

Seguimos besándonos y ahora él se concentró un poco en acariciar mis hombros y mis pechos por encima del sostén. Yo estaba súper excitada y aunque tenía muy claro que no me sentía preparada para tener sexo en todo el sentido de la palabra, tampoco me sentía con intenciones de dejarlo parar.

Finalmente jaló el sostén de modo que mis pechos saltaron por encima quedando al aire.

Sentía algo de pena u le dije: -ahora la que está enseñando soy yo.

El me miró por un momento. Se puso de pie y antes de que dijera agua va, se sacó la polo en un instante mientras moviendo sus caderas y sus piernas dejaba caer al suelo su pantalón que ya estaba desabrochado. Mientras se sacaba el pantalón sacudiendo sus piernas se me quedó mirando como retándome:

-¿parejos?

Yo no podía dejar de mirar su bulto erecto enorme en su calzoncillo. Me moría de ganas y tal vez si no hubiera estado tan enorme tal vez le hubiera permitido penetrarme. Sin embargo el miedo al dolor podía más. Yo quería venirme de algún otro modo que no fuera mi mano y no quería que el dolor me lo echara a perder.

Me moría por tocarme pero aún restaba un resquicio de pudor en mi ánimo frente a éste hombre que se me antojaba tanto. Estaba frente a mí y de pronto se llevó una mano al bulto y se masajeó con placer. Mi primer impulso fue comenzar a masturbarme pero tratando de controlarme me acaricié uno de mis pechos. Él se me acercó un poco mientras seguía tocándose: - ¿ya viste cómo me tienes?

Yo ya no podía contestar. Estaba hipnotizada viéndolo darse el masaje.

Me tomó de la mano y me hizo ponerme de pie. La gravedad hizo el resto. Mi vestido se deslizó hasta el suelo y el sostén se me quedó en la cintura.

Misael se me quedó mirando. Yo no sabía si cubrirme o qué hacer.

-Qué buenísima estás Anita- me dijo y yo no supe si dar gracias o reírme pero sí me sentí que se me hinchaban más los labios allá abajo. La calentura estaba muy por encima del pudor.

Me abrazó y ahí de pie nos estuvimos besando. Yo ya no me controlé y frotaba rítmicamente mi pubis contra su enorme bulto. Lo deseaba. Estaba escurriendo entre mis labios vaginales.

Mientras estábamos en ese faje me terminó de quitar el sostén deslizándolo hacia abajo, lo que aprovechó para tomarme de las nalgas y estrecharme más contra su bulto. De algún modo eso me relajó un poco y dejé caer mi peso un poco sobre sus manos tomando mi trasero sin dejar de sentir su bulto contra mi pubis.

Fajamos un rato así y luego nos sentamos en el sillón. El no dejaba de mirar mi cuerpo y me acariciaba el abdomen. Eso sólo hacía que yo deseara aún más que me tocara abajo con su mano y para dárselo a entender cada vez que acercaba su mano yo elevaba la pelvis.

En algún momento pareció entender y acercó su mano pero tomando el borde de la pantaleta con sus dedos me miró y me preguntó: ¿Puedo? Yo sólo asentí levemente con los ojos y suavemente me fue bajando la prenda. Al llegar a las rodillas yo entendí las piernas y el aprovechó para acariciarlas. Yo afortunadamente me había depilado ese día. Cuando regresó a murarme después de quitarme las bragas, obvio miró mi pubis casi con admiración. Acercó su mano y me tocó casi por encima. Los dos estábamos sumamente excitados y se notaba.

-¿eres virgen?- me preguntó.

Yo asentí nuevamente sin decir palabra.

-Ok, no te preocupes- me dijo. -Estamos bien.-

-gracias- contesté un poco aliviada. Podía relajarme y disfrutar sin el temor a que me doliera esa verga enorme suya.

Se inclinó un poco y me besó apenas un poco arriba del pubis y me miró como tanteando mi rostro. Yo separé un poco las piernas y nuevamente me besó pero ésta vez ya fue sobre la zona donde normalmente está el vello. Esta vez no se retiró sino que siguió besándome una y otra vez, cada vez un poco más abajo hasta llegar a mis labios que comenzó a lengüetear cuidadosamente mientras separaba poco a poco mis piernas. Yo no opuse la menor resistencia. Era exactamente lo que deseaba. Fue pasando su lengua por encima de mis labios de abajo hacia arriba cada vez con más fuerza. Yo tomé su cabeza con mis manos y lo empujé contra mi pubis para que supiera que era bien recibido. Había imaginado tanto aquello que no creo que haya pasado más de unos minutos para cuando tuve un orgasmo causado sólo por su lengua.

Cuando volví en mí de mi orgasmo Misael estaba sentado a mi lado mirándome de arriba a abajo.

-Qué manera tan salvaje tienes de venirte. Se nota que lo disfrutas de verdad- me dijo

Ya pasado el orgasmo volví a sentir un poco de pudor. Con un brazo me cubrí mis pechos mientras con la otra me cubrí el pubis. El comenzó nuevamente a besarme en la boca

En una pausa me dijo mientras me acariciaba:

-no esperaba que estuvieras tan linda y que tuvieras ese cuerpo-

Se quedó un rato sentado a mi lado mirándome. Creo que sin darse cuenta comenzó a masajearse otra vez su bulto. Aún seguía en calzoncillos. Yo aún me sentía caliente excitada y con muchas ganas de seguirme viniendo.

-¿no que íbamos a estar parejos?- le dije.

Él sonrió y me preguntó: -¿quieres verlo o quieres usarlo?

Yo me encogí de hombros. Sentía mis mejillas calientes de excitación.

-primero veo- le dije

El sin levantarse del sofá se quitó el calzoncillo. Su verga era realmente grande, no circuncidado. Se quedó ahí como esperando o presumiendo.

Realmente se me antojaba. Extendí mi mano y lo acaricié con el dorso de mis dedos. Durísima. Caliente. Pulsante. Me quedé pensando qué hacer con esa verga que tanto había imaginado. Claro que mi primer impulso era pedirle que me la metiera de una vez por todas. Luego recordé el dolor y me contuve. Rodeé su verga con mi mano pero me quedé quieta. Él puso su mano sobre la mía y se quedó ahí como disfrutando la vista.

-¿ahora sí me crees cómo me pones?-

Me dio risa -como que ya ahorita no viene al caso dudarlo- le dije.

Me incorporé un poco y seguí acariciando su verga mientras la miraba.

-¿ya habías visto una verga en éste plan? Supongo que en las prácticas de la escuela has visto pacientes.-

No le hice mucho caso. Sentí el impulso y no me detuve. Me incliné y metí su verga en mi boca. Lo había visto hacer en el porno que había visto pero nunca se me había ocurrido que pudiera desearse. Cuando lo sentí en mi boca sentí nuevamente crecer mi excitación. Comencé verdaderamente a mamársela y la verdad me gustó aunque apenas me cabía en la boca. Él puso una mano en mi cabeza y con la otra amasaba mi trasero aunque yo sentía un deseo enorme de que alcanzara a tocarme entre las piernas pero estaba disfrutando mucho mamársela. Estuve así un rato y de momento pensé que podía venirse en mi boca pero yo quería venirme otra vez y empecé a pensar la manera.

Finalmente me levanté y me coloqué boca arriba. Separé mis piernas flexionadas mirándolo y le dije: -bésame otra vez con tu lengua ¿sí?-

Él sonrió y se inclinó haciéndome otra vez otro oral y haciéndome venir otra vez pero mucho más fuerte. En pleno orgasmo se me puso encima y tomando su verga con su mano empezó a empujarla sobre mi clítoris prolongando mi orgasmo genial.

Cuando me recuperé me levanté a ver la hora. Había dejado mi celular sobre el escritorio. Me asusté. Hacía más de 1 hora que debería haber regresado a mi casa y no había avisado nada.

Comencé a escribir un mensaje a mi madre para decirle que nos habíamos entretenido y que ya iba de camino cuando sentí que Misael se me acercaba por la espalda. Yo seguía muy caliente y ni la prisa me hizo que lo detuviera. Apenas pude mandar al mensaje cuando con una mano me tomó por la cintura y con la otra se ayudó para introducir su verga entre mis piernas. Por un instante pensé que trataba de penetrarme y lo iba a permitir. Intenté separar mis piernas pero se presionó contra mis nalgas de modo que entendí que no era su plan, en vez de eso nos acomodó de manera que mientras mis muslos aprisionaban su miembro, al mismo tiempo rozaba mi clítoris y labios. Me hizo inclinarme sobre el escritorio hasta que apoyé los codos. Comenzó a moverse de adelante atrás entre mis piernas. Yo estaba mojadísima y resbalaba fácilmente. Ya de por sí se sentía delicioso pero entonces me tomó con ambas manos por la cintura y con eso se movió con más fuerza. Sentía su cuerpo contra mis nalgas. La piel de sus piernas en contacto a lo largo de las mías. Su vientre en mi espalda y su respiración en mi nuca. De pronto sentí que se movía especialmente fuerte y casi al mismo tiempo pude sentir los chorros calientes saliéndole entre mis piernas. El semen hizo más placentero el roce sobre mis labios y clítoris haciendo que finalmente me viniera pero esta vez tuve el orgasmo más fuerte que jamás tuve hasta esa fecha.

Nos vestimos con rapidez y me dejó a unas cuadras de mi casa para evitar que me viera nadie conocido.

Me despedí dispuesta a seguirlo viendo.

Estaba decidida... la siguiente vez lo dejaría que me hiciera lo que el quisiera.

Lo dejaría quitarme la ropa como él quisiera sin hacerme de rogar.

Lo dejaría penetrarme. Abriría las piernas para él. Deseaba su verga.

Primero lo haría besarme varias veces para quedar bien mojada y lubricada.

Decidí que le pediría levantar mis piernas y poner mis pies en sus hombros.

Haría lo mejor por relajarme para que su verga me entrara en esa posición.

Quería dejarlo que me penetrara sin condón.

Ya para venirse le pediría que se lo pusiera.

Tal vez controlando bien la fecha de mi ciclo lo dejaría venirse adentro sin usar condón.

Lo haría ponerme en cuatro para penetrarme también.

Quería que me viera el trasero empinadita. Quería sentir sus manos amasándome el trasero mientras me enfilaba a penetrarme.

Quería que pasara pronto.

Hoy mismo de ser posible.

Pero esa es otra historia.

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