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Me puse caliente en el sauna

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Hola a todos los lectores del sitio. Ahora les contaré una de mis experiencias que tuve en el club deportivo donde me reúno de vez en cuando con unas amigas.

Regularmente 1 o 2 veces al mes mis amigas y yo vamos a un club deportivo a las afueras de la ciudad, no tanto para hacer ejercicio sino más bien para relajarnos, nos apetece nadar en la enorme piscina que hay allí, tomar sol, beber cervezas y al final siempre vamos juntas al sauna.

Una ocasión luego de nadar un poco nos tumbamos en las camillas y nos comenzamos a aplicar bloqueador solar entre nosotras 4, algo de lo más normal. Varios tipos nos observaban, nos comían con la mirada, pero no les hacíamos caso. Nosotras seguimos con el bronceado y ordenando más y más cervezas para no sentir tanto el calor. Varias rondas después nos sentimos algo mareadas y fue entonces que decidimos irnos a las duchas. A mí me apeteció entrar al sauna para poder sudar todas esas cervezas que me había bebido, pero mis tres amigas no pudieron acompañarme porque tenían compromiso, rápidamente se ducharon y se fueron.

Yo por mi parte me envolví en una diminuta toalla y enseguida me metí al sauna, el cual se encontraba vacío en ese momento. El abundante vapor me impedía mirar claramente y a tientas me fui hasta el fondo de la cámara, me senté sobre una banca, cerré los ojos y me relajé completamente. A mi mente comenzaron a llegar pensamientos calientes, concretamente el recuerdo de la verga de un amigo que conocí por internet y me envió algunas fotos de su bello miembro, así como algunas webcams que tuvimos juntos donde miré como se deslechaba. En fin, me puse toda mojada y no precisamente de sudor, así que me abrí la toalla y con mis manos comencé a recorrer mi cuerpo, primero mis pechos, los frotaba y estrujaba con una mano o con ambas, pellizcaba mis pezones y movía las yemas de mis dedos a su alrededor, enseguida se pusieron erectos y duros. Continuaba frotando mi cuerpo empapado en sudor, fui bajando poco a poco por mi abdomen y vientre, lentamente, unas veces con toda la palma y otras solo usando las puntas de mis dedos. Finalmente se deslizaron hasta el fondo de mi pubis donde se toparon con mi clítoris que ya estaba hinchado y muy brotado, por lo que de inmediato lo atendí con movimientos circulares y pequeños golpeteos. Mis ojos permanecían cerrados y escuché como la máquina de vapor se detuvo como lo hace cada 15 minutos. No le di importancia, seguí en lo mío, mi respiración ya estaba agitada y uno que otro gemido se me escapaba de vez en cuando de la excitación, sentí que ya me venía el orgasmo y tardé solo unos cuantos segundos más cuando comencé a correrme deliciosamente. Permanecí inmóvil unos instantes, recuperando el aliento y disfrutando las sensaciones y emociones producto del clímax que acababa de experimentar.

Fue entonces cuando me sentí observada, como cuando notas una presencia. Abrí los ojos y distinguí una silueta humana del otro lado de la cámara, por lo que me sobresalté un poco y me tapé enseguida con la toalla. Con el vapor restante que invadía el ambiente y la poca iluminación del sauna (solo un tragaluz en el techo) tardé unos instantes en mirar mejor de quien se trataba. Por fin quedó todo más visible y me quedé helada (vaya ironía) al comprobar que no se trataba de mujer sino un hombre de unos 40 y tantos, piel blanca, pelo negro, bien parecido.

Por un momento no supe que hacer, el tipo tenía su toalla puesta sobre su regazo que le tapaba sus partes íntimas, se notaba que iba seguido al club (aunque no lo recuerdo de antes) ya que tenía buen cuerpo, nada de panza, algo marcado de sus músculos y me llamaron la atención sus piernas anchas. Me miró y una sonrisa pícara se asomó en su rostro, de inmediato supe que había visto todo lo que estuve haciendo ahí dentro, sentí como mi cara se ruborizó y me puse un poco nerviosa.

Aquel hombre me miró fijamente y luego metió una de sus manos por debajo de su toalla para masajear sus partes íntimas. Después de unos instantes arrojó la toalla piso y pude mirar su miembro. Tenía la verga circuncidada e igual de blanca que su tono de piel, la cabeza era roja intensa que terminaba en pico, con muchas venas que le brotaban y además iba todo depilado.

Me quedé pasmada viendo como ese individuo se pajeaba delante de mí, sus ojos eran de lujuria. No me percaté en qué momento también arrojé la toalla a un lado y mis dedos estaban de nuevo a toqueteando mi clítoris, me puse recaliente con el morbo de la escena, nunca había estado en una situación como esa.

El caballero continuaba estrujando su verga, sus bolas eran muy grandes y le colgaban muy abajo, como si pesaran de plomo. Realmente me estaba excitando demasiado el estar ahí frente a frente con un desconocido y ambos masturbándonos. Por mi parte aceleré el frotamiento y en menos de lo que les cuento me vino el segundo orgasmo de la tarde, sin duda más intenso que el primero.

Cuando me recuperé del orgasmo aún me sentía con ganas, lo que me animó a quedarme más tiempo ahí dentro a ver qué pasaría. Mi cómplice de pajas seguía con su mano recorriendo su palo, me miró y me habló:

-¿Me ayudas con esto nena? -dijo con su voz grave y señalando su pito.

No negaré que su propuesta me prendió bastante, y si a eso le sumamos que hacía varias semanas que no tenía una polla para mí, ya se imaginarán como andaba de emocionada. Fui enseguida hasta su lugar, acomodé la toalla sobre el piso y me arrodillé a sus pies. Tomé su verga con una mano, estaba muy tiesa, cuando la tuve agarrada comprobé sus dimensiones, unos 18 cm aproximadamente, poco más larga que la de mi ex. Tenía una forma peculiar, tan gruesa en la base que apenas podía empuñarla, pero iba adelgazando hacia la punta, me recordó a una zanahoria ancha. Comencé a masturbarlo lentamente con ambas manos, como era circuncidado no había que lidiar con la piel adicional, eso facilitaba mucho mi tarea. Con una mano le daba masajes a sus testículos, la verdad pesaban mucho, anticipé mucha leche acumulada en ellas.

-Cómela un poco cariño -me suplicó suavemente el hombre.

Obviamente no pude resistirme y terminé obedeciendo. Primero le propiné unas lamidas desde la base hasta la punta, lo hice muy lentamente mientras lo miraba a los ojos, pude constatar que su palo era de buen sabor. Luego le di una buena chupada de huevos, me los metía por completo a la boca de uno en uno y movía mi lengua en círculos cada que los comía. Al sujeto le agradó mucho esa maniobra, soltaba unos quejidos de placer. Por fin me engullí su miembro, efectivamente era como chupar una zanahoria gorda, nunca había tenido una polla así. Me la metí en la boca lo más que pude pero como se ensanchaba en la base se volvía un poco difícil. El tipo solo gemía y me tomaba de mi cabeza para que lo comiera más profundamente, mientras que yo me saboreaba su agüita pegajosa que emanaba del ojito en su punta.

La verdad soy buena mamando, mis parejas me lo han dicho y a este desconocido le estaba dando una chupada de campeonato y quería ver qué tanto semen iba a expulsar. Instantes después noté que su palo se endureció más de lo que ya estaba y su cuerpo se comenzó a tensar, supe que iba a estallar en cualquier momento. Un par de chupadas y lengüetazos fueron suficientes para que comenzara a correrse. Chorros y más chorros de espesa leche salían disparados de su vergota en todas direcciones, unos fueron a dar hasta mi cabello, pechos, cara, un verdadero batidillo. Por supuesto que probé de su semen, aunque solo un poco pues en verdad parecía que vació litros enteros. El individuo quedó exhausto y muy agradecido conmigo, me dijo que la chupaba de lujo. Luego de limpiarnos se despidió de mi con un beso en la mejilla y se marchó.

Mi calentura no había disminuido mucho que digamos así que me quedé en el sauna un rato más para seguir tocándome, con una mano atendí mi clítoris y con la otra metía un par de dedos adentró de mi coñito. Antes de irme a casa logré correrme intensamente otras 2 veces más, pensando en lo recién ocurrido con el cuarentón ese. El saldo del incidente en el sauna fue una insaciable calentura que me duró casi dos semanas. Por las noches me masturbaba a su salud recordando las vívidas imágenes del encuentro, tres orgasmos diarios en promedio fue la forma en la que tuve que sacar esa excitación incontrolable. He regresado al gimnasio pero no me he topado con él, cualquier cosa que surja les cuento luego.

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Gracias a todos los que se toman el tiempo de valorar y comentar este relato, me alientan a seguir publicando más historias.

Saludos cordiales a todos,

Claudia.

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