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Un maestro con su alumno en mi casa

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Por ser el único hermano soltero y contar con tres recamaras en mi apartamento, recibí como huésped a mi padre por algunos años. Me daba gusto cuidarlo, pero, no podía dar rienda suelta al gay de closet que soy. Vivo en un complejo de apartamentos bastante grande, por lo que los vecinos prácticamente no nos conocemos, es ideal para el anonimato que requiero en mi doble vida.

Mi padre, hace algunos días, fue ingresado a un asilo, ya que por su edad, no puede estar ni cuidarse solo, los sentí mucho por él, pero, había llegado la hora de disfrutar mi de mi vida y mi depa.

Contacte a un gay maduro en un portal web, intercambiamos teléfonos y chateamos, acordamos en vernos pero, me indicó que había acordado con otro chavo pasivo. Yo soy versátil pasivo, me encanta que me llenen en el culo de verga, pero no tengo nada en contra de darle placer a un pasivo. Me preguntó si habría problema si lo llevaba también y contesté que no, que con mucho gusto los recibía y acordamos la hora.

Me bañe, y me puse presentable con unos pants y una playera, encendí el sonido con música erótica y en el ordenador de la sala abrí una página de videos porno gay, para que cuando llegaran, pudiéramos romper más pronto el turrón. Llegaron los dos, el mayor, un oso, gordito, canoso y peludo, el otro, un joven moreno y alto.

El mayor, que era activo se sentó en el sillón de la sala, el joven y yo hicimos lo propio a su derecha e izquierda. Ya con unas cervezas en mano y habiendo pasado por los saludos y presentaciones, estábamos viendo un video de un negro con una deliciosa polla cogerse a un rubio, les comente como me excita el contraste de una verga negra entrando y saliendo de un culo blanco como la nieve.

El joven y un servidor, comenzamos a acariciar el cuerpo del oso, se excito y metió cada una de sus manos por debajo de nuestras nalgas para acariciarlas. Comenzamos a desabrochar su camisa, besábamos su pecho velludo al tiempo que nos besábamos y lo besábamos. Era mi primer trio, estaba muy excitado. Continuamos con las caricias, la verga de aquel hombre se puso como de piedra, no era una herramienta que podamos llamar muy grande, pero era suficiente para proporcionar delicioso placer. Soltamos su cinturón, desabrochamos su pantalón y se lo bajamos. Juntos, el joven y yo, le dimos una deliciosa mamada. Mientras disfrutábamos de su verga y nuestras lenguas, peleando por cada gota de néctar que comenzaba a emanar de su pene, los dos nos quitamos los pantalones y la camisa para quedar en calzones. A nuestro macho, le dieron ganas de penetrar un culo, y para mi tristeza, eligió primero el culo del joven. Él se quitó los calzones, el oso y yo le dimos una deliciosa mamada a su culo para lubricarlo y dilatarlo. Deje al oso ocupado con el rico culo y seguí mamándole la verga, me fascinó tener la boca llena y tener el néctar para mi solito. El joven se sentó sobre el oso para ser penetrado. Mientras lo intentaba, comencé a mamar la verga del joven que escurría delicioso líquido pre eyaculatorio. Mi suerte cambió para bien, el joven se quejó de que le dolía algo y se sentía estrecho, por lo que se paró, aproveche, ya que nuestro oso moría por penetrar un rico culo. Corrí a mi cuarto y tomé un lubricante que puse generosamente en mi culo y en el pene encapuchado del oso. Me senté y deje que me penetrara, mmmhhhh no hay otra forma de describir lo rico que es sentir cuando una verga te va penetrando hasta adentro. El joven se paró frente a mi mientras yo cabalgaba a ese oso tan rico, comencé a mamarle la verga al joven. Que experiencia tan rica experimentar el tener dos vergas al mismo tiempo, y el joven, wow, la tenía bastante grande y linda, una delicia. Cambiamos de posición, el oso me estaba cogiendo en cuatro como si fuera su perra, y eso me encanta, ser la perra de un macho. Le pedí al joven que se hincara frente a mi, mostrando sus nalgas, mientras el oso me embestía y los dos gemíamos de placer, le di una deliciosa mamada en el culo al joven, que comenzó a gemir delicioso. Yo sentía que se me perdía la conciencia con la rica cogida que me estaba dando el oso, pero puede concentrarme para darle un rico masaje y una deliciosa dedeada para dilatar el ano del joven, él, con cada momento transcurrido gemía más rico y más fuerte. Estaba listo para que se lo cogieran. Entonces me hinqué, el oso, sin sacarla, se hincó y siguió envistiendo dentro de mi, hice hincar al joven y poco a poco le metí mi verga, que, no por presumir, es un muy buen pedazo de carne. En esta ocasión, el joven comenzó a disfrutar y casi gritaba de placer, éramos un trenecito de amor gay.

El oso, comenzó a gemir más fuerte, lo sentí, estaba a punto de estallar para arrojar su rica leche, me halo del cuello y dijo, me voy a venir. De inmediato hice un movimiento para sacar su verga de mi culo. También saque la mía del culo del joven, los dos nos volvimos hacia la polla del oso y se la comenzamos a mamar delicioso, estábamos tan calientes que mamábamos y nos besábamos intensamente. La verga de nuestro oso se puso muy caliente y estallo, arrojando su deliciosa leche sobre nuestros rostros y bocas, que rica venida nos comimos. Luego, seguimos besándonos y lamiéndonos de nuestras caras, las gotas de leche que nos escurrían, nuestro oso se derrumbó, agotado, sobre el sillón.

El joven y yo, nos colocamos en posición y continuamos dándonos placer con un sesenta y nueve, nos mamábamos mutuamente y dedeábamos nuestros culos. Continuamos un rato hasta que ya no aguanté, le dije al joven que ya, me corría en cualquier momento, mamo con mayor energía y me llegó un delicioso orgasmo, nuestro oso estaba fascinado con la escena, mientras el joven se comía toda mi leche. Sentí tanto agradecimiento que senté al joven en el sillón, yo hincado sobre la alfombra, seguí mamando su verga y levantándole el culo para dedearlo. Nuestro oso era de rápida recuperación, se puso a nuestro lado y, de reojo, vi que la tenía dura como piedra. El joven se sentó sobre su rica polla, se la metió toda, comenzó a gemir como perra. Yo continué lamiendo su hermosa verga hasta que la sentí muy caliente, desmesuradamente hinchada, no dijo nada, soltó un gemido de placer como jamás lo había escuchado y sentí una enorme marea de leche entrando en mi boca, sabia exquisita, su orgasmo fue tan largo, que llenó mi cara también de leche. Se la mame hasta dejarla limpia, otra vez, nuestro oso nos dijo que ya no aguantaba, nuevamente el joven saco la polla de su culo, los dos mamamos su verga y volvimos a comernos, alimentarnos de su semen. Después de dejar limpia su polla y nuestras caras, nos recostamos exhaustos en el sillón, cuerpos contra cuerpos, descansando del ejercicio más placentero que existe. Luego de un rato, nos paramos y nos vestimos.

Al despedirnos, quedaos de vernos nuevamente, pienso que hoy les llamaré, tengo ganas de verga, en realidad siempre las tengo, me encantaría volverlos a ver, o, tal vez a ti lector, si eres activo y te gusta coger a tope.

(9,21)