Nuevos relatos publicados: 0

La Pequeña Alicia (3ª parte de 3)

  • 26
  • 9.725
  • 9,13 (8 Val.)
  • 1

Arrepentida de todo lo que había pasado volví a la casa de mi mamá, intentando olvidarme de todo y tratando de rehacer mi vida de la mejor manera que podía.

Me armé de valor y retomé los estudios en la universidad, algunos me recibieron bien y otros no dudaron en colgarme el cartel de puta, afortunadamente mi antigua amiga, Simona, me abrió sus brazos y me sirvió de apoyo para soportar todos los maltratos que recibí.

A veces se me hacía imposible mantenerme lúcida y me moría de ganas por meterme algo en las narices pero cada vez que recordaba por lo que había pasado me daba fuerzas para mantenerme bien.

Con los días fue inevitable volver a ver a mi exnovio, José, se veía hermoso, igual de atractivo que cuando me había enamorado de él. Se le veía bien, acompañado de una chica atractiva que aparentemente era su novia. Aún se rodeaba de los mismos amigos y seguía siendo el centro de atención de nuestra carrera.

A pesar de los comentarios y que más de alguna vez fueron directos frente a mi, incluso llegando a tocarme el trasero cuando no advertía su presencia, la situación se mantenía dentro de lo aceptable, no era agradable pero tampoco era para volverme loca. Además, alguna caricia me estremeció mas de lo que me molestó.

Una tarde, llegando a casa y estando sola en mi cuarto me senté en el piso frente al espejo, como lo hacía antes, y recordé los tiempos que pasamos con mi ex novio. Fue inevitable sentirme excitada por los recuerdos que poco a poco me inundaron el cuerpo de deseos que requerían de satisfacción.

Lentamente me fui sacando la ropa que llevaba hasta quedar sólo con un bikini, mientras me tocaba el cuerpo trataba de imaginar que no era yo la dueña de esas manos que me estaban excitando a un nivel que hace mucho tiempo no llegaba, al rozar mis pezones se erizaron y me motivaron a tocarme más a bajar hasta encontrar la entrada de mi conchita que ya estaba colocándose húmeda y que me urgía por incursionar más adentro.

Cuando estaba a punto de sacarme el bikini y quedar desnuda frente al espejo para dejarme llevar por los deseos que tenía de masturbarme mirándome, mi mamá me aviso que Simona había llegado.

Como pude me puse una camiseta y la deje pasar, pero aunque traté de evitarlo la erección que tenía en los pezones y que se dejaban ver sobre la camiseta me dejó en evidencia que algo raro había estado haciendo. Ella no me dejaba de mirar sin atreverse a preguntar. Pero como yo estaba tan excitada me decidí a iniciar un juego sin saber en que terminaría.

―Porqué me miras tanto

―Es que nunca te había visto así

―Así como

―Con tan poca ropa y no quisiera importunar

―No habías visto a otra chica antes en ropa interior

―He si, pero no así como tu

―A que te refieres

―Es que tu no llevas ropa interior.

―Ha bueno, mira si llevo bikini, pero si, no llevo sostén

―Además se te nota bastante que no llevas sostén

―Es que me pillaste justo en un momento intimo

―Cómo un momento íntimo, te repito si quieres puedo irme

―No te preocupes, sólo me estaba acordando de viejos tiempos y me había descontrolado un poco

―Descontrolado

―Vamos no te hagas la niña, tu sabes

―No, no sé

―Bueno, si quieres saber, me estaba por masturbar.

―Uf, si quieres te dejo sola y lo haces

―No, quédate, pero no te hagas tanto, o tu nunca lo has hecho

―Heeee , yo si claro pero no es para hablar de eso

―Y te gusta hacerlo

―Oye, he si claro se siente bien, pero es algo privado

―Porqué tan privado

―Porque masturbarse es algo para hacerlo a solas

―Puede ser. Y como te masturbas tu

―De verdad si quieres te dejo sola y me voy.

―No porfi quédate, cuéntame como te masturbas.

―Yo, he, en la cama me acuesto bajo las sabanas y lo hago

―Te desnudas

―No

―Y no te miras

―No

―Porque

―Porque no me encuentro muy atractiva

―Estas loca, estar súper.

Y la verdad no estaba nada de mal, ella era una chica trigueña que siempre usaba el pelo tomado pero me imagino que al soltárselo le daría un aire mucho más provocador. Además tenía una figura delgada y aunque de arriba parece que tenía poco, de culo iba bastante bien.

Yo aún sentía el sudor entre las piernas y lejos de que se me pasara cada palabra que le decía para provocarla me daba más calor. Este juego de seducción a una chica me estaba calentando mucho.

―Yo me siento poco atractiva, tu eres más bonita que yo

―Que dices apuesto que tienes unas tetas lindas, mejor que estas mías (sin dejarle tiempo para decir nada me saqué la camiseta dejando ante sus ojos mis tetas calientes con sus pezones apunto de explotar)

―Hey, que haces.

―Nada mostrándote mis tetas, haber dime que tu las debes de tener mejor

―No, además son más pequeñas y me imagino que los chicos prefieren tetas como las tuyas grandes y firmes, no como las mías.

―Menos firmes que estas (le tome una mano y se la coloqué sobre mi pecho, la sensación me estremeció y era claro que a ella no le había desagradado)

―Haber enséñame tus tetas

―Estas loca me da vergüenza

―Vamos muéstramelas (mientras seguíamos hablando le continuaba guiando su mano sobre mis teta hasta un momento que el movimiento lo siguió ella sin necesidad de mi ayuda. Cada vez que pasaba sus dedo por mi pezón sentía las ganas tremendas de continuar con el juego)

―Esto no esta bien, no es correcto lo que estoy haciéndote.

―A mi me gusta. Vamos muéstrame (Tomé la iniciativa y le saque su remera y seguido el sostén sin que hiciera ningún gesto de negarse. Ella bajo la vista y cerró los ojos, pero al sentir como mis manos tocabas sus tetas y como se erectaban sus pezones se abalanzó sobre mi y me besó como si fuera desde hace tiempo su amante)

Tan fuerte fue su ímpetu que nos caímos sobre la cama, y sin mediar palabras nos entregamos a nuestras bocas mientras nuestras tetas se juntaban para romper en un sudor que no rápidamente nos llenó los cuerpos.

La suavidad de su boca, la calidez de su piel y la sensación de sus manos sobre mi cuerpo eran algo que nunca había imaginado sentir de una mujer. Yo había iniciado esto para jugar y ahora estaba cazada por mi presa.

Simona se había transformado, su timidez ahora era deseo. Poco a poco fue bajando su boca y de besarme paso a lamerme el cuello, luego chupar mis tetas, luego lamer mi vientre hasta despojarme del bikini y sin siquiera mirarme me metió su lengua en mi concha lo que me estremeció por completo.

Me recorrió cada centímetro de mi vagina, los labios, el clítoris, el interior. Yo sólo atinaba a acariciar su cabeza mientras mantenía las piernas abiertas y movía la pelvis al ritmo que ella me penetraba con su lengua. Así reventé en un orgasmo en el preciso instante que sus dedos se profundizaron en mi y su lengua me daba cientos de latigazos en el clítoris.

Me seguía lamiendo a pesar de los espasmos que tuve hasta que perdí las fuerzas y la tensión del cuerpo se torno desconcierto.

Ella se detuvo y por primera vez me miró.

―Así querías masturbarte

―La verdad que ni mi mejor fantasía me habría hecho sentir el placer que me diste.

―Te gustó

―Mucho, pero que te pasó, no que tenías verguenza.

―No sé, tu me provocaste y no pude resistirme.

―Habías estado con una chica antes.

―No y tampoco con un chico.

―Que dices, eres virgen

―Si

―Uf, que locura. Pero sabes eres realmente bella, no tienes porque avergonzarte de tu cuerpo.

―Tu crees

―Si claro, ven sácate toda la ropa déjame verte entera (Ahora no se dejó esperar y se desnudó frente a mi, mientras yo seguía recostada sobre la cama)

―Al verla desnuda, no sé porque fue evidente su virginidad, sus vellos púbicos descuidados y su piel profundamente blanca la hacía claramente inocente de sexo.

―Sabes, te encuentro muy bella, muy atractiva.

―No mientas

―(Me sentía en deuda con ella y además volví a sentir el calor en las entrepierna). Ven acércate.

―No tienes que hacerlo

―Es que quiero hacerlo

Me arrodille en el piso mientras ellas se recostó en la cama dejándome su vagina ante mi boca. Su olor era fresco, me invitaba a seguir acercándome hasta que estuve a la distancia de lamerla, la miré una vez y cerré los ojos al tiempo que sumergí mi lengua en su vagina inexplorada.

Poco a poco mis movimiento fueron aumentando de fuerza hasta llegar al frenesí de querer darle el mayor placer de su vida, intercalando mis arremetidas con rápidas penetraciones de mis dedos en su cavidad, eso sí cuidando de no lastimar ni llegar a lesionar su virginidad.

Su respiración y sus jadeos me avisaron que se estaba por acabar, así que hice más lento mi juego dejando sólo mi lengua recorrer desde su ano hasta el clítoris en movimientos calmados pero constantes y cuando comenzó a llegar su orgasmo, me concentre en lamer el clítoris mientras mis dedos hurgaban su vagina totalmente empapada por la mezcla de nuestros fluidos.

Con sus piernas abiertas al cielo estalló en un golpe eléctrico, poco a poco se fue sentando hasta abrazarme mientras yo seguía lamiendo su sexo.

Luego, me recosté al lado de ella y nos dejamos acariciar nuestros cuerpos desnudos, calientes, sudorosos. De vez en cuando dejábamos de hacerlo para darnos un beso cálido, un beso de amantes.

―Gracias, estuvo increíble

―No pensé que podríamos estar así

―Así como

―Como amantes, desnudas.

―Yo tampoco, pero para ser sincera contigo, desde hace rato ya que lo deseaba

―En serio

―Si, desde mucho tiempo atrás que fantaseaba con esto y cuando te fuiste de la Universidad pensé que jamás sucedería.

―Que cosas dices.

―Nada olvídalo, solo bésame.

Ese día no logramos estudiar nada, sólo nos quedamos así desnudas acariciándonos y besándonos. Hablamos de todo, de mi vida de su vida mientras seguíamos recorriendo nuestra piel con los dedos, descubriéndonos, hablando de las sensaciones que habíamos descubierto.

Cuando se fue y los días siguientes no hablamos de que pasaría para adelante, en que situación quedábamos o como se podría llamar nuestra relación. Seguimos de amigas y nada más. Hasta que la invite a casa a estudiar en la noche.

Llegó a eso de las 10:00 y le dije a mi mamá que íbamos a estudiar en mi cuarto para un examen. Subimos y estudiamos como dos horas, a eso de la doce ya estábamos terminadas y nos preparamos para acostarnos.

Sabía lo que iba a pasar entre nosotras, pero la incertidumbre de cómo iba a pasar me tenía súper nerviosa. Sacó de su mochila un pijama y yo saqué el mío de debajo de la almohada, así empezamos a desnudarnos.

Cada una al lado opuesto de la cama, cuando quedó en ropa interior me detuve a mirarla, ella se dio cuenta de que lo hacía y una sonrisa me demostró que quería que la viera.

Se sacó el sostén y sus pechos quedaron expuestos, lindos, pequeños. Se tomó su bikini y se dio vuelta para sacárselo, cuando quedó desnuda se giró para que la mirara y descubriera que se había rasurado todos sus vellos púbicos y había quedado como una chiquilla, con su concha de labios rosados ofreciéndose para mi.

En silencio me desvestí, hasta quedar desnuda como ella, de rodillas sobre la cama avanzamos hasta quedar al alcance de las manos y sin mediar palabras comenzamos a tener sexo.

Yo sabía que no era lesbiana, que a pesar de sentirme atraída por esa chica me seguían gustando los hombres. Pero en ese momento de mi vida ella era lo mejor que podía pasarme, ella realmente parecía amarme.

Sentía su cuerpo bajo el mio mientras nos besábamos y buscábamos con las manos llegar a los rincones de la entrepierna. Cuando ella empezó a buscar con su boca mi vagina la detuve y le dije que lo hiciéramos al mismo tiempo, entonces giré sobre ella y le acerqué mi conchita a su boca mientras yo quedé al alcance de su vagina rosada.

Al tiempo que sentía algo tibio y húmedo hurgar mi sexo, le abría sus labios con lo dedos para meter mi lengua dentro de su suave concha, concha que estaba desbordante de fluidos y que me incitaba a buscar más y más su interior.

A medida que me acercaba al orgasmo por las sensaciones que recibía, más intensidad colocaba en lamerla y en disfrutar su sexo tierno. Con su concha hirviendo no me costó nada colocar mis dedos en su interior, así mientras le chupaba su clítoris metía y sacaba dos dedos de su concha, parecía pedir más pero no estaba segura de hacerlo.

Para no complicar su virginidad y sin meditar si lo aceptaría, dejé un dedo en su concha mientras intentaba meter un segundo en su cola. Sólo escuche un gemido, nada como para creer que no le gustaba, además unos segundos después la presión de sus dedos en mi culo me confirmaron que todo estaba bien.

Nos seguimos comiendo nuestros sexos hasta que las dos caímos en un profundo orgasmo en el que no pudimos evitar soltar quejidos más fuertes de lo recomendable. Exhaustas nos tiramos en la cama, las dos de espaldas pero con las cabezas en los extremos opuestos y dibujando una sonrisa se satisfacción y de haber logrado un placer exquisito, un placer que sólo una mujer sabe dar a otra mujer.

Mi mamá preguntó tras la puerta si todo estaba bien, yo le respondí que si, que todo estaba súper bien y no pudimos evitar reírnos a carcajadas mientras seguíamos desnudas tendidas en mi cama y nos señalábamos con los dedos que habíamos metido en nuestros culos.

Así nos metimos a la cama, desnudas, satisfechas, nos abrazamos y nos quedamos dormidas.

En las semanas siguientes todo siguió igual, de día súper amigas y cuando podíamos de noche cogíamos como amantes. Pero algo me faltaba, o sea era evidente lo que me faltaba, ella me llenaba el espíritu, pero la carne me pedía algo más.

Una noche de viernes salimos juntas pero por una discusión estúpida me quedé sola en una fiesta de amigos de universidad. La verdad me quedé un poco resentida porque creía que ella se había enojado injustamente conmigo y ese resentimiento me hizo hacer una gran estupidez.

Cuando todavía estaba masticando mi rabia, se me acercó José, el mismo que me había hecho tanto daño, el mismo que me había tirado de su vida, el mismo por el que no podía evitar sentir escalofríos al tenerlo cerca.

Me habló tan tiernamente, me entendió tan bien, me abrazó tan rico que no pude evitar responder un beso cuando me lo pidió, ni tampoco pude resistir su boca abierta cuando me la acercó, ni tampoco rechazar su invitación a que saliéramos de ahí cuando me guío.

Ni siquiera le pregunté por su novia antes de subirme a su auto, tampoco le pedí explicaciones de lo malo que había sido conmigo cuando tocó mis pechos, ni le recrimé lo mal que lo había pasado tras dejarme cuando me tendió en el asiento de su auto y comenzó a mover su pene sobre mi concha.

En un instante pensé en Simona, pensé en lo fácil que me estaba entregando y en el dolor que le podía causar, pero mis pensamientos se acabaron al sentir como suavemente me corrió el bikini debajo de mi vestido y deslizó su verga dentro de mi, suavemente pero sin darme una pausa para negarme, entró de una vez hasta que no pudo entrar más.

La verdad estaba calentísima, sólo quería que me diera con su verga dentro de mi hasta hacerme acabar. Me acomodé un poco para que pudiera cogerme con mayor facilidad abriéndome un poco más y levantando la cola lo suficiente para sentir cada centímetro de placer que metía dentro de mi cuerpo.

Él mientras me bajó el vestido dejando mis tetas al alcance de sus manos, tan entregada estaba que no me percaté que no estábamos solos, el grupo de sus amigos nos estaban espiando y cuando los vi intentaron esconderse.

Con desesperación me traté de reincorporar y cubrir mi desnudez, del placer pasé al espanto, sin lograr cubrirme del todo abrí la puerta del auto y caí al piso. Al ponerme de pie vi lo peor, eran mucho más que los amigos de mi ex los que estaban allí, sin poder moverme ni siquiera para cubrir una teta que aún estaba desnuda sentí que me arrojaron mi sostén a la cara y a todos reirse de mi. Estaba desecha, mas aún cuando vi a Simona entre los espectadores.

Su cara de decepción me caló profundo, no sé como lo hice pero corrí sin parar hasta mi casa, subí a mi cuarto y me acosté.

Al día siguiente desperté sobre la cama, me sentía de lo peor, se había ido todo a la cresta. No tenía idea como seguir, si volver a la Universidad, si volver donde mi papá o si de una me iba de puta.

Días después salí tarde de la universidad y me fui caminando a casa, no quedaba lejos así que me hice el ánimo y partí. En la mitad del camino divisé a que José estaba con varios de sus amigos. El corazón me latió fuerte y dude por un segundo si darme la vuelta o seguir y pasar al lado de ellos, pero en la duda ya me habían visto y no tuve más remedio que seguir.

Iba mirando al piso, no quería cruzar miradas y tenía la ilusión de que me dejarían en paz, pero cuando ya creí que había pasado me detuvieron.

―Hola chiquita

―Hola

―A dónde vas

―A casa

―Tan temprano

―Estoy cansada

―No quieres quedarte un rato con nosotros

―No

―Vamos, sólo un rato.

―Ya tengo suficientes problemas por idiotas como ustedes

―Oye, tranquila. O me vas decir que no lo estabas gozando en el auto el otro día.

―Déjame ir

―Que te parece si continuamos con lo del otro día

―Estas loco

No alcance a darme cuenta como, pero entre los cinco chicos me tomaron y me metieron en un auto. No sabía para donde íbamos, pero me tenían tomada de tal manera que no podía moverme.

Estaba súper asustada, pero por más que forcejeaba no lograba moverme. Llegamos a una casa que supongo era de uno de ellos y entre todos me metieron adentro, me llevaron a un cuarto y cerraron las cortinas y la puerta.

―Oye putita estás asustada

―Por favor déjenme ir

―Pero como nos vas a dejar solos ahora

―Déjenme, no me hagan daño

―Mira te dejamos ir, si nos dejas verte un poquito

―Porque

―Es que eres tan linda que te queremos ver y sacar unas fotitos de recuerdo.

―No me hagan esto (antes de terminar me llegó una cachetada que me dio vuelta la cara)

―Por favor quítate la ropa, hazlo tranquila ya.

―Que quieren de mi

―Verte y quedarnos con un recuerdito.

Sin alternativa comencé a desnudarme mientras uno de ellos me tomaba las fotos, la blusa, la falda, los zapatos, medias, sostenes y tanga, todo lo dejé a un lado y me quedé desnuda frente a ellos.

―Y pensar que te estabas desperdiciando con esa lesbiana que tienes de amiga

―Que te importa a ti lo que yo haga de mi vida (sin verla venir recibí otra cachetada)

―Por insolente vas a tener que hacer otra cosita

―Mira, dime de una vez lo que quieres y déjenme ir ya (paf, otro golpe directo en mi cara)

―Escúchame, hoy vas a graduarte de puta, te vamos a coger de una forma que no te quedaran ganas de hacerlo en mucho tiempo y te vamos a tomar unas fotitos para que no vuelvas a jodernos la vida. Creo que tu futuro no está en la universidad, mejor dedícate a lo tuyo a ser una puta.

Cuando terminó de hablar me forzó a quedarme de rodillas a la altura de la verga que sacó de su pantalón. Resignada abrí la boca y se la empecé a mamar. En algo el tenía razón después de ese día otra vez mi vida se iba a ir a la mierda y si así iba a ser entonces me iba a ir arrastrándolos a todos ellos conmigo.

Rápidamente su miembro alcanzó rigidez, algo tenía esa verga que la hacía mejor que todas las otras que había tenido y que había probado, corrí toda la piel hacia abajo y disfrute su glande hinchado rozar todo el interior de mi boca. Sabía lo que le gustaba, sabía que si lo lamía desde las bolas hasta la punta estaría como loco y se lo hice repetidas veces. Por un minuto me miró con algo de cariño, pero no duró mucho.

Me tomó del pelo y me levanto, me dio vuelta y me llevó hacia un mueble que había, me dobló hacia delante y apoyando su cuerpo sobre el mío me preguntó, por donde quieres que te coja.

No sabía que debía responder, no sabía que respuesta era la indicada para no alterarlo más. Dudando le dije, por dónde tu quieras. Con su mano guió su verga hasta mi concha y la dejó a la entrada de mi cueva, poco a poco empezó a forzarme para metemerla, con cada arremetida entraba un poco más y más me hacía olvidar que había otros cuatro chicos mirando mientras me cogían.

Comencé a sentir el placer de recibir su verga dentro de mi y mis fluidos ayudaron a elevar la sensación de gozo. Con cada arremetida se me escapaba un suspiro que demostraba que a pesar de todo estaba disfrutando que me cogiera en presencia de esos cuatro tipos.

Sin detenerse me habló al oído.

―Te quiero ofrecer un trato

―Jadeando le respondí, de qué hablas

―Te ofrezco un trato, los tipos que están mirándote están dispuestos a pagar por cogerte, si tu aceptas coger con ellos yo te prometo darte la mitad del dinero, te prometo no publicar las fotos y te prometo no traer acá a tu noviecita y obligarla a aceptar por ti este trato.

―Si lo hago con ellos todo esto se acabará.

―Todo volverá a ser como antes.

―Porqué te empeñas en tratarme como una puta.

―Porqué me excita, además que con ello puedo ganar dinero. En fin reconócelo, puedo sentir lo caliente que estás, puedo sentir como tu concha quiere que se la metan esos chicos, puedo sentir como te gusta que estén mirando, puedo sentir que te emocionó pensar que me estuviera cojiendo a tu noviecita aquí como a ti.

―(En mi mente le respondía que si a todo lo que me estaba diciendo, pero no lo podía admitir, además no podía permitir que Simona pasara por algo como esto) A ella no le hagas nada, conmigo haz lo que quieras y termina luego con esto.

―Hummm, que rica que estas y tan caliente como siempre. Antes de dejarte con ellos deja recordar viejos tiempos, deja prepararles el camino.

Con todo el peso de su cuerpo sobre el mio no me dejaba moverme y no me dejó forma de impedir que colocará su verga a la entrada de mi culo y que sin ningún preámbulo me presionara el ano hasta abrirse paso en mi interior. Presionó hasta dejarme casi toda su verga adentro y entonces me volvió a preguntar si aceptaba su trato.

No me importaba que me violaran esos tipos, no me importaba lo que hiciera con las fotos, no me importaba el dinero, pero si me importaba que le hicieran daño a Simona, si estaba en mis manos tenía que impedirlo. Casi sin voz, le dije acepto.

Cuándo me escucho, empezó un movimiento de meter y sacar su pico en mi ano mientras el resto de los chicos se desvestían frente a mi y no dejaban de mirar como estaba siendo forzada por José. No pude resistirme a las sensaciones y deslicé mi mano por debajo de mi vientre hasta alcanzar mi concha la que sin que se dieran cuenta comencé a frotar, cada vez me parecía más excitante la situación y cada vez la verga de José se clavaba con mayor facilidad dándome un gozo tremendo.

En un momento que me entregué al placer de mi violador, se me acercó un chico al punto de dejar su verga al alcance de mi mano, al verla frente a mi no dude y estire mi mano hasta tocarla suavemente, al sentir mi roce el chico se erizó y retrocedió un paso. Lo quedé mirando y le jadeé que se acercara. El chico esperó la aprobación de José para avanzar hacia mi y un poco más hasta que pude sentir el aroma de su sexo a centímetros.

A esa altura casi me sentía agradecida por tener la posibilidad de coger de esta manera y de a pesar de no provocarlo, lograr sentir placer.

Al momento que tomé la verga del chico y me la metía en la boca José acabó con los movimientos y se dejó vencer por su eyaculación. De a poco se retiró de mi culo dejándome en la misma posición esperando por lo que necesariamente iba a seguir, ni siquiera hice nada al sentir como me corrían por las piernas los restos de sus jugos.

Me quedé tal cual hasta que sentí como un chico me clavaba su verga nuevamente en el culo, sin resistirme lo deje hacer mientras continuaba chupando una verga que no perdía su rigidez a pesar que continuamente brotaba semen de su interior. Ambos chicos no aguantaron mucho más y acabaron casi al mismo tiempo.

Aún quedaban dos chicos que verdaderamente parecían estar asustados de que ya fuera su turno, esperé un momento para que se acercaran pero no se movieron, sólo se frotaban su verga sin dejar de mirarme.

Con dificultad caminé hacia ellos y me coloqué entre los dos, uno frente a mi y el otro detrás de mi. Sin darle tiempo para pensar busqué con mi boca la boca de uno de ellos y mientras me hundía en su interior cogí sus vergas y se las empecé a frotar. De a poco se acercaron más hasta que nuestros cuerpos de unieron hasta pegarse e iniciar un movimiento suave y placentero.

Sin soltar sus miembros caímos al piso e instintivamente quedé en medio de ambos. Me acomodé sus vergas a la entrada de mis agujeros y al mismo tiempo presionaron para clavar sus sendas pijas en mi vagina y en mi culo.

En esa posición me entregué al placer y casi con desesperación lamía y besaba al chico que estaba debajo de mi, mientras con un movimiento coordinado entraban y salían de mi interior las vergas de los chicos.

En medio de esa locura por alguna razón subí la vista hacia la puerta y no me pude creer lo que veía. Ahí estaba José con Simona mirándome.

Nos quedamos viendo mientras los chicos no dejaban de cojerme y José recorría con sus manos el cuerpo de ella. Ella sólo traía puesto una tanguita y tenía sus manos atadas detrás de la espalda lo que le impedía alejar a José de sus tetas.

En un primer momento quise mandar todo al diablo, pero estábamos en desventaja y ya había hecho un trato que sabía me iban a forzar cumplir. Bajé la vista y me entregué al ritmo de la doble cogida. Parece que la situación fue un estimulo adicional para los chicos que rompieron en una abundante eyaculación.

Como pude me puse de pie mientras y me apuré en desatarle las manos y alejarla de todos esos chicos que podía tentarse con una hermosa niña como ella.

―No te preocupes Alicia, un trato es un trato. A ella no le ha pasado nada malo, bueno sólo unas caricias, pero nada del otro mundo

―Porqué no me dijiste que estaba aquí.

―No era necesario que lo supieras, pero menos mal que aceptaste el trato. Ok chicos, vamos saliendo, el show terminó.

Mientras se vestían y salían los chicos, nos quedamos abrazadas, tratando de cubrir nuestra desnudez, que ridículamente ahora me parecía vergonzosa.

―Alicia, no puedo creer lo que hiciste por mi

―No te preocupes, sólo acepté mi destino

―Y pensar que yo te había dado la espalda por verte con ese tipo sin saber que el te estaba forzando.

―Olvídalo, pero dime te hicieron algo.

―Casi nada, sólo me obligaron a desnudarme. Pero a ti, que pena me da por ti, que pena me da pensar en lo que te hicieron.

―No te preocupes, yo acepté hacerlo

―Pero no querías

―Al principio no, pero ya está.

―Qué vas a hacer ahora.

―No sé, tengo que ver que quiere José que haga.

―Pero porqué no te vas de aquí

―Porque no quiero, no debe ser fácil para ti entender lo que te estoy diciendo, pero ya no quiero negarme más a mi destino

―Y yo

―Tu debes irte y seguir tu propio camino

―Pero quisiera quedarme contigo

―Estás loca, si quieres me vienes a ver, pero esto no es para ti

―Pero a ti te gusta hacerlo, porqué a mi no me gustaría.

―Porque eres una niña buena y no una puta como yo.

―Pero por estar contigo haría cualquier cosa.

En ese momento entró José que aún no se había vestido con unos billetes en la mano.

―Mira que escena tan linda

―Qué quieres ahora.

―Nada, te traigo tu plata. Y por casualidad escuché que lindas cosas se decían

―No te metas con nosotras

―Así que harías lo que fuera por estar con Alicia

―Si

―Que tal si dejo que se queden las dos aquí y sólo Alicia tendría que estar dispuesta a hacer algunas cositas.

―En serio podría quedarme con ella

―Si, bueno alguna cosita pequeña tendrías que hacer tu.

―Qué cosa

―Bueno, ayudar a mantener limpio este lugar por ejemplo

―Yo podría hacerlo

―Si quieres podrias demostrar que puedes hacerlo

―Cómo

―Mi verga quedó sucia después de hacerlo con Alicia, que tal si me la limpias y así yo dejo que te quedes.

Se acercó a nosotras frotando su verga la que lentamente comenzó a hincharse, la vista de ella se clavo en su pico y no mostró ningún gesto de dudar en lo que él le había propuesto. Yo no quería creer lo que podría pasar, pero no me escuchaba, ni siquiera me miraba cuando traté de decirle que no jugara con esto.

―Dale Simona, ya verás lo rico que es mamar mi verga. Sino pregúntale a Alicia si le gusta o no chuparmela

―Ella es distinta José, déjala en paz, yo puedo hacer lo quieres.

―Alicia, no te preocupes. La verdad quiero hacerlo, quiero quedarme contigo.

―Ves Alicia, tu noviecita también quiere ser putita.

―Simona, te vas a arrepentir, no lo hagas

―Mira déjame probar y si no me gusta me voy

―Pero que brillante eres Simona, prueba haber si te gusta. Me tienes re caliente con todo esto, eres el alma gemela de Alicia.

Ya no tuve más argumentos y sólo me quedé viendo como la Simona permaneció inmóvil hasta que José se sentó en el piso frente a nosotras masajeando su verga y ofreciéndosela. Ella de rodillas avanzó hacia él y sin dudar tomó ese pico y se lo acercó a la boca. Por la forma que lo hacía estaba claro que era su primera vez, me quedó mirando y me dijo, Alicia ven, ayúdame.

Me acerqué, mientras ella frotaba la verga y José me veía con una cara de victoria

―A centímetros de ella le dije, Simona, no lo hagas

―Alicia, quiero hacerlo

Entonces la besé y tomé su mano que sostenía la verga de José y junto a ella se la froté. Ese beso encendió en mi deseos que me eran difíciles de dominar, como siempre sabía como empezaba pero no como iba terminar todo.

Hundidas en nuestros besos, todo lo que había pasado ese día tomó cierto sentido. Simona era la mujer que yo amaba y José era el hombre que yo deseaba. Con nuestras lenguas nos buscamos cada rincón de las bocas mientras frotábamos la verga de José que ya estaba firme y deseosa de algo más.

Simona se percató de eso y me susurro que se estaba sintiendo muy excitada y que quería dar el paso siguiente. Le soltamos a José su tranca y quedo casi reposando hacia un costado, nos inclinamos hacia él y le dije a Simona que repitiera lo que yo hiciera.

Con la punta de la lengua comenzamos a rozar su sexo, desde sus bolas hacia arriba, sintiendo como se estremecía con nuestras caricias. De a poco las lenguas se convirtieron en suaves besos que lentamente mojaron su sexo, en forma intermitente cada una de nosotras ganaba un poco de espacio para llenar nuestros labios con su sexo, intermitentemente nos mirábamos y abríamos las bocas para besarnos.

Sin que nuestros dedos lo tocaran e instintivamente Simona fue hundiendo la verga de josé en su boca y disfrutando de un hombre que quería conocerla. Cuando ella ya dominaba el movimiento de mamar a José pensé en hacerla disfrutar más aún de este momento.

 

Le dije que girará sobre el cuerpo de José dejando al alcance de sus manos su trasero perfecto y suave, le quité su tanga y delicadamente toque su vagina que hervía y dejaba escapar pequeños hilos de jugos.

José estaba como loco y trataba de atrapar con su lengua el sexo de Simona que se dejaba llevar por mis indicaciones, ella confiaba en mi y yo iba a hacer lo posible para que esto fuera lo que ella se merecía.

Con un último movimiento José alcanzo la concha desnuda de Simona y comenzó a disfrutar de los jugos que hasta ese día solamente yo había probado. Simona dejó escapar un suave quejido cuando la lengua de José toco su sexo y acomodó más su posición para permitir que esa lengua pudiese traspasar el limite de sus labios.

(9,13)