Sus pies desnudos mucho me excitaban,
posados sobre la alfombra mullida.
Sentada en el sofá, aún seguía vestida;
sus muslos en su falda se apretaban.
Sus redondas tetas me reclamaban
bajo su blusa: "quítatela, vida";
y me obedeció en silencio sumida:
pronto, sus pezones se liberaban:
lamí, besé y mordí su piel caliente.
Ya en la cama, ella, ¡como suspiraba!;
mi lengua salivando el coño ardiente.
Borracha de orgasmo, el torso inclinaba
en mi regazo: buscó polla urgente.
Tibio mi semen su rostro regaba.