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Historias de oficina (Temporada 2 - Capítulo 6)

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Debo pedir una disculpa a los lectores, les comento que sucedió. Hace unos meses decidí visitar Chile, aclaro para quien no lo sepa que soy argentino. Como se imaginarán el hecho de hacer un viaje tan largo se llevó toda mi atención por lo que prácticamente entre arreglar los detalles de hotel, viaje, maleta y demás, todo esto sin mencionar que esto era en mi tiempo libre ya que mi trabajo me exige demasiadas horas. Intentare volver a la historia lo antes posible y recuperar tiempo perdido. Gracias a todos y disfruten la historia, un abrazo.

Michael observaba hacia la nada aun tirado en la cama.

- ¿No vas a levantarte?

- Tengo que reorganizar mi mundo.

- Lo entiendo. Prometo no avasallarte a preguntas, solo no quiero que me mientas.

- Yo no te he mentido.

- Hay un viejo dicho que reza; la omisión es traición.

Desvió la mirada y comenzó a vestirse, evidentemente le había molestado mi comentario ¿había sido muy dura? Comenzaba a creer si Michael realmente estaba sintiéndose culpable o era solo una idea que mi mente estaba creando y el aprovecho.

- ¿Vas a bañarte? – pregunto.

- Si – respondí risueña – ¿Quieres acompañarme?

- No, volveré a mi habitación. Necesito relajarme.

- Sabes…pensaba que…dame un segundo.

Me levante yendo a mi vestidor, elegí tres cajones y un espacio para que pueda acomodar sus camisas como se debe, tome toda mi ropa tirándola hecha un bollo al suelo, sería algo que más tarde me tomaría el trabajo de organizar – Michael mira, ven aquí – susurre. Dio un suspiro y se dignó a hacer lo que le decía poniéndose de pie.

- Cierra los ojos – le dije juguetona.

Obedeció mis normas, lo guie hasta el vestidor tomándolo de la mano y lo hice pararse frente al que sería su nuevo lugar – puedes abrirlos – le dije entusiasmada. Fue difícil estudiar lo que sus ojos trasmitían, miro con sorpresa el espacio vacío, aunque no decía nada.

- ¿no te gusta la idea?

- ¿quieres que comparta cuarto contigo?

- ¿Por qué no? Me pediste una oportunidad, esto también forma parte de eso. Tenías razón en algo, estábamos avanzando muy lento. El hecho que me hayas revelado tu nombre real me da la idea que si nos mantenemos sin secretos esto tal vez pueda funcionar.

Se acerco dándome un tierno beso, me sentía tan emocionada ¿de verdad era él? Luego de tantas vueltas ¿era este el camino que debíamos seguir? Siempre hubo algo entre nosotros, pero… ¿era el camino correcto?

- ¿Aún tengo tiempo de aceptar la propuesta del baño? – dijo tomando suavemente mi cintura, quizá la oferta caduca pronto…

- Podría llegar a hacer una excepción, tratándose de ti – dije correspondiendo sus besos

Entre besos y caricias dejamos que el agua acaricie nuestros cuerpos mientras contradiciendo todos mis deseos mi mente seguía gritándome preguntas – ¿Qué me está ocultando? ¿Cómo podía alguien cambiar de forma tan radical? ¿Qué hace que una persona tan autoritaria y segura acepte mis condiciones? ¿me amaba?

- ¿Pasa algo? – detuvo sus caricias centrando su mirada en mí.

- No…no lo sé. No sé qué pasa conmigo.

- ¿es algo que hice mal?

¿Me lo preguntaba de verdad? Aunque lo que también rondaba mi mente era ¿sabía yo misma que me pasaba?

Sus manos se detuvieron, me observo nuevamente totalmente pendiente de mis ojos.

- ¿Qué pasa?

No respondí solo evité sus ojos, me sentía triste y completamente confundida. Levante la vista aun cargando en mi pecho un sentimiento de culpa debería ser sincera con él, continuaba mirándome – al parecer no hay interés en disfrutar este baño – dijo saliendo de la ducha, me quede con la palabra en la boca, sin saber como sentirme ¿molesta? No había razones para estarlo ¿triste? Indudablemente si… aunque no sabía si por miedo de sentirme defraudada o por desconfiar de él, dolía mi corazón.

Trate de evitar los pensamientos sobre Michael, pero tal vez era peor el remedio que la enfermedad. El primer tema que se presentó en mi mente fue la idea de tener que presentar a Alex al mundo, sea lo que fuera lo que estuviera planificando Michael con él yo no formaría parte.

Durante el viaje hasta la fundación recibí varias llamadas telefónicas, pero solo una pudo ser realmente destacada.

- Hola Mariza – comenzó diciendo.

- Víctor, estoy ocupada.

- Mariza solo quería despedirme – lo notaba triste, más de lo normal – me voy a ir por un tiempo, bastante largo.

- ¿Vas a abandonar a tu hija de nuevo?

- Si hago esto es precisamente por ella. Inicie un programa para poder recuperarme de mi alcoholismo o por lo menos eso estoy intentando.

- Si tú lo dices así será – respondí sin sentirme tan segura – Me alegro de que al menos lo estés intentando.

- Gracias, lo intentare. Tal vez en algún momento pueda empezar a corregir todos los errores.

- Eso espero.

- También llame para desearte suerte, alguien me comento que vas a dar una reunión.

- Si, sabes… desde hace unos días Alex está en la fundación, al parecer Michael lo necesita para algo, pero nunca me dijo para que lo quiere. Tuve la idea de decirle a la prensa que está con nosotros y evitar malentendidos.

- ¿Qué? Mira no quiero ser quien siempre inicia los conflictos entre nosotros, pero es la idea más estúpida que pudiste pensar.

- Que cortes – dije irónica – es la respuesta a una pregunta que no hice.

- Sigues siendo ingenua, después de todo lo que has pasado sigues siendo muy ingenua

- Como si a ti te importara algo. Justamente tengo que seguir los consejos de la persona más egoísta y desconsiderada que conozco.

- Hablo en serio, conozco cada una de las historias que mi hermano ha protagonizado, si lo pones frente a la prensa que siempre te defendió puedo asegurarte de que serán los primeros en atacarte sin piedad.

- Gracias, pero prefiero hacerme cargo a mi manera de las cosas.

- Como tú quieras, te tengo que dejar. Salúdame por favor a Ana.

- Suerte

Esa charla para lo único que había servido fue para que mi mente se llene de más dudas que ideas claras ¿tenía razón Víctor?

Mi idea era hacer una pequeña reunión recibir a los invitados como se debe y luego explicar los planes futuros, sin mencionar el nuevo sector de psicología.

La conferencia de prensa inicio, las cámaras se encargaron de caer sobre mi mientras todos ellos apuntaban sus micrófonos. Habíamos acomodado dos mesas en una de ellas se encontraría Alex en la otra es donde estaría yo, atrás nuestro estarían algunas chicas que se animaron a participar.

Me sentía nerviosa y asustada, observe de nuevo a Michael que al notar mi mirada solo levanto uno de sus pulgares haciendo el tradicional gesto de la buena suerte. Alex aún no había llegado para ocupar su lugar, tome aire y me concentre en los camarógrafos.

- Sra. Márquez soy Diego Luna de noticiero once, mi pregunta para usted es ¿Cuáles son sus planes para este año con respecto a la fundación?

- Buenas noches Diego, en primer lugar, quiero agradecerles a todos por venir, me siento algo tonta pero aun logran intimidarme como el primer día.

Todos ellos rieron haciendo algún que otro chiste, sonreí aliviada. Verlos así causaba en mi menos pavor que solo la clásica de apuntar micrófonos y lanzar preguntas.

- En segundo lugar, debo decir que la idea es expandir aún más el edificio, hace unos días terminamos lo que serán las habitaciones para que los psicólogos directamente vivan aquí y no causar retrasos en sus tratamientos.

- Sra. Márquez Federico Chapado canal siete ¿Qué puede decirnos sobre los rumores que circulan sobre Uruguay?

- ¿Qué rumores?

- Se dice que negoció sobre suspender los impuestos que debería pagar allá y mudar la fundación a ese país, cerrando estas instalaciones para ahorrar los costes.

El comentario causo un silencio en la sala, sobre todo en las chicas que fijaron sus miradas en mí. Las tranquilice y con una sonrisa les dije que todo estaría bien.

- Eso es erróneo, sus fuentes son incorrectas. Estuve hablando con el gobierno de Uruguay, la suspensión de los impuestos es verdad. Nos propusieron eso para que podamos establecernos en una de sus ciudades generando trabajo para sus habitantes. El trato es por cinco años.

Los medios se apresuraron a tomar nota y reformular sus preguntas, un tercero levanto la mano.

- Podría decirnos ¿Qué ciudad será la escogida para albergar a la futura sede en ese país?

- La ciudad escogida será Tacuarembó, desde allí comenzaremos una nueva fundación orientada a todas las mujeres y niñas que no se atreven a hacer el viaje hasta nosotros para denunciar los horribles crímenes de los que fueron testigos.

Todos ellos aplaudieron y se mostraron sonrientes a los nuevos proyectos. Hasta que…

- Srta. Márquez…soy Julián Kapu canal nueve ¿Qué debe pensar la gente de ese sujeto silencioso y actitud de trastornado que siempre la acompaña? La primera idea que a cualquiera se le viene a la mente es que se trataría de su nueva pareja.

- ¿Pareja? Esta rueda de prensa es sobre el futuro de la fundación y el bienestar de las chicas, todo lo demás sobra.

- Según recientes declaraciones de una pareja anterior del Señor Vask usted seria simplemente alguien que se aprovechó de su fama y fortuna para poder lograr lo que quería. Según textuales palabras usted sería un parasito, hermoso, pero parasito, en fin.

Sonreí ignorando la burda acusación, siempre me había encontrado con este tipo de “cargos” soportar todas las idioteces que a alguien que necesité ganar el apoyo de Víctor podría decir a la prensa.

- Pienso que las mujeres que después de tanto tiempo siguen llamando la atención de los medios con acusaciones tontas son simplemente patéticas. Piensen en una cosa Ana, nuestra hija está por cumplir sus cinco añitos. En todo este tiempo Víctor lo único que ha tenido con esas mujeres que me insultan es un breve momento de placer, mientras que conmigo, puso su vida en peligro con tal de rescatarme. No quiero ser mala con ninguna de ustedes chicas, pero son tan relevantes como la comida rápida. A pesar de que sus empaques sean atractivos tarde o temprano van a terminar descartándolas. Es…una manera rápida y fácil de conseguir lo que quieres, un breve y poco memorable momento de placer.

Los noteros quedaron boquiabiertos, algunos de ellos esbozaban sonrisas cómplices mientras que otros simplemente permanecían inalterables. Mi respuesta tan potente como agresivo obligo a que la charla se desvié por fin a lo que me interesaba, darles a todos los detalles que se presentaban ahora que el área para los psiquiatras estaba lista, se inauguraban números de denuncia para poder detener el abuso de miles de chicas. Acuerdos con otras fundaciones para dar más alojamiento habían sido firmados, teníamos el apoyo de los medios.

Alex como era de esperarse nunca se presentó, no era algo que me sorprendiera de él. Esperaba poco y poco recibí, la idea de confesarlo a los medios me sedujo, pero la respuesta que Víctor había dado me detuvo – si lo pones frente a la prensa que siempre te defendió puedo asegurarte de que serán los primeros en atacarte sin piedad – había dicho ¿tendría razón?

En fin, con ese obstáculo por fin superado ahora podría concentrarme totalmente en la segunda Sede, después de todo ya no era un secreto. Esa noche al volver a casa me encontré con mi pequeña, estaba pasando poco tiempo con ella lo sabía. Todos los días se presentaba algo nuevo que complicaba las cosas más allá de lo pensado, Michael había llamado diciendo que podríamos salir a cenar afuera por lo que me di un rápido baño, me comencé a arreglar, bañe a Ana, trate de arreglarme nuevamente, perseguí a la pequeña por toda la casa tratando de vestirla, terminar de arreglarme…increíble pensar que estuve tres horas para hacerlo.

- Ana por favor…por favor trata de no ensuciarte.

- ¿puedo mirar a Lushu en la televisión?

- Si amor.

El tiempo paso hasta que por fin Michael paso a buscarnos, la pequeña estaba entusiasmada y definitivamente con un exceso de energía.

- ¿Dónde quieres ir a cenar? – pregunto

No respondí de inmediato, miré por la ventana recordando la vida que antes tenía, antes de ser “La Srta. Márquez” cuando solamente era Mariza…normal. Nos subimos a mi auto, que por cierto no maneje nunca y nos encaminamos hacia el centro de la ciudad.

- Quiero ir a comer pizza.

- ¿pizza? – dijo Michael alzando una ceja – supongo que podemos lograr que nos preparen.

- No, quiero ir a una pizzería típica.

- Olvídalo, ni hablar. Estarás muy expuesta, no te pondré en riesgo a ti o a Ana.

- Todo estará bien, seguramente no pasara nada, hace años no pasa nada …por favor.

No respondió nada, solo hizo una seña al chofer, el auto continuo su marcha pasando por frente a distinto locales.

- Cenemos ahí, me gusta mucho. Buenas vibras.

Nos detuvimos y descendimos ante la mirada incrédula de toda la gente que ahí había. sacaban fotos junto con los clásicos cuchicheos. Entramos al establecimiento pidiendo una mesa.

Uno de los camareros se acerco a mi seguido bajo la atenta mirada de mi acompañante.

- Buenas noches ¿es usted mariza Márquez? – asentí sonriente – me pareció reconocerla de la televisión – respondió con una gran sonrisa – ¡qué alegría, mi hija no podrá creerlo!

- ¿Su hija sigue las noticias acerca de mi fundación?

- Por supuesto, mi hija paga una membresía de socia. Ella siempre dice que si el mundo tuviera mas personas como usted sería un mejor lugar para vivir.

- Gracias, pero solo hago lo que puedo para crear un mundo mejor sobre todo para mi pequeña – dije pellizcando uno de los cachetes de mi hija – ella es mi tesoro, Ana.

Sonrió dejando su libreta sobre la mesa metiendo la mano en el bolsillo, Michael reacciono poniéndole una mano en el pecho.

- Perdón, solo quería una foto – dijo sacando su celular.

- Michael, por favor – dije amonestándolo – lo lamento señor, por favor discúlpelo.

- Esta bien – dijo alejándose de Michael – mi hija me mostro fotos de su pequeña cuando me contaba todo sobre su fundación. Les dejo la carta y paso en unos minutos ¿les parece? Es un gusto poder atenderla.

- Muchas gracias – dije sonriente.

El ambiente estaba lleno de una alegría muy contagiosa, conversábamos de forma muy animada. La gente se acercaba, me pedía fotos o simplemente me daba ánimos. Ana como siempre se veía feliz y con mucha energía. Unos niños se habían acercado y la invitaron a jugar, ella acepto gustosa pidiéndome permiso con impaciencia.

En un momento una pareja ingreso al establecimiento, no hubieran llamado mi atención si no fuera por un detalle, la mujer estaba llorando. Intente permanecer concentrada en mi charla con Michael, hablábamos de la repentina desaparición de Alex que, aunque el no lo admitiera yo sabia que algo tenia que ver. Un repentino levantamiento de voz me distrajo, el sujeto que acompañaba a la mujer que lloraba dio un grito golpeando la mesa, la mujer le rogaba que baje la voz, aunque de todas maneras ya todos los presentes nos habíamos dado cuenta.

- ¿viste ese sujeto?

- Si – respondió sin darle importancia.

- La mujer está llorando.

- no creo que debamos entrometernos.

- Esta gritándole, esta temblando…

- También tiene un moretón en el brazo derecho.

- ¿Qué hacemos?

- Si ella no pide ayuda no podemos hacer nada.

La discusión se salió de control, el sujeto la presionaba y decía muchos insultos. Ana vino hacia mi preguntándome ¿qué le pasaba a ese hombre malo?

Uno de los camareros se acercó al sujeto, lo observo con mala cara y lo insulto.

- Te lo estoy pidiendo amablemente, retírate por favor.

- Yo también te lo voy a pedir amablemente, chúpame la verga gordo de mierda.

Observé a Michael que se mantenía indiferente, le hice una seña, pero volvió a repetir – no deberíamos meternos – las personas del establecimiento amenazaban con llamar a la policía, pero el sujeto solo respondía con más insultos.

- Mami – dijo la pequeña.

- ¿Qué pasa mi amor?

- ¿Qué es eso que dice el señor?

- ¿Qué cosa?

- ¿Qué significa verga?

Me quedé muda durante un segundo sin saber que responder ni saber cómo explicárselo hasta que por fin dije…

- Es una mala palabra que ese hombre no debió decir.

- ¿pero qué significa?

Nuevamente quede muda, el hombre seguía gritando… Michael se quedó mirando a Ana hasta que finalmente se puso de pie. Anticipándome a lo peor reaccione inmediatamente antes que pudiera herirlo de gravedad o...

- Espera, déjame que sea yo la que hable y si hay algún incidente intervienes – dije ofreciéndome.

- No hace falta solo voy a hablar – respondió sin mirarme

- ¡Espera Michael! – dije poniéndome frente a el – solo ve y habla con él, solo hablar

- Si, entiendo.

- De verdad, solo habla. Palabras solo palabras.

- Claro, entiendo. Palabras – dijo con una tranquilidad alarmante.

Se acerco sin ninguna prisa al hombre y se quedó mirándolo como si estudiara la situación. El sujeto lo vio con una cara llena de ira mientras le hacía frente.

- Disculpe – dijo finalmente – ¿podría hablar unas palabritas con usted?

- ¿Qué mierda quieres? – respondió furioso.

- Solo hablar.

Como había pensado el sujeto reacciono mal, se acercó tirando un fuerte puñetazo, pero Michael logro reducirlo y aplastar su cabeza contra una de las mesas.

- Hablemos afuera caballero.

Con fuerza y tomándolo del cuello logro sacarlo afuera. Algunas personas se levantaban acercándose a las ventanas del establecimiento otras simplemente permanecían inmóviles sacando conclusiones. En menos tiempo del esperado Michael volvió tomando asiento nuevamente, el sujeto al regresar simplemente se lo veía mucho más calmado.

- Les quiero pedir una disculpa a todos ustedes, principalmente a mi esposa. Lamento haber arruinado la noche de algunos de ustedes y espero que me disculpen. Ahora si me disculpan me retirare.

Michael se aclaró la garganta con la mirada fija en él, pensó durante unos segundos sin apartar la mirada de mi acompañante y continuo.

- Ohh además quiero decir que muchas de las palabras, que dije eran malas palabras que no deben ser dichas bajo ningún concepto y menos si hay niños o damas presentes.

La situación quedo increíblemente extraña, sin tomar sus cosas el hombre se fue con evidente apuro. La mujer que lloraba miro a Michael, luego poso su mirada en mi sonrió levantando la mano a modo de saludo.

Por mi parte simplemente me quede mirando a mi acompañante.

- ¿exactamente que le dijiste? – interrogue.

Sonrió mirando la carta, poso su mirada en mi diciendo.

- Palabras – sonrió nuevamente levantando la mano – camarero, ya hemos decidido.

Alexander

Por fin me encontré con mi interesada, estaba en mi cama ofreciéndome su suculenta cola. Me acerque sacándome la corbata y acaricie con suavidad sus nalgas.

- ¿le gusta Sr. Alex? Estoy aquí para complacer sus deseos.

- Si putita – dije dando una fuerte nalgada.

- Si – dijo ronroneando.

Metí mis dejos debajo de su de vestido acariciando su piel, ella solo meneaba la cola mientras hacía a un lado su prenda. Una hermosa ropa interior de encaje era el único obstáculo con su deseable cuerpo, tome con cuidado la delicada prenda bajándola con lentitud. Bese su piel de a poco hasta llegar a su vagina, la estimule haciendo que de a poco comience a humedecerse. En poco tiempo me embriague con ella, con sus jadeos y gemidos. La evidente excitación cubriendo mis dedos, el saber que su cuerpo se deshacía en mi boca…se refregaba contra mi evidentemente ansiosa. Sus manos bajaron desabrochando mi pantalón metiendo sus manos bajo mi bóxer. Bufaba con sus toqueteos, dio una vuelta poniéndose sobre mí, acaricio y lamio mi miembro metiéndoselo en la boca de un momento para otro. Definitivamente era una mujer que sabía cómo hacerlo, como volver loco a un hombre al punto de ponerlo a sus pies, sus delicados ojos me observaban.

- ¿te gusta ovejita descarriada? – pregunto poniendo su tarea momentáneamente en pausa – sabes…ahora te toca a ti. Me toca estar abajo.

Nos besamos con vehemencia mientras acaricie su cuerpo, una de mis manos se perdió entre sus piernas comenzando a masturbarla. Sus gemidos eran tan sonoros y evidentes que lo único que hacían era causar que me excitara aún más.

- Busca un preservativo en mi cartera – dijo señalándome con su dedo.

Pero al ponerme de pie para buscarlo me encontré con otra mujer que sonrió dulcemente con ambos brazos detrás.

- Vaya, son unas chicas traviesas.

- No exactamente – dijo sacando algo de atrás.

Lo apoyo contra mi pecho y en ese mismo instante sentí una fuerte descarga eléctrica sobre mi cuerpo ni siquiera sé cuantos segundos pasaron, solo sé que estaba tirado en el suelo aun con pequeños espasmos en mis músculos.

- Lo lamento mucho ovejita descarriada – dijo la chica mientras comenzaba a vestirse.

Me pusieron nuevamente mi bóxer, vendaron mis ojos, ataron mis manos a mi espalda y metieron una media usada en mi boca cubriéndola con cinta. Si, toda una experiencia.

Debieron haber llevado algo que tuviera ruedas, me depositaron ahí y tras unos minutos me cargaron en una camioneta. Me preguntaba si todo era parte del plan del trastornado de Michael o quizá toda la gente con la que dijo que tenía relaciones ¿me rescatan de una mafia para caer en otra? Que alegría. No sé cuánto tiempo paso hasta que llegamos al destino, me bajaron nuevamente y me guiaron aun con los ojos tapados, escuchaba voces, aunque ninguna de ellas era conocida. Soltaron mis manos, sacaron las vendas de mis ojos y arrancaron de una vez la cinta que me impedía hablar.

Escupí el calcetín sucio tomando una gran bocanada de aire – ¡Malditos chupavergas! – grité con todas mis fuerzas.

Mi boca estaba completamente seca, mire por primera vez a la persona frente a mí, era un hombre alto y corpulento con el cabello prolijamente recortado.

- Agua, dame un poco de agua.

El sujeto permanecía con los brazos cruzados sobre el pecho mirándome en silencio, dio media vuelta tomando una pequeña botella sobre una mesa maltrecha. Me la alcanzo, pero al intentar tomarla simplemente la alejo.

- ¿Como se dice? – pregunto.

No respondí.

- Bien – dijo alejándose.

- ¡Espera! – el sujeto se detuvo – por favor.

Sonrió con malicia alcanzándome la pequeña botella, di tres grandes tragos de agua saciando toda mi sed.

- No tanta, te causara vomito.

- ¿Dónde estoy?

- En un lugar seguro.

- ¿Seguro para quién? – respondí.

- Ese es el punto.

- ¿Es este un secuestro?

- Claro que no, fue traído aquí para su seguridad ahora si quiere puede dormir o simplemente puede contemplar la noche por su ventana.

Sonrió nuevamente retirándose, fue entonces que preste atención a donde me encontraba. Parecía una oficina de alguna especie de serie mala de los años cincuenta, las paredes estaban descascaradas y llenas de manchas de humedad, las únicas dos ventanas llevaban una desecha persiana americana de color roble, todo hacía juego perfecto con el ambiente en general que estaba llena de suciedad.

Estudie mi situación, mire la puerta por la que el sujeto se había ido ¿debería tratar de escaparme? Abrí la puerta intentando hacer el menor ruido posible, me encontré con un largo pasillo con una puerta al final donde se podía ver luz. Me asome con delicadeza, había tres hombres más además del que me había recibido. Tome coraje si no me habían matado hasta el momento tal vez podría negociar con ellos, matarme no les servía o ya lo abrían hecho.

El sujeto que me recibió levanto la vista viéndome acercar.

- ¿Señor Vask no puede dormir?

- Así parece – los observe, todos ellos llevaban Uzis.

Estaban jugando a las cartas sobre uno de los viejos escritorios, cada uno de ellos tenía una cerveza a su lado y estaba el aire lleno del humo de sus puros.

- ¿Se le ofrece algo?

- Saber cuánto tiempo me tendrán de rehén.

- No es un rehén, puede irse si quiere.

- ¿Puedo?

- Claro, el objetivo de todo esto es protegerlo, si se va es su problema ¿se va? – pregunto.

Pensé unos segundos.

- ¿de qué me protegen exactamente?

- Mañana por la mañana tendrá todas las respuestas que necesite – respondió – ¿desea irse?

Me quede simplemente mirándolo a los ojos. Tal vez la idea de quedarme no sería tan mala, después de todo ¿A dónde iría? Ni siquiera sabía dónde estaba.

- Me quedare una noche – dije finalmente – ¿que juegan?

- Truco – respondió uno de ellos – ¿sabe jugar?

- ¿Truco? – pregunte – no, no lo conozco ¿es como el póker?

- No, nada que ver.

Víctor

Observe por la ventana nuevamente, el bello paisaje contrarrestaba de forma perfecta con el estado en el que mi cuerpo se encontraba. Por recomendación de la gente que administraba mi tratamiento pensé y organicé en una lista cada uno de los errores que de forma directa o indirecta hayan sido debido a mi adicción, se suponía que los organizara en una lista dependiendo de la gravedad. Como era de esperarse en último lugar estaba mi abandono y falta de interés en mi hija, Ana.

Golpearon la puerta, dos segundos después un hombre entro con un desayuno para mí.

- Buenos días Sr. Vask soy Mariana y seré la encargada de asistirlo en lo que necesite.

- Gracias, pero no necesito nada.

Dejo la bandeja sobre la pequeña mesa de pino y me observo durante unos instantes antes de retirase, nuevamente solo observe el lugar donde me encontraba. La decoración era mas elegante de lo que había pensado, aunque claro con un estilo humilde. Me senté en la única silla que tenía agregando azúcar al café, mi vista permanecía perdida mientras recordaba una de las ultimas noches en mi casa.

Sentía vergüenza de mí mismo, en esa ocasión había dedicado a emborracharme lo mas posible mientras tomaba un frasco completo de pastillas, por mi mente había cruzado la idea de escribir una carta de despedida, pero me pareció un cliché muy estúpido. Puse las ultimas pastillas en mi mano sirviéndome una ultimo copa, los pequeños comprimidos descendieron con prisa empujados por el delicioso líquido. Los minutos pasaron de forma tan lenta…torpe que se hacía insoportable, poco a poco finalmente el tiempo transcurrió y las drogas hicieron efecto. La debilidad se apodero de mí, caí contra uno de los muebles y castigando contra el suelo.

Dos días después desperté en una habitación completamente blanca, salvo claro por los aparatos eléctricos que monitoreaban mis signos vitales. Solté un insulto al no entender qe había pasado, cerca de mi mano se encontraba una especie de control con un único botón en él, al presionarlo y tras pocos segundos se hizo presente una enfermera.

- Sr. Vask bienvenido por segunda vez, me alegra que haya despertado. Le comunicare al señor Lucio que finalmente despertó.

- ¿Cuánto tiempo dormí?

- Poco mas de dos días, no se preocupe. Nadie sabe que esta aquí, en lo que al hospital respecta usted no esta ni estuvo alguna vez internado. Si no necesita nada me retirare para continuar con mi trabajo.

- Si adelante.

Realmente no contaba con esto, al parecer Lucio me había podido salvar. En lo que a mi respecta solo había extendido mi martirio, me recosté mirando como mis signos vitales seguían un hipnotizante camino al ritmo de los latidos de mi corazón.

La puerta por fin se abrió, Lucio entro casi corriendo abrazándome con fuerza.

- Lo siento – dije simplemente – ¿Por qué me salvaste Lucio?

- Es parte de mi trabajo señor, siempre mantenerlo a salvo – finalmente solo, dio una mirada tranquila sobre mi rostro bajando la mirada – cuando su señora madre murió, me pidió que lo cuidara y me gustaría poder cumplir con mi promesa.

- Lucio… tienes familia, deberías estar cuidándolos a ellos en lugar de estar atrás de mi aburrida existencia.

- Es casi como de mi familia señor.

Baje la mirada, una fuerte angustia se apodero de mí, había tenido la oportunidad de librar a todos de mí, de mis estupideces, de mi irresponsabilidad, no lo entendía.

- ¿Por qué me salvaste? – dije por fin quebrándose mi espíritu.

Finalmente, me largue a llorar. Largas y amargas lágrimas recorrían mi rostro, me abrazo…repetí mi pregunta – muchas lágrimas se derramarían por usted, sería muy extrañado – respondió, pero… ¿extrañado por quién? Mi lista de amigos se había reducido quedando solo los aduladores a quien poco les importaba como me sentía, Mariza me odiaba, Ana apenas me registraba…cuando lo hacía. Mi vida se había venido abajo, cada vez caía más y más en un oscuro espiral de autodestrucción.

- No merezco que me hayas salvado Lucio – agregue esta vez cubriendo mi rostro con las manos.

- Víctor…existen situaciones en las que una persona debe tocar fondo de tal manera que pueda volver a levantarse, usted ahora mismo está hundido en la miseria más asquerosa y fétida… ¿piensa quedarse ahí dejándose morir?

Esa sería la última vez que caería tan bajo por el alcohol, en base a eso fue que todos mis esfuerzos se concentraron en una solución.

Tras limpiar toda mi casa y abandonar la mayoría de mis posesiones me encontraba ahora, luego de un viaje de más de once horas en Madrid, los administradores del tratamiento me dijeron que debido a mi figura pública seria tonto intentar ocultarme, debía actuar como si estuviera de vacaciones. Podría seguir sus indicaciones sin levantar sospechas de que algo raro ocurriese, siempre me había encantado recorrer el así llamado viejo mundo. La capital española era la que albergaba recuerdos de mi niñez, en una ocasión mi hermano y yo recorríamos con sigilo sus calles, cada uno buscaba al otro armado con una gran pistola de agua. cerca de nosotros podíamos ver la plaza mayor de la ciudad y más allá de eso se encontraba lo que conformaban los terrenos del palacio. Avanzaba ocultándome tras las columnas de la fachada de un edificio. Bombee aún más presión en la pistola de agua, divisando a mi objetivo…el pequeño Alex. Con rapidez me moví entre la gente bañándolo de pies a cabeza antes de que me viera llegar, como era de esperarse no le gusto para nada por lo que termino enojándose, más tarde nos encontramos con papá, mamá y Lorena.

- ¿Terminaste empapado de nuevo Alex? – comento Lorena

- Siempre termina igual – comente riendo.

- ¡Ese es mi campeón! – dijo mi padre acariciando mi cabeza

Alex tiro su juguete al suelo, mientras se encogía de hombros ante todas las cosas que le decíamos con papá, aunque aun así no decía nada solo permanecía callado.

- Mi pequeño – comento acercándose a él mamá, poniéndose en cuclillas – no te enojes algún día tú serás el único campeón – le dijo acariciando su mejilla, sonrió y beso su frente.

Papá y yo reímos con vehemencia burlándonos de las palabras de mi madre, tan ocupados estábamos riéndonos que siquiera vimos cuando mama tomo la pistola de agua del pequeño deprimido empapándonos a ambos. – ¿Ves pequeño Alex? son lentos – comentó mama riéndose.

(9,00)