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Patas arriba (XXV): Fin

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Ylian. 

—¿Estás seguro que puedes tomar eso? —me inquieta un poco el tamaño del helado que Norman se pidió en la heladería, pero dijo que sus papás le dieron permiso, espero sea cierto, igual tengo mis dudas, al final de cuentas sigue siendo un niño y su naturaleza es ser travieso.

—Claro que sí —Norman me miró con una sonrisa que me recordó tanto a Ricardo que decidí dejarlo disfrutar su helado-, si quieres, llama y pregunta, es mi helado favorito, porque es el que solía compartir con Iván y Ricardo —añadió sin dejar de sonreír.

—Bueno, vale, dejemos el tema de los helados de lado —intervino mi Joel mientras intentaba encontrar por donde empezar su propia montaña de helado-, ¿qué querías proponernos para ayudar a esos dos?

Norman se puso serio y nos explicó que había intentado hablar con su hermano, pero Ricardo seguía en sus trece: aunque literalmente se estaba muriendo por volver con Iván no haría nada hasta que él diera el primer paso, quería que Iván le demostrara que de verdad le importaba y que estaba comprometido con lo que habían construido en ese tiempo. No me sorprendió y por la expresión de Joel, era evidente que él se lo esperaba también, los dos conocemos muy bien a Ricardo: su nobleza y lo justo que es cuando se trata de este tipo de situaciones.

—¿Entonces qué propones? —quise saber.

—Lo más sencillo del mundo: ya que ellos no se acercan por sus propios medios, me parece que necesitan un empujoncito, ya sabéis, simplemente amañar un poco las cosas para que se encuentren por mucho que dé la impresión que se evitan como nunca. El domingo en la tarde creo que voy a querer ir al cine, ya hace mucho que no voy y siempre viene bien despejarse un poco, ¿sabéis?

En cuanto terminó de hablar, Norman se concentró en su helado y no dijo nada más. Se nota que conoce a su hermano, Ricardo nunca le dirá que no a algo que él le pida mientras sea posible. Joel me tomó de la mano por debajo de la mesa, uno de sus pequeños detalles que me tienen loco.

—Uf —gruñó Norman— ¿podéis hacer el favor de no esconderos? Es lindo ver que todavía existen personas capaces de amar —terminó con una sonrisa y le hice caso: es importante mostrar el amor, así que tomé firmemente la mano de mi chico y la puse sobre la mesa.

Cami

—Tío, esto ya pasa de castaño oscuro, ¿sabes? No te la puedes vivir ebrio, ¡tienes que hacer algo para solucionar todo este tinglado que has liado, macho! —no nos molesta que Iván esté aquí, pero no es justo con él ni con Ricardo que pasen por todo esto cuando Iván sólo necesita decir una palabra.

Iván, como era de esperarse, empezó a balbucear cosas sin sentido, no tanto por la miseria en que se siente como por la borrachera que se trae, pero en lugar de intentar hacer algo, simplemente abrió otra cerveza. En ese momento sonó el telefonillo y como no esperábamos a nadie, nos sorprendió un poco, pero resultaron ser mi papá Luis y el tío Tavo, que se autodenominaron “la caballería” y querían intentar una solución.

Se metieron a la cocina y no nos dejaron entrar a ninguno, aunque en un momento que el tío Tavo necesitó una sartén, me sorprendí un poco verlo con un mandil, ya que casi nunca cocina, pero tampoco pude curiosear mucho, me sacaron en cuanto les di lo que querían.

—Muy bien, chaval, tómate este carajillo mientras está listo el resto —desde la cocina se escuchaban las risas del tío Tavo-, eso ya lo explicará él, aunque la verdad, sí es gracioso.

—¡Anda! Pero si es un cigaló —dijo Ramón-, creo que lo primero es quitarte esta cerveza, tronco —bajo protesta, pero Iván soltó su cerveza.

—¿Qué es…? —intenté preguntar.

—¡Quieto todo el mundo! —Me interrumpió mi tío Tavo—esto está caliente y no veo por donde voy —entonces le vi la cara, tenía los lentes totalmente empañados, así cualquiera. Finalmente logró dejar el tazón que llevaba frente a Iván-. Cómetelo ahora que está caliente, pero no preguntes lo que es —le recomendó.

Volvió a la cocina y regresó con una bandeja de canapés y unas cuantas Coca-Colas.

—No es bueno que nadie coma solo —dijo mi papá Luis mientras se servía a dos manos.

—¿Pero qué es un carajillo? —por fin me dejaron preguntar.

—Un cigaló —me empezó a explicar mi novio guapo-, es un café que se prepara junto a algún licor destilado, puede ser un simple café con alcohol, pero también dicen que ayuda a sacar la resaca.

—Un carajillo también es un una persona joven, al menos en mi país, —acotó mi tío Tavo. Ahora sí entendimos sus risas y los tres nos unimos a la broma. Me alegró mucho ver a Iván sonreír de nuevo, la verdad-. Y la sopa que se está tomando Iván es un levanta-muertos, como llamamos a ciertos platillos que son capaces de sacar cualquier borrachera, incluso de eliminar totalmente la resaca.

—¿No piensas decirnos qué tiene? —quiso saber Ramón.

—Un poco de esto y de aquello y mucho de no-te-metas-donde-no-te-llaman —mi tío se estaba quedando con nosotros, aunque noté que no le quitaba ojo a Iván, probablemente esperando a que el chico mejorara.

Aurora

—Tía, ¿estás segura que esto va a funcionar? —le pregunté a mi chica.

—Por supuesto que no, cariño, pero somos chicas, salir de compras es lo que más nos levanta la moral —me dio un pico y siguió buscando la ropa que se iba a poner.

—Cómo te gusta encasillarte en un cliché, joer —protesté-, no creo que salir de compras nos guste sólo por ser chicas, la verdad…

—Ya, pero igual te encanta la idea cuando estás con el ánimo por los suelos, así que no fastidies.

Le iba a responder en condiciones, pero justo en ese momento sonó el teléfono de Ester, era Iván para ver si se mantenía la hora, que resulta que se acercaba demasiado rápido, por lo que tuvimos que correr un poco, pero llegamos puntuales a sacarle de casa de Cami, que no le dejaban salir solo para evitar que hiciera alguna tontería, además, teníamos instrucciones de Ylian sobre el sitio al que debíamos ir de compras, nada del Corte Inglés, nos hizo prometer ir a ver tiendas a un centro comercial cerca de casa de Ricardo, a ver si las cosas funcionan. Ramón nos acercó al sitio y luego se dio el piro, creo que quería aprovechar el tiempo a solas con su chico, cosa bastante lógica, aunque no dijo nada al respecto por respeto a la situación de Iván.

—Pues ya estamos —dijo Iván nada convencido con la perspectiva de pasar la tarde con dos chicas ávidas por ver tiendas.

En realidad, nosotras no pensábamos comprar nada, pero teníamos que entretenerlo un buen rato todavía, por lo que nos enfocamos en el tipo de ropa que a él le gusta, además de convencerlo de comernos algo, tal como estaba planeado.

Norman

—Venga, que no llegamos a la peli —le metí prisa a mi hermano, sólo espero que el resto del plan vaya bien porque lo que menos me interesa es salir, lo que quiero es ver sonreír a mi hermano.

La salida empezó bien, la peli estuvo buena, también vi a Iván con Ester y Aurora en una de las tiendas, aunque Ricardo no lo notó. Al salir del cine, vi que estaban comiendo, lo que seguía mi idea perfectamente, ahora tengo que decirle a Ricardo que tengo hambre y esperar a que suceda un milagro.

Iván

Bueno, debo reconocer que el hablar con Tavo y con Luis, especialmente con Tavo, me ayudó a centrarme un poco, la verdad que debo ser responsable de mis actos, si le partí el corazón a mi Ricar, soy yo quien debe componerlo, no esperar que alguien lo haga por mí o que suceda un milagro.

También salir con las chicas me sentó bien, pensé que sería un calvario, como siempre que acompaño a una chica a ver tiendas, porque me aburro y me desespero antes de salir de casa, pero Ester y Aurora estaban decididas a comprarme ropa nueva y también me tuvieron paciencia cuando estuve un buen rato en el kiosko de revistas donde conseguí números muy buenos, aunque no quise comprar la revista que mi Ricar me compraba siempre, lo sentía como rechazar la oportunidad de volver con él, como si me diera por vencido.

Había comido bastante, además, esos dos vasos de refresco hicieron efecto mucho antes de lo que esperaba y necesité ir al váter. Cuando volvía, pude ver a Ricar con una bandeja de comida sentarse junto a Norman, di un rodeo para que no me viesen, no me siento preparado, no sé qué podría decirle, “perdón” no es suficiente, tampoco podría decirle que fui un idiota, porque insultarme no soluciona nada, al contrario, terminaríamos peleando otra vez. La verdad, tengo miedo, miedo a perderlo definitivamente por no saber decirle lo mucho que lo amo.

Norman

Vaya, Iván nos evitó, no contaba con eso, no sé si Ricardo se habrá enterado, pero no me gusta nada. En fin, me entretuve decidiendo un postre lo suficiente para que al salir del lugar casi coincidiéramos con ellos, pero Iván lo que hizo fue apurar el paso y no dar tiempo a nada.

—¿Todo esto fue idea tuya, verdad, hermanito? —me preguntó Ricardo una vez en casa.

—Pues sí, ¿era tan obvio? —me ruboricé un poco, pero no me importa, es mi hermano y mis intenciones eran buenas.

—Al principio, no, la verdad, pero algo me decía que te interesaba algo más que la peli, sin embargo —se acercó a mí y me abrazó fuerte-, me di cuenta que a Iván le importo, aunque no se sienta preparado para enfrentar la situación. Muchas gracias —me dio dos besos-, todo se solucionará cuando él decida acercarse a mí, no te preocupes.

Parece que mi plan no fue un fracaso tan grave, por lo menos, pero en este momento disfrutaré que mi hermano está de buenas y sonríe, le daré el mejor abrazo que le he dado en mi vida y esperaremos a que esto pase.

Ester

Vaya putada que Iván no se haya atrevido a hablar con Ricardo, joer, si nos salió todo, hasta ponerlos frente a frente, pensé que Ylian tendría razón y que al menos intentaría saludarlo, pero no, el tío va y se esconde, no sé si es cobarde o si no se sentía preparado. Lo que sí puedo decir es que estaba a punto de llorar cuando le dejamos en casa de Cami y Ramón y no nos creyó ni de lejos cuando le dijimos que todo fue simple casualidad, sólo espero que no nos odie mucho.

Semejante tarde y algunos otros temas que debíamos resolver y nos fuimos a la cama listas para dormir 5000 años como Tutankamon. Aunque yo me fui a la cama con algo dando vueltas a la cabeza y que no me dejaba dormir hace días: he tomado una decisión, pero no sé cómo hacerlo. Quiero pedirle a Aurora que sea mi novia, ya hemos pasado juntas por mil cosas y creo que lo nuestro está para durar, además, todo esto entre Iván y Ricardo sólo me recuerda un consejo que me dieron una vez: Carpe Diem. A ver cómo le hago.

Ya sé, se lo diré en la próxima reunión que inviten los chicos, pero sólo si están Iván y Ricardo, porque los dos son parte de esto también.

Joel

—Abuelo, quisiera ayudar al hermano de Ylian, pero no sé cómo, es que el tío ni se anima a hablar con su novio… ya su cuñado intentó hacer que se encontrasen por una forzada casualidad, pero nada —me sinceré con mi abuelo, él siempre tiene buenas ideas, tal vez nos pueda ayudar.

—Pues si es la mitad de buena persona que Ylian —me contestó mi abuelo mientras revisaba un viejo baúl, al parecer lleno de recuerdos-, creo que es sólo cosa de tiempo, pero ya ha pasado mucho tiempo para seguir discutiendo por tonterías, creo yo.

—Eso mismo pienso yo, pero no se me ocurre cómo hacerlo, no sin ser prudente —apunté.

—Bueno, tal vez es momento de no ser prudente, a veces es necesario un poco de violencia —levanté una ceja-, no digo que les acomodes las ideas a ostias, aunque podría ayudar, digo que esta vez podrán obligarlos a verse cara a cara sin que puedan evitarse, no sé si me entiendes… —me dijo con esa sonrisa pícara que usa para darme a entender alguna trastada que espera que deduzca por mí mismo.

—No sé si es lo que estás pensando —le contesté con una sonrisa-, pero tengo un plan…

Cami

—Bueno, ya que estás sobrio y decidiste no hacer ninguna estupidez, creo que puedes salir un poco a que te dé el aire, Iván —le dije claramente, no le vamos a mentir, aunque tampoco le digamos nuestras esperanzas-, vístete, que Joel hará una barbacoa para celebrar no sé qué, como sabrías si revisaras tu teléfono, y vendrás con nosotros, no te la puedes pasar encerrado como un preso.

—¿No irá a estar Ricardo allí, verdad? —vaya, lo único que no debía preguntar.

—Pues, esté o no, creo que deberías ser un poco valiente y correr el riesgo —le contestó mi novio antes que pudiera decir nada-, además, ¿qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué os reconciliéis?

Iván se puso colorado como nunca antes, no sé si de pena, no sé si de ilusión, pero su cara adoptó ese mismo gesto de determinación que tenía cuando decidió esperar a que Ricardo regresara de Finisterre, se ve que aunque pueda que no se sienta preparado, al menos no se rendirá sin luchar por lo que siente, que es lo que llevamos un mes intentando que haga.

—Vale, voy con vosotros, y, os advierto, me la pasaré bien, nada de alcohol y sí mucho qué solucionar —nos dijo con los ojos, ahora sí, brillando por la ilusión.

Ylian

Menos mal que aunque no se hablen, Vanya y Ricardo me dejaron usar su coche mientras no lo necesiten y como ninguno está en situación de decidir nada, pues al menos he impedido que lo tomen por un auto abandonado. Me puse guapo, como Joel me pidió, aunque sé que lo que quiere festejar es que esos dos se reconcilien, aunque todavía no haya sucedido. En fin, me terminé de vestir, le dije a mis tíos que saldría con Vanya y que esperaba volver con los dos a casa, así que me dieron sus buenos deseos y permiso de llegar a la hora que hiciera falta, siempre y cuando el intento fuera serio. Les expliqué la idea de Joel y lo que ya había planeado Norman y me dijeron que era lo mejor que podía hacerse, al final me recomendaron llevar al niño también, para que fuera parte de algo que le importaba tanto.

Me fui a buscar a Ricardo, quien no quería ir, con la idea de llevar a Norman con nosotros hasta que llegué a casa de sus padres.

—Ricardo, tío, vamos que se nos hace tarde —le dije.

—No pienso ir, Ylian, no tengo nada qué festejar, no seas pesado —me dijo de mala leche.

—Pues nos iremos Norman y yo sin ti, ya le pedí permiso a tus papás y no tienen problema, especialmente porque mañana es sábado y no tiene cole —le dije con bastante acidez, más que todo para hacerlo reaccionar y que acepte ir.

—Pufff —refunfuñó-, sabes cómo obligarme, ¿verdad? Sabes que si te llevas a Norman iré contigo aunque no quiera —me encogí de hombros-, vale, esta vez ganas, pero me la pagarás, cuñado, me la pagarás.

Le dediqué una radiante sonrisa, no tanto porque me hiciera caso, que también, como por el hecho que todavía me ve como su cuñado, parece que es cierto lo que me comentó Norman sobre que no fue un fracaso la salida al cine.

Al final nos subimos todos al coche, previas advertencias de sus padres respecto a Norman, y nos fuimos a casa de mi chico, que igual se está haciendo tarde.

Ramón

Bueno, ya todo está puesto, esperemos que esto sí dé resultado, al menos tengo la completa certeza que no se pelearán a gritos porque por algún extraño motivo a los papás de esos dos les pareció bien que viniera Norman y ellos lo quieren demasiado como para que los vea pelear.

Con el final del verano, hacer una barbacoa no es buena idea: por un lado, empieza a hacer frío además, cuesta más encenderla, al menos la de casa de Joel, que es a carbón y no a gas. Pero juraría que la idea de la barbacoa es más por comer fuera de la casa, porque en cuanto llegó Ylian con Ricardo y Norman, Joel y Cami se llevaron al chico aparte y le dijeron algo mientras señalaban la piscina, sospecho por dónde van las cosas, a ver si dan resultado.

Cuando me acerqué a ayudar a Joel, me di cuenta que hace rato tiene la barbacoa encendida, simplemente está haciendo tiempo, así que decidí poner de mi parte. Norman estaba hablando con Iván junto a la piscina, ninguno de los dos dejaba de ver de reojo a Ricardo, que estaba al otro extremo hablando con Ester, pero de espaldas a esos dos, aunque debía sentir sus miradas taladrándole la espalda. En un momento Norman desvió su mirada hacia Cami y él asintió, por lo que me fui hacia el cuarto que hay junto a la piscina, donde está la ducha, para verificar una cosa.

Cami

Tal como habíamos acordado, a mi señal, Norman empezó a preparar a Iván para lo que se venía y yo, distraídamente, me acerqué a Ricardo y Ester con un par de refrescos, el pretexto ideal, tomando en cuenta lo “difícil” que la está teniendo Joel con la barbacoa.

—Ester, pensé que te apetecería tomar algo —le dije mientras le ofrecía una de las bebidas, luego le di un trago a la otra.

—Joer, y yo, ¿qué? ¿No puedo querer algo también? —me dijo Ricardo fingiendo estar molesto, la verdad, para no haber querido venir, hay que reconocer que tiene un humor excelente.

—Ah, perdona, ¿tienes sed? —Asintió, lo peor que pudo hacer— pues te daré agua —y le di un empujón directo a la piscina, sabía que Norman tenía su móvil, así que no me preocupó lo que tenía en los bolsillos.

Mientras Ricardo caía al agua vi que Norman hacía lo propio con Iván, al que primero le había quitado el móvil, puesto que lo tenía en la mano.

De inmediato Rubén y Edu se acercaron corriendo, pero Ylian y Ester los retuvieron, los tíos se iban a lanzar de cabeza a ayudarles a salir, pero eso no era necesario, la piscina no era tan profunda y ya ellos estaban saliendo, como bayetas y con fuego en los ojos, pero al menos por fin de acuerdo en algo.

—¿Cómo se os ocurre…?

—¿… tirarnos así con el frío que hace? —Iván completó la frase de Ricardo, lo que a todos nos sacó una sonrisa de complicidad y los hizo mirarse perplejos el uno al otro.

—Venga ya, tampoco es para tanto —dijo Mr. Mellors, no sé cuándo se acercó el abuelo de Joel-, iros a duchar y secaros en la ducha, hay toallas de sobra y en la habitación de huéspedes hay ropa vuestra de otros días que habéis venido, voy a buscaros algo.

En cuanto Mr. Mellors se hubo ido, Iván y Ricardo se decidieron a irse a la ducha, pero a la hora de entrar no se decidían a hacerlo.

—Meteos juntos, coño, ni que nunca os hubierais visto con poca ropa, joder —los impulsó Ramón.

—Si no te molesta, Ricardo… —Iván estaba un poco cohibido por estar a solas en un lugar tan chico con su novio, pero tampoco es que les diéramos otra opción.

—No, para nada —el rostro de Ricardo hubiera parecido una máscara de lo inexpresivo que estaba, pero sus ojos lo delataban-, mejor entremos antes que vuelva Mr. Mellors y nos eche la bronca.

Entraron a la ducha y Ramón sonreía triunfal, entonces me di cuenta: cerró la puerta con el pasador que tenía por fuera para cuando no estaba en uso:

—Allí os quedáis hasta que habléis, ya es hora de dejarse de gilipolleces.

—Creo que te pasaste, macho… —Mr. Mellors traía algo de ropa, pero estaba con Joel riéndose de la cara de los chicos al caer al agua, curiosamente, la comida ya estaba casi lista.

—Ya, bueno, sólo había una forma de hacerlos entrar en la ducha sin que nadie más se mojara —mientras hablaba, Norman se acercó a él y le chocó los cinco-, esperemos que funcione.

Iván

Joer, estos tíos se pasan, la verdad, aunque no creo que hubiera otra forma de hacernos estar a solas, la verdad, cosa que agradezco, aunque agradezco más que Ricar quisiera.

—Ricar… —intenté empezar mientras él se quitaba la ropa de espaldas a mí.

—¿Sí? —se giró para ver lo que quería, él ya estaba sólo en bóxer y me podían las ganas de abrazarlo, cosa que hice.

Él me correspondió el abrazo y cuando nos separamos, tomó mi cara entre sus manos, contacto que no sabía lo que añoraba:

—Sólo di la palabra, por favor, Vanya —me dijo.

—Perdón —me salió del alma, no fue impuesto, es todo lo que podría haber dicho, porque es lo que siento, que necesito su perdón, nada más.

Él sonrió, con esa bella sonrisa de amor que tiene y me besó, me besó como nunca, intentando que nuestros corazones recuperaran ese mes que estuvimos separados por una estupidez.

—Te amo, mi Vanya, no importa nada más, sólo quería que tú me dijeras que todavía me quieres, aunque no sea el tío más guapo del mundo —me volvió a besar, pero esta vez le abracé, quería tenerlo tan cerca como fuera posible, no importaba nada más.

—Puede que no seas el tío más guapo del mundo —le di un pico-, pero eres el hombre más bello, hermoso, lindo y guapo de mi mundo —ahora sí le di un beso en condiciones.

Fin.

(9,17)