Nuevos relatos publicados: 0

Ágata

  • 2
  • 4.251
  • 9,83 (6 Val.)
  • 0

Es esta la historia, la de un solo día, 
de una divina mujer prometida, 
de nombre Ágata, preciosa joyería, 
de talle fino, ella su cuerpo cuida, 
culo duro y unas tetas de fantasía, 
ardiente como una brasa encendida, 
que a su novio deja por aburrido;
ni en un empleo porquería fue admitido:

Pronto esta mañana hemos despertado;
tan temprano era: el sol no había salido. 
Para un empleo serás entrevistado:
"Cariño, debes ir fortalecido;
te voy a hacer una mamada, de lado;
quítate el calzón, hum, sí, me lo pido;
vente, así, de costado, te la chupo;
derrama tu semen, luego lo escupo." 

Has salido y en la casa me has dejado. 
Sorbo un café y veo la televisión;
luego hago la cama y un poco he limpiado;
pero, no sé, me falta algo de acción. 
Oigo campanas, el timbre ha sonado. 
Abro la puerta: el cartero; ilusión. 
Me dice que viene a dar un paquete;
pienso que podría entrar en mi boquete.

Que entre le he pedido al cartero urgente, 
que el recibo quiero bien revisar. 
Me mira el buen hombre; lo veo pendiente 
de mi bata abierta que, por azar, 
deja a la vista mi carne caliente:
creo que ya tiene ganas de follar. 
Yo lo dirijo a mi alcoba del brazo. 
"Ay, cartero, ay, ah, hum, tu polla, hum, qué buen mazo." 

Termina el cartero, ya se ha marchado. 
Voy de compras para hacer la comida. 
En la frutería el tendero ha observado 
que mi falda es muy corta, muy atrevida. 
No hay nadie; me da por atrás, qué osado; 
"hof","hum","hof","hum", y siento su corrida, 
viscosa, tibia, en mi ano derramada. 
La compra, gratis; hoy no hubo mamada.

Me he cruzado en la calle con Teresa;
es vecina mía; compra, va cargada. 
Ella es un poco mayor que yo, y obesa;
es guapa, y tiene una lengua afilada:
"Ágata, vente a casa, no seas siesa, 
que quiero comerte el coño, malvada";
"Ay, y yo que me lo comas, Teresita, 
me apuro, voy contigo derechita."

En casa Teresa me he desnudado; 
y ella; he tocado su piel blanca y grasa;
sus tetas, inmensas; las he chupado;
gimiendo, está a gusto, mi boca pasa;
mi saliva y su leche; yo me evado:
soy como una ñiña feliz en casa. 
Abriendo ella mis muslos cuidadosa, 
despacio, en mi coño sus labios posa. 

Resulta que mi novio ha regresado;
saber si será admitido: un dilema. 
Yo: "¿Follamos?; él:"No, que estoy cansado."
Prefiere ahora que cambiemos de tema,  
así a la mesa nos hemos sentado. 
Comemos juntos, su cara es un poema;
después nos vamos a echar una siesta. 
Sueño despierta con su polla enhiesta.

Bajo mi pijama, una hembra esperando:
"¿Debo esperar o ya te has decidido?;
digo, sí, tendríamos que estar follando, 
y no hablando de si te han admitido;
cariño, qué ganas, estoy deseando
que tu cipote me quite el sentido;
métemelo pronto, ay, sí, así, más, más;
¿otro gatillazo?, lo pagarás."

Ágata, la noche, horas anodinas. 
Ágata, di, ¿el follar se va a acabar?
Ágata, oye a vecinos y vecinas, 
los resuellos y alaridos sonar. 
Se regalan citas por las esquinas;
di, Ágata, ¿vas a dejarlas pasar?
Ágata se viste, no va a dormir. 
Vete, Ágata, que el sol está al salir.

(9,83)