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Una relación demasiado duradera. (Introducción)

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Conocí a Lola una noche de vinos, muchos vinos. Yo exhibía mi borrachera de bar en bar con los amigos, entrando a las chicas, prometiéndoles que eran lo más bonito que jamás habíamos visto. Vaya nochecita.

Deberíamos ir por el cuarto o quinto bar que frecuentábamos aquella noche cuando nos encontramos con Antonio y Ana, unos amigos que llevaban de novios desde el paleolítico, tan juntos y amándose como siempre. Los saludamos tan efusivamente como nuestro nivel etílico nos invitaba a hacer. Entonces fue cuando Antonio me presentó a Lola, una chica de estatura más bien bajita, rubia de las de verdad, ojos azules y preciosos que era muy amiga de Ana de la universidad. Como me percaté que iba un poquito de "escopeta", no dudé a avasallarla adelantándome al resto de mis compañeros de caza.

Lo cierto es que Lola también iba un poquito borrachilla, no tanto como yo, y enseguida entablamos una conversación, conectamos bien. Hablamos de mil y una historias aquella noche, nos empeñamos en encontrar situaciones o acontecimientos que tuviésemos en común, y creedme que teníamos mucho en común. Éramos estudiantes, nos gustaba salir de fiesta y nadie ocupaba nuestro corazón. Aquello fue determinante, a ella le gustó que yo fuese soltero y a mi se me abría una puerta aquella, hasta ese momento, aciaga noche.

A las 3 de la madrugada ella debía marcharse a casa, un padre demasiado chapado a la antigua no le permitía llegar mas tarde de esa hora. Yo como buen galán me ofrecí a acompañarla a casa, ya sabéis porque no fuese sola aquella preciosidad, que por la noche todos los gatos son pardos. Cuando llegamos a su portal seguimos un rato hablando y justo en el momento en que se produjo el silencio y nuestros ojos se cruzaron, yo cerré los míos y la besé. Aquella noche Lola llegó mas tarde de la hora establecida por su padre.

Bien, pues de aquella manera comencé mi primera relación seria. Era seria desde el principio porque yo normalmente solía acostarme con las chicas en la primera o segunda cita, pero con Lola me costó dos meses de quedar todos los días y respetar su decisión de que le gustaría estar segura de sus sentimientos antes de hacer el amor.Vaya tontería, pensaba yo, pero me gustaba mucho y sentía algo que nunca había sentido antes y lo respeté.

La primera vez con Lola fue un fin de semana que sus padres se marcharon de viaje y dejaron a sus dos hijas solitas en casa. Era la ocasión idónea de quedarnos juntos y dar rienda suelta a nuestros instintos sexuales que por mi parte, los saciaba masturbándome a diario en mi solitaria habitación, mas tarde me confesó que ella hacia lo mismo.Lola había recibido una estricta educación religiosa en un colegio de monjas, represiva en cuanto al sexo que lo mostraban como un invento diabólico que conducía al pecado si no se hacia por pura procreación. Pero claro, no todo el mundo es tan inocente y Lola aunque algo cohibida no era tonta. Quedamos temprano aquel sábado, teníamos que procurar que Afri, la hermana menor de mi chica, estuviera ocupada fuera de casa. A Lola le costó deshacerse de ella pero al final lo consiguió dándole dinero para que se fuese al cine con las amigas. Allí estábamos los dos tomando unos cubatas para dar ambiente en el sofá de su casa. Ella estaba preciosa, sabía que era un día especial y se había vestido para tal ocasión. Llevaba una camisa negra ajustada elástica que realzaba sus empinados pechos, una minifalda también negra hasta las rodillas y unas sandalias de tacón que la convertían en una chica mas alta y estilizada. Olía a rosas, un olor muy suave pero penetrante.

Ya solo faltaba una buena música de ambiente a lo que Lola puso remedio dándole al play del equipo de Música.Empezó a sonar "Fall at your feet" de Crowded House, una balada genial para la ocasión.Lola se sentó aun mas cerca de lo que estaba hasta ese momento, agarró el vaso de mi mano y lo depositó en la mesa, con un certero movimiento apartó su cabello de la cara y comenzó a besarme. Ya en ese momento empecé a excitarme, por mi vientre corría un cosquilleo lento y agradable. No dudé en acercar más mi cuerpo hacia el suyo, con mi mano derecha agarraba su delgado cuello y acariciaba su nuca.Nuestras respiraciones se aceleraban poco a poco al ritmo de la excitación. Comencé entonces a desabrochar su camisa, poco a poco y mirándole a lo ojos, quería tener su aprobación en todo momento, ella no puso ningún impedimento y volcaba su cabeza hacia atrás. Mis deseos de contemplar sus pechos por primera vez estaban a punto de ser colmados. Le quité la camisa y dejé a la vista su sujetador, el negro sería el color elegido por Lola para toda la ropa que llevaba aquella noche. Era de encaje y traslucido.Se adivinaban unos pezones erectos y rosados. Con pericia le quité el sostén, y aparecieron ante mi unos pechos de una talla 90 curvados hacia arriba, las aureolas de los pezones eran grandes y rosadas, apenas había contraste con su blanca piel.Hacia ellos me dirigí para lamerlos, que bien olían, que bien sabian, se iban poniendo duros dentro de mi boca, un manjar. Con una mano acariciaba el seno que quedaba libre y con la otra iba adentrándome por sus piernas hacia el interior de su falda, poco a poco. Ella acariciaba mi pecho por el hueco que dejaba mi camisa que ella había desabrochado, yo llegaba hasta sus braguitas. Tocar sus bragas fue como apretar el botón que abrió sus piernas, pude percatarme de que éstas estaban húmedas, no es de estañar después de tanto tiempo de absentismo, ambos deseábamos aquel instante.

Me levanté para quitarme la camisa e invité a Lola a que hiciera lo mismo.Me arrodillé ante ella mientras bajaba la cremallera de su falda, ella elevó sus rodillas, primero una y luego otra, para que yo pudiera desprenderle de la prenda. Miré de nuevo sus ojos, una ultima aprobación por su parte y comencé a bajar sus braguitas. Lo hice lento, quería ver como asomaba su concha ante mi. En mis pajas mentales lo imaginaba también rubio como ella, aunque no era así, su vello púbico era mas bien escaso, no porque se depilara, simplemente no lo tenía muy poblado y era nulo en sus labios externos. Lola se recostó en el sofá, yo le abrí las piernas y me encaminé a lamer su coño, ella hizo un ademán con sus manos intentando evitarlo, la miré y ya no buscaba mas aprobación, ahora quien tenía las riendas era yo. Un primer lamido en sus labios externos que precedieron a que mi lengua hurgara por vagina la hicieron jadear por primera vez. Aquello la estaba excitando, abrí con los dedos su sexo y lamí su clítoris pequeñito y rosado. Su cuerpo se iba estremeciendo de placer y mi pene se hacía más y más grande haciendo que me incomodasen mis vaqueros.

Acabado el conilingus, escalé hasta sus labios para que probara de los míos el sabor de su jugo. Mientras, fui desprendiéndome de mis pantalones y mis bóxer que dejaron a la vista mi pene erecto. Me enfundé el condón y coloqué el glande en la puerta de su sexo y mientras lamía sus orejas la penetré. Aunque no fue de una manera violenta, la penetración fue dolorosa para ella, estaba bien lubricada pero su vagina era estrechita y mi pene algo grueso para tal tamaño. Que placer sentir su calor interior, las paredes de su vagina apretando mi polla que suavemente bailaba dentro de Lola. A su vez, ella agarraba mis nalgas apretándome hacia ella, jadeaba muy lentamente y besaba mi cuello. Yo seguía dándole lo que deseaba, cada vez más rápido acompañando el ritmo in crecendo de sus jadeos, agarraba con fuerzas mi culo y soltó un ruidoso alarido de placer cuando mi chica llegó al orgasmo que dio pie a mi abundante eyaculacíon.

Quedamos un largo rato los dos fundidos en un abrazo y entrelazados por nuestros sexos, nos miramos y nos besamos, nos sonreímos y anudamos nuestra relación, aun más cómplice que hasta ese momento.

No hace falta recalcar que aquella primera vez con Lola mereció la espera, por lo bonita y gratificante que fue. Ahí empezó una relación de pareja que duró demasiado porque con el paso del tiempo surgieron infidelidades que la debieron cortar mucho antes y que en próximos relatos os iré relatando para no hacer de éste un relato prolongado y aburrido.

(9,00)