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Me titulé de puta: Visitando de nuevo a la madrota
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Ya había pasado algún tiempo de las ‘Lecciones de como coger’ que habíamos recibido con la madrota y que habían sido muy bien aprovechadas.

Pasó a ser frecuente recordarme como había cogido:

-¡Te voy a joder como te cogieron en el congal mamacita…! Como cuando le dabas las nalgas a aquellos güeyes…

– ¡Siiii…! ¡Asiii! métemelo maaasss… yaaa méteme el palo como ellos… tooodoo… Siii… cómeme asiii… quiero daaarrrr…

Comenzamos a ir a una avenida semi-hundida, llamada “el Periférico” en que hacíamos algo diferente:

Entraba a la avenida en un sector con muchos vehículos circulando por el carril central, sin prisa, sin importar los coches a los lados me metía la mano por las piernas y la concha; me descubría los pechos. A seguir me bajaba los calzones y me subía la falda a la cintura. Yo colaboraba abriendo las piernas, moviéndolas, ventilando el chango peludo. Ya así se abría los pantalones sacándose el palo que le agarraba de inmediato.

En ese tramo ya con poco tránsito, nos sentíamos tranquilos y seguros para hacer exhibicionismo. Manejando lentamente me dedeaba la concha, alternando con caricias a los pezones, totalmente relajaba… con la cabeza en el respaldo, gozaba la dedada y le movía suavemente la verga hasta venirme.

Al pasar por debajo de un paso peatonal con alguna gente, se detenía un poco para ser vista claramente encuerada y dedada, tranquila, gozando la venida, sin importar que me vieran el traste.

Avanzábamos un poco más a donde era el final de la avenida con una vuelta en U, se detenía en la curva y completaba mi masturbación, de eso pasábamos a la suya, era sui turno de venirse… en mi boquita sentada de lado lo mamaba, con una pierna levantada para seguir moviéndome la perlita hasta que le sacaba toda la leche.

En otros momentos comenzamos a variar las cogidas metiéndome un consolador, a veces por el culo y a veces por la chucha:

– ¿Ves cómo estás? Mamando con un palo metido por el culo y otro por el coño… ¡Eres una zorra cogelona y mamadora!

– ¡Mentiroso! Jajaja… En la boca tengo tu palo, en la chucha tu lengua y por atrás el consolador… ¡Mentiroso…! Jajaja… Huuummm…

Consideré que estábamos maduros para otra experiencia.

– Cariño, ¿qué te parece si vamos a ver cómo está la Juana?

– A ver pónmela bien… ¿A ver cómo está? ¿Nada más? Tú quieres otra cosa… ¿Qué quieres…?

– No se… no estoy seguro… ¿No quieres repetir la experiencia…? ¡Fue muuuy especial…!

– Si, fue especial, pero no. En principio… no… No se…

Pero insistió y un día que estaba de buenas, acepte regresar. A ver que decía y como estaba la señora… Fuimos otras dos veces. Antes de ir sola…

Y otra vez

Después ya fue fácil regresar, solo me lo insinuó y acepte. Esa siguiente vez hubo cambios, la madrota le sugirió:

– ya está bien ambientada. ¿Qué les parece si la arreglo como una de mis puchachas?

Me fascinó la idea. ¡Siii! ¡Verme así sería fantástico! Acepté y marcamos día y hora.

Por separado, sin que yo supiera, le dijo a mi primito:

– ¿Le parecería que ella se quede sola, o sea, sin usted junto? ¿Por un rato?

Aunque ya lo había pensado, eso lo sorprendió y tuvo que pensarlo. Al llamarla de nuevo le dijo:

– Creo que puede ser muy excitante y lo veo posible, pero ¿Qué le parece si sucede como continuación de algo en que ya esté muy caliente? como aquella vez que bajamos. Lo he pensado y creo que lo mejor sería que entremos primero, cogemos y si la veo bien cachonda la dejo sola.

Estuvo de acuerdo y así quedamos. Pidió que me pusiera una tanga muy chiquita.

Sin decirme que pensaba dejarme sola, me comento que la Juana nos invitaba a una orgía, lo que acepte sin titubear, ya sabía como era, estaba tranquila con un leve sonrojo o algo así. Más bien como deseosa. (¿Caliente?). Tampoco me dijo que la madrota me iba a arreglar.

Llegando pregunte ingenuamente:

– ¿Vamos a estar arriba o abajo?

– Abajo.

– Buuueeeno, ¿Ya vamos?

– Dentro de poco. Primero vamos a vestirte y maquillarte.

Cuando volví. ¡Que sorpresa! Venía muy maquillada, con una mini-minifaldita muy leve, que mal me cubría las nalgas, con una blusa casi transparente y que dejaba ver los pezones duros, duros. Se alegró de verme así y vi claramente su reacción en los pantalones.

Con esa reacción cambie de expresión de duda a una de alegría. Después le confesé que ya tenía curiosidad de saber más como era estar así entre varios hombres, como ya había visto en las otras visitas, y que ahora lo haría con pleno conocimiento y consentimiento.

Arreglada como estaba se veía y parecía, no, no parecía, era otra de las huilas de la casa. Y se portaba como una más, cruzando y descruzando las piernas enseñando los calzoncitos y caminando moviendo las tetas y el cuadril. Varias veces le pedí que caminara para verla moverse.

A una indicación de la madrota fuimos a la sala que conocíamos para lo que sería otra fiesta de varias parejas.

Ya estaba otra pareja acariciándose, vimos el ambiente y comenzamos la cachondeada, pronto ya estaba enseñando las nalgas sin importarme, ya que las otras viejas estaban iguales. Me dije:

– Mámame… sin decir nada me comí el palo chupándolo como sabía.

Entraron otras dos puchachas, y varios hombres que se fueron acomodando en los varios sillones comentando:

– ¡Ah que buenas nalgas! ¡Que chichotas mamacita, tengo hambre! Yo quiero esa piernuda…

De rabo de ojo lo mire, claramente preguntándole que hacer, me murmuro al oído:

– No te preocupes, ya estuvimos aquí en una orgía, ya sabemos cómo es.

Moví la cabeza aceptando y ya no hice caso, me quité la blusita e inclinada de pie con las nalgas en pompa seguí mamándolo; el tipo de junto comenzó a meterme mano a los pechos que se balanceaban alegres. A seguir, sin titubear se me puso atrás, me bajó los calzoncitos y me cogió, me retorcí un poco, pero mantuve la posición. Viendo que estaba tranquila y siendo cogida por otro sin reclamar, mi primo me murmuro al oído:

– Voy al baño…

Y salió. Después me contó que subió al entrepiso para verme sola, ya lo esperaba la madrota.

No me diferenciaba de las otras pirujas y cuando se vino el que estaba follándome otro cabrón se acercó acariciándome suavemente las nalgas, me deje hacer medio dudando, medio indecisa como viendo si mi primito cabron regresaba:

– ¡A ver hijita… dame esas nalguitas! y me la dejo ir…

Pensaba:

-Este pendejo me está dejando sola, ya me sospechaba que iba a querer verme coger con otros. (Pendejo el, o pendeja yo?) Le voy a demostrar que ya se hacer lo que sea, que voy a dejar que me coja el que quiera, como estas putas… De seguro me está viendo.

Además, la verga que me están metiendo está muy sabrosa

A seguir con calma, el güey me fue metiendo la mano y también la verga. Como es de habitual, pronto todas las parejas ya estaban cogiendo o mamando y cambiando de pareja. Una de las pirujas ya clavada agachada, otra cogida de a ranita… Otra mamando.

– Otro pepino metido… ya perdí la cuenta… ¡creo que estoy siendo muy puta! ¿Creo…?

Otro tipo me recostó en un sofá, y sin decir nada, ya sabiendo cómo era, abrí las piernas ofreciendo la raja, el tipo, sin dudar, me clavó el puñal hasta la empuñadura, solo cerraba los ojos y pujaba, pensando: ¡Y otro! ¡Chinga y chinga! Creo que ya me estoy acostumbrando

El vecino de joda aprovechando y sin dejar de follar a otra, me cachondeaba… Al terminar oí que uno de ellos comentaba:

– ¡Qué buena nalga tiene esta caraja! Dura, dura y la sabe mover…

Después de esos palos, ya puesta en ese camino me cogieron otras dos veces, en diferentes posiciones, una agachada mamando otra verga y otra de lado.

Me sentía muy a gusto encuerada y cogiendo, sin preocupación o vergüenzas. Igual que las otras zorras.

Cuando terminó de venirse el quinto cabrón y me enderece, me abrazaba murmurándome al oído:

– Estás linda amor, he visto todo ¡y has sido fantástica! ¡Te adoro amoooor!

Le dije sonriendo:

-¿Por qué no venías…? ¡Cabrón!

– Para verte cogiendo amor… (¿Hablando groserías cariño?) Estás cogiendo de a madres hijita, ya van cinco palos, que pinche putota eres cabrona…!

– ¿Y crees que ahora te voy a dejar metérmela?

– Siii, por favor amooorrr, te quiero meter la verga hasta el fondo… de castigo por dejarte sola

– Jajaja, ¡qué chistoso! ¿Crees que soy qué? ¿Una… puta…?

– Pues sí… creo que sí…

– Bueno… pues si… es cierto… en ese caso ¿Cómo quieres que me ponga?

– Dándome el culo cariño… Es lo que te falta dar hoy…

Sin decir nada puse las nalgas en pompa y con una mano me acomode con cuidado su garrote en mi culantro y me lo fue encajando… ya sabíamos muy bien cómo hacerlo. Y me entraba facilito…

A la salida la madrota me dijo:

-Me gustó como estuviste muchachita, cuando quieras venir la casa está abierta para ti…

– Gracias, respondí sonriendo tranquila.

Al otro día, tomando un cafecito y comentando la noche me dijo:

– Cariño, hay algo que no sé cómo decírtelo…

– ¿Qué? ¿Qué fue?

– Creo que has sido una linda putita. ¿Te puedo hacer un diplomita con el nombre de E Zorrita, o el de E Perrita o quizás E Putita?

– Jajaja… ¡cabrón! como quieras, pero si lo enseñas… ¡te mato, pendejo…!

– Jajaja… Bueno ¿Vamos a echar un palito…?

– ¡Siiii…! Quiero que me la metas toda… por donde quieras y como quieras… ya sé muy bien cómo… ya tengo experiencia… profesional. Si, ya sé bien chingar… pero… ¿Si te doy las nalgas, me las regresas? Solo tengo esas… Jajajaja

Cuando algunas semanas después le propuse regresar, ya solo preguntó:

– ¿Cuándo?

Esa siguiente vez, hicimos otro cambio, le aviso a la Juana que yo iría sola primero y que me arreglara de nuevo, el llegaría después como “cliente”. Aceptó riéndose.

Cuando llegó me encontró sentadita, con una bebida y ya arreglada conforme el ambiente. Se paró en la entrada, lo vi y sonriendo ampliamente le hice señal de sentarse junto, como cliente conocido. Estuvimos tomando algunos tragos, me veía tranquila, ya sabía muy bien como era, camine por aquí y por ahí para mostrar figura y arreglo. ¡Estaba bien huila! con una especie de blusa transparente sin brassiere, y una tanguita tipo hilo dental que dejaba las nalgas totalmente descubiertas y zapatos aguja. ¡Linda!

Combiné con la Juana el uso de un cuarto y entramos contentos. Al salir, le entregó al valor del cuarto a la madrota, se cambió y salimos felices.

Pagarle a la madrota fue su bautizo formal de puta en putero.

En la siguiente vez… esa es otra historia…

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