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Alejandra en casa de Paula
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Mi nombre es Alejandra, el otro día me pasó algo extraño, estaba en casa de Paula que es mi íntima amiga, las dos solas porque sus viejos habían ido a pasar el fin de semana a la quinta de unos amigos, les decía, estábamos las dos sentadas en el sillón del living, una frente a la otra recostadas en los apoyabrazos del sillón, yo con las piernas cruzadas y Paula medio despatarrada, las dos somos minas normales, si hay algo que nos distingue de las demás en mi caso quizás sean mis ojos, muy claros, y en Paula sus labios, esos labios que los tipos dirían de chupa pija, y eso fue lo que me sorprendió, me encontré de golpe mirándole los labios, pero de una manera diferente, me atraían, y alternaba mi mirada entre los labios y los pezones de Paula que se le notaban demasiado a través de la musculosa, empecé a sentir que me calentaba verlos así.

Me debo haber puesto colorada porque me preguntó:

P: Qué te pasa que estás colorada?

A: No te vas a enojar si te lo cuento?

P: Dale dejate de joder, decime.

A: Te juro que es la primera vez que me pasa, pero te estoy mirando los pezones que se te marcan en la musculosa, y creo que me estoy calentando.

P: Y que, querés hacerte una paja con mis tetas: me dijo cegándose de risa

A: Si vos reite, pero la verdad es que en este momento me gustaría que me los muestres

P: Dejate de joder, cuantas veces me viste en pelotas, y no te pasó nada… o sí?

A: No, te juro que es la primera vez, dale mostrámelo

P: Sos una boluda: me dijo con una sonrisa haciéndose la seductora en joda: y empezó a bajarse el bretel, despacito mientras me decía: No me digas que te vas a mojar por verme las tetas?

A: No sé, pero me parece que ya estoy mojada, y si tardás más me voy a poner peor -le dije mientras medio en joda me mordía el labio inferior.

P: Entonces lo voy a hacer más despacio para hacerte desear: me decía sin dejar de mirarme a los ojos, y terminó de descubrirse la teta. Paula, a diferencia de la mías que son tipo perita y con los pezones rosados, ella las tiene grandes y unos pezones oscuros

A: Ay! Qué lindos que los tenés! Y mirá que parados, no me digas que también te estás mojando? Mirá como los tenés!

P: No, no creo que esté mojada boluda: me dijo mientras se miraba y se pellizcaba el pezón.

A: Porque no te fijas si estás mojada: la pregunté mientras me ponía la mano entre mis piernas y me apretaba la concha.

P: Que querés que me pajee adelante tuyo?

A: No, quiero nada más que te fijes si estas mojada y me lo digas.

Paula abrió las piernas, se levantó la pollera corta, estiró el elástico de la bombacha rosa con una mano y comenzó a meter dedos de la otra mano adentro, lo hacía despacio, no sé si me parecía a mí o estaba entrando en mi juego.

A: Y? Decime… -La verdad que no aguantaba más no saberlo, a medida que ella iba llegando a concha, cosa que yo estaba viendo por la forma en que la tela se iba adaptando a la forma de su mano, yo me apretaba la mano contra el short, y comenzaba a sentir mi humedad a través de la tela.

P: La verdad, si estoy un poquito mojada -todo esto con un sonrisa pícara.

A: Dale guacha, fijate bien, metete un dedo y fijate, no te creo.

Paula siempre sonriendo, se estiró un poco más en el sillón y pude ver como estiraba el brazo más abajo para poder meterse el dedo, con los ojos entornados me contestó: y la verdad, vos sos mi amiga y no puedo mentirte, sí, me parece que yo también estoy caliente.

No hacía falta que me lo dijera, ya había visto el lamparón oscuro del flujo en la bombacha, eso me calentó más aún

A: Te voy a decir algo más: mientras miraba fascinada el movimiento de los dedos dentro de la prenda.

P: Qué? Decime…

A: No solo te estaba mirando los pezones, sino también esos labios de chupa pija que tenés, y tengo unas ganas bárbaras de mordértelos.

P: Ah no! Pero eso es otro precio.

A: Te pago lo que quieras!

P: Me vas a tener que contar si alguna vez te calentaste con una mina.

A: Una sola vez.

P: Dale contame, ahora soy yo la que te pido, cómo fue?

A: Yo tendría 16 años, volvía del colegio en el colectivo parada al lado de un asiento donde había una mina con un vestido cuello bote, la mina se acercaba a cada rato a la ventanilla para mirar para afuera, y se le abría el escote, no tenía corpiño, tenía unas tetas parecidas a las tuyas y los pezones muy parados por el roce con el vestido me imagino, y yo no podía sacarle los ojos de encima…

P: Dale, seguí que me estas poniendo como loca: me rogó Paula mientras se estiraba más y apoyaba los pies sobre mis rodillas

Aproveché para separar las piernas un poco y poder correrme el short para llegar hasta mis labios con los dedos, y para que Paula me pudiera ver la concha.

A: La mina se debe haber dado cuenta que la estaba mirando, y hacía más movimientos para que se le abriera más el escote, hasta que cambió la posición de la cartera, y la agarró de forma diferente, de manera que su codo quedó metido, entre mis piernas, con la pollera del uniforme adentro…

P: Sos una hija de puta, apurate, termina de contar y vas a tener premio…

A: Porque no me lo das ahora…

P: No guacha, me hiciste calentar mientras me mirabas y ahora te vas a tener que aguantar como yo lo hice…

A: Te imaginas? -estiré una de las piernas hasta llegar con el pie desnudo a palpar la humedad de su bombacha: El codo de ella apretándome la concha, como yo te la estoy apretando ahora con el pie a vos…

P: Si, si, no sabés como me lo imagino… Seguí por favor…

A: Empecé a abrir y cerrar las piernas, y a moverme levemente hacia adelante y atrás, como cogiéndome el codo, me di cuenta que la mina tenía la otra mano metida debajo de la cartera, imaginarme que se estaba haciendo una paja por mi delante de todos me puso a mil, como me estás poniendo vos ahora, cuantos dedos tenés metidos?

P: Ahora tres, aunque necesitaría más, sacate una teta y tocátela, quiero verte también la teta, no me basta con verte a concha chorreando ahí adelante mío, dejámela ver mejor, sacate los shorts.

A: No, primero quiero tus labios para chupártelos, y meterte la lengua…

P: Entonces terminá de contar hija de puta… Estaba bien la mina… los labios eran como los míos…?

La verdad que no me acordaba, pero le dije que sí para que se calentara más, y le pedí que se sacara la bombacha para poder vérsela mejor, cuando empezó a bajársela, el solo ver lo mojada que estaba casi me hace acabar: Así que estabas un poquito mojada puta! Me dejarías que te coja en este momento?

P: Creo que en este momento te dejaría que me hagas lo que quieras, no solo en la boca, creo que nunca estuve tan caliente, por favor volvé a apoyarme el pie y seguí contando…

A: Creo que en un momento la mina acabó, y cambió de posición la mano con la que se pajeaba, e hizo como que se agarraba el antebrazo opuesto, el que estaba de mi lado, así que mientras me clavaba el codo empezó a levantarme la pollera con dos dedos y empezar a pajearme sobre la bombacha, te imaginás que me abrí más, así… ves… te gusta…

P: Si hija de puta, la tenés hermosa, tan rosada que me dan ganas de chupártela…

A: La guacha con dos dedos empezó a serrucharme la raja, que a esta altura era un charco, y yo disimulando mientras miraba la ventanilla, puse la mochila que tenía en la mano cerca de sus tetas, y comencé a rozarle el pezón con los dedos aprovechando el vaivén del colectivo, ella en cambio me miraba la boca y jadeaba balanceándose para que yo pudiera tocárselas mejor…

P: Así te miraba y se pasaba la lengua por los labios…

A: Si guacha así… me deseas?

P: Claro qué sí, que querés que te haga?

A: Lo que me hizo ella, cuando me hizo acabar, se chupó los dedos.

Paula dejó de masturbarse, se acercó y bastó que me metiera dos dedos en la concha para que yo arqueara el cuerpo tratando de ayudarla a que entrara más y más, comencé a moverme con desesperación buscando que me penetre hasta acabar. Una vez calmada la tome de la nuca:

A: Ahora me tenés que dar el premio: Le dije acercando mis labios entreabiertos a su boca, ella con una sonrisa bien de turra se metió dos dedos en la boca chupándoselos, y cada vez que yo me acercaba se alejaba con los labios entreabiertos, o me metía la punta de los dedos apenas en la boca.

P: Estás muy caliente? Te gustó que te pajee? Dale decilo, sino no hay premio, o querés dejarlo todo acá?

A: No Pau, estoy muy caliente, me encantó como me pajearas, pero dejame morderte esos labios, los deseo mucho por favor, hago lo que vos quieras.

Paula por fin dejó de retroceder y me besó como pocas veces me habían besado, las dos intentábamos llegar con nuestras lenguas lo más adentro posible, bailaban en nuestras bocas, mientras nuestras manos nos desvestían a nosotras mismas y a la otra. Ahora fue ella la que me dijo no podía esperar más deseando que le chupara la concha… Me sonreí:

A: Pero eso tiene un precio: le dije

P: Lo que vos quieras, pero chupámela…

A: Bueno, contame vos si alguna vez te calentaste con una mina…

P: Si también, una vez…

A : Y con quién?

P: Con vos tonta, pero nunca te lo dije

A: Pero cuando?

P: Te acordás cuando vos salías con Pablo y yo con Miguel, y fuimos los cuatro juntos a Mar del Plata, a la casa de él. Una vez los expié mientras cogían…

Continuará…

Pero esto es algo que contaré en otro capítulo, por ser mi primera historia me encantaría que me dieran su opinión tanto mujeres heterosexuales como homosexuales, si sintieron algo. Gracias.

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